Capacidad transformadora
La Biblia es un libro vivo porque
tiene el poder de transformar al hombre en una nueva creación para honrar a
Dios y seguir sus mandamientos de forma que sea diferente a los hombres que no
siguen a Cristo y que sea luz en medio de las tinieblas (Heb. 4:12; Rom. 12:2).
La Biblia es el único libro capaz de transformar vidas de personas por su
carácter moral, espiritual, rico en valores, principios y mandamientos divinos
que enriquecen la mente, la conducta, la familia y la sociedad.
El contenido de la Biblia
El carácter sobrenatural de la
Biblia se aprecia en el hecho de que afirma la existencia de Dios, revela su
naturaleza y sus obras, narra su poder manifestado en milagros, sanidades,
liberaciones, conversiones, profecías cumplidas y por cumplir, etc. Además,
describe el tiempo y la eternidad, el pasado, el presente y el futuro, de forma
precisa, incluyendo la creación antes de que el hombre existiese y el porvenir,
cuando la tierra ya no exista.
El carácter supremo de la Biblia
La Biblia es un libro extraordinario
que revela a Jesucristo, quien jamás pudo haber sido la invención de un hombre
mortal, ya que sus perfecciones nunca podrían haber sido comprendidas y
relatadas por los hombres supuestamente “más sabios y piadosos” de esta tierra.
b. Evidencia externa
La continuidad de la Biblia
La Biblia fue completada en su
totalidad, aproximadamente hace dos mil años y permanece en la actualidad como
la obra literaria mejor preservada de toda la antigüedad, con más de 24000
antiguos manuscritos del NT descubiertos hasta el momento. Comparemos ésta con
la segunda obra de la antigüedad mejor preservada que es La Iliada de Homero,
con solo 643 manuscritos preservados y descubiertos hasta la actualidad.
La máquina impresora no fue
inventada hasta la década del 1450, pero tenemos copias escritas a mano del AT
que datan cerca del 200 a.C. Admirablemente, estos manuscritos son casi
idénticos a la Biblia que leemos hoy.
La Santa Biblia comienza con las
Escrituras Judías. La recopilación histórica de los judíos fue escrita en
rollos de piel y tablas a través de siglos. En Éxodo, Dios le dice a Moisés que
escriba la Ley (Torah) en un libro. Cerca del 450 a.C todas las escrituras
judías fueron recopiladas y organizadas por concilios de rabíes que
reconocieron la obra completa como la inspirada y sagrada autoridad de Dios. En
el 250 a.C la Biblia Hebrea (Tenac) fue traducida al griego por estudiosos
judíos en Alejandría, Egipto. La traducción fue conocida como la Septuaginta.
En este punto, los libros de la Biblia Hebrea fueron organizados por tema,
incluyendo historia, poesía y profecía. En el 90 d.C, en el Concilio de Jamnia,
ancianos judíos establecieron el orden final del canon de la Biblia Hebrea. A
pesar de que las Escrituras Judías fueron copiadas a mano, los escribas eran
extremadamente cuidadosos y correctos de copia a copia. Los judíos tenían un
fenomenal sistema de escribas, los cuales desarrollaron métodos complicados y
rituales para contar letras, palabras y párrafos para asegurarse que no hubiese
errores en las copias. De hecho, la tradición de escribas fue mantenida hasta
la invención de la máquina impresora en 1455. El recién descubrimiento de los
Rollos del Mar Muerto ha confirmado la confiabilidad en los textos del AT a
través de los años (este tema se ampliará más adelante).
Después 400 años de silencio
escritural, Jesús vino a la escena cerca del 4 d.C. A través de sus enseñanzas,
Jesús citó en muchas ocasiones el AT, declarando que él no vino a destruir las
Escrituras Judías, sino a cumplirlas. En Lc. 24:44, 45 Jesús proclama a sus
discípulos: “era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en
la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos”. Comenzando cerca del 40 d.C
y continuando hasta cerca del 90 d.C, los testigos oculares de la vida de
Jesucristo, incluyendo Mateo, Marcos, Lucas, Juan, Pablo, Santiago, Pedro y
Judas escribieron los Evangelios, cartas y libros que luego se convirtieron en
el NT. Estos autores citaron 30 libros del AT y su material circuló tan
ampliamente que cerca del año 150 d.C los cristianos se referían a estos
escritos como “El Nuevo Pacto”. En el segundo siglo d.C, estos escritos fueron
traducidos al latín, cóptico (Egipto) y sirio y fueron ampliamente diseminados.
En ese momento, 21 de los escritos eran considerados como canónicos. Luego en
el 397 d.C los 27 libros actuales del NT fueron confirmados formalmente y
canonizados en el Sínodo de Cartago. Como con el AT, tenemos suficiente
evidencia de que el NT que leemos hoy es admirablemente confiable cuando lo comparamos
con los manuscritos originales. De las miles de copias hechas a mano antes que
la máquina impresora fuese inventada, tenemos aproximadamente 24000
manuscritos, incluyendo más de 5300 manuscritos griegos solamente del NT. La
Biblia ha sido mucho mejor preservada que los escritos aceptados de Homero,
Platón y Aristóteles. Por supuesto, la Biblia fue llevada de país a país, fue
traducida a idiomas que no necesariamente se parecen a los idiomas originales
griego y hebreo. Sin embargo, aparte de las diferencias gramaticales y
culturales, la Palabra de Dios ha sido preservada y traducida a través de los
años. La Biblia ahora inspira a millones de personas a través del mundo; por
eso la Biblia es realmente la inspirada Palabra de Dios (2 Tim. 3:16, 17; 2 Ped.
1:20, 21).
Las traducciones de la Biblia
Para muchos, el origen de la Biblia
puede ser resumido como sigue: “Una simple traducción de una traducción de una
interpretación de una tradición oral” - y por lo tanto, un libro sin ninguna
credibilidad o conexión con los textos originales. En realidad, la afirmación
anterior es un malentendido común de cristianos y no-cristianos por igual.
Miremos un ejemplo: traducciones,
tales como la Versión King James, vienen directamente de los manuscritos
antiguos, tales como el Texto Masorético Hebreo (AT) y el Textus Receptus
Griego (NT), y no son traducciones de textos traducidos de otras
interpretaciones. Las principales diferencias entre las traducciones de la
Biblia de hoy se relacionan simplemente con la manera en que los traductores
interpretan una palabra u oración del lenguaje original (hebreo, arameo y
griego). Esto no se diferencia de cualquier otro libro que leemos en cualquier
idioma que haya sido traducido de un lenguaje distinto.
A pesar de estos aspectos
literarios, hoy es posible verificar la confiabilidad de los escritores
antiguos y los manuscritos de la Biblia.
Los primeros cinco libros del AT son
llamados la Ley, y fueron escritos y/o editados principalmente por Moisés a
comienzos del 1400 a.C. Poco después, otros libros fueron escritos y
recopilados por el pueblo judío durante los siguientes 1.000 años. Cerca del
450 a.C, la Ley y otras Escrituras judías fueron ordenadas por consejos de
rabís (maestros judíos), quienes luego reconocieron el conjunto completo como
la autoridad inspirada y sagrada de Dios (Elohim). Durante este período, los
libros de la Biblia hebrea fueron ordenados por tópico, incluyendo La Ley (la
Torah), los Profetas (Nebiim), y las Escrituras (Ketubim). Las primeras letras
de estas palabras hebreas - T, N y K -- forman el nombre de la Biblia Hebrea -
el Tanakh (Henry H. Halley, Halley's Bible Handbook, 25th ed., Zondervan
Publishing House, 2000, 1071).
Comenzando ya desde el 250 a.C., la
Biblia hebrea fue traducida al griego por expertos judíos en Alejandría,
Egipto. Esta traducción fue conocida como la Septuaginta. Fue en este proceso
que el orden de los libros fue cambiado al orden que tenemos en la Biblia
actual: Históricos (Génesis - Ester), poéticos (Job - Cantar de los Cantares),
y proféticos (Isaías - Malaquías).
Durante los años 200 d.C., los
escritos originales fueron traducidos del griego al latín, cóptico (Egipto) y
sirio (Siria), y ampliamente diseminados como "escrituras inspiradas"
a través del Imperio Romano y más allá (F.F. Bruce, The New Testament Documents:
Are They Reliable? 5th rev. ed., Intervarsity Press, 1960, 21-28.). En el año
397 d.C., en un esfuerzo para proteger las escrituras de variadas herejías y
productos de movimientos religiosos, los actuales 27 libros del NT fueron
formalmente y finalmente confirmados y "canonizados" en el Sínodo de
Cartago.
Manuscritos del AT
Otro reclamo contra el origen de la
Biblia es la confiabilidad de los manuscritos de los que las Biblias de hoy son
traducidas. Existen más de 14.000 manuscritos del AT y fragmentos copiados por
todas las regiones del Medio Oriente, del Mediterráneo y de Europa que
concuerdan entre sí (Josh McDowell, The New Evidence that Demands a Verdict,
Thomas Nelson Publishers, 1999, 71-73). Adicionalmente, estos textos
substancialmente concuerdan con la versión Septuaginta del AT (Josh McDowell,
Evidence that Demands a Verdict, vol.1, Thomas Nelson Publishers, 1979, 58-59).
Los Rollos del Mar Muerto, descubiertos en Israel en los años 1940 y 1950,
también aportan evidencia asombrosa de la confiabilidad de la antigua
transmisión de las Escrituras Judías (AT) en el primer, segundo, y tercer siglo
a.C. (Josh McDowell, Evidence that Demands a Verdict, vol.1, Thomas Nelson
Publishers, 1979, 56, 57).
Los escribas hebreos que copiaron
las Escrituras Judías dedicaron sus vidas a preservar la exactitud de los
libros sagrados. Esos escribas se esmeraron para asegurar la confiabilidad de
los manuscritos. Eran muy bien entrenados y observaban meticulosamente,
contando cada letra, palabra y párrafo en relación con los rollos maestros. Un
solo error requería la destrucción inmediata del rollo entero. De hecho, la
tradición de escribas judíos fue mantenida hasta la invención de la imprenta a
mediados de los 1400 d.C. En cuanto a la exactitud de los manuscritos, el
reciente descubrimiento de los Rollos del Mar Muerto ha confirmado la
extraordinaria confiabilidad de este sistema escribano a lo largo de miles de
años (Various, Zondervan Handbook to the Bible, Zondervan Publishing House,
1999, 64-65).
Manuscritos del NT
Las evidencias de manuscritos a
favor del NT también son definitivas, con más de 5.300 copias conocidas y
fragmentos en el griego original, de los cuales cerca de 800 fueron copiados
antes del 1.000 d.C. (McDowell, The New Evidence that Demands a Verdict,
34-36).
Algunos textos manuscritos datan del
principio del segundo y tercer siglo, siendo el lapso entre los autógrafos
originales y nuestros fragmentos más antiguos existentes, extraordinariamente,
de tan solo 60 años (John Ryland's Gospel of John fragment, John Ryland's
Library of Manchester, England). Esta evidencia manuscrita sobrepasa por mucho
la confiabilidad de manuscritos de otros escritos antiguos que son considerados
auténticos cotidianamente.
El reconocido experto de la Biblia,
F.F. Bruce, declara: “No existe un conjunto de literatura antigua en el mundo
que disfrute de tal riqueza de buena testificación textual como el NT” (F.F.
Bruce, The Books and the Parchments: How We Got Our English Bible, Fleming H.
Revell Co., 1950, 178).
En términos reales, el NT es
fácilmente el escrito antiguo mejor testificado en términos del vasto número de
documentos, el tiempo transcurrido entre los eventos y el documento, y la
variedad de documentos disponibles para sustentar o contradecirlo. No existe nada
en evidencia de manuscritos antiguos que iguale tal disponibilidad textual e
integridad (Ravi K. Zacharias, Can Man Live Without God? Word Publishing, 1994,
162).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario