Manuscritos de la Biblia vs
manuscritos de libros antiguos
Al comparar la Biblia con otros
escritos antiguos, no tiene competencia como el trabajo literario mejor
preservado de toda la antigüedad.
Observemos estas comparaciones:
- La Ilíada, de Homero, el más
renombrado libro de la antigua Grecia, el es segundo trabajo literario mejor
preservado de toda la antigüedad, con 643 copias de soporte de manuscritos
descubiertas hasta la fecha. En esas copias, existen 764 líneas de texto en
disputa, en comparación con las 40 líneas en todo el manuscrito del NT (Norman L.
Geisler and William E. Nix, A General Introduction to the Bible, Moody,
Chicago, Revised and Expanded 1986, 366-67). De hecho, mucha gente ignora que
no existen manuscritos sobrevivientes de ninguna de las 37 obras de William
Shakespeare (escritas en los años 1.600), y expertos han sido forzados a llenar
algunas brechas en sus trabajos (http://shakespeare.com/faq/, Dana Spradley,
Publisher, 2002). Esto palidece en comparación con más de 5.600 copias y
fragmentos del NT en el griego original que, juntas, nos aseguran que nada se
ha perdido. De hecho, todo el NT, excepto once versos menores, puede ser
reconstruido fuera de la Biblia a partir de los escritos de líderes de la
iglesia primitiva en los siglos II y III d.C. (McDowell, Evidence that Demands
a Verdict, vol. 1, 50-51).
- "La Guerra de las
Galias" de Julio César (sobreviven 10 manuscritos, con el más antiguo
fechado 1.000 años después del manuscrito original).
- "Historia" de Plinio el
Joven (7 manuscritos; pasaron 750 años).
- "Historia" de Tucidides (8
manuscritos; pasaron 1.300 años).
- "Historia" de Heródoto
(8 manuscritos; pasaron 1.350 años).
- Anales de Platón (7 manuscritos,
pasaron 1.300 años).
- Anales de de Tácito (20
manuscritos; 1.000 años).
- Sófocles (193 manuscritos; 1.400
años).
- Eurípides (9 manuscritos; 1.500
años).
- Aristóteles (49 manuscritos; 1.400
años).
- Mucha gente ignora que cada una de
las 37 obras de William Shakespeare (escritas en los 1.600) tiene vacíos en los
manuscritos que perduran, lo que ha forzado a los académicos a "llenar los
espacios". Esto palidece en comparación con las más de 5.300 copias y
fragmentos del NT que, conjuntamente, nos aseguran que nada se ha perdido. De
hecho, todo el NT, excepto once versos, puede ser reconstruido fuera de la
Biblia, a partir de los escritos de líderes de la iglesia primitiva en los
siglos II y III (A General Introduction to the Bible, Cap. 24.)
El canon del NT
Otro ataque contra el origen divino
de la Biblia es que los libros del NT fueron aceptados (canonizados) por
hombres cientos de años después de que los libros fueron escritos, pero la
realidad es que los padres de la primitiva iglesia cristiana manifiestan que la
mayor parte de los libros del NT fueron aceptados como escritura casi de
inmediato. Por ejemplo, en 2 Ped. 3:16, el escritor da por hecho que las cartas
de Pablo ya eran consideradas escritura inspirada al mismo nivel que el AT. En
1 Tim. 5:18 Pablo relaciona una referencia del AT y una referencia del NT y las
llama a ambas Escritura. La necesidad de canonizar el NT surgió por ciertas
herejías que estaban circulando a través de la iglesia en los últimos años del
segundo siglo. Por ejemplo, Marción creó su propia religión, enseñando
solamente de 10 de las cartas de Pablo y algunas porciones de Lucas. Además los
gnósticos, especialmente en Alejandría, estaban introduciendo nuevos conceptos
a la doctrina cristiana, incluyendo nuevos evangelios.
Para los líderes de la era cristiana
en la segunda mitad del segundo siglo, los cuatro evangelios eran la autoridad
en sus enseñanzas. Cerca del 170 d.C., Ireneo citó 23 de los 27 libros del NT,
omitiendo solo a Filemón, Santiago, 2 Pedro y 3 Juan. El fragmento Muratorio,
escrito alrededor de la misma época, testifica acerca del amplio uso de los
libros del NT con la excepción de Hebreos, Santiago, 1 Pedro y 2 Pedro. Sin
embargo, otros padres de la iglesia ya habían citado estos libros omitidos en
varios escritos, defendiéndose contra las doctrinas gnósticas. El Codees
Barococcio del 206 d.C. incluye 64 de los 66 libros de la Biblia actual. Ester
y el Apocalipsis fueron omitidos pero ya habían sido declarados como escritura
inspirada por Justin el mártir, Ireneo, Clemente, Tertuliano y el canon
Muratoriano. En el año 230 d.C., Orígenes declaró que todos los cristianos
reconocían como escritura los cuatro Evangelios, los Hechos, las Epístolas de
Pablo, 1 Pedro, 1 Juan y el Apocalipsis.
A principios del 300 d.C. todos los
libros del NT eran usados en el cuerpo de la iglesia. En el 367 d.C. Anastasio
circuló formalmente la Carta Pascual que mencionaba los 27 libros como
canónicos. El Sínodo de Hipo (393 d.C.) y el tercer Sínodo de Cartago (397
d.C.) también reconocieron los 27 libros como canónicos. Además, durante esta
época, influyentes padres de la iglesia como Jerome (340-420 d.C.) y Agustín
(354-430 d.C.) publicaron sus listas de los 27 libros, completando así el NT.
Es importante recordar que el canon
del NT no fue el resultado de ningún pronunciamiento de alguna iglesia oficial
u organización. El canon fue determinado por el uso de estos libros desde el
principio de la iglesia en los primeros dos siglos. El canon del NT fue más
bien un proceso formal de aceptar la escritura ya reconocida para defenderse
contra varias formas de gnosticismo y herejías que se estaban infiltrando en la
creciente iglesia cristiana.
Acerca del NT, el Papiro Bodmer II
contiene la mayor parte del Evangelio de Juan y data cerca de 150-200 d.C. El
Papiro Chéster Beatty contiene grandes porciones del NT y data cerca del 200
d.C. El Código Vaticano, el manuscrito completo más antiguo del NT que hemos
descubierto hasta el momento data del 325-350 d.C. El apóstol Juan, quién vivió
con Jesús y aprendió de Jesús, escribió cinco de los libros del NT y murió en
el año 100 d.C. Tenemos fragmentos del Evangelio de Juan que datan del 110-130
d.C, a solo 30 años de su muerte. Cuando comparamos la Biblia con otras obras
antiguas de Platón, Homero o Tácito, el período de tiempo entre el original y
la copia más reciente es muy corto.
Clemente de Roma fue martirizado en
el año 100 d.C. En sus escritos cita a Mateo, Marcos, Lucas, Hechos, 1
Corintios, 1 Pedro, Hebreos y Tito. Las citas de Clemente corresponden en su
totalidad con la Biblia que leemos hoy. De hecho, si perdiéramos todos los 5300
manuscritos griegos, todas las 10000 Vulgatas Latinas y todos los otros 9300
manuscritos antiguos, aún podríamos reconstruir todo el NT (con la excepción de
11 versos) con los escritos de los líderes de la iglesia primitiva quienes
citaron el NT ampliamente. Tenemos preservadas más de 36000 citas del NT. La
Biblia se mantiene hoy día como la mejor obra preservada de la antigüedad y su
confiabilidad es indiscutible.
Cuando hablamos acerca de verdad
bíblica muchos críticos dicen que la Iglesia primitiva corrompió los textos
deliberadamente, pero la evidencia encontrada niega completamente estas
afirmaciones.
La disciplina académica de
"crítica textual" nos asegura que las traducciones de la Biblia que
disponemos en la actualidad son esencialmente las mismas que los manuscritos
antiguos de la Biblia, con excepción de unas pocas discrepancias intrascendentes
que han sido introducidas a lo largo del tiempo a través de errores de copiado.
Debemos recordar que la Biblia fue copiada a mano por cientos de años antes de
la invención de la primera imprenta. No obstante, el texto está extremadamente
bien preservado.
De las aproximadamente 20.000 líneas
que conforman el NT entero, solo 40 líneas son cuestionadas. Estas 40 líneas
representan un cuarto del 1% del texto entero, y no afectan de ninguna manera
la enseñanza y doctrina del NT. Compare esto con la Ilíada de Homero: de las
15.600 líneas aproximadamente que conforman el clásico de Homero, 764 líneas
están en discusión; estas 764 líneas representan más del 5% del texto entero, y
aún así nadie parece cuestionar la integridad general de esa obra antigua.
En síntesis, la Biblia está mejor
preservada -- por mucho -- que otras obras antiguas que se han leído y aceptado
a lo largo de los años, de Homero, Platón, y Aristóteles. La Biblia no fue
cambiada o interpretada a partir de textos antiguos. Simplemente, a medida que
la Biblia fue llevada de país a país, fue traducida a lenguajes que no
necesariamente se parecían a los lenguajes originales del griego, hebreo y
arameo. Sin embargo, aparte de algunas diferencias gramaticales y culturales,
los "manuscritos de la Biblia" son absolutamente fieles a su forma y
contenido originales, y extraordinariamente bien preservados en sus variadas
traducciones.
Septuaginta
Como se expuso antes, la Septuaginta
(LXX) es el nombre dado a la antigua traducción griega de las Escrituras judías.
Tuvo su origen en Alejandría, Egipto y fue traducida entre el 300 y el 200 a.C.
Usada ampliamente por los judíos helenísticos, esta traducción griega se
produjo porque muchos judíos dispersados por el imperio comenzaron a perder su
idioma hebreo. El proceso de traducción del hebreo al griego le permitió a
muchas personas no judías echar una ojeada al judaísmo. De acuerdo a un
documento antiguo llamado La Carta de Aristeas, se cree que entre 70 (o 72)
estudiosos judíos fueron comisionados durante el reino de Ptolomeo Philadelphus
para llevar a cabo esta traducción. El término Septuaginta significa setenta en
latín, y se le llamó así al texto para darle crédito a estos 70 estudiosos.
La Septuaginta fue también un
recurso del AT para los cristianos de los primeros siglos después de Cristo.
Muchos cristianos primitivos hablaban y escribían griego, por tanto se dejaban
llevar por la Septuaginta para la mayor parte de su entendimiento del AT. El NT
también fue influenciado por la Septuaginta ya que la mayor parte de las citas
del AT en el NT son citas directas de la Septuaginta (aunque también hay citas
de los textos hebreos). Los padres griegos de la iglesia cristiana también son
conocidos por citar la Septuaginta. Hoy día, la Iglesia Ortodoxa Oriental
también basa sus enseñazas del AT en la Septuaginta. Algunas traducciones
modernas de la Biblia también usan la Septuaginta junto a textos hebreos como
su fuente.
La Septuaginta contiene los 39
libros del canón del AT así como algunos libros apócrifos. El término Apócrifa
fue acuñado por el estudioso de la Biblia del siglo quinto, Jerome, y
generalmente se refiere a un grupo de antiguas escrituras judías realizadas
durante el período del último libro de las Escrituras Judías, Malaquías hasta
la llegada de Jesús. Los libros apócrifos incluyen a Judith, Tobit, Baruc,
Sirac (o Eclesiástico), la Sabiduría de Salomón, 1 y 2 de Macabeos, los dos
libros de Esdras, anexos al libro de Ester, anexos al libro de Daniel, y la
Oración de Manasés.
Los libros apócrifos fueron incluidos
en la Septuaginta por motivos históricos y culturales pero no han sido
reconocidos como canónicos (inspirados por Dios) por los judíos ortodoxos o los
cristianos protestantes. Muchos maestros de la reforma afirman que los libros
apócrifos nunca fueron considerados parte de la escritura canónica judía; sin
embargo, los Católicos Romanos, las iglesias Ortodoxas y otros grupos
cristianos incluyen los libros apócrifos en su Biblia (con la excepción de los
libros de Esdras y la Oración de Manasés).
Desde que la Septuaginta es una
traducción, estudiosos especulan si refleja con precisión las escrituras
hebreas del siglo segundo a.C. Un examen minucioso de la Septuaginta y el Texto
Masorético (el texto Hebreo del AT) muestra pequeñas variaciones. ¿Son éstos
errores de traducción? ¿O están la Septuaginta y el Texto Masorético basados en
diferentes manuscritos hebreos? El descubrimiento de los Rollos del Mar Muerto
ha ayudado a traer luz sobre este asunto. Estos rollos datan del 200 a.C y
contienen partes de cada libro del AT con excepción del libro de Ester.
Comparaciones entre los Rollos del Mar Muerto con el Texto Masorético y la
Septuaginta demuestran que donde hay diferencias entre el Texto Masorético y la
Septuaginta, aproximadamente el 95% de esas diferencias son compartidas entre
los rollos del Mar Muerto y el Texto Masorético, mientras que solo 5% de esas
diferencias son compartidas entre los Rollos del Mar Muerto y la Septuaginta.
¿Significa esto que la Septuaginta no es confiable y que nuestro AT ha sido
forjado con fuentes contradictorias? No. Es esencial notar que estas
variaciones son extremadamente menores (por ejemplo, errores gramaticales,
diferencias de deletreo o palabras omitidas) y no afectan el significado de
oraciones o párrafos (con excepción del libro de Jeremías, en el que pasajes
completos están organizados de diferente manera); sin embargo, ninguna de estas
diferencias afecta enseñanzas o doctrinas fundamentales de la Biblia.
La mayor parte de la Septuaginta,
del Texto Masorético y de los Rollos del Mar Muerto es extraordinariamente
similar y esto ha disipado teorías infundadas de que el Texto Bíblico ha sido
corrompido con el tiempo y bajo conspiración. Más aún, estas variaciones no
ponen en duda la infalibilidad de Dios al preservar su palabra. A pesar de que
los documentos originales son inequívocos, los traductores y los escribas son
seres humanos y por lo tanto, pueden cometer pequeños errores de traducción y
al copiar (las reglas hebreas de los escribas testifican cuán exactos eran los
escribas). Aún más, la Biblia es reiterativa en muchos temas dentro de su
texto, y sus doctrinas fundamentales son reafirmadas más de una vez en
diferentes libros. Si los errores gramaticales en algún momento hacen que algo
no esté claro, lo mismo es clarificado más adelante en otros lugares de la
Escritura; por otro lado, es recomendable estudiar la Biblia en varias
versiones y así obtener una mejor interpretación del texto.
La Septuaginta y los Rollos del Mar
Muerto establecen una pieza clave de evidencia para el cristianismo que las
profecías del AT acerca de la venida del Mesías indiscutiblemente predatan la
época en que Jesucristo caminó sobre la tierra. Todas las teorías del siglo
primero d.C. acerca de conspiraciones y manipulación de profecías se caen
cuando nos damos cuenta que declaraciones proféticas como Isaías 53 y el Salmo
22 estuvieron fijadas en forma escrita por lo menos 100 años antes de Cristo y
probablemente muchas más. Nuevamente, a pesar del tiempo, la persecución y las
escasas ocasiones de errores de los escribas, la Septuaginta es solo otro
ejemplo de cómo el texto bíblico se ha mantenido fiel en su mensaje y su tema.
La Santa Biblia es verdaderamente una carta preservada, divinamente inspirada
por Dios y merece nuestro tiempo y atención (Is. 40:8).
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