Comparación con otras obras clásicas
A pesar de su gran número de autores
y volumen, la Biblia excede lo que se puede esperar de otros documentos
antiguos en términos de coherencia interna.
Veamos por ejemplo el caso de la
Iliada, escrita por un solo autor, Homero, alrededor del año 900 a.C.; existen
643 copias conocidas, de las cuales la más antigua data del 400 a.C. Ninguna de
ellas es 100 por ciento igual a las demás. En su sitio web, Christian
Apologetics and Research Ministry (Ministerio de investigación y apologética
cristiana) estima que la coherencia entre una copia y otra es de 95 por ciento.
El Nuevo Testamento, por otro lado,
ha sido preservado en casi 6.000 manuscritos griegos conocidos, y se estima que
la coherencia ente ellos es de 99,5 por ciento. La diferencia entre uno y otro
es minúscula. Por tanto, el grado de diferencia en las copias de estos clásicos
antiguos es mayor que el de los manuscritos que componen la Biblia.
“Si los críticos de la Biblia
descartan el Nuevo Testamento como fuente confiable de información, también
deben negar la confiabilidad de los escritos de Platón, Aristóteles, César y
Homero” (CARM).
Formas de resolver aparentes
contradicciones
En realidad, la mayoría de las
aparentes contradicciones de la Biblia son fáciles de resolver o tienen más de
una explicación lógica.
Las soluciones y explicaciones
generalmente caben en una de las siguientes categorías:
- Errores de los copistas.
- Errores de traducción (diferentes
traductores utilizan palabras diferentes).
- Discrepancias numéricas que a
menudo se resuelven tomando en cuenta el contexto de cada entrada.
- El contexto del versículo.
- El uso de figuras literarias en
contraposición a un evento real.
A continuación, miremos algunos
elementos de análisis:
- PRIMERO, los escépticos razonables
deben concordar en la definición de una contradicción. La Ley de la
No-Contradicción, la cual es la base de todo razonamiento lógico, mantiene que
algo no puede ser "A" y "no-A" al mismo tiempo. Por
ejemplo: No puede ser día y noche al mismo tiempo, en el mismo lugar. Por lo
tanto, si una escritura bíblica viola esta Ley, se ha establecido una
contradicción. Sin embargo, basado en la misma ley, dos afirmaciones pueden
diferir sin ser una contradicción. Por ejemplo: Un testigo en un caso de la
corte puede testificar que vio a dos personas en la escena del crimen, Jake y
Sam, mientras que otro testigo puede testificar que solo vio a Sam. Estas
afirmaciones no son contradictorias. De hecho, en una corte, estas afirmaciones
podrían ser consideradas como complementarias. Esta es la naturaleza de muchas
de las supuestas contradicciones de la Biblia.
EJEMPLO: al leer los cuatro
Evangelios, se evidencia que existen diferencias entre ellos, tanto en la forma
como en el fondo. El Evangelio de Juan no cuenta los hechos de la misma manera
que los evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas). Juan omite muchos de los
relatos que incluyen los evangelistas sinópticos, a la vez que refiere detalles
y palabras de Jesús que los escritores sinópticos no mencionan. Por otra parte,
si bien los evangelios sinópticos tienen muchas similitudes, también hay
diferencias entre ellos en cuanto a los hechos narrados, el orden en que se
disponen, las palabras y acciones de Jesús, y la forma de encuadrar la
presentación de cada uno de los autores. De todos modos, a pesar de esas
diferencias, el mensaje general de los cuatro evangelios es el mismo: Jesús es
el Hijo de Dios, el Mesías al que se referían los textos del AT, enviado por su
Padre para que, mediante su muerte expiatoria y su resurrección, redimiera a la
humanidad y la condujera a una renovada relación con Dios.
Si bien lo que escribieron los
evangelistas fue por inspiración del Espíritu Santo, cada uno tenía su propia
personalidad, experiencia, contexto cultural, fuentes, estilo y público, todo
lo cual se refleja en los evangelios. Se basaron en lo que ellos mismos
recordaban o en lo que les contaron testigos presenciales (Mateo y Juan probablemente
en lo que recordaban, y Lucas y Marcos en lo que les dijeron testigos
oculares). Con la guía del Espíritu Santo, elaboraron su presentación de la
vida y las enseñanzas de Jesús de una manera que cuadrara con su propio estilo
literario y con el público al que se dirigían. Por consiguiente, es lógico que
haya algunas diferencias entre un evangelio y otro.
Aunque haya diferencias en algunos
pasajes de los evangelios, debe entenderse que, como los evangelistas
transmitieron testimonios personales (el suyo propio o el de otras personas),
es normal que haya diferencias en algunos detalles, ya que eso es lo que ocurre
con los testimonios personales. En un juicio, los testigos casi nunca
concuerdan en cada detalle; cuando lo hacen, se suele considerar que están
contaminados o incluso que se han confabulado para engañar al tribunal. Por lo
general, las declaraciones de los testigos presenciales difieren en cierta
medida unas de otras, e incluyen u omiten aspectos que otros testigos
mencionan. Tales disparidades no vuelven poco fiables las declaraciones; antes
bien, complementan el proceso de indagación.
Algunos pasajes de los evangelios
refieren un suceso de forma “incompleta” o abreviada; tales descripciones no
dejan de ser ciertas por el hecho de que no incluyan todos los detalles. Al
comparar distintos pasajes de los evangelios conviene recordar que una
información incompleta no es necesariamente falsa.
¿Deberían preocuparnos las
diferencias que hay en la presentación de la vida de Jesús por parte de cada
uno de los evangelistas? ¿Significa esto que los evangelios son inexactos o
falsos? De ninguna manera. Cada evangelista contó la vida de Jesús con el objetivo
de dar a conocer la buena nueva de quién era él y qué había enseñado, de modo
que sus lectores entendieran la maravilla que Dios había hecho y creyeran.
Aunque los cuatro evangelistas narraron la misma vida de Jesús, cada uno quiso
hacer hincapié o centrarse en distintos aspectos y preparó su libro en
consecuencia. Por ejemplo, Mateo enfatiza que la venida de Jesús fue planeada y
predicha por Dios a lo largo de las escrituras judías (AT) siglos antes de su
advenimiento; así pues, su nacimiento, vida, enseñanzas, milagros y muerte
cumplieron profecías específicas del AT. Once veces en su evangelio Mateo
incluye profecías y su cumplimiento. Eso indica que probablemente escribió su
evangelio pensando en un público judío o judeocristiano, y presentó el material
de una manera que ayudara a esa clase de público a abrazar la fe. En síntesis,
bajo las reglas legales de evidencia y de la Ley de la No-Contradicción, éstas
no son escrituras contradictorias, y aún así forman parte de todas las listas
de algunos críticos de la Biblia.
- SEGUNDO, Algunas citas de la
Biblia parecen contradictorias solo por las complejidades de la traducción
bíblica. El análisis de los lenguajes originales de la Biblia (hebreo para el
AT y griego para el NT) puede solucionar muchos problemas aparentes. No se
diferencia de cualquier otra revisión textual de material traducido. Todos los
lenguajes (incluyendo especialmente el hebreo y el griego) tienen limitaciones
especiales y matices que causan dificultades en la traducción. El contexto
histórico de la traducción puede también causar algún malentendido.
EJEMPLO: El libro de los Hechos
tiene dos relatos de la conversión de Pablo en el Camino a Damasco. En Hch. 9:7
dice: “los hombres que iban con Pablo se
pararon atónitos, oyendo a la verdad la voz, más sin ver a nadie”. En Hch.
22:9 dice: “los que estaban conmigo
vieron a la verdad la luz, y se espantaron; pero no oyeron la voz del que me
habló” (versión King James). A primera vista, estos relatos parecen
contradictorios; uno dice que los compañeros de Pablo oyeron la voz, mientras
que el otro dice que ninguna voz se escuchó. Sin embargo, el texto griego
resuelve el problema porque la construcción del verbo “escuchar” (akouo) no es
la misma en los dos relatos. En Hch. 9:7 es usada en el genitivo y en Hch. 22:9
es usada en el acusativo. La construcción con el genitivo simplemente expresa
que algo está siendo escuchado o que ciertos sonidos alcanzan el oído; nada se
indica acerca de si la persona entiende lo que escucha o no. La construcción
con el acusativo, sin embargo, describe el escuchar, lo cual incluye la
aprehensión mental del mensaje hablado. De esto se hace evidente que los dos
pasajes no son contradictorios (W.F. Arndt: Does the Bible Contradict Itself?,
p. 13,14.) Por lo tanto, Hch. 22:9 no niega que los compañeros de Pablo oyeran
ciertos sonidos (simplemente dice que ellos no entendieron los sonidos que
escucharon).
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