viernes, 21 de octubre de 2016

¿Cuál es la Verdad? Parte XVII

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Estructura celular
En la primera mitad de este siglo, los científicos asumieron que la célula era una gota de protoplasma bastante simple. Sin microscopios electrónicos y otras tecnologías, la célula fue tratada como una "caja negra" que misteriosamente llevaba a cabo sus variadas funciones; era como una colección inobservable de moléculas "gelatinosas" cuyo funcionamiento interno era desconocido.

A través de las maravillas de la tecnología del siglo XXI, los científicos entienden ahora lo siguiente:

- Aunque las más minúsculas células bacterianas son increíblemente pequeñas, pesando menos de 10-12 gramos, cada una es de hecho, una auténtica fábrica micro-miniaturizada, conteniendo miles de piezas exquisitamente diseñadas, de intrincada maquinaria molecular, constituida en su totalidad por cien mil millones de átomos, mucho más complicada que ninguna maquinaria construida por el hombre y absolutamente sin paralelo en el mundo inanimado (Michael Denton, Evolution: A Theory in Crisis, 1986. p. 250).
- Cada célula microscópica es tan funcionalmente compleja como una ciudad pequeña. Cuando las aumentamos 50.000 veces a través de micrográficos electrónicos, vemos que la célula está hecha de múltiples estructuras complejas, cada una con un rol diferente en la operación de la célula.

Si comparamos la célula con una ciudad, podemos hacer un cuadro que revela la asombrosa complejidad del diseño de una célula llamada paradógicamente “simple”:


CIUDAD
CÉLULA
Trabajadores
Proteínas
Planta eléctrica
Mitocondría
Calles
Fibras actinas, Microtúbulos
Camiones
Quinesinas, Dineinas
Fábricas
Ribosomas
Biblioteca
Genoma (ADN, ARN)
Centro de Reciclaje
Lisosoma
Policía
Proteínas Chaperonas
Oficina de correos
Aparato de Golgi












A medida que nos adentramos en el mundo celular, la tecnología está revelando cajas negras dentro de previas cajas negras; sin embargo, cuando la ciencia avanza, más de estas cajas negras están siendo abiertas, descubriendo un mundo infinitamente maravilloso de enorme complejidad que ha empujado la teoría de la evolución hasta su límite y está en crisis porque no logra dar una explcación coherente y lógica sobre tal complejidad y cómo supuestamente evolucionó cada célula y cada una de sus partes (Michael J. Behe, Darwin's Black Box: The Biochemical Challenge to Evolution, Simon & Schuster, 1996, 18).

¡Esto es en el nivel celular! Si la célula es tan compleja, ¿qué hay de los más “simples” organismos constituidos por estas estructuras celulares? ¿Existe realmente eso llamado “simple”, ahora que podemos ver organismos mediante el uso de lo último en tecnología bioquímica y microbiológica?

Simbiosis
La complejidad irreducible se relaciona con una característica de sistemas complejos comunes por la cual éstos necesitan tener todas las partes de sus componentes individuales para impartir funcionalidad al sistema como un todo. En otras palabras, es imposible descomponer la complejidad de un sistema irreduciblemente complejo eliminando cualquiera de las partes que lo integran y mantener aún su funcionalidad.

El concepto fue popularizado por Michael Behe, profesor de la Universidad de Lehigh en su innovador libro "La caja negra de Darwin". Behe utiliza la ratonera como un ejemplo ilustrativo de este concepto. Una ratonera consta de cinco piezas que interactúan entre sí y son: la base, el gancho, el resorte, el martillo, y la barra de seguridad. Todos éstos deben estar presentes para que la ratonera funcione, ya que la eliminación de cualquier pieza destruye la función de la ratonera y la hace inútil. De manera similar, para funcionar, los sistemas biológicos requieren de múltiples partes que trabajan juntas. La eliminación de una de las partes constitutivas inutilizaría todo el sistema.

Como se ha mencionado antes, el flagelo bacteriano es el más conocido ejemplo de Behe de un sistema irreduciblemente complejo en los sistemas biológicos. Un conjunto de más de 40 clases diferentes de proteínas constituye el típico flagelo bacteriano. Estas proteínas funcionan sincronizadamente, literalmente como un motor rotatorio. Los componentes del flagelo bacteriano se comportan como análogos directos de las partes de un motor artificial, incluyendo rotor, estator, palier, juntura universal y hélice.

Los críticos de la noción de la "Complejidad Irreducible" han respondido con referencia al concepto de exaptación. Según esta hipótesis, aparentemente, sistemas irreduciblemente complejos pueden evolucionar de precursores más simples que hacen otras funciones no relacionadas. Uno de esos argumentos, que Kenneth Miller ha promovido, es que el cuerpo basal de los flagelos es semejante en varios aspectos al sistema de secreción Tipo III, una estructura parecida a una aguja que utilizan los microbios patógenos para inyectar toxinas en células eucariotas vivas. La base de la aguja tiene diez elementos en común con el flagelo, pero carece de cuarenta de las proteínas que hacen que el flagelo funcione. Por consiguiente, Kenneth Miller concluye que “las partes de este supuesto sistema irreduciblemente complejo realmente tienen funciones propias”. Los críticos de la idea de exaptación de Miller, en lo que se refiere al motor flagelar, señalan que el análisis de las secuencias de gen de los dos sistemas sugieren que el motor flagelar surgió primero y la bomba vino más tarde. En otras palabras, si acaso, la bomba evolucionó del motor, no el motor de la bomba.

Para que la exaptación produzca un flagelo bacteriano todas las partes que lo integran necesitarían estar presentes simultáneamente y aproximadamente en el mismo lugar, y todas deben haber tenido otras funciones útiles seleccionables naturalmente. Sin embargo, se carece de evidencia de que ese haya sido el caso.

Adicionalmente, la exaptación necesita la compatibilidad de los componentes en relación del uno con el otro. Un tornillo que es demasiado grande o demasiado pequeño, o que tiene cánulas demasiado finas o demasiado toscas para coincidir con las de la tuerca, no puede ser combinado con la tuerca para hacer una abrazadera. De nuevo, hay una falta substancial de evidencia de que esta compatibilidad de interfaz haya existido alguna vez.

Aún si todas las partes están disponibles al mismo tiempo y en la ubicación correcta, y son funcionalmente compatibles, todavía se requiere de un mecanismo de ensamblaje, y ese mecanismo debe estar completo en cada detalle; de otra manera, dará lugar a un ensamblaje incompleto o impropio. Por esto, el mecanismo de ensamblaje representa otro obstáculo irreduciblemente complejo. El ensamblaje debe estar sincronizado y coordinado perfectamente, y las instrucciones de ensamblaje deben estar completas en cada detalle; de otro modo, es inconcebible que resulte cualquier función. Hasta la fecha, no se ha documentado ningún mecanismo materialista o evolucionista capaz de producir las complejas y altamente especificadas instrucciones de ensamblaje que serían necesarias para lograr tal proeza.

Aunque el concepto de exaptación es ciertamente una idea interesante, se requiere de más investigación para establecer su validez como una explicación plausible de la presencia de aparentes sistemas irreduciblemente complejos que impregnan la bioquímica de la vida. El argumento de la exaptación presupone tácitamente la necesidad de la cuestión misma que procura explicar: un sistema de proteínas funcionalmente interdependiente. Hasta que un análisis detallado sea emprendido, y un modelo plausible construido, la hipótesis permanece como una conjetura, y está basada, no en datos empíricos, sino en un compromiso a priori con un paradigma darwinista y materialista.

Ojo humano
El ojo humano es enormemente complicado: es un perfecto sistema interrelacionado de cerca de 40 sub-sistemas individuales, incluyendo la retina, la pupila, el iris, la córnea, los lentes, y el nervio óptico. Por ejemplo: la retina tiene aproximadamente 137 millones de células especiales que reaccionan a la luz y envían mensajes al cerebro. Cerca de 130 millones de estas células parecen varillas y se ocupan de la visión en blanco y negro. Los otros siete millones tienen forma de cono y nos permiten ver los colores. Las células de la retina reciben impresiones de la luz, las cuales son traducidas en impulsos eléctricos y enviadas al cerebro a través del nervio óptico. Una sección especial del cerebro llamada corteza visual interpreta los impulsos en color, contraste, profundidad, etc., lo cual nos permite ver "fotos" de nuestro mundo. Increíblemente, el ojo, el nervio óptico y la corteza visual son distintos sub-sistemas totalmente separados. Aún así, juntos capturan, reparten e interpretan hasta 1.5 millones de mensajes de pulsaciones por milisegundo. Requeriría docenas de supercomputadoras programadas perfectamente y operando juntas impecablemente para siquiera acercarse a la ejecución de esta tarea (Lawrence O. Richards, It Couldn't Just Happen, Thomas Nelson, Inc., 1989, 139-140).

Obviamente, si todos los sub-sistemas separados no estuvieran presentes y funcionando a la perfección en el mismo instante, el ojo no funcionaría y no tendría propósito. Lógicamente, sería imposible para procesos al azar, operando a través de mecanismos graduales de selección natural y mutación genética, crear 40 sub-sistemas separados si éstos no ofrecen ninguna ventaja al todo sino hasta la última etapa de desarrollo e interrelación.

¿Cómo aparecieron súbitamente estos lentes, retina, nervio óptico, y todas las otras partes en los vertebrados que juegan un papel en la visión? ¿Por que la selección natural no puede escoger separadamente entre el nervio óptico y la retina? La aparición de los lentes no tiene significado en la ausencia de una retina.

El desarrollo simultáneo de todas las estructuras para la visión es inevitable. Ya que las partes que se desarrollan separadamente no pueden ser usadas, ninguna de las dos tendrán significado, y también, tal vez desaparecen con el tiempo. De igual forma, su desarrollo conjunto requiere la concurrencia de pequeñas probabilidades inimaginables (Dr. Ali Demirsoy, Inheritance and Evolution, Meteksan Publications, Ankara, 475).

Esto representa el corazón de la "complejidad irreducible": órganos complejos hechos de sub-sistemas separados pero necesarios no pueden ser resultado del azar. Tales desarrollos podrían solo resultar de "probabilidades inimaginablemente pequeñas"; en otras palabras, esto es "imposibilidad estadística".

En este sentido, el mismo Darwin específicamente discutió la increíble complejidad del ojo en el libro Origen de las Especies y dijo: “Suponer que el ojo, con todas sus artimañas inimitables para ajustar el enfoque para diferentes distancias, para permitir diferentes cantidades de luz, y para la corrección de la aberración esférica y cromática, podría haberse formado por selección natural, parece, confieso abiertamente, absurdo en el más alto grado posible” (Darwin, Origin of Species, 155). Entonces, ¿cómo lidió Darwin con las asombrosas realidades del ojo en los años 1850? Tan "absurdamente" improbable como era, él siguió adelante con su teoría y señaló las estructuras más simples del ojo encontradas en criaturas más simples. Razonó que ojos más complejos evolucionaron gradualmente a partir de los más simples. Sin embargo, esta hipótesis ya no pasa la inspección de revista. Sin mencionar problemas de información micro-biológica y genética, la paleontología muestra ahora que esas "criaturas simples" surgieron en el mundo junto con estructuras complejas ya intactas. Hasta el simple Trilobites, que es un artrópodo marino ya extinto, tiene un ojo completo con su sistema de lentes dobles que es considerado un milagro óptico para los estándares de hoy en día.

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