a. La unidad de
Dios
Uno
de los misterios espirituales más complejos en la Biblia es el concepto de la
Trinidad. Es cierto que la palabra «Trinidad» no está literalmente en las
Escrituras; en realidad este término fue introducido en el vocabulario
cristiano mucho después de la época apostólica para definir la verdad bíblica
de Dios y para denunciar las herejías referentes a la persona de Cristo y del
Espíritu Santo; sin embargo, la verdad esencial de la Trinidad se halla
claramente contenida en la Biblia.
De
igual modo, recordemos que la palabra «Biblia» tampoco aparece literalmente en
las Escrituras; no obstante, este término es verdadero porque resalta la unidad
de este libro maravilloso.
En
cuanto a la Trinidad, el tema es, en efecto, sumamente importante, y constituye
uno de los fundamentos básicos de nuestra fe. Puede decirse que si desconocemos
la Trinidad de Dios resultaría difícil entender a profundidad lo que las
Escrituras nos enseñan acerca de nuestra salvación.
Esta
doctrina ha sido enseñada y sostenida por la Iglesia cristiana desde los
primeros tiempos, siendo normalmente expresada en la siguiente fórmula: Dios es
uno en esencia, pero subsiste en tres personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo.
La
palabra persona, en el uso ordinario del término, significa un ser distintivo e
independiente, porque una persona es un ser, y cien personas son cien seres,
pero en la Divinidad hay tres personas y UN SOLO SER.
Es
verdad que el hecho sobrepasa a nuestra comprensión, pues no se conoce nada
comparable en el ámbito de nuestra experiencia humana. Por eso es fácil caer en
ideas confusas y errores, pero el hecho de que la doctrina de la Trinidad esté
por encima de nuestra comprensión, no significa que esté en contra de nuestra
razón.
Consideremos
ahora el Universo físico que debería reflejar a su Creador, como es lógico, de
una manera muy íntima, y descubriremos que toda la Naturaleza fue diseñada para
revelarnos la Trinidad.
Todo
lo conocido del Universo puede ser clasificado bajo los títulos de espacio,
materia y tiempo. Ahora bien, el espacio, por lo menos en la medida en que lo
comprendemos, consiste exactamente en tres dimensiones, cada una igualmente
importante y esencial. No habría espacio, ni realidad alguna, si hubiera
solamente dos dimensiones. Existen tres dimensiones distintas, y con todo, cada
una de ellas abarca la totalidad del espacio. Sin embargo, hay un solo espacio.
Nótese que para calcular el contenido cúbico de cualquier espacio limitado, no
se suma la longitud más el ancho y más la profundidad, sino que se multiplican
esas medidas. De modo análogo, la matemática de la Trinidad no es 1+1+1 = 1,
como algunos pretenden decir, sino: 1x1x1 = 1.
Aplicación:
Largo
X Ancho X Alto = Espacio
Energía
X Movimiento X Fenómeno = Materia
Futuro
X Presente X Pasado = Tiempo
Espacio
X Materia X Tiempo = Universo
Padre
X Hijo X Espíritu Santo = Dios
Como
puede verse, cada unidad es completa en sí misma, pero ninguna podría existir
por sí misma. Esta es la ley de la triunidad absoluta. Así como Dios es Tres en
Uno, él ha implantado esta uniformidad en sus creaciones. No cabe duda de que
esta estructura es «la huella de Dios».