Texto base: Hch. 7:17-39
Introducción
Revisando
la biografía de Moisés encontramos a un hombre que nació en un tiempo crucial
para el cumplimiento de la promesa que Dios dio a Abraham para Israel (v. 17); él
nació en medio del crecimiento y la multiplicación del pueblo del Señor (v.
17), nació en medio de cambios sociales y culturales en su época (v. 18),
apareció en circunstancias adversas y desfavorables (v. 19), fue agradable a
Dios (v. 20), fue criado 3 meses en casa de su padre hebreo (v. 20); fue
expuesto a la muerte, es decir, estaba rodeado de peligros de muerte (v. 21); la hija de Faraón le recogió y le crió como a hijo suyo (v. 21). Por
tanto, analicemos las capacidades humanas
que había en él dentro de este contexto histórico.
1. Las capacidades humanas de Moisés
Moisés
fue ubicado en lugares de oportunidad para vivir, crecer, aprender y fue
enseñado en toda la sabiduría de los egipcios, quienes en este periodo fueron
quizás la civilización más importante y más influyente de la tierra; además, la
ciencia de Egipto ha gozado de gran prestigio desde tiempos remotos. La tradición refleja que los hombres
sabios de la antigua Grecia habían ido a aprender a Egipto, en
donde existía una ciencia respetada y un elevado nivel de conocimientos
científicos, aunque mezclados algunas veces con prácticas mágicas:
- Entre todas las ramas de la ciencia que desarrollaron, en
la que más avanzaron fue en las matemáticas. En el papiro Rhind hay evidencias de cómo llegaron a dominar suma, resta,
multiplicación y división; sin necesidad de memorizar tablas de multiplicar,
resolvían ecuaciones con una incógnita y
solucionaban problemas prácticos bastante complejos.
- La necesidad de volver a marcar los límites de los terrenos
de cultivo al bajar el nivel del agua del Nilo, después de las inundaciones
anuales, impulsó el desarrollo de la geometría y los instrumentos de medición
para el cálculo de áreas, volúmenes e incluso del tiempo.
- Los arquitectos reales, con sus conocimientos de física y geometría, erigieron monumentales edificaciones y organizaron
el trabajo de multitudinarios grupos de artistas, artesanos y trabajadores. El
tallado, transporte desde las canteras de Asuán y colocación de pesados obeliscos monolíticos de granito o colosales estatuas, implica un alto nivel de
conocimientos. La única de las llamadas “siete
maravillas del mundo” que aún perdura, la pirámide de Jufu
(Keops o Giza), es buen
ejemplo del grado de perfeccionamiento alcanzado en las ciencias aplicadas.
-
Aunque el progreso de la civilización egipcia ha sido de cientos de años,
podemos destacar que en el tiempo que vivió Moisés (Ex. 1:11), en estas
circunstancias y con estas oportunidades, él tenía el respeto y la admiración
de muchas personas por su posición con respecto a la hija de Faraón (v. 22).
Probablemente, Moisés era un firme candidato para el trono de Egipto, la nación
más poderosa de aquel entonces.
Todo lo que aprendió en Egipto no fue en vano, puesto que encontramos
un plan divino en ello:
- Fue equipado para entender su entorno y servir a Dios en él.
- Fue entrenado para conocer la historia y la cultura de esta época con
mayor profundidad.
- Fue facultado para acceder a más información y a más documentos
escritos (genealogías, tradición oral de generaciones anteriores, idiomas).
- Fue preparado por Dios para que cuando viniese la revelación
sobrenatural y la Ley (en el camino hacia la tierra prometida) pudiese escribir
bajo su inspiración los 5 primeros libros de la Biblia (El Pentateuco), según
lo afirma la tradición judía y según la versión auténtica de nuestro Señor
Jesucristo (Lc. 24:44).
Dios se vale de todas estas situaciones para cumplir un plan en la vida
de Moisés y por supuesto, en su pueblo escogido (Israel). Sin embargo, lo
humano no es suficiente, se requiere el trato divino, el proceso de
transformación espiritual y su gracia en el corazón para poder servir con
eficacia en los programas de Dios.
2. Las capacidades que Dios da
En Egipto, Moisés calificaba como líder, como maestro, como alguien
influyente, prometedor y exitoso; cuando cumplió 40 años de formación,
experiencias, conocimientos y logros humanos, él mismo consideró que tenía un
llamado como líder (Hch. 7:23-29) pero fracasó en ese momento porque aún no
estaba preparado para asumir esta tarea ni era el tiempo de Dios para cumplir
su misión: ser un instrumento en las manos del Señor para dar libertad a su pueblo
Israel.
Dios tuvo que permitir otro proceso, donde moldeó su carácter y lo
equipó para el ministerio durante 40 años más en tierra de Madián (Hch. 7:30).
Madián significa lucha o esfuerzo. Es aquí donde Moisés aprende a madurar en
medio del sufrimiento, del esfuerzo propio y de la lucha constante, mientras
que en Egipto lo tuvo todo: comodidades, facilidades, comida en abundancia,
vestido, reconocimiento, fama y popularidad. En Egipto estaba rodeado de
personas nobles, ricas, intelectuales, ilustres, y tenía la estima del pueblo
egipcio; en Madián estaba rodeado de personas trabajadoras, agricultores,
pastores y animales, y quizás no tenía mucho reconocimiento humano, y su oficio
fue ser pastor de ovejas, un trabajo abominable para los egipcios (Gn. 46:34).
3. Palabras de vida
Dios llama a Moisés en medio del desierto, cuando ejercía su
oficio como pastor de ovejas y le revela un propósito para salvación de Israel
(Hch. 7:30-35). El recibió palabras directas de Dios, escuchó la voz del Señor
cuando hablaban como dos personas y todo lo que hizo fue bajo la dirección
completa de Dios, contando con su respaldo sobrenatural: prodigios y señales
(v. 36). Moisés anunció al Mesías y fue un profeta respetado, pues tenía
credibilidad debido a la manifestación de Dios sobre él (Hch. 7:37: Dt.
34:10-12).
¿Qué condiciones se dieron en la vida de Moisés para llegar a
ser un hombre de este calibre? (Hch. 7)
- Se capacitó según las circunstancias y el contexto cultural
en el que vivió (v. 21, 22).
- Entendió que había un llamado celestial (v. 23-25).
- Permitió el trato divino y el proceso de formación (v.
26-30)
- Escuchó la voz de Dios y a pesar de sus evasivas, obedeció
el llamado (v. 31-34)
- Asumió la responsabilidad y el liderazgo que Dios le entregó (v. 35).
- Creyó, buscó y recibió el poder de Dios para ser un testigo eficaz en
el plan (v. 36).
- Acogió la palabra profética de Dios y la impartió al pueblo (v. 37).
- Estuvo en la congregación (cerca de sus hermanos) y en el monte Sinaí
(cerca de Dios) (v. 38).
- Recibió palabras de vida para comunicarlas a Israel (v. 38).
Conclusión
¿Qué
capacidades estamos desarrollando en nuestro entorno, en nuestra cultura?
¿Hemos entendido el llamado celestial? ¿Permitimos el trato divino y el proceso
de formación? ¿Escuchamos la voz de Dios para obedecer su voluntad? ¿Asumimos
la responsabilidad y el liderazgo que nos ha otorgado? ¿Creemos verdaderamente,
buscamos y recibimos el poder de Dios para ser testigos eficaces? ¿Acogemos la
palabra de Dios para impartirla a otros? ¿Estamos cerca de nuestros hermanos
para ayudarles y servirles? ¿Estamos cerca de Dios para conocerle, amarle y
servirle de todo corazón? ¿Recibimos palabras de vida para compartirlas con
otras personas?
Ciertamente
Dios quiere que todos tengamos una experiencia tan cercana como Moisés la tuvo
con él. Lastimosamente, somos nosotros los que no propiciamos que Dios nos
hable cara a cara, nos muestre sus programas y nos capacite sobrenaturalmente
para ser todo lo que él ha determinado.
Comencemos
a buscar a Dios, al Dios de Moisés, en oración intensa, en fe, en esperanza y
él se manifestará, nos hablará, nos santificará para ser mansos, obedientes,
espirituales, visionarios, intercesores, guerreros, valientes y persistentes
como este hombre de Dios.
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