domingo, 10 de septiembre de 2017

La veracidad de la Biblia Parte V

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Única en su circulación
- No hay libro que haya superado a la Biblia en lo que concierne a su lectura y publicación en más idiomas. Cuán errado estaba Voltaire al afirmar que la Biblia quedaría en el olvido.
- La Biblia es indiscutiblemente el libro de mayor venta en todos los tiempos, con millones de copias impresas (algunas fuentes hablan de 2 billones de copias impresas).
Una sola de las organizaciones distribuidoras reportó entregas sobre los 627.000.000 de Biblias en un año a nivel mundial (United Bible Societies, 1999).
- El Dr. Josh McDowell en su libro “Evidencias que exigen un veredicto” comparte una estadística muy interesante: “Hy Pickering dice que hace alrededor de 30 años a la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera, para cumplir con las demandas de material que tenía, le era necesario publicar: una copia cada tres segundos, día y noche; 22 copias cada minuto del día y la noche; 1369 copias cada hora del día y de la noche; 32876 copias cada día del año. Y es profundamente interesante saber que este sorprendente número de Biblias se despachaba a varias partes del mundo en 4583 bultos que pesaban 490 toneladas”
- Año tras año, la Biblia es el libro más vendido en el mundo. El libro Guinness Records del Mundo dice: “Aunque es imposible obtener cifras exactas, hay poca duda de que la Biblia sea el libro más vendido del mundo y el libro más ampliamente distribuido”. En 2007, la revista The Economist estimó que se imprimían más de 100 millones de Biblias cada año. George Barna, un investigador americano muy conocido, informa que el 92% de las casas americanas tienen por lo menos una Biblia y muchas tienen dos o tres.
- Fue el primer libro en publicarse con el invento de Gutenberg (Versión Vulgata Latina).
- Fue el primer libro en traducirse (la Septuaginta o LXX, versión griega del AT hebreo, 250 a.C).
- Al llegar 1966, la Biblia entera había aparecido en 240 idiomas y dialectos, uno o más libros completos de la Biblia en 739 idiomas adicionales y un total de publicaciones de 1280 idiomas.
- El crítico tiene razón: “esto no prueba que la Biblia sea la Palabra de Dios”, pero muestra de manera muy real que la Biblia es única.

La persecución de los escritores bíblicos del NT
La persecución cristiana comenzó con Jesús mismo. A él se le preguntó directamente: “¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?” Jesús no dio lugar a ambigüedades; sus primeras palabras fueron “Yo soy” (Mr. 14:61, 62). La élite de la religión en Jerusalén sabía lo que Jesús estaba diciendo; estaba muy claro para ellos que Jesús estaba afirmando ser Dios. Por esto, Jesús fue sentenciado a morir en una cruz romana por el crimen de blasfemia, convirtiéndose así en el primer mártir de lo que llegaría a ser la iglesia cristiana.

La persecución cristiana fue una parte vital de la historia de la iglesia primitiva. Cualquiera que crea que la vida, muerte y resurrección de Jesucristo fue un engaño creado por hombres y conjurado por un grupo de discípulos, debería verificar el legado del martirio. Once de los doce apóstoles, y muchos de los otros primeros discípulos, murieron por su adherencia a esta historia. Todos presenciaron los eventos de Jesús y defendieron su fe hasta la muerte.

Algunos se preguntarán: ¿qué tiene de especial este argumento, si muchos a lo largo de la historia han muerto como mártires por creencias religiosas? Morir por una creencia es una cosa, pero numerosos testigos oculares muriendo por una mentira es otra muy diferente.

Revisemos un registro de la primera persecución cristiana, recopilada de numerosas fuentes fuera de la Biblia, siendo la más famosa “Mártires Cristianos del Mundo de Fox”: 
- Alrededor del 34 d.C., un año después de la crucifixión de Jesús, Esteban fue arrojado fuera de Jerusalén y apedreado hasta morir. Aproximadamente 2.000 cristianos sufrieron martirio en Jerusalén durante este período. Alrededor de 10 años después, Jacobo, el hijo de Zebedeo y hermano mayor de Juan, fue asesinado cuando Herodes Agripa llegó a ser gobernador de Judea. Agripa detestaba a la secta cristiana de los judíos, y muchos de los primeros discípulos fueron martirizados bajo su gobierno, incluyendo Timón y Parmenas. Alrededor del 54 d.C., Felipe, un discípulo de Betsaida, en Galilea, fue martirizado en Heliópolis, en Frigia. Fue azotado, arrojado en prisión, y luego crucificado. Alrededor de seis años después, Mateo, el recaudador de impuestos de Nazaret, quien escribió el evangelio en hebreo, estaba predicando en Etiopía cuando fue martirizado con espada. Santiago, el hermano de Jesús, administraba la iglesia primitiva en Jerusalén y fue el autor de una epístola que lleva su nombre. A la edad de 94 años fue golpeado y apedreado, y finalmente le sacaron los sesos a golpes con un palo usado para golpear lana. Matías fue el apóstol que ocupó el lugar de Judas. Fue apedreado en Jerusalén y luego decapitado. Andrés, era el hermano de Pedro, que predicó el evangelio a lo largo de Asia. A su llegada a Edesa, fue arrestado y crucificado en una cruz en forma de aspa, dos puntas que estaban puestas en forma transversa en el suelo (de allí el término: La Cruz de San Andrés). Marcos fue convertido al cristianismo por Pedro, y luego transcribió el relato de Pedro sobre Jesús en su evangelio. Marcos fue arrastrado hasta morir por la gente de Alejandría frente a Serapis, su ídolo pagano. Al parecer Pedro, fue condenado a muerte y crucificado en Roma. Jerónimo afirma que Pedro fue crucificado al revés, por pedido propio, porque decía que no era digno de ser crucificado de la misma manera que su Señor. Pablo sufrió en la primera persecución bajo Nerón. La fe de Pablo era tan firme frente al martirio que las autoridades le llevaron a un lugar privado para su ejecución con espada.

Alrededor del 72 d.C., Judas, el hermano de Jacobo, comúnmente llamado Tadeo, fue crucificado en Edesa. Bartolomé predicó en varias ciudades y tradujo el Evangelio de Mateo al lenguaje de la India. Fue golpeado cruelmente y luego crucificado allí por idólatras. Tomás, llamado Dídimo, predicó el Evangelio en Partos e India, donde provocó la ira de los sacerdotes paganos, quienes lo martirizaron atravesándolo con una lanza. Lucas fue el autor del evangelio de su mismo nombre. Viajó con Pablo a través de varios países y se cree que fue ahorcado en un árbol de olivo por sacerdotes idólatras en Grecia. Barnabás, de Chipre, fue asesinado alrededor del 73 d.C.; no se conocen muchos detalles. Simón, apodado Zelote, predicó el Evangelio en Mauritania, África, y hasta en Inglaterra, donde fue crucificado cerca del 74 d.C. Juan, “el discípulo amado”, era el hermano de Jacobo. De Éfeso fue enviado a Roma, donde se afirma que fue arrojado en un caldero de aceite hirviendo. Escapó de milagro sin ser herido. Después, Domiciano lo desterró a la Isla de Patmos, donde escribió el Libro del Apocalipsis. Fue el único apóstol que escapó de una muerte violenta.

La persecución cristiana no desaceleró el crecimiento de la fe cristiana durante los primeros siglos después de Cristo. Aún cuando sus líderes tuvieron muertes horribles, el cristianismo floreció por todo el Imperio Romano. Este registro histórico de martirio es una evidencia clara a favor de la absoluta verdad de la Fe Cristiana que está basada en eventos históricos y en el testimonio vivo de sus mártires. Por supuesto, el martirio en sí mismo no es exclusivo del Cristianismo; mucha gente a través de la historia ha estado dispuesta a morir por sus creencias. Lo que hace que el martirio de los autores del NT sea especial es que estos hombres mantenían su posición al conocer la verdad de sus relatos escritos porque eran testigos de primera mano o registraban los hechos directamente de los testigos de la vida, muerte y resurrección de Jesús.

Es probable que los secuestradores suicidas del 11 de Septiembre, hayan creído sinceramente en la razón por la que morían, pero no estaban en una posición de saber si sus creencias eran absolutamente verdaderas porque no eran testigos oculares de lo que creían. Los secuestradores pusieron su fe en tradiciones religiosas, transmitidas a través de muchas generaciones. No murieron sabiendo que era una mentira; murieron ignorando que era una mentira.

En contraste, los mártires del NT estaban en una posición de conocer la verdad. Fueron testigos oculares de eventos históricos que ellos registraron e interactuaron con el Cristo resucitado. Ellos vieron lo que afirmaron ver; así de simple. Ellos sabían que su testimonio era real. Aún así, estos hombres permanecieron fieles a su testimonio, aún encarando muertes brutales en manos de sus perseguidores, a pesar de haber tenido la oportunidad de arrepentirse y retractarse de sus relatos. ¿Por qué estos hombres estarían dispuestos a morir por una mentira? No tenían nada que perder si mentían y obviamente todo que perder si decían la verdad.

Estos hombres que estuvieron dispuestos a sufrir persecución y a morir de formas crueles y dolorosas en defensa de las Escrituras, ¿serían capaces de corromper esas mismas Escrituras? Es una locura; si ellos corrompieron las Escrituras, o permitieron que otros las corrompieran, eso significaría que sufrieron y murieron por lo que sabían que era una mentira.

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