viernes, 13 de octubre de 2017

Objeciones en contra de la Biblia Parte I

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Muchos han presentado objeciones para aceptar la Biblia como un libro confiable; sin embargo, a continuación veremos cómo estas refutaciones han sido desvirtuadas mediantes múltiples evidencias:

La Tabla de Barro de Ebla
En la década de 1960, se descubrieron las tablas de Ebla, en el norte de Siria y en este registro se ha confirmado que lo narrado en las escrituras bíblicas referente a los patriarcas es completamente posible. Algunos documentos escritos sobre tablas de barro alrededor del año 2300 a.C. demuestran que los nombres y los lugares mencionados en la época de los patriarcas son reales. El nombre “Canaan,” nombre que algunos críticos, alguna vez, dijeron que no había sido utilizado en esa época, y que era usado incorrectamente en los primeros capítulos de la Biblia, está mencionado en la tabla de Ebla. Las costumbres antiguas mencionadas en las historias de los Patriarcas también han sido encontradas en tablas encontradas en Nuzi (o Nuzu) y Mari.

La palabra tehon “tehon” (“el abismo”) en Gn. 1:2, se decía que era una palabra de acuñado posterior, lo cual, según los críticos, demostraba que la historia de la creación fue escrita en una época posterior a la comúnmente aceptada. Sin embargo, la palabra “Tehom” ya formaba parte del vocabulario común en Ebla, el cual era usado unos 800 años antes de Moisés.

La tribu de los Hititas
La arqueología bíblica incluye las ciudades capitales de los más grandes imperios antiguos. Por ejemplo: La civilización hitita es mencionada en todo el AT, gobernando el área de lo que hoy es Turquía, Siria y Líbano, aunque nada se conocía acerca de estos pueblos fuera de la Biblia. Hace cerca de 100 años, la antigua Boghazkoy fue descubierta al este de Ankara, Turquía, la cual se reveló como la ciudad capital del imperio Hitita. Desde entonces, arqueólogos han descubierto un tesoro de información acerca de la historia, lenguaje y cultura de un pueblo que era, antes de esto, considerado imaginario por muchos expertos. En un tiempo se creyó que la tribu de los Hititas había sido tan solo una leyenda de la Biblia, hasta que su capital, sus registros y archivos fueron encontrados.

La palabra hitita(s) aparece con frecuencia en el AT bajo la forma heteo(s). El Het de Gn. 10:15, hijo de Canaán y nieto de Cam (v. 6), debió haber sido el antepasado de los proto-hititas que se habían establecido en el Asia Menor y fueron absorbidos por los hititas indoeuropeos cuando penetraron en Anatolia desde el noreste. Algunos de esos proto-hititas habrían vivido en Palestina en el tiempo de Abraham (Gn. 15:18-20; 23:3-20). Probablemente fue éste el pueblo al que pertenecieron 2 esposas de Esaú (Gn. 26:34) y los "heteos" en las listas de naciones que habitaban en Canaán cuando los israelitas entraron en el país (Éx. 3:8; Dt. 7:1; 20:17; Jos. 3:10; 11:3; 24:11); aunque es posible que en tiempos de la invasión israelita hubiera colonizadores de los hititas indoeuropeos en Canaán. Los restos de los proto-hititas habrían estado también entre los que se casaron con los israelitas en tiempos de los jueces (Jue. 3:5, 6).

Dirigiéndose a los habitantes de Jerusalén, Ezequiel les dice con tono sarcástico, en relación con la población preisraelita de Jerusalén: “Tu padre fue amorreo, y tu madre hetea” (Ez. 16:3, 45).

Se conocen nombres amorreos de reyes de Jerusalén por textos de execración egipcios (textos donde se listaban los enemigos del faraón, los enemigos del estado egipcio o vecinos extranjeros problemáticos) del siglo XIX a.C., pero el rey de Jerusalén que escribió cartas al faraón egipcio en el período de Amarna tenía un nombre hitita: Abdu-Khepa, "siervo de Khepa" (diosa hitita), lo que pareciera indicar que era hitita.

Los heteos todavía formaban parte de la población de Palestina en tiempos de David y de Salomón, como lo demuestran los registros bíblicos:
- David tenía valientes soldados hititas en su ejército, como Ahimelec (1 Sam. 26:6) y Urías, el esposo de Betsabé (2 Sam. 11:3-12:10).
- Los hititas a quienes Salomón incorporó a sus campamentos de trabajos forzados (1 Rey. 9:20-22; 2 Crón. 8:7-9), probablemente fueron también descendientes de los primeros heteos del período del imperio. Sin embargo, las esposas heteas de Salomón fueron muy probablemente princesas de las ciudades-estados del norte de Siria que florecieron en su tiempo (1 Rey. 11:1), y entre cuyos gobernantes estuvieron evidentemente los "reyes de los heteos" con quienes Salomón tuvo un activo comercio (1 Rey. 10:29; 2 Crón. 1:17).

También se mencionan los reyes de las ciudades-estados hititas en 2 Rey. 7:6, donde el informe bíblico habla de un ejército de sirios que tenía cercada a Samaria, pero que huyó en gran desorden cuando les pareció oír que un ejército hitita se aproximaba a aliviar a los israelitas.

En Tebas y Saqara se encontraron textos de la 12ª dinastía de Egipto que contienen maldiciones contra países y ciudades extranjeras, contra sus gobernantes, ciudadanos y posesiones. Los textos fueron escritos en vasijas planas de cerámica o sobre estatuillas de arcilla que representaban extranjeros, que luego eran quebradas ceremonialmente para que las maldiciones surtieran efecto.

Los textos son de gran valor para el historiador de la Biblia, porque contienen numerosos nombres de ciudades y gobernantes de Canaán durante el tiempo de los patriarcas, un período del cual existe muy poco material extrabíblico histórico sobre Palestina y Siria.

Por estos textos sabemos, por ejemplo, que los nombres de 2 reyes de Jerusalén en las postrimerías del siglo XIX a.C. fueron Yaquir-ammu y Saz-anu, lo que confirma el hecho de que Jerusalén era una ciudad real durante el período patriarcal. Este se puede deducir de Gn. 14:18, donde se menciona al rey Melquisedec de Jeru-Salem.

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