Estructura celular
En la primera mitad de este siglo,
los científicos asumieron que la célula era una gota de protoplasma bastante
simple. Sin microscopios electrónicos y otras tecnologías, la célula fue
tratada como una "caja negra" que misteriosamente llevaba a cabo sus
variadas funciones; era como una colección inobservable de moléculas
"gelatinosas" cuyo funcionamiento interno era desconocido.
A través de las maravillas de la
tecnología del siglo XXI, los científicos entienden ahora lo siguiente:
- Aunque las más minúsculas células
bacterianas son increíblemente pequeñas, pesando menos de 10-12 gramos, cada
una es de hecho, una auténtica fábrica micro-miniaturizada, conteniendo miles
de piezas exquisitamente diseñadas, de intrincada maquinaria molecular,
constituida en su totalidad por cien mil millones de átomos, mucho más
complicada que ninguna maquinaria construida por el hombre y absolutamente sin
paralelo en el mundo inanimado (Michael Denton, Evolution: A Theory in Crisis,
1986. p. 250).
- Cada célula microscópica es tan
funcionalmente compleja como una ciudad pequeña. Cuando las aumentamos 50.000
veces a través de micrográficos electrónicos, vemos que la célula está hecha de
múltiples estructuras complejas, cada una con un rol diferente en la operación
de la célula.
Si comparamos la célula con una
ciudad, podemos hacer un cuadro que revela la asombrosa complejidad del diseño
de una célula llamada paradógicamente “simple”:
CIUDAD
|
CÉLULA
|
Trabajadores
|
Proteínas
|
Planta eléctrica
|
Mitocondría
|
Calles
|
Fibras actinas, Microtúbulos
|
Camiones
|
Quinesinas, Dineinas
|
Fábricas
|
Ribosomas
|
Biblioteca
|
Genoma (ADN, ARN)
|
Centro de Reciclaje
|
Lisosoma
|
Policía
|
Proteínas Chaperonas
|
Oficina de correos
|
Aparato de Golgi
|
A medida que nos adentramos en el
mundo celular, la tecnología está revelando cajas negras dentro de previas
cajas negras; sin embargo, cuando la ciencia avanza, más de estas cajas negras
están siendo abiertas, descubriendo un mundo infinitamente maravilloso de
enorme complejidad que ha empujado la teoría de la evolución hasta su límite y
está en crisis porque no logra dar una explcación coherente y lógica sobre tal
complejidad y cómo supuestamente evolucionó cada célula y cada una de sus
partes (Michael J. Behe, Darwin's Black Box: The Biochemical Challenge to
Evolution, Simon & Schuster, 1996, 18).
¡Esto es en el nivel celular! Si la
célula es tan compleja, ¿qué hay de los más “simples” organismos constituidos
por estas estructuras celulares? ¿Existe realmente eso llamado “simple”, ahora
que podemos ver organismos mediante el uso de lo último en tecnología
bioquímica y microbiológica?
Simbiosis
La complejidad irreducible se
relaciona con una característica de sistemas complejos comunes por la cual
éstos necesitan tener todas las partes de sus componentes individuales para
impartir funcionalidad al sistema como un todo. En otras palabras, es imposible
descomponer la complejidad de un sistema irreduciblemente complejo eliminando
cualquiera de las partes que lo integran y mantener aún su funcionalidad.
El concepto fue popularizado por
Michael Behe, profesor de la Universidad de Lehigh en su innovador libro
"La caja negra de Darwin". Behe utiliza la ratonera como un ejemplo
ilustrativo de este concepto. Una ratonera consta de cinco piezas que
interactúan entre sí y son: la base, el gancho, el resorte, el martillo, y la
barra de seguridad. Todos éstos deben estar presentes para que la ratonera
funcione, ya que la eliminación de cualquier pieza destruye la función de la
ratonera y la hace inútil. De manera similar, para funcionar, los sistemas
biológicos requieren de múltiples partes que trabajan juntas. La eliminación de
una de las partes constitutivas inutilizaría todo el sistema.
Como se ha mencionado antes, el
flagelo bacteriano es el más conocido ejemplo de Behe de un sistema
irreduciblemente complejo en los sistemas biológicos. Un conjunto de más de 40
clases diferentes de proteínas constituye el típico flagelo bacteriano. Estas
proteínas funcionan sincronizadamente, literalmente como un motor rotatorio.
Los componentes del flagelo bacteriano se comportan como análogos directos de
las partes de un motor artificial, incluyendo rotor, estator, palier, juntura
universal y hélice.
Los críticos de la noción de la
"Complejidad Irreducible" han respondido con referencia al concepto
de exaptación. Según esta hipótesis, aparentemente, sistemas irreduciblemente
complejos pueden evolucionar de precursores más simples que hacen otras
funciones no relacionadas. Uno de esos argumentos, que Kenneth Miller ha
promovido, es que el cuerpo basal de los flagelos es semejante en varios
aspectos al sistema de secreción Tipo III, una estructura parecida a una aguja
que utilizan los microbios patógenos para inyectar toxinas en células
eucariotas vivas. La base de la aguja tiene diez elementos en común con el
flagelo, pero carece de cuarenta de las proteínas que hacen que el flagelo
funcione. Por consiguiente, Kenneth Miller concluye que “las partes de este
supuesto sistema irreduciblemente complejo realmente tienen funciones propias”.
Los críticos de la idea de exaptación de Miller, en lo que se refiere al motor
flagelar, señalan que el análisis de las secuencias de gen de los dos sistemas
sugieren que el motor flagelar surgió primero y la bomba vino más tarde. En
otras palabras, si acaso, la bomba evolucionó del motor, no el motor de la
bomba.
Para que la exaptación produzca un
flagelo bacteriano todas las partes que lo integran necesitarían estar
presentes simultáneamente y aproximadamente en el mismo lugar, y todas deben
haber tenido otras funciones útiles seleccionables naturalmente. Sin embargo,
se carece de evidencia de que ese haya sido el caso.
Adicionalmente, la exaptación
necesita la compatibilidad de los componentes en relación del uno con el otro.
Un tornillo que es demasiado grande o demasiado pequeño, o que tiene cánulas
demasiado finas o demasiado toscas para coincidir con las de la tuerca, no
puede ser combinado con la tuerca para hacer una abrazadera. De nuevo, hay una
falta substancial de evidencia de que esta compatibilidad de interfaz haya
existido alguna vez.
Aún si todas las partes están
disponibles al mismo tiempo y en la ubicación correcta, y son funcionalmente
compatibles, todavía se requiere de un mecanismo de ensamblaje, y ese mecanismo
debe estar completo en cada detalle; de otra manera, dará lugar a un ensamblaje
incompleto o impropio. Por esto, el mecanismo de ensamblaje representa otro
obstáculo irreduciblemente complejo. El ensamblaje debe estar sincronizado y
coordinado perfectamente, y las instrucciones de ensamblaje deben estar
completas en cada detalle; de otro modo, es inconcebible que resulte cualquier
función. Hasta la fecha, no se ha documentado ningún mecanismo materialista o
evolucionista capaz de producir las complejas y altamente especificadas
instrucciones de ensamblaje que serían necesarias para lograr tal proeza.
Aunque el concepto de exaptación es
ciertamente una idea interesante, se requiere de más investigación para
establecer su validez como una explicación plausible de la presencia de
aparentes sistemas irreduciblemente complejos que impregnan la bioquímica de la
vida. El argumento de la exaptación presupone tácitamente la necesidad de la
cuestión misma que procura explicar: un sistema de proteínas funcionalmente
interdependiente. Hasta que un análisis detallado sea emprendido, y un modelo
plausible construido, la hipótesis permanece como una conjetura, y está basada,
no en datos empíricos, sino en un compromiso a priori con un paradigma
darwinista y materialista.
Ojo humano
El ojo humano es enormemente
complicado: es un perfecto sistema interrelacionado de cerca de 40 sub-sistemas
individuales, incluyendo la retina, la pupila, el iris, la córnea, los lentes,
y el nervio óptico. Por ejemplo: la retina tiene aproximadamente 137 millones
de células especiales que reaccionan a la luz y envían mensajes al cerebro.
Cerca de 130 millones de estas células parecen varillas y se ocupan de la
visión en blanco y negro. Los otros siete millones tienen forma de cono y nos
permiten ver los colores. Las células de la retina reciben impresiones de la
luz, las cuales son traducidas en impulsos eléctricos y enviadas al cerebro a
través del nervio óptico. Una sección especial del cerebro llamada corteza
visual interpreta los impulsos en color, contraste, profundidad, etc., lo cual
nos permite ver "fotos" de nuestro mundo. Increíblemente, el ojo, el
nervio óptico y la corteza visual son distintos sub-sistemas totalmente
separados. Aún así, juntos capturan, reparten e interpretan hasta 1.5 millones
de mensajes de pulsaciones por milisegundo. Requeriría docenas de
supercomputadoras programadas perfectamente y operando juntas impecablemente
para siquiera acercarse a la ejecución de esta tarea (Lawrence O. Richards, It
Couldn't Just Happen, Thomas Nelson, Inc., 1989, 139-140).
Obviamente, si todos los
sub-sistemas separados no estuvieran presentes y funcionando a la perfección en
el mismo instante, el ojo no funcionaría y no tendría propósito. Lógicamente,
sería imposible para procesos al azar, operando a través de mecanismos
graduales de selección natural y mutación genética, crear 40 sub-sistemas
separados si éstos no ofrecen ninguna ventaja al todo sino hasta la última
etapa de desarrollo e interrelación.
¿Cómo aparecieron súbitamente estos
lentes, retina, nervio óptico, y todas las otras partes en los vertebrados que
juegan un papel en la visión? ¿Por que la selección natural no puede escoger
separadamente entre el nervio óptico y la retina? La aparición de los lentes no
tiene significado en la ausencia de una retina.
El desarrollo simultáneo de todas
las estructuras para la visión es inevitable. Ya que las partes que se
desarrollan separadamente no pueden ser usadas, ninguna de las dos tendrán
significado, y también, tal vez desaparecen con el tiempo. De igual forma, su
desarrollo conjunto requiere la concurrencia de pequeñas probabilidades
inimaginables (Dr. Ali Demirsoy, Inheritance and Evolution, Meteksan
Publications, Ankara, 475).
Esto representa el corazón de la
"complejidad irreducible": órganos complejos hechos de sub-sistemas
separados pero necesarios no pueden ser resultado del azar. Tales desarrollos
podrían solo resultar de "probabilidades inimaginablemente pequeñas";
en otras palabras, esto es "imposibilidad estadística".
En este sentido, el mismo Darwin
específicamente discutió la increíble complejidad del ojo en el libro Origen de
las Especies y dijo: “Suponer que el ojo, con todas sus artimañas inimitables
para ajustar el enfoque para diferentes distancias, para permitir diferentes
cantidades de luz, y para la corrección de la aberración esférica y cromática,
podría haberse formado por selección natural, parece, confieso abiertamente,
absurdo en el más alto grado posible” (Darwin, Origin of Species, 155).
Entonces, ¿cómo lidió Darwin con las asombrosas realidades del ojo en los años
1850? Tan "absurdamente" improbable como era, él siguió adelante con
su teoría y señaló las estructuras más simples del ojo encontradas en criaturas
más simples. Razonó que ojos más complejos evolucionaron gradualmente a partir
de los más simples. Sin embargo, esta hipótesis ya no pasa la inspección de
revista. Sin mencionar problemas de información micro-biológica y genética, la
paleontología muestra ahora que esas "criaturas simples" surgieron en
el mundo junto con estructuras complejas ya intactas. Hasta el simple
Trilobites, que es un artrópodo marino ya extinto, tiene un ojo completo con su
sistema de lentes dobles que es considerado un milagro óptico para los
estándares de hoy en día.
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