Dr. Eben Alexander
Estudió en la Escuela de Medicina de
la Universidad de Duke. También fue residente en el área de Cirugía General del
Centro Médico de la Universidad Duke y en el Hospital General de Newcastle en
Reino Unido. Fue residente e investigador en el Hospital Brigham y de la Mujer
y el Hospital General de Massachusetts y está certificado por la Junta
Americana de Cirugía Neurológica y el Colegio Americano de Cirujanos (F.A.C.S)
por sus siglas en inglés. El Dr. Alexander ha enseñado en el Centro Médico de
la Universidad Duke, en el Hospital Brigham y de la Mujer, en la Escuela de Medicina
de Harvard, en la Escuela de Medicina de la Universidad de Massachusetts, y en
la Escuela de Medicina de la Universidad de Virginia.
El Dr. Alexander trata a pacientes
en el Hospital Brigham y de la Mujer, en el Hospital de Niños de Boston, en el
Instituto de Cáncer Dana-Farber, en el Hospital General de Massachusetts, en el
Centro Médico de la Universidad de Massachusetts y en el Hospital General de
Salud Central de Lynchburg (Virginia). En la actualidad ejerce como
neurocirujano. Alexander es miembro de la Asociación Médica Estadounidense y de
otras sociedades profesionales; además, ha formado parte de los consejos
editoriales de varias revistas.
En el año 2008, el Dr. Alexander
enfermó de una rara forma de meningitis bacteriana. La bacteria E. coli había
penetrado en el líquido cefalorraquídeo y literalmente se le estaba comiendo el
cerebro. A la mañana siguiente, cuando entró en la sala de emergencias, las
posibilidades de supervivencia eran casi nulas; de hecho estaba a punto de dar
un paso a un estado vegetativo. Durante siete días, el Alexander entró en un
coma profundo, el cuerpo no le respondía y estaba clínicamente muerto. Al séptimo
día, según recomendaciones de los médicos, se suspende el tratamiento de
antibióticos y de forma inesperada los ojos del Dr. Eben se abrieron de golpe.
Todo esto le ocurrió al cuerpo físico del Dr. Eben, pero según él, lo que le
ocurrió en su interior fue un descubrimiento impresionante. El neurocirujano
afirmó que la conciencia existe más allá del cuerpo. Estamos ante la historia
de un profesional de la salud describiendo lo que sería el Paraíso. La historia
de Alexander ha llamado la atención hasta el punto de ser portada en una
edición de Newsweek que titulaba “El cielo es real: La experiencia de un doctor
en la otra vida”
“Una experiencia es espiritual
cuando hace que la persona se perciba a sí misma y al mundo de una manera muy
distinta. Puede ampliar su identidad individual, multiplicar su sensibilidad y,
en consecuencia, cambiar sus valores, prioridades y la apreciación del
propósito de la vida” (Eben Alexander)
“La experiencia cercana a la muerte
del Dr. Eben Alexander es la más asombrosa que he escuchado en más de cuatro
décadas de estudio de este fenómeno” dice Raymond Moody.
Las circunstancias de la enfermedad
de Eben y sus credenciales impecables hacen que sea muy difícil formular una
explicación para su caso. Miremos algunos detalles de su historia familiar: el
neurocirujano Eben Alexander es huérfano y no sabía nada de sus hermanos
biológicos, hasta el momento que entró en contacto con ellos, quienes le
informaron que una de sus hermanas ya había fallecido. Luego de regresar del
coma, miró una fotografía que le dieron sus hermanos y encontró que el alma
amorosa que él afirmó le acompañaba durante ese viaje fuera del cuerpo, era su
hermana fallecida. El Dr. Alexander narra su experiencia de la siguiente forma:
“Como neurocirujano, yo no creía en el fenómeno de ECM. Entiendo lo que le
sucede al cerebro cuando una persona está cerca de la muerte, y siempre creí
que existía una explicación científica adecuada para las visiones celestiales
extracorporales descritas por aquellos que estrechamente escaparon de la
muerte. En el otoño del 2008, sin embargo, después de 7 días en coma en los que
la parte humana de mi cerebro, el neocórtex, estaba desactivado, experimenté
algo tan profundo que me otorgó una razón científica para saber que hay conciencia
después de la muerte. Todos los argumentos principales en contra de las ECM
sugieren que estas experiencias son el resultado de un mínimo, transitorio o
parcial malfuncionamiento del córtex. Mi experiencia cercana a la muerte, sin
embargo, no sucedió cuando mi córtex estaba mal funcionando, sino cuando
simplemente estaba apagado. Según nuestro entendimiento actual de la mente y
del cerebro, no existe ninguna manera en la que podría haber experimentado
incluso la más mínima y oscura conciencia durante mi coma, mucho menos la
odisea coherente e hipervívida que atravesé. Mientras que mis neuronas estaban
ofuscadas en completa inactividad por la bacteria que las había atacado, mi
conciencia libre del cerebro físico, viajó a otra dimensión más grande del universo…
una dimensión que nunca soñé que existía”
El Dr. Eben relata: “He pasado
décadas como neurocirujano en algunas de las instituciones más prestigiosas de
este país. Sé que muchos de mis colegas mantienen, como yo lo hacía, la teoría de que el cerebro, y
particularmente el córtex, genera la conciencia y que vivimos en un universo
carente de toda emoción… pero esa creencia, esa teoría, ahora yace rota a mis
pies. Lo que me sucedió la destruyó, y mi intención es pasar el resto de mi
vida investigando la verdadera naturaleza de la conciencia y dando a conocer a
mis colegas científicos y a la gente en general el hecho de que somos muchísimo
más que nuestros cerebros”
La unidad del universo, según
argumenta Alexander, está dada por la física cuántica que señala que en los
niveles constituyentes de la materia, todas las partículas están unidas en
campos y sistemas de entrelazamiento: existe una interconexión fundamental
entre todos los fenómenos de la naturaleza.
Eben Alexander además es cofundador
de Eternea, una organización sin fines de lucro co-fundada también por John R.
Audette. La creación de la fundación Eternea fue inspirada en parte por el Dr.
Alexander y su vívida experiencia cercana a la muerte. Su fin es estudiar las
diferentes experiencias transformadoras de la conciencia, la mayoría de las
cuales siguen un tema común: afirmar unidad universal y el poder del amor
incondicional, basados en la evidencia de la investigación contemporánea en la
ciencia y la medicina. Esta organización apoya y financia las investigaciones
que sugieren y demuestran la existencia de que la conciencia está más allá del
cerebro, y que ésta sobrevive a la muerte del cuerpo y continúa más allá de
este plano físico.
Video del Dr. Eben Alexander:
https://www.youtube.com/watch?v=jTO_XGxk4Oo
Publicaciones
http://www.lifebeyonddeath.net/publications-0
http://www.lifebeyonddeath.net/
http://www.eternea.org
UN PARÉNTESIS
En este estudio estoy exponiendo y
seguiré referenciando algunas investigaciones científicas realizadas por
doctores y estudiosos dedicados a su actividad profesional; además se están
mencionando las universidades y organismos científicos que apoyan dichas
investigaciones. Antes de eso, es conveniente analizar que si miramos al pasado
y al presente, la gran mayoría de los adelantos de la ciencia han caído en
manos de organizaciones militares, servicios de inteligencia estatal,
políticos, industrias y gobiernos que buscan manipular a su gusto la
información que llega al común de la humanidad, para mantenernos controlados en
todos los niveles (físico, psicológico y espiritual). Los que solamente creen
en “la ciencia oficial” demuestran a menudo tener una mente muy cerrada y
supersticiosa ante cualquier evidencia externa al estamento elitista que ponga
en duda su credo oficial.
Hoy en día los científicos no han
podido comprender, demostrar, ni explicar en qué momento los átomos de un ser
vivo, que son los mismos átomos que conforman una mesa, una silla o cualquier
cosa material inanimada, se convierten en autoconscientes, autoreflexivos y con
inteligencia propia, capaces de sentir emociones como el amor, el miedo, la
alegría y la tristeza, además de ser capaces de tener voluntad propia, generar
ideas
y conceptos propios e individuales.
Debido a esto, con el avance de la
tecnología, desde comienzos del siglo XX un grupo de notables científicos, han
enfocado sus estudios y experimentaciones para demostrar de manera acreditada y
seria, la existencia de un alma, conciencia no local, información individual,
ser interno o psique (como quieran llamarla) que transciende la materia. Estos
científicos no son principiantes en el tema o ignorantes en su campo de acción
sino que son científicos especializados en áreas como la biología, la física
molecular, la física cuántica, la física clásica, la psicología, la
cardiología, la anestesiología, la neurociencia, la medicina, la matemática y
otras ramas de la ciencia, que han estudiado años en prestigiosas universidades
en el mundo y que trabajan actualmente (o trabajaron) en dichas entidades como
profesores y/o que ejercen en hospitales e instituciones públicas y privadas.
Estos científicos están demostrando que los fenómenos que llamamos
“paranormales” son realmente “normales” y que dichos fenómenos son consistentes
con las leyes de la ciencia moderna, es decir, que siguen patrones establecidos
que pueden ser estudiados y verificados repetidamente.
En esta publicación se están
exponiendo varios casos de investigaciones que han recopilado evidencias
científicas que demuestran la existencia del alma o conciencia no local, en
donde se almacenaría la información de nuestras experiencias individuales como
personas, una vez que se ha abandonado el cuerpo físico (que es parte de la
materia ordinaria). Dicha información pasaría o se expresaría en otra dimensión
del universo (la dimensión espiritual), adicional a la dimensión física que
experimentamos actualmente. Esto para algunos puede sonar como algo
imaginativo, fantasioso, religioso o como ciencia ficción, pero recordemos que
la información también forma parte de la energía del universo, y el principio
de conservación de energía nos indica que en el universo, “la energía no se crea,
ni se destruye, solo se transforma” y esto incluye nuestra información.
Los científicos ultra ortodoxos,
mecanicistas, materialistas, pseudoescépticos o escépticos de mente cerrada,
son seres humanos y aunque renieguen de ello, también tienen una percepción
propia de la información, un amplio desarrollo de ideas y la capacidad de
estudiar temas que les gustan, les atraen o les interesan; ellos tienen
voluntad propia y emociones que conformarían lo que se denomina psique, alma,
información, conciencia o experiencia individual, aunque ellos mismos busquen
poner bajo la alfombra estas afirmaciones, con una explicación simplista,
genetista, bioquímica o con la excusa de indicar que son elaboradas
alucinaciones del cerebro, queriendo ignorar que la mayoría de los seres
humanos poseemos en nuestro cuerpo una química y una fisiología bastante
similar, y que no todos los seres humanos pensamos, ni sentimos igual, y que
cada ser humano experimenta su existencia de una forma única, singular e
irrepetible… cosa que sería imposible si (según ellos) todo es química y nada
más.
Si el cerebro material es el
causante de esas supuestas alucinaciones, aún no han podido demostrar ni
sustentar científicamente su afirmación. Estos escépticos de mentalidad cerrada
y ultra dogmáticos, están apegados férreamente a la ciencia tradicional, y se
les olvida que ha sido imposible justificar neurológica, química o
electromagnéticamente la unicidad, identidad y continuidad de la auto
experiencia del yo personal humano (alma-conciencia).
Definitivamente, lo único que queda
claro hasta ahora es que la conciencia, los gustos, las decisiones, la voluntad
propia y las emociones cambian continuamente, y están más allá de nuestra
composición química o fisiológica. Aún así, algunos se niegan ciegamente a
admitir la existencia de la mente autoconsciente, más allá de lo físico.
La conciencia es un fenómeno
inmaterial, así como el amor… es algo que no se puede medir directamente… solo
se pueden estudiar o cuantificar sus consecuencias o subproductos; esto último
explicaría por qué nuestra limitada instrumentación científica actual no es lo
suficientemente refinada (todavía) para medir los modos psíquicos, espiritual,
intuitivo, de conciencia o permanencia de la información individual, más allá del
cuerpo físico. La evidencia científica de la continuidad de la vida tras la
muerte física, es cada vez más abundante. Y es que la postvida no debe ser
considerada solo desde la fe sino desde una posición racional, crítica y
científica que nos dé la solidez necesaria para entender qué sucede cuando nos
marchamos de este plano físico.
En la actualidad, decenas de
prestigiosas y renombradas universidades investigan los fenómenos de postvida.
Por citar solo un ejemplo, en el proyecto AWARE sobre el estudio de la
supervivencia de la conciencia tras la muerte, participan investigadores de las
Universidades de Birmingham, Cambridge, Oxford, Southampton, Johns Hopkins, New
York University o University of North Chicago, entre otras, además de
científicos de diferentes hospitales como el Albert Einstein Medical College de
Estados Unidos o el St. Peters Hospital del Reino Unido. Por otro lado, la
Universidad de Arizona lleva años investigando la supervivencia de la
conciencia tras la muerte a través del Laboratory for Advances in
Consciousness, un departamento creado exclusivamente para este fin y dirigido
por el Dr. Gary E. Schwartz, el cual ya ha publicado numerosos estudios e
incluso un libro de divulgación llamado “The Afterlife Experiments”, donde
narra la evidencia científica encontrada
en torno a la vida tras la muerte física.
Si usted amigo es un escéptico de
mentalidad ultra cerrada, y piensa que esto es pura charlatanería, entérese de
que cada vez más científicos serios están estudiando y dando a conocer que
tenemos una conciencia o alma que trasciende más allá del cuerpo físico, y esta
realidad está siendo demostrada por la ciencia moderna, pues somos energía en
constante transformación. Por ende, mi invitación es que investigue, indague,
averigüe y experimente por usted mismo; solo así encontrará el verdadero y real
conocimiento… el que va más allá de la palabrería o de la información, pues
nace de la certeza de conocer directamente y por usted mismo.