miércoles, 23 de agosto de 2017

La veracidad de la Biblia Parte III

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Manuscritos de la Biblia vs manuscritos de libros antiguos
Al comparar la Biblia con otros escritos antiguos, no tiene competencia como el trabajo literario mejor preservado de toda la antigüedad.

Observemos estas comparaciones:
- La Ilíada, de Homero, el más renombrado libro de la antigua Grecia, el es segundo trabajo literario mejor preservado de toda la antigüedad, con 643 copias de soporte de manuscritos descubiertas hasta la fecha. En esas copias, existen 764 líneas de texto en disputa, en comparación con las 40 líneas en todo el manuscrito del NT (Norman L. Geisler and William E. Nix, A General Introduction to the Bible, Moody, Chicago, Revised and Expanded 1986, 366-67). De hecho, mucha gente ignora que no existen manuscritos sobrevivientes de ninguna de las 37 obras de William Shakespeare (escritas en los años 1.600), y expertos han sido forzados a llenar algunas brechas en sus trabajos (http://shakespeare.com/faq/, Dana Spradley, Publisher, 2002). Esto palidece en comparación con más de 5.600 copias y fragmentos del NT en el griego original que, juntas, nos aseguran que nada se ha perdido. De hecho, todo el NT, excepto once versos menores, puede ser reconstruido fuera de la Biblia a partir de los escritos de líderes de la iglesia primitiva en los siglos II y III d.C. (McDowell, Evidence that Demands a Verdict, vol. 1, 50-51).
- "La Guerra de las Galias" de Julio César (sobreviven 10 manuscritos, con el más antiguo fechado 1.000 años después del manuscrito original).
- "Historia" de Plinio el Joven (7 manuscritos; pasaron 750 años).
- "Historia" de Tucidides (8 manuscritos; pasaron 1.300 años).
- "Historia" de Heródoto (8 manuscritos; pasaron 1.350 años).
- Anales de Platón (7 manuscritos, pasaron 1.300 años).
- Anales de de Tácito (20 manuscritos; 1.000 años).
- Sófocles (193 manuscritos; 1.400 años).
- Eurípides (9 manuscritos; 1.500 años).
- Aristóteles (49 manuscritos; 1.400 años).
- Mucha gente ignora que cada una de las 37 obras de William Shakespeare (escritas en los 1.600) tiene vacíos en los manuscritos que perduran, lo que ha forzado a los académicos a "llenar los espacios". Esto palidece en comparación con las más de 5.300 copias y fragmentos del NT que, conjuntamente, nos aseguran que nada se ha perdido. De hecho, todo el NT, excepto once versos, puede ser reconstruido fuera de la Biblia, a partir de los escritos de líderes de la iglesia primitiva en los siglos II y III (A General Introduction to the Bible, Cap. 24.)

El canon del NT
Otro ataque contra el origen divino de la Biblia es que los libros del NT fueron aceptados (canonizados) por hombres cientos de años después de que los libros fueron escritos, pero la realidad es que los padres de la primitiva iglesia cristiana manifiestan que la mayor parte de los libros del NT fueron aceptados como escritura casi de inmediato. Por ejemplo, en 2 Ped. 3:16, el escritor da por hecho que las cartas de Pablo ya eran consideradas escritura inspirada al mismo nivel que el AT. En 1 Tim. 5:18 Pablo relaciona una referencia del AT y una referencia del NT y las llama a ambas Escritura. La necesidad de canonizar el NT surgió por ciertas herejías que estaban circulando a través de la iglesia en los últimos años del segundo siglo. Por ejemplo, Marción creó su propia religión, enseñando solamente de 10 de las cartas de Pablo y algunas porciones de Lucas. Además los gnósticos, especialmente en Alejandría, estaban introduciendo nuevos conceptos a la doctrina cristiana, incluyendo nuevos evangelios.

Para los líderes de la era cristiana en la segunda mitad del segundo siglo, los cuatro evangelios eran la autoridad en sus enseñanzas. Cerca del 170 d.C., Ireneo citó 23 de los 27 libros del NT, omitiendo solo a Filemón, Santiago, 2 Pedro y 3 Juan. El fragmento Muratorio, escrito alrededor de la misma época, testifica acerca del amplio uso de los libros del NT con la excepción de Hebreos, Santiago, 1 Pedro y 2 Pedro. Sin embargo, otros padres de la iglesia ya habían citado estos libros omitidos en varios escritos, defendiéndose contra las doctrinas gnósticas. El Codees Barococcio del 206 d.C. incluye 64 de los 66 libros de la Biblia actual. Ester y el Apocalipsis fueron omitidos pero ya habían sido declarados como escritura inspirada por Justin el mártir, Ireneo, Clemente, Tertuliano y el canon Muratoriano. En el año 230 d.C., Orígenes declaró que todos los cristianos reconocían como escritura los cuatro Evangelios, los Hechos, las Epístolas de Pablo, 1 Pedro, 1 Juan y el Apocalipsis.

A principios del 300 d.C. todos los libros del NT eran usados en el cuerpo de la iglesia. En el 367 d.C. Anastasio circuló formalmente la Carta Pascual que mencionaba los 27 libros como canónicos. El Sínodo de Hipo (393 d.C.) y el tercer Sínodo de Cartago (397 d.C.) también reconocieron los 27 libros como canónicos. Además, durante esta época, influyentes padres de la iglesia como Jerome (340-420 d.C.) y Agustín (354-430 d.C.) publicaron sus listas de los 27 libros, completando así el NT.

Es importante recordar que el canon del NT no fue el resultado de ningún pronunciamiento de alguna iglesia oficial u organización. El canon fue determinado por el uso de estos libros desde el principio de la iglesia en los primeros dos siglos. El canon del NT fue más bien un proceso formal de aceptar la escritura ya reconocida para defenderse contra varias formas de gnosticismo y herejías que se estaban infiltrando en la creciente iglesia cristiana.

Acerca del NT, el Papiro Bodmer II contiene la mayor parte del Evangelio de Juan y data cerca de 150-200 d.C. El Papiro Chéster Beatty contiene grandes porciones del NT y data cerca del 200 d.C. El Código Vaticano, el manuscrito completo más antiguo del NT que hemos descubierto hasta el momento data del 325-350 d.C. El apóstol Juan, quién vivió con Jesús y aprendió de Jesús, escribió cinco de los libros del NT y murió en el año 100 d.C. Tenemos fragmentos del Evangelio de Juan que datan del 110-130 d.C, a solo 30 años de su muerte. Cuando comparamos la Biblia con otras obras antiguas de Platón, Homero o Tácito, el período de tiempo entre el original y la copia más reciente es muy corto.

Clemente de Roma fue martirizado en el año 100 d.C. En sus escritos cita a Mateo, Marcos, Lucas, Hechos, 1 Corintios, 1 Pedro, Hebreos y Tito. Las citas de Clemente corresponden en su totalidad con la Biblia que leemos hoy. De hecho, si perdiéramos todos los 5300 manuscritos griegos, todas las 10000 Vulgatas Latinas y todos los otros 9300 manuscritos antiguos, aún podríamos reconstruir todo el NT (con la excepción de 11 versos) con los escritos de los líderes de la iglesia primitiva quienes citaron el NT ampliamente. Tenemos preservadas más de 36000 citas del NT. La Biblia se mantiene hoy día como la mejor obra preservada de la antigüedad y su confiabilidad es indiscutible.

Cuando hablamos acerca de verdad bíblica muchos críticos dicen que la Iglesia primitiva corrompió los textos deliberadamente, pero la evidencia encontrada niega completamente estas afirmaciones.

La disciplina académica de "crítica textual" nos asegura que las traducciones de la Biblia que disponemos en la actualidad son esencialmente las mismas que los manuscritos antiguos de la Biblia, con excepción de unas pocas discrepancias intrascendentes que han sido introducidas a lo largo del tiempo a través de errores de copiado. Debemos recordar que la Biblia fue copiada a mano por cientos de años antes de la invención de la primera imprenta. No obstante, el texto está extremadamente bien preservado.

De las aproximadamente 20.000 líneas que conforman el NT entero, solo 40 líneas son cuestionadas. Estas 40 líneas representan un cuarto del 1% del texto entero, y no afectan de ninguna manera la enseñanza y doctrina del NT. Compare esto con la Ilíada de Homero: de las 15.600 líneas aproximadamente que conforman el clásico de Homero, 764 líneas están en discusión; estas 764 líneas representan más del 5% del texto entero, y aún así nadie parece cuestionar la integridad general de esa obra antigua.

En síntesis, la Biblia está mejor preservada -- por mucho -- que otras obras antiguas que se han leído y aceptado a lo largo de los años, de Homero, Platón, y Aristóteles. La Biblia no fue cambiada o interpretada a partir de textos antiguos. Simplemente, a medida que la Biblia fue llevada de país a país, fue traducida a lenguajes que no necesariamente se parecían a los lenguajes originales del griego, hebreo y arameo. Sin embargo, aparte de algunas diferencias gramaticales y culturales, los "manuscritos de la Biblia" son absolutamente fieles a su forma y contenido originales, y extraordinariamente bien preservados en sus variadas traducciones.

Septuaginta
Como se expuso antes, la Septuaginta (LXX) es el nombre dado a la antigua traducción griega de las Escrituras judías. Tuvo su origen en Alejandría, Egipto y fue traducida entre el 300 y el 200 a.C. Usada ampliamente por los judíos helenísticos, esta traducción griega se produjo porque muchos judíos dispersados por el imperio comenzaron a perder su idioma hebreo. El proceso de traducción del hebreo al griego le permitió a muchas personas no judías echar una ojeada al judaísmo. De acuerdo a un documento antiguo llamado La Carta de Aristeas, se cree que entre 70 (o 72) estudiosos judíos fueron comisionados durante el reino de Ptolomeo Philadelphus para llevar a cabo esta traducción. El término Septuaginta significa setenta en latín, y se le llamó así al texto para darle crédito a estos 70 estudiosos.

La Septuaginta fue también un recurso del AT para los cristianos de los primeros siglos después de Cristo. Muchos cristianos primitivos hablaban y escribían griego, por tanto se dejaban llevar por la Septuaginta para la mayor parte de su entendimiento del AT. El NT también fue influenciado por la Septuaginta ya que la mayor parte de las citas del AT en el NT son citas directas de la Septuaginta (aunque también hay citas de los textos hebreos). Los padres griegos de la iglesia cristiana también son conocidos por citar la Septuaginta. Hoy día, la Iglesia Ortodoxa Oriental también basa sus enseñazas del AT en la Septuaginta. Algunas traducciones modernas de la Biblia también usan la Septuaginta junto a textos hebreos como su fuente.

La Septuaginta contiene los 39 libros del canón del AT así como algunos libros apócrifos. El término Apócrifa fue acuñado por el estudioso de la Biblia del siglo quinto, Jerome, y generalmente se refiere a un grupo de antiguas escrituras judías realizadas durante el período del último libro de las Escrituras Judías, Malaquías hasta la llegada de Jesús. Los libros apócrifos incluyen a Judith, Tobit, Baruc, Sirac (o Eclesiástico), la Sabiduría de Salomón, 1 y 2 de Macabeos, los dos libros de Esdras, anexos al libro de Ester, anexos al libro de Daniel, y la Oración de Manasés.

Los libros apócrifos fueron incluidos en la Septuaginta por motivos históricos y culturales pero no han sido reconocidos como canónicos (inspirados por Dios) por los judíos ortodoxos o los cristianos protestantes. Muchos maestros de la reforma afirman que los libros apócrifos nunca fueron considerados parte de la escritura canónica judía; sin embargo, los Católicos Romanos, las iglesias Ortodoxas y otros grupos cristianos incluyen los libros apócrifos en su Biblia (con la excepción de los libros de Esdras y la Oración de Manasés).

Desde que la Septuaginta es una traducción, estudiosos especulan si refleja con precisión las escrituras hebreas del siglo segundo a.C. Un examen minucioso de la Septuaginta y el Texto Masorético (el texto Hebreo del AT) muestra pequeñas variaciones. ¿Son éstos errores de traducción? ¿O están la Septuaginta y el Texto Masorético basados en diferentes manuscritos hebreos? El descubrimiento de los Rollos del Mar Muerto ha ayudado a traer luz sobre este asunto. Estos rollos datan del 200 a.C y contienen partes de cada libro del AT con excepción del libro de Ester. Comparaciones entre los Rollos del Mar Muerto con el Texto Masorético y la Septuaginta demuestran que donde hay diferencias entre el Texto Masorético y la Septuaginta, aproximadamente el 95% de esas diferencias son compartidas entre los rollos del Mar Muerto y el Texto Masorético, mientras que solo 5% de esas diferencias son compartidas entre los Rollos del Mar Muerto y la Septuaginta. ¿Significa esto que la Septuaginta no es confiable y que nuestro AT ha sido forjado con fuentes contradictorias? No. Es esencial notar que estas variaciones son extremadamente menores (por ejemplo, errores gramaticales, diferencias de deletreo o palabras omitidas) y no afectan el significado de oraciones o párrafos (con excepción del libro de Jeremías, en el que pasajes completos están organizados de diferente manera); sin embargo, ninguna de estas diferencias afecta enseñanzas o doctrinas fundamentales de la Biblia.

La mayor parte de la Septuaginta, del Texto Masorético y de los Rollos del Mar Muerto es extraordinariamente similar y esto ha disipado teorías infundadas de que el Texto Bíblico ha sido corrompido con el tiempo y bajo conspiración. Más aún, estas variaciones no ponen en duda la infalibilidad de Dios al preservar su palabra. A pesar de que los documentos originales son inequívocos, los traductores y los escribas son seres humanos y por lo tanto, pueden cometer pequeños errores de traducción y al copiar (las reglas hebreas de los escribas testifican cuán exactos eran los escribas). Aún más, la Biblia es reiterativa en muchos temas dentro de su texto, y sus doctrinas fundamentales son reafirmadas más de una vez en diferentes libros. Si los errores gramaticales en algún momento hacen que algo no esté claro, lo mismo es clarificado más adelante en otros lugares de la Escritura; por otro lado, es recomendable estudiar la Biblia en varias versiones y así obtener una mejor interpretación del texto.

La Septuaginta y los Rollos del Mar Muerto establecen una pieza clave de evidencia para el cristianismo que las profecías del AT acerca de la venida del Mesías indiscutiblemente predatan la época en que Jesucristo caminó sobre la tierra. Todas las teorías del siglo primero d.C. acerca de conspiraciones y manipulación de profecías se caen cuando nos damos cuenta que declaraciones proféticas como Isaías 53 y el Salmo 22 estuvieron fijadas en forma escrita por lo menos 100 años antes de Cristo y probablemente muchas más. Nuevamente, a pesar del tiempo, la persecución y las escasas ocasiones de errores de los escribas, la Septuaginta es solo otro ejemplo de cómo el texto bíblico se ha mantenido fiel en su mensaje y su tema. La Santa Biblia es verdaderamente una carta preservada, divinamente inspirada por Dios y merece nuestro tiempo y atención (Is. 40:8).

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