lunes, 31 de agosto de 2015

La Trinidad de Dios Parte I


a. La unidad de Dios

Uno de los misterios espirituales más complejos en la Biblia es el concepto de la Trinidad. Es cierto que la palabra «Trinidad» no está literalmente en las Escrituras; en realidad este término fue introducido en el vocabulario cristiano mucho después de la época apostólica para definir la verdad bíblica de Dios y para denunciar las herejías referentes a la persona de Cristo y del Espíritu Santo; sin embargo, la verdad esencial de la Trinidad se halla claramente contenida en la Biblia.

De igual modo, recordemos que la palabra «Biblia» tampoco aparece literalmente en las Escrituras; no obstante, este término es verdadero porque resalta la unidad de este libro maravilloso.

En cuanto a la Trinidad, el tema es, en efecto, sumamente importante, y constituye uno de los fundamentos básicos de nuestra fe. Puede decirse que si desconocemos la Trinidad de Dios resultaría difícil entender a profundidad lo que las Escrituras nos enseñan acerca de nuestra salvación.

Esta doctrina ha sido enseñada y sostenida por la Iglesia cristiana desde los primeros tiempos, siendo normalmente expresada en la siguiente fórmula: Dios es uno en esencia, pero subsiste en tres personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

La palabra persona, en el uso ordinario del término, significa un ser distintivo e independiente, porque una persona es un ser, y cien personas son cien seres, pero en la Divinidad hay tres personas y UN SOLO SER.

Es verdad que el hecho sobrepasa a nuestra comprensión, pues no se conoce nada comparable en el ámbito de nuestra experiencia humana. Por eso es fácil caer en ideas confusas y errores, pero el hecho de que la doctrina de la Trinidad esté por encima de nuestra comprensión, no significa que esté en contra de nuestra razón.

Consideremos ahora el Universo físico que debería reflejar a su Creador, como es lógico, de una manera muy íntima, y descubriremos que toda la Naturaleza fue diseñada para revelarnos la Trinidad.

Todo lo conocido del Universo puede ser clasificado bajo los títulos de espacio, materia y tiempo. Ahora bien, el espacio, por lo menos en la medida en que lo comprendemos, consiste exactamente en tres dimensiones, cada una igualmente importante y esencial. No habría espacio, ni realidad alguna, si hubiera solamente dos dimensiones. Existen tres dimensiones distintas, y con todo, cada una de ellas abarca la totalidad del espacio. Sin embargo, hay un solo espacio. Nótese que para calcular el contenido cúbico de cualquier espacio limitado, no se suma la longitud más el ancho y más la profundidad, sino que se multiplican esas medidas. De modo análogo, la matemática de la Trinidad no es 1+1+1 = 1, como algunos pretenden decir, sino: 1x1x1 = 1.

Aplicación:
Largo X Ancho X Alto = Espacio
Energía X Movimiento X Fenómeno = Materia
Futuro X Presente X Pasado = Tiempo
Espacio X Materia X Tiempo = Universo
Padre X Hijo X Espíritu Santo = Dios

Como puede verse, cada unidad es completa en sí misma, pero ninguna podría existir por sí misma. Esta es la ley de la triunidad absoluta. Así como Dios es Tres en Uno, él ha implantado esta uniformidad en sus creaciones. No cabe duda de que esta estructura es «la huella de Dios».