miércoles, 18 de enero de 2017

La Creación de Dios Parte VIII

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n. Materialismo

Para la élite ilustrada es inconcebible concederle algún límite a la comprensión humana. Si a algún pobre tipo se le ocurre sugerir que la incomprensibilidad del universo no toma en cuenta a un "poder superior", se verá rápidamente desterrado de la sociedad educada, acusado de cometer el pecado imperdonable de invocar al "Dios de las brechas".

El materialismo es una cosmovisión basada en una comprensión naturalista de la realidad. En el materialismo, el mundo natural es todo lo que existe. No existe lo sobrenatural—ni el espíritu, ni el alma, ni Dios. Solo existe la "naturaleza": la matriz cósmica de materia y energía operando según las leyes físicas. La realidad es lo que es objetivo, observable y reproducible. Para el materialista, la ciencia ya está "demostrada": todo es producto de procesos físicos. Superficialmente, esto parecería correcto.

Nuestra experiencia diaria es con materia y energía: programamos iPods, plantamos jardines, conducimos autos y nos maravillamos de las estrellas; luchamos contra una fuerza invisible cuando subimos las escaleras; somos víctima de una energía oculta al tocar la perilla de una puerta; y una fuerza invisible e intangible apunta la aguja de nuestra brújula hacia el norte.

Pero ¿qué son realmente estas cosas materia y energía? ¿Qué representa el mundo "físico"?

Al escribir este artículo sobre materialismo, estoy sentado frente a un escritorio hecho de tabla y es bastante resistente para soportar el peso de una computadora, una impresora, y demás aparatos periféricos, sin mencionar una pila de libros de consulta. Su apariencia y textura me llevan a creer que, de una manera fundamental, es sólido. Después de todo, la madera está hecha de sustancias químicas que están compuestas de átomos, los cuales son sólidos como una roca. ¿Es esto cierto? Nada que ver.

Considere uno de los átomos de carbón de mi escritorio de madera. Rodeando un núcleo compacto de seis protones y seis neutrones, existe una nube de seis electrones. Aunque el tamaño físico del átomo sea infinitesimal, la distancia relativa entre el núcleo y sus electrones es enorme. Es como nuestro sistema solar en una escala microcósmica. El sistema solar contiene una cantidad enorme de material en el sol, los planetas, y en medios interplanetarios; aún así, la materia física ocupa menos de una parte en un trillón de su volumen. Con todo ese espacio vacío, el sistema solar es un vacío gigantesco que contiene unas cuantas impurezas.

Ahora imagínese que alguien, por algún accidente (es solo un ejemplo de ficción), se encogiera a una escala sub-atómica y entrara en mi habitación, encontraría que cada uno de esa chorrera de átomos en mi escritorio es un diminuto micro-vacío que misteriosamente da lugar a nuestras percepciones de color, textura, y dureza. Si usted piensa que eso es raro, es solo la punta de las rarezas del "mundo físico".

En 1689, Isaac Newton proporcionó una explicación física y una herramienta predictiva para las leyes planetarias de Kepler. Lo completo de las brillantes formulaciones de Newton permitió a los investigadores determinar los movimientos precisos de todo, desde la caída de una manzana hasta la rotación de las galaxias. Provocó la creencia de que el universo era un "reloj" cósmico en el que el resultado de cualquier acontecimiento podía ser determinado una vez que todas las condiciones y fuerzas iniciales implicadas fueran conocidas, pero posteriormente, cuando los investigadores examinaron minuciosamente el interior del reloj, encontraron que los mecanismos de relojería no estaban tan bien definidos como Newton quizás había pensado. De hecho, estaban categóricamente indefinidos.

Considere uno de los átomos de mi escritorio de madera. Si yo tratara de determinar el movimiento de uno de sus electrones, encontraría rápidamente que podría medir su posición o su velocidad, pero no ambos. A diferencia de la órbita de la Tierra, la cual puede ser determinada con precisión, la trayectoria de movimiento del electrón y su localización entre cualquiera de las dos mediciones es incognoscible. Aunque yo podría estar tentado a considerar esto una limitación en mi técnica experimental, resulta ser una característica misteriosa del mundo sub-atómico mismo. Pero eso no es todo.

Sabemos por experiencia que cuando un objeto, como nuestro auto, absorbe energía al chocar con otro objeto, sufre daños. Si queremos tener nuestro auto reparado, no esperamos que vuelva a su condición original por sí mismo. En lugar de esto, lo llevamos a un taller de reparaciones, donde será restaurado por las manos diestras de técnicos entrenados.

Ahora, esto es extraño… cuando uno de los átomos de mi escritorio es dañado al chocar contra uno de sus vecinos, vuelve rápidamente a su condición original por sí mismo.

Igualmente extraño resulta el fenómeno de la "órbita" electrónica. A diferencia de la Tierra, cuya órbita gira lentamente en espiral hacia el sol, los electrones en el átomo están sujetados en regiones fijas. Pero el verdadero acertijo es por qué, teniendo un núcleo con carga positiva y un electrón con carga negativa, el átomo no se auto-destruye rápidamente. De hecho, según las leyes de la electrodinámica, la aniquilación atómica debe ocurrir en menos de un micro-segundo.

La estabilidad y existencia misma del átomo sugiere la mano conductora de un Agente exterior. Pero en el materialismo no puede existir tal Agente… solo existe la materia física y los procesos físicos, lo que deja a los misteriosos fenómenos del microcosmos para ser explicados a través de la filosofía del mecanismo.

Según el mecanismo, la rareza atómica surge porque partículas diminutas, como los electrones de mi escritorio, no existen en ningún sentido objetivo. Más bien son productos que dependen del observador, resultado de nuestra alteración investigadora de algo llamado: el "potencial cuántico".

No siendo materia ni energía propiamente, el potencial cuántico es, como su nombre lo indica, "potencialidad"—un sustrato invisible que impregna todo el cosmos y proporciona el potencial de ser. Por esto, cuando los físicos hablan de un electrón, de lo que hablan realmente de es de una abstracción cuya existencia es descrita por medio de construcciones matemáticas y funciones de probabilidad. Como el pionero de la teoría cuántica, Werner Heisenberg, escribió una vez: "partículas elementales... forman un mundo de potencialidades o posibilidades en vez de uno de cosas y hechos".

Entonces, a pesar de su apariencia, mi escritorio barato es un objeto hueco constituido por una vasta multitud de "potencialidades" materializadas por alteraciones físicas en la niebla cuántica, dándole a mi escritorio las propiedades sensoriales de color, rigidez, textura, y masa. Resulta ser que esta "niebla" es el fundamento de la naturaleza, a la que se le acredita todo, desde mantener los átomos de mi escritorio intactos hasta mantener el universo mismo en funcionamiento.

Según los modelos actuales de cosmogenesis, todo el contenido del universo surgió de una explosión después de una fluctuación anormal del potencial cuántico. Así, en un ejemplo extremo de obtener algo de la nada, el potencial cuántico es la fuente de toda existencia.

Más aún, el potencial cuántico es también el final de todas las cosas. Como sugieren algunas teorías, la atracción gravitacional superará finalmente a la expansión cósmica hasta que todo el universo sea aplastado de nuevo en una pepita cuántica de potencial puro.

Hace más de 2.500 años, el filósofo griego Anaximandro postuló una sustancia eterna y ubicua que denominó el "áperion". Como el potencial cuántico, el áperion de Anaximandro fue considerado el origen de toda la realidad.

En el intervalo no hemos avanzado más hacia una comprensión fundamental de esta sustancia misteriosa. Ahora, al igual que entonces, continúan las preguntas: ¿dónde se originó? ¿Qué lo impulsa? ¿Por qué su capacidad creadora es ilimitada? ¿Es el potencial cuántico siquiera un "algo" en el sentido materialista?

Aquellos que están bajo el paradigma del materialismo contestarán que "Sí". Para ellos, cualquier agujero en nuestra comprensión de la naturaleza debe ser rellenado con mortero físico. Pero, ya que este "mortero" no es ni materia ni energía, no es físico. Y a causa de su naturaleza sobrenatural, tampoco puede ser observado. En cambio, debe ser inferido a partir de su influencia sobre lo que es observable.

Si usted piensa que esto se parece mucho al "Dios de las brechas" tiene razón. La principal distinción es que este "dios" ni comunica, ni establece deberes morales. Y ése es el punto.

o. ¿Es Real Dios?

Sorpresivamente, esta pregunta fundamental es simplista en su naturaleza. Esto se resuelve al formular otra pregunta: "¿De dónde vino todo?" ¿De dónde vino el espacio, el tiempo, la materia, la energía y la información? Los teístas han reconocido siempre a un Diseñador Inteligente como el autor de todas las cosas. Los ateos, por otra parte, creen que no existe un Ser Supremo. Antes del siglo XX, la mayoría de los ateos sostenían que el universo era eterno, sin necesidad de un Creador. Sin embargo, leyes tales como la de la Termodinámica, y descubrimientos como el del movimiento galáctico y la descomposición de proteínas, han llevado a las autoridades a esta certeza absoluta: el universo comenzó en un punto determinado. Las implicaciones de estas observaciones científicas han provocado la búsqueda, por parte de los ateos, de un mecanismo mediante el cual el universo pudo haberse creado y desarrollado a sí mismo por medio del azar, sin ningún Director Inteligente. La necesidad de dicho mecanismo es fundamental para los ateos, porque si no son capaces de identificar tal mecanismo, tendrían que reconocer la necesidad de un Dios Creador, o simplemente aceptar el hecho de que se aferran a una visión del mundo que es irracional.

¿Es real Dios? Si le pregunta al naturalista británico Charles Darwin, la respuesta es NO. En 1859, Darwin propuso un mecanismo por el cual el descenso evolucionista a partir de un ancestro común se consideró posible sin recurrir a un Dios Creador. Y así comenzó la campaña para excluir a Dios de la ciencia. ¿El mecanismo? La Selección Natural. Desde entonces se ha tratado de demostrar que la Selección Natural es un proceso conservador, no un mecanismo creativo. No obstante, los ateos se aferran entusiásticamente a la teoría Neo-darwinista. De una manera dramática, la Evolución se ha convertido en una "religión," en donde la fe triunfa sobre la ciencia empírica.

H.S. Lipson, Profesor de Física de la Universidad de Manchester, en el Reino Unido, concuerda: "De hecho, la evolución se convirtió, de cierta forma, en una religión científica; casi todos los científicos la han aceptado, y muchos están dispuestos a "torcer" sus observaciones para que encajen con ella" ("A Physicist Looks at Evolution", Physics Bulletin, vol. 31, Mayo 1980, pg. 138).

La teoría evolucionista parecía plausible en el siglo XIX, y hasta a mediados del siglo XX. En ese tiempo, nuestro conocimiento de la biología molecular y la genética era bastante limitado. Luego, comenzando en 1950, nuestro conocimiento del mundo microscópico alrededor nuestro (y dentro de nosotros) comenzó a crecer a pasos agigantados. Hoy, nuestro conocimiento de la complejidad biológica externa e interna, de ingeniería, y del diseño, es asombroso. Con descubrimientos sin precedentes en los campos de biología molecular, anatomía, bioquímica, y genética, se ha hecho cada vez más obvio que la vida es el resultado de un Diseño Inteligente. Lo "simple" ya no se considera "simple" en lo absoluto. Por ejemplo, ahora podemos ver el intrincado mundo de una bacteria "simple," y darnos cuenta de que solamente su mecanismo de propulsión es más complejo que un motor fuera de borda de un barco pesquero. La Teoría del Diseño nos dice que ciertas cosas, como este Flagelo Bacteriano, son "irreduciblemente complejas". Por otro lado, la Teoría de la Información dice que el diseño es el resultado de la inteligencia. Entonces, si el diseño obvio de los sistemas vivos es el resultado de una mente, ¿de la mente de quién? ¡La mente de Dios!

Pregúntele a un humanista: "¿Es real Dios?" y obtendrá un rotundo "¡No!" ¿Qué es un humanista? Un humanista es aquel que se adhiere a la filosofía humanista que es en realidad una "ideología" atea, construida sobre fundamentos de los siglos XIX y XX, tales como el Big Bang y la Evolución. En 1933, los humanistas se reunieron y pusieron su doctrina por escrito. El documento fue apodado "El Manifiesto Humanista". La primera tabla de este primer Manifiesto establece: "Los humanistas religiosos consideran al universo como auto-existente y no creado." La segunda tabla afirma: "Los humanistas creen que el hombre es una parte de la naturaleza y que ha surgido como resultado de un proceso continuo" (Los Humanistas actualizaron su Manifiesto en los años 1970). Generalmente, los humanistas creen que el Big Bang (o una de las teorías relacionadas de la Inflación del Universo) ocasionó el origen del universo como lo conocemos. De allí en adelante, los humanistas mantienen la idea de que procesos al azar, macro-evolucionistas crearon a la humanidad por billones de años.

p. Dios Lo Hizo

"Pero por siglos de investigación hemos aprendido que la idea de 'Dios lo hizo' nunca ha mejorado nuestra comprensión de la naturaleza ni una pizca, y es por eso que la abandonamos" (Jerry Coyne)

En un ensayo reciente en The New Republic, el científico evolucionista, Jerry Coyne, preguntó: "¿Contradice la naturaleza empírica de la ciencia a la naturaleza reveladora de la fe? ¿Son los vacíos entre ellas tan grandes que las dos instituciones deben ser consideradas esencialmente antagónicas?" Coyne está seguro que la respuesta es sí.

Según esta posición, la religión es tan irremediablemente hostil al progreso científico que cualquier tentativa para reconciliarlos es inútil. Como Coyne explica: "Aceptar a la ciencia y a la fe convencional lo deja a uno con un doble estándar". Y para asegurarse de que usted tiene claro de qué religión se habla, Coyne agrega que es "racional acerca del origen de la coagulación de sangre, irracional acerca de la Resurrección; racional acerca de los dinosaurios, irracional acerca de nacimientos vírginales".

¿Está siquiera permitida la idea de que "Dios Lo Hizo" en la ciencia convencional? Aunque organizaciones consagradas, como la Academia Nacional de las Ciencias, afirman públicamente que la fe y la ciencia no son contrarias, en privado, la mentalidad es que la religión es un obstáculo de la ciencia.

Contrariamente a la crítica moderna, el científico que enfoca el mundo como un producto de la inteligencia de un ser superior, en lugar de materia y movimiento, tiene menos probabilidades de detenerse justo antes de realizar un descubrimiento. En vez de descartar una característica que a primera vista parece inerte, innecesaria o simplemente común, está más inclinado a ampliar los límites de la investigación para descubrir su función y propósito.

En lugar de obstruir a la ciencia, el Cristianismo, con su énfasis en un Creador personal, inspiró una era de descubrimientos que abrió el camino para la ciencia.

Los antiguos generalmente veían al mundo como un lugar imprevisible, gobernado por el destino o por los caprichos de los dioses. Pero una vez que los investigadores comprendieron el universo como una creación—la obra de un ser supremo inteligente con principios racionales—se atrevieron a imaginar que el descubrimiento era posible. Uno de los primeros fue un astrónomo cuyas teorías impulsaron la revolución científica.

Las especulaciones acerca de un universo con el sol como centro habían existido por algún tiempo, pero los desafíos al modelo Aristotélico refinado por Tolomeo no capturaron seriamente la atención hasta el "Giro Copernicano" en el siglo XVI.

Nicolás Copérnico fue un cristiano que entendió el universo como una creación inteligible que operaba según principios matemáticamente consistentes. Su atracción inicial hacia el heliocentrismo no fue el resultado de nuevos datos de observación, sino de su idea de que el sol—simbólico de Dios como Luz y Lámpara—parecía un centro irregular de actividad divina. Él creía, junto con otros primeros investigadores, que la elegante estructura observada en la creación debía ser descrita de una manera elegante. Por esto, cuando el heliocentrismo demostró ser matemáticamente más sencillo que el modelo reinante, con la tierra como centro, poco a poco ganó adeptos.

Al igual que Copérnico, Johannes Kepler fue un hombre de fe que creía que los misterios de la naturaleza podían ser descubiertos con la llave de las matemáticas. Kepler lo dijo de esta manera: "El objetivo principal de todas las investigaciones del mundo exterior debería ser descubrir el orden racional y la armonía que han sido impuestos en él por Dios, y que él nos han revelado en el lenguaje de las matemáticas".

La creencia de Kepler en la precisión matemática del universo lo llevó al descubrimiento de tres leyes fundamentales de movimiento planetario—la primera, que las órbitas planetarias son elípticas, en lugar de circulares, como fueron modeladas por Copérnico.

Aunque el descubrimiento de la elegancia matemática fue el producto de la fe para estos pioneros, ha sido la fuente de la fe para otros. En su libro, Truth Decay, Douglas Groothuis cuenta el relato de un físico ruso que dice: "Estuve en Siberia y allí encontré a Dios mientras trabajaba en mis ecuaciones. De pronto me di cuenta que la belleza de estas ecuaciones tenía que tener un propósito y diseño de fondo, y sentí profundamente en mi espíritu que Dios me estaba hablando a través de estas ecuaciones". En ese momento, el joven científico saltó sobre el abismo, del ateísmo al teísmo, y por último, al cristianismo.

Los cristianos que utilizaron la ciencia para demostrar que "Dios Lo Hizo" continuaron a la vanguardia de los descubrimientos científicos hasta el siglo XIX. Avances innovadores en electromagnetismo, microbiología, medicina, genética, química, teoría atómica, y agricultura fueron trabajos de hombres como John Dalton, Andre Ampere, Georg Ohm, Michael Faraday, Louis Pasteur, William Kelvin, Gregor Mendel, y George Washington Carver—todos ellos creyentes, cuyos logros fueron resultado de su fe cristiana.

Científicos en el más verdadero sentido de la palabra, éstos fueron investigadores que siguieron tenazmente la evidencia dondequiera que los condujo, enfrentando las brechas del entendimiento no con resignación sino con expectativa de que "Dios lo hizo".

Ya sea que lo reconozcan o no, todo científico, incluso Jerry Coyne, se apoya en los hombros de estos gigantes. Como el físico alemán Ernst Mach reconoció una vez: "Toda mente imparcial debe admitir que la era en que tuvo lugar el mayor desarrollo de la ciencia de la mecánica fue una era de reparto predominantemente teológico".

lunes, 16 de enero de 2017

La Creación de Dios Parte VII

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k. ADN Basura

El llamado ADN basura, es ADN que no codifica proteínas. Existen cuatro tipos de principios de ADN basura:
- Los intrones son segmentos internos dentro de genes que son eliminados al nivel del ARN. 
- Los pseudogenes son inactivados por una inserción o supresión.
- Las secuencias satélites son repeticiones cortas.
- Y las repeticiones dispersas son secuencias repetitivas más largas, mayormente derivadas de elementos móviles de ADN.

Los darwinistas a menudo citan al ADN basura como evidencia a favor de las más grandes afirmaciones de la teoría de la evolución, aseverando que tal ADN basura no tiene mucho sentido dentro del marco del diseño inteligente. Pero ¿es ésta una afirmación justa?

Contrariamente a las afirmaciones darwinianas, recientes descubrimientos científicos han mostrado que las regiones no codificadoras de proteínas del genoma dirigen la producción de moléculas de ARN que regulan el uso de las regiones codificadoras de proteínas del ADN. Biólogos de célula y de genoma también han descubierto que estas regiones supuestamente no codificadoras de proteínas del genoma realizan funciones tales como las siguientes:

- Regulación de la réplica del ADN.
- Regulación de la transcripción.
- Marcar lugares para reorganizaciones programadas de material genético.
- Influenciar el plegamiento y mantenimiento apropiado de cromosomas.
- Controlar las interacciones de los cromosomas con la membrana nuclear.
- Controlar el procesamiento, corte y empalme del ARN.
- Modular la traducción.
- Regular el desarrollo embriológico.
- Reparar ADN.
- Ayudar a combatir enfermedades.

El neo-darwinismo sostiene que la nueva información biológica surge como resultado de un proceso de mutaciones de ensayo y error, prediciendo que habrá una tendencia de que el ADN no funcional se acumule en los genomas de organismos eucariotas. Por otra parte, la teoría de diseño inteligente plantea que la mayoría de las secuencias no codificadoras de proteínas en el genoma deben ejecutar alguna función biológica.

Esta es un área en la que el diseño inteligente, lejos de ser un paralizador de la ciencia, como los darwinistas a menudo afirman, realmente fomenta el esfuerzo científico. Desde una perspectiva darwiniana, esperamos mucho ADN inútil. En cambio, si los organismos son diseñados, entonces debemos predecir, tanto como sea posible, que el ADN mostrará funcionalidad. No obstante, en esta situación, son las afirmaciones del darwinismo (no las del diseño inteligente) las que son responsables de actuar como un paralizador de la ciencia, desalentando a investigadores de buscar funcionalidad en el llamado 'ADN basura'.

Para concluir, el ADN basura o el ADN no codificador de proteínas, lejos de ser restos inútiles de permutaciones evolutivas pasadas, como los modelos materialistas afirman, dirige el uso de otra información en el genoma. Esta es una de las muchas áreas donde el diseño inteligente (contrariamente a las críticas frecuentemente hechas -- hace predicciones científicas que pueden ser, y ciertamente han sido, verificadas por la experimentación científica).

De cualquier modo, es enteramente plausible dentro del marco del diseño inteligente que lo que solía ser ADN funcional/codificador haya perdido sus respectivas funciones, posiblemente debido a una inactivación mutacional. De cualquier manera, tal argumento ya no puede ser utilizado más como una crítica al diseño inteligente como modelo científico o en un esfuerzo de promover las afirmaciones darwinianas.

l. Método científico

A menudo, se pasa por alto que el método científico fue realmente desarrollado en la Europa cristiana por hombres que creían que la materia tenía un orden porque Dios había creado un universo ordenado. Si el universo existe en un vacío estrictamente materialista, producto de choques aleatorios de partículas, entonces no existe ninguna base por la que se pueda esperar observar orden en la naturaleza. Muchos de los fundadores de las principales disciplinas científicas (tales como Newton, Galileo y Kepler), fueron cristianos, creyentes en la Biblia. Johannes Kepler -- uno de los fundadores de la disciplina de la astronomía -- dijo que la ciencia estaba "pensando los pensamientos de Dios después de el".

El método científico puede ser dividido en dos categorías principales: Ciencia empírica y  Ciencia histórica.

La CIENCIA EMPÍRICA conlleva un enfoque sistemático en la epistemología que utiliza la experimentación observable, probable, repetible, y refutable para comprender cómo se comporta comúnmente la naturaleza. Encuentra su implementación en tales disciplinas como la inmunología, la astronáutica, la biología molecular, etc.

La CIENCIA HISTÓRICA involucra la interpretación de evidencia y la deducción de ocurrencias pasadas, lo cual está basado normalmente en un paradigma fundamental subyacente.

Es importante reconocer que cada persona tiene supuestos que moldean la manera en que la evidencia empírica es interpretada. Los teístas y los no-teístas poseen la misma evidencia pero esa evidencia es interpretada dentro de un marco que corresponde a la cosmovisión respectiva de cada individuo.

En su forma original, la "ciencia" podría ser definida simplemente como "conocimiento". Hoy, sin embargo, la ciencia -- en la opinión de una abierta parte de la empresa científica -- es el método sistemático de obtener conocimiento acerca del universo en referencia a la causalidad puramente naturalista o materialista. La ciencia, en este sentido, automáticamente elimina la idea de Dios, porque las afirmaciones sobrenaturales (se dice) no pueden ser probadas y repetidas. Si una idea no es probable, repetible, observable y refutable, no es considerada científica.

El problema con esta definición de la ciencia es que, aunque la ciencia naturalista afirma ser neutral e imparcial, comienza con un conjunto de axiomas metafísicos básicos, que solo la materia y la energía existen y todas las explicaciones y causas deben estar relacionadas directamente con las leyes que rigen la materia y la energía. Muchos científicos han afirmado que permitir explicaciones sobrenaturales en nuestra comprensión del universo haría que dejemos de buscar respuestas y que simplemente invoquemos a un "dios de las brechas". Esto, por supuesto, es falso.

La inferencia del diseño no está basada en la falta de conocimiento (como algunos contenderían), sino que está basada en nuestra experiencia repetida y uniforme. Aunque no conocemos ninguna causa naturalista por la que información biológica compleja y especificada pueda surgir de materia inorgánica, sí sabemos que en todas las otras circunstancias la información se origina de la inteligencia. Además, muchos científicos ahora ven evidencias de diseño inteligente en la "complejidad irreducible" de máquinas y circuitos moleculares en la célula, el patrón de aparición de los principales grupos de organismos en el registro fósil, el ajuste preciso de las leyes y constantes de la física para soportar la vida compleja, el ajuste preciso de nuestro entorno terrestre, el sistema de procesamiento de información de la célula, e incluso del fenómeno conocido como "homología" (evidencia que anteriormente se pensaba que proporcionaba apoyo inequívoco a favor del neo-darwinismo).

Aunque los críticos pueden no estar de acuerdo con las conclusiones de los argumentos del diseño, no pueden negar razonablemente que están basadas en observaciones comúnmente aceptadas del mundo natural. El término "ciencia" connota comúnmente una actividad en la que las teorías son desarrolladas para explicar observaciones del mundo natural. La base empírica y observacional de la teoría del diseño inteligente proporciona una buena razón para considerar el diseño inteligente como una teoría científica.

m. Diseño Inteligente

El diseño inteligente se hace obvio al examinar de cerca cualquier máquina hecha por el hombre. El concepto y diseño inherente a una máquina, ya sea simple o compleja, es auto-evidente. Ya sea una máquina de alta calidad o de baja calidad, su diseñador es al mismo tiempo necesario y aparente. La Teoría de la Información afirma que el concepto y el diseño solo pueden ser el resultado de una mente. Hasta la calidad disminuida de una maquina mal construida no puede oscurecer la necesidad de un diseñador. Las máquinas, como las define el bioquímico francés y ganador del Premio Nobel, Jacques Lucien Monod (1910-1976), son "conglomerados de materia con propósito que, utilizando energía, ejecutan tareas específicas". Por esta definición autorizada, los sistemas vivos son reconocidos como máquinas. Un organismo vivo cumple con la definición de una máquina hasta a nivel molecular. Y aún así, debido a las implicaciones filosóficas y religiosas de la vida, resultantes del Diseño Inteligente, sorprendentemente, una gran porción de la élite intelectual busca encontrar un mecanismo por el cual la vida pudo haber surgido naturalmente al azar y los evolucionistas admiten tal contradicción. Por ejemplo, George Wald, un evolucionista, declara: "En lo referente al origen de la vida existen solo dos posibilidades: Creación o generación espontánea. No hay un tercer camino. La generación espontánea fue refutada cien años atrás, pero ello nos lleva a solo otra conclusión, la de la creación sobrenatural. No podemos aceptar eso en terrenos filosóficos, por lo tanto, escogemos creer lo imposible: ¡Que la vida surgió espontáneamente al azar!" ("The Origin of Life," Scientific American, 191:48, Mayo 1954).

Ignorando el obvio Diseño Inteligente que impregna la vida y el universo, los científicos han desarrollado la teoría de la evolución en un intento de explicar el origen de la vida a través de la generación espontánea. Esta teoría mal llamada "científica" es bien característica. Comúnmente, los científicos observan los datos, interpretan los datos, y luego formulan conclusiones basadas en esos datos. Pero, los evolucionistas han formulado su conclusión "científica" sin recurrir para nada a datos precisos. De hecho, los evolucionistas han mantenido resueltamente su conclusión a pesar de que los datos indican lo contrario.

La evidencia indicando un Diseño Inteligente es abundante y abrumadora. Desde el resurgimiento del pensamiento evolucionista en los últimos doscientos años (popularizado por Darwin en El Origen de las Especies en 1859), los evolucionistas han buscado celosamente evidencias para validar su teoría. Nada hasta ahora ha resistido el cuidadoso escrutinio de una evaluación científica a profundidad. Y aún así, curiosamente, el pensamiento evolucionista prevalece en la corriente dominante. Por esto, los "científicos" evolucionistas han desechado la verdadera ciencia, y la han reemplazado con la filosofía, la imaginación y la suposición. "De hecho, la evolución se convirtió en cierto sentido en una religión científica; casi todos los científicos la han aceptado, y muchos están dispuestos a ´torcer´ sus observaciones para que concuerden con ella" (H. S. Lipson, Profesor de Física, Universidad de Manchester, Reino Unido, "A Physicist Looks at Evolution", Physics Bulletin, vol. 31, Mayo 1980, pág. 138).

Desde el comienzo del movimiento evolucionista moderno, han sido presentadas bastantes evidencias fraudulentas a favor de la evolución, y permanecen en los libros de texto, a pesar de haber sido expuestas como engaños descarados. El trabajo de Ernst Haeckel es un ejemplo apropiado. Haeckel, un embriólogo alemán, alteró dibujos de varios animales y embriones humanos, haciéndolos casi idénticos. Él presentó sus imágenes alteradas como evidencia a favor de la evolución entre las especies, y las utilizó como una plataforma para promover exitosamente la evolución. En 1874, los dibujos de Haeckel fueron expuestos como fraudes por el renombrado embriólogo Wilhelm His. Poco después, Haeckel fue declarado culpable de fraude por su propia universidad. Aún así, sus falaces dibujos de embriones casi idénticos permanecen todavía en los libros de texto, más de 100 años después, ¡como evidencia a favor de la evolución! Esos dibujos están siendo enseñados a niños en la escuela hoy como evidencia a favor de la evolución. ¿Por qué? ¿Por qué no se presenta evidencia real? ¡Porque no hay ninguna!

David M. Raup, un evolucionista, admite libremente: "En los años después de Darwin, sus defensores esperaban encontrar previsibles progresiones. En general, esas no han sido encontradas pero el optimismo ha persistido, y puras fantasías se han introducido paulatinamente en los libros de texto" ("Evolution and the Fossil Record," Science, vol. 213, Julio 1981, pág. 289). Parece que las "puras fantasías" es el término políticamente correcto para las "mentiras calculadas".

Un ejemplo excelente de diseño inteligente es la molécula del ADN. Desde su descubrimiento por James Watson y Francis Crick en 1953, los evolucionistas han enfrentado un obstáculo insuperable. Cualquiera que verdaderamente investigue el milagro de la molécula de ADN (este increíble sistema micro, digital, corregidor de errores, redundante, auto-repetitivo, de almacenamiento y recuperación de información, con su propia convención de lenguaje inherente, que tiene el potencial de desarrollar cualquier organismo a partir de crudo material biológico) entiende que la vida es el resultado de un Diseño Inteligente. A la luz de descubrimientos recientes, tales como la molécula del ADN, lo absurdo del argumento de la evolución es bastante claro, cuando su fórmula básica es comparada con aquella del modelo de creación de orígenes. La creación establece que materia + energía + información = vida increíblemente compleja. La evolución establece que materia + energía + azar = vida increíblemente compleja. Definitivamente, la teoría de la evolución es simplemente una religión que sirve para desacreditar al Diseñador Inteligente.

Diseño Inteligente y Evolución
El Diseño Inteligente es la respuesta teísta a la ciencia convencional, mientras que la evolución darwiniana es la historia de la creación del ateísmo. ¿Existe un acuerdo?

El Diseño Inteligente tiene en cuenta significado y propósito, mientras que la evolución es el cuento de la nada, convirtiéndose en todo mediante un proceso incrementado, no guiado, de cambio y adaptación aleatorios. Aún así, a pesar de las muchas dificultades lógicas y técnicas de la evolución  (haciendo el intento de explicar cómo la nada se convirtió en "algo" para dar comienzo a todo el proceso), la narrativa ha captado la imaginación de un amplio espectro de individuos, religiosos y no religiosos por igual.

Hoy, casi cualquier artículo o programa televisivo refiriéndose a cualquier aspecto del mundo natural, desde los hábitos alimenticios de los chimpancés hasta los sueños de los humanos, es seguro que hará mención de "nuestra herencia evolutiva".

El atractivo del cuento se encuentra no solo en lo que tiene que decir acerca de la historia, sino en lo que tiene que decir acerca del futuro: la eterna lucha por sobrevivir conducirá a un cambio… el cambio conducirá al progreso, y el progreso a la perfección.

A medida que esta mentalidad se difundió, la fe en un Diseñador empezó a ser desplazada por la esperanza en un mecanismo de cambio indiferente e impersonal: un cambio en el que podemos creer, un cambio en el que debemos creer, si rechazamos el mito antediluviano y a su Autor. Por ende, no es de extrañar que pocas frases en los últimos tiempos hayan provocado tantos comentarios, críticas y mofa como el "Diseño Inteligente".

En el corazón del debate entre el Diseño Inteligente y la Evolución existe el miedo. Desde su inclusión en léxicos modernos, el diseño inteligente (DI) ha sido llamado de muchísimas maneras, desde "creacionismo en un esmoquin barato" hasta "Caballo de Troya" y "farsa"… y ésos son algunos de los epítetos más amables.

El oprobio al Diseño Inteligente no ha estado restringido al ateísmo; educadores, jueces, políticos, científicos, periodistas, e incluso supuestos “cristianos” han escrito comentarios fulminantes acerca del Diseño Inteligente. Pero ¿a qué se deben los improperios hacia esta postura?

Existe el miedo de que el Diseño Inteligente gane y la Evolución falle en su intento de explicar el universo y la vida; por ende, el miedo tiene razón de ser.

La ciencia, entendida apropiadamente, es un método sistemático de investigación empírica, filosóficamente abierto, para la adquisición de conocimiento. Es la ciencia moderna dada a luz por individuos como Bacon, Ockham, Galileo, Kepler, y Newton, entre otros, cuya apertura hacia una Fuente externa de orden, belleza, y armonía, hizo posible los descubrimientos innovadores que condujeron a la revolución científica. Sin embargo, la ciencia, como ha llegado a ser hoy, es una empresa de investigación ideológicamente limitada al naturalismo, el cual afirma que el mundo físico es un hecho bruto, totalmente explicable en términos de materia y movimiento, sin apelar a causas externas. 

Para esa ciencia, el Diseño Inteligente representa muchos peligros; por ejemplo, el hecho de perder la credibilidad y el respeto por parte de la gente, quien actualmente financia con sus impuestos y su dinero este aparato social y educativo.

¿A quién no le interesa que la Evolución sea desvirtuada por una explicación más razonable?
- Aquellos que han construido carreras, laboratorios, y reputaciones a costa de Darwin.
- Aquellos cuya búsqueda investigadora está impulsada por un compromiso ideológico.
- Aquellos que desean hacer las paces con la "ciencia" y parecer razonables ante sus iguales.
- Aquellos que están más interesados en proteger la ortodoxia que la búsqueda de la verdad.
- Aquellos cuyas esperanzas por el planeta se basan en el progreso de la evolución.
- Aquellos que tratan de escapar de las más profundas implicaciones de la existencia humana.

sábado, 14 de enero de 2017

La Creación de Dios Parte VI

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h. Energía Oscura

La energía oscura se relaciona con una forma de energía que impregna todo el espacio y tiende a acelerar la tasa de expansión del universo. La observación de supernovas sugiere que existe una densidad de energía que causa que el universo se expanda a una tasa más rápida cada vez. El telescopio microonda llamado "Bumerán" estudió la radiación cósmica de fondo (CMB); esta radiación se atribuye al “supuesto” evento del Big Bang (según la teoría de la evolución); la explicación creacionista, por su parte, atribuye esta radiación al evento de la creación original.

El espectro de potencia angular mostró un valor pico precisamente en el valor predicho por el modelo inflacionario, dominado por materia oscura fría. Sin la presencia de esta materia oscura, los científicos creen que las galaxias nunca se habrían formado, porque no habría suficiente gravedad para evitar que se apartaran. El universo está ajustado tan finamente que una cantidad precisa de materia oscura mantiene unidas galaxias individuales, mientras que la energía oscura aleja estas galaxias entre sí a una tasa acelerada. Juntas, la materia oscura y la energía oscura dominan el cosmos, constituyendo aproximadamente el 96% de toda la masa y energía.

El modelo predice un segundo pico más pequeño, que parece estar allí pero que no puede ser resuelto completamente con las mediciones iniciales. La presencia del segundo pico posiblemente hundiría las teorías relacionadas con la evolución que compiten relatando la historia del universo y cómo se originó el cosmos.

Por mucho tiempo, los no teístas y defensores del naturalismo han buscado encontrar la explicación más simple para el cosmos, esperando evadir cualquier evidencia directa a favor de un diseño inteligente. Tal marco predeciría un modelo en el que hay suficiente materia para igualar la densidad crítica para explicar un universo plano. Sin embargo, ha llegado a ser evidencia que existe menos de la mitad de la cantidad de materia en el universo de la que sería necesaria para explicar un universo plano. La energía oscura proporciona una densidad de energía para compensar por la faltante densidad de materia, pero necesitaría un grado excepcionalmente alto de ajuste preciso.

¿Cuán finamente ajustada tiene que estar esta energía para obtener un universo plano? La respuesta es una parte en 10120.

La naturaleza del universo revela que una causa puramente materialista para el universo observado es excepcionalmente improbable – y no puede ser comprendida sin un agente inteligente. Cuando se demuestra que un modelo es inadecuado, los científicos deberían estar dispuestos a aceptar el modelo que encaja mejor con los hechos. En este caso, la proposición de diseño inteligente es mucho más consistente con los datos que el modelo naturalista.

i. Ciencia y Fe

En la antigüedad, la ciencia y la fe tuvieron muchos puntos en común pero se han convertido para muchos en dos esferas diferentes para la comprensión humana. 

A medida que la ciencia y la fe comenzaron su separación, la dependencia en la razón sola condujo a los griegos a muchas conclusiones falsas acerca del universo—el éter, la teoría geocéntrica, y la generación espontánea, para citar unas pocas. Las correcciones a esos errores fueron detenidas por más de un milenio hasta que el método científico fue introducido, agregando la experimentación al análisis racional.

El nuevo enfoque, empíricamente basado, permitió el descubrimiento de leyes y relaciones matemáticas que describían el funcionamiento del universo con asombrosa precisión. Y con eso llegó una nueva teoría del conocimiento.

Inspirados por el aplastante éxito de la revolución científica, John Locke y George Berkeley concluyeron que la única fuente confiable del conocimiento era empírica. A diferencia de los racionalistas antiguos y medievales, quienes creían que los poderes cognoscitivos de la mente eran suficientes para descubrir la verdadera naturaleza de las cosas, Locke y Berkeley insistieron que el conocimiento proviene de la experiencia sensorial. Ellos insistían que la mente era una hoja en blanco sin ninguna arquitectura organizadora innata; es decir, que son nuestros sentidos los que informan a nuestra mente, no al revés. Con cada nuevo descubrimiento innovador de la ciencia, el racionalismo caía más bajo la sombra del empirismo, hasta que fue completamente eclipsado por el empirismo "duro" de David Hume.

Reforzando el empirismo de Locke y Berkeley estaba la suposición de que el conocimiento verdadero era posible, incluso para cosas no accesibles directamente mediante la percepción sensorial, como las leyes físicas, y conceptos matemáticos abstractos como el infinito. Pero David Hume dijo: "¡No!"

Según Hume, nosotros no tenemos acceso a las leyes físicas; ellas no son implantadas en nosotros al nacer, ni escritas con grandes letras en el cielo para ser vistas por todos. Todo lo que tenemos es un flujo continuo de experiencias de las que construimos asociaciones y relaciones que no tienen necesariamente ninguna relación con lo que es verdaderamente real. Sin un acceso a la verdadera naturaleza de las cosas, solo nos queda formular las suposiciones adecuadas para ayudarnos a ordenar nuestras vidas. El empirismo "duro" de Hume despertó a Emanuel Kant de sus sueños dogmáticos.

Para rescatar el racionalismo del violento ataque de Hume, Kant lo sintetizó con empirismo, al proponer que la mente ya viene dotada de facultades que le dan significado a nuestras experiencias. Esta síntesis, sostenía Kant, hace posible la identificación de leyes, inclusive las leyes morales. Pero el rescate de la razón de Kant no incluía la suposición de unidad apoyada por los primeros racionalistas.

En el esquema de Kant, la realidad fue partida en dos en el mundo fenomenal y el mundo noumenal. En el fenomenal estaban las cosas del universo perceptible, la naturaleza; en el noumenal estaban las causas supremas (el logos, el bien, Dios) y la verdadera naturaleza de las cosas (ideas, formas, espíritu). Para Kant, la certeza del conocimiento solo era posible en el fenomenal.

Con el tiempo, todo lo de referente a la sobrenaturaleza y la ley moral  fueron empujados al mundo de la fe (a Kant le habría dolido saber esto). La resultante separación de hechos y fe tuvo una influencia tremenda sobre los guardianes de la ciencia. Atrapados en el anti-clericalismo de esos tiempos, procuraron liberar a la ciencia de los supuestos grilletes de la fe, reduciendo su alcance a explicaciones "naturales". El resultado fue el materialismo científico, pero como hemos visto, la ciencia materialista está lejos de carecer de fe porque en ocasiones especula y presupone sin evidencias, estableciendo principios desde su propia fe.

La bifurcación de la ciencia y la fe se reduce a esto: El materialista opera en la creencia de que "la naturaleza es todo lo que existe". La palabra creer significa “algo que no está demostrado científicamente”. De hecho, esta proposición fundamental no está demostrada científicamente ni es demostrable porque, dado que solo son permitidas las explicaciones naturales, la ciencia materialista depende de las premisas mismas que trata de demostrar. Sin embargo, como en todas las cosmovisiones, el materialismo científico está basado en una declaración de fe, pero la fe no se limita a su base sino que comprende también su sobre-estructura.

Considere una de las características más comunes, y básicas de la naturaleza: la gravedad. Como con los ángeles, el cielo, y Dios, nosotros no podemos ver, oler, probar, ni tocar la gravedad. Es cierto que sentimos una fuerza de atracción hacia la tierra, pero también "sentimos" una hacia el cielo. Incluso las teorías de gravedad más exitosas no son explicaciones, sino descripciones que son completamente diferentes.

Resumiendo, la gravedad es una fuerza invisible asociada con la materia, arbitrada por quién sabe que—algunos dicen gravitones, los que, de paso, nunca han sido aislados, observados, ni medidos, pero no obstante, son un conveniente sustituto para nuestra ignorancia. Y hablando de materia—nadie sabe por qué la gravedad atrae a la materia y no a otras cosas, como a los fotones.

En otra descripción, la gravedad no es una fuerza, sino más bien la topografía del espacio-tiempo moldeada por la presencia de la materia. Como lo explica un físico: "La materia le dice al espacio cómo doblarse y el espacio le dice a la materia a donde ir". Ahora bien, ¿qué fue primero… la materia o el espacio? Si fue el espacio, ¿no tenía ninguna forma? Si fue la materia, ¿no ocupaba ningún espacio? Para ese círculo vicioso, al parecer, no existe un final y esto no desacredita a las formulaciones de estas teorías. Ciertamente, ellas han conducido a muchos adelantos espaciales. Aún así, los fenómenos de gravitación que observamos, y las leyes y ecuaciones que los describen, son independientes de su explicación o causa fundamental. Ya sea que la órbita de la tierra sea el resultado de una fuerza invisible, de una distorsión del espacio-tiempo, o de la mano guiadora de Aquél en quien "todas las cosas subsisten", nuestras observaciones y descripciones matemáticas no se ven afectadas. La explicación que aceptamos es un ejercicio de fe, no una demostración de hechos. Lo mismo aplica para las actuales fuerzas del magnetismo y la electricidad.

Cuando ahondamos hasta dimensiones subatómicas, nos adentramos en un mundo de abierta fe. Los quarks, los electrones, y los muones, y las fuerzas nucleares que los controlan, son ajenos a cualquier cosa que conocemos por experiencia cotidiana. Y las escalas infinitesimales involucradas hacen imposible el examen directo. Todo lo que "sabemos" viene del acelerador de partículas—es decir, experimentos de "desintegración de átomos".

Como una aproximación, imagine acribillar una caja de acero con un AK-47, y luego tratar de reconstruir el objeto misterioso en su interior reconstruyendo las esquirlas resultantes. Debido a que desconocemos cómo la ráfaga de ametralladora afectó al objeto en su estado original, nuestra reconstrucción está basada en la inferencia. Lo mismo aplica para nuestras descripciones del mundo atómico, añadiéndole a la combinación un poco de imaginación.

Por ejemplo, hay toda una categoría de cosas en el mundo cuántico denominada como "virtual". Incluye partículas de tamaño sub-nuclear y fotones que nunca han sido detectados, y que ciertamente, no existen sino como abstracciones etéreas en las mentes de físicos, para explicar fenómenos que no tienen explicación sin ellos.

Inclusive el campo cuántico, al cual se le atribuye impedir la aniquilación de la materia, al evitar que la nube con carga negativa del electrón se combine con el núcleo con carga positiva, no es nada más que un término raro para algo (la estabilidad de la materia) que es, prácticamente inexplicable.

Ciertamente, la ciencia y la fe coexisten. Desde la escala cósmica de la gravedad hasta la escala microscópica del átomo, la fe afianza el conocimiento científico—fe en el materialismo. En ninguna otra parte se encuentra más honestamente expresado que en las palabras del biólogo evolucionista Richard Lewontin: "Tomamos partido por la ciencia a pesar del patente absurdo de algunas de sus teorías, a pesar de su fracaso para cumplir muchas de sus extravagantes promesas... porque tenemos un compromiso previo, un compromiso con el materialismo".

Para aquellos cuya fe no será sacudida por patentes absurdos, el astrofísico Robert Jastrow advierte que "la historia termina como un mal sueño". Después de su ascenso final a la montaña del descubrimiento, escudriñan el horizonte para ver un grupo de teólogos que han estado aguardando su llegada por un largo, largo tiempo.

j. Ciencia y teología

La ciencia ha sido celebrada por mucho tiempo como una empresa completamente inmune a la subjetividad, que se aparta de la religión y la filosofía moral. El estereotipo cultural frecuentemente perpetuado es que la ciencia proporciona una metodología que filtra objetivamente distorsiones impresas en los datos por el compromiso de una cosmovisión personal.

¿Qué le permite a teorías científicas, como la teoría del germen de la enfermedad, la teoría de la herencia de Mendel, las leyes de movimiento de Newton, y la teoría de la relatividad general de Einstein, ser verificadas empíricamente de una manera en la que algunos otros tipos de teorías no lo son? Por supuesto, todas las teorías anteriormente mencionadas son teorías acerca de la manera en que los fenómenos naturales operan en el presente. Tales teorías pueden ser verificadas determinando si corresponden con la realidad. En otras palabras, la ciencia empírica puede ser verificada haciendo una comparación con la manera en que los fenómenos naturales realmente se comportan.

La posibilidad de tal verificación empírica es por lo que la metodología científica es celebrada ampliamente como una empresa de cosmovisión neutral, completamente desprovista de compromiso teológico o filosófico. Las teorías científicas, en lo que concierne a las ciencias empíricas, tienen que ver con la observación repetible.

Además de las ciencias empíricas, a las que concierne la operación de fenómenos naturales en el presente, existe también la investigación de las ciencias históricas. A diferencia de las teorías empíricas, las cuales se enfocan en cosas que ocurren en el presente, las teorías históricas se enfocan en eventos singulares del pasado. Cuando los científicos intentan identificar la explicación adecuada más causalmente de un evento en el pasado remoto, citan la causa conocida que produjo el efecto en cuestión. Por ejemplo, si se quiere explicar la presencia de ceniza volcánica, no se cita un terremoto porque nunca se ha observado que los terremotos produzcan ceniza volcánica, mientras que sí se ha observado que las erupciones volcánicas la producen. Esto hace la "hipótesis de erupción volcánica" la explicación adecuada más causal de la presencia de la ceniza volcánica en cuestión.

Cuando se trata de explicar ciertos tipos de patrones que aparecen en la naturaleza, tenemos categorías diferentes de explicación. Nadie pensaría en atribuirle las inscripciones de la piedra Rosetta, o las esculturas del Monte Rushmore, a los vientos y la erosión. Nunca se ha observado que el viento y la erosión sean capaces de producir los efectos en cuestión. Tales patrones exhiben características que se atribuyen más a una causa inteligente, no a una naturalista.

Esta metodología, por supuesto, se convierte en algo más polémico cuando se está tratando con sistemas biológicos. ¿Por qué? Desde una perspectiva reduccionista, los fenómenos descritos arriba solo requieren el citar una inteligencia evolucionada. Para que los sistemas biológicos hayan sido diseñados, se requeriría de una inteligencia no evolucionada. Esto eventualemente se reduce a un conflicto fundamental entre dos visiones opuestas -- el teísmo y el reduccionismo. No obstante, se ha demostrado que la célula exhibe grandes volúmenes de irregularidad especificada (un sinónimo de "información"). Estrictos como leyes, nunca se ha demostrado que los mecanismos materiales posean la capacidad causal para justificar tales niveles de irregularidad especificada. En nuestra experiencia uniforme y repetida, conocemos una única fuente que se ha demostrado que es causalmente adecuada para producir el efecto en cuestión, y ella es la inteligencia.

La ciencia, en última instancia, puede intentar determinar ciertos hechos (por ejemplo, que el universo comenzó a existir en algún punto del pasado finito) pero también puede determinar que ciertas características de sistemas vivos fueron probablemente el producto de un agente inteligente. No obstante, las preguntas relativas a la identidad y naturaleza de ese agente inteligente son preguntas secundarias, y más idóneas para tales disciplinas como la filosofía y la teología.

En última instancia, a la teología le interesa la ontología: ¿a quién, o a qué, le debe el universo su existencia? Por lo tanto, las preguntas relacionadas con la ontología no son asunto de investigación científica. La metodología científica presupone uniformidad en las leyes y constantes físicas fundamentales. Por esto, no puede responder preguntas concernientes a su origen, sin razonar en círculo.

En conclusión, la teología y la ciencia -- aunque relacionadas -- son fundamentalmente dos tipos de investigación. Aunque una ciertamente puede informar a la otra, una no debe ser mal utilizada para triunfar sobre la otra. De hecho, las dos disciplinas son valiosas y necesarias; por tanto, deberían ser utilizadas de forma objetiva a favor del bienestar y la formación integral del ser humano.