lunes, 22 de febrero de 2016

El ayuno bíblico Parte VIII


g. ¿Qué beneficios espirituales trae la práctica del ayuno bíblico?

Durante este estudio se han expuesto ya muchísimos beneficios espirituales que se obtienen al ayunar correctamente para Dios; no obstante, vamos a considerar algunos de ellos:

- Usted y yo necesitamos a Dios, aunque la mayoría de las personas no ven ni entienden la necesidad de Dios en sus vidas porque ellos ignoran al Señor y no reconocen su poder, su gracia y su favor. Es más, ellos mismos se dan crédito por todo lo que tienen y por todo lo que hacen (Dn. 4:29-37). Debido a que son orgullosos y vanidosos no entienden que Dios es quien les da vida y aliento (Job 12:9, 10).

Incluso aquellos que creen en Dios, que admiten que son débiles y necesitan la fuerza y orientación de Dios, pueden no entender completamente esto. Decir algo y comprenderlo bien son dos cosas diferentes.

Job se dio cuenta de su insuficiente personal después de un largo período de pruebas y aflicciones, cuando dijo: “De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven. Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza” (Job 42:5, 6).

Su mente y su corazón pueden engañarle a pensar que usted está bien, que no necesita a Dios, o que está cerca de él, cuando la realidad es todo lo contrario. Dios lo resume en Jer. 17:9: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?”

¡Es fácil engañarnos a nosotros mismos!

Un cristiano tratando de obedecer a Dios pelea una batalla constante. El apóstol Pablo explica: “Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo” (Rom. 7:18).

Existe una parte en usted que simplemente no quiere obedecer: “Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden” (Rom. 8:7).
  
Si usted se humilla ante Dios a través del ayuno, él está listo y puede ayudarle (Sal. 34:15). Cuanto usted siente el hambre y la sed a nivel físico (en el ayuno), la magnitud de su dependencia de Dios se hace evidente. Entonces se da cuenta de cuánto necesita lo que él ha creado: la tierra, la lluvia, y la comida física para sostener su vida temporal. Incluso el aire que respiramos proviene de Dios. ¿Cuánto tiempo podríamos vivir sin estos elementos?

Cuán débiles e insuficientes nos sentimos cuando ayunamos (con mareos, falta de energía, con mal aliento y sintiendo bastante sed después de varias horas de ayuno). Nos damos cuenta de lo mucho que necesitamos a Dios para mantener nuestra vida en todos los sentidos y el ayuno nos ayuda a recordarlo.

Usted podría estar dispuesto a admitir esto sin ayuno, pero afligirse a sí mismo trae entendimiento porque usted lo siente y lo experimenta (no es algo meramente intelectual o teórico); además, es una práctica que la Biblia aprueba y estimula en el creyente que tiene hambre y sed de Dios.

- El ayuno le ayudará a acercarse más a Dios y a humillarse de forma más completa. El rey David dijo: “Afligí con ayuno mi alma” (Sal. 35:13) y David fue hombre guiado por Dios, sabio, con tantas virtudes, que el Señor lo reconoció como su siervo y lo respaldó en lo que emprendió (aunque también tuvo muchos defectos). A menos que usted esté dispuesto a humillarse, no podrá estar cerca de su Creador ni verá la gloria de Dios en su vida (1 Ped. 5:6, 7).

Esto es importante. Fíjese en Stg. 4:6: “Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes”. Si usted es soberbio (orgulloso, altivo, arrogante, autosuficiente, dependiente de sí mismo), tendrá muchos problemas para seguir a Cristo. Él no puede y no va a trabajar de forma efectiva con una mente orgullosa, pero cuando ayuna, usted se humilla, se acerca a Dios, y él se acerca a usted. Si confía en él para recibir su fuerza, él lo exaltará. Entonces, someterse a Dios (obedecerle y rendirse ante él) le dará la fuerza para resistir al diablo. El ayuno (acompañado de una vida de obediencia a Dios) es un arma poderosa contra Satanás; no tendrá más remedio que huir de usted; él no puede llegar a usted cuando está cerca de Dios.

Las batallas espirituales se ganan con oración y ayuno, como dice Pablo: “porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” (2 Cor. 10:4, 5).

Qué tan importante es esto para un verdadero seguidor de Cristo.

“Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones. Afligíos, y lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza. Humillaos delante del Señor, y él os exaltará” (Stg. 4:7-10).

Observe cómo habla de humillarse a sí mismo, con llanto y lamento. Todo esto es parte del ayuno. Haga esto, y en la medida en que usted se rinde a Dios, él se manifestará en usted.

- El ayuno es un principio de entrega y devoción establecido por Dios. Jesús lo enseñó y nosotros debemos ayunar de forma periódica para alcanzar mayor madurez espiritual porque el ayuno trae recompensa de acuerdo al propósito por el que se ayune (Mt. 6:17, 18).

- A medida que nosotros menguamos y morimos a nosotros mismos, sometiendo nuestra naturaleza en oración y ayuno en la presencia de Dios, la vida espiritual crece y el Señor es glorificado en nosotros. Somos fortalecidos y renovados como creyentes, como dice Pablo: “aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día” (2 Cor. 4:16).

Este versículo aplica a nuestra travesía temporal diaria en esta tierra; a medida que privamos al cuerpo con el ayuno (con humildad y motivos correctos), nuestro hombre espiritual es fortalecido, renovado y nuestros sentidos se agudizan.

- El ayuno bíblico nos lleva a una unión más íntima con Dios porque nuestros cuerpos están siendo privados de alimento y/o bebida con el propósito de acercarnos a Dios en oración, adoración, meditación y estudio de la Biblia.

- La vida de un cristiano es una carrera de maratón (Sal. 25:9; Ecl. 9:11; Hch. 20:24; 2 Tim. 4:7), no una carrera de velocidad porque muchos corren al principio pero después se cansan y se retiran del evangelio. Seguir a Cristo representa pruebas, tentaciones, desprecios y tribulaciones. La voluntad humana no puede ayudarlo a lograr esto. Usted necesita la ayuda, la sabiduría y la fuerza de Dios, las cuales el ayuno y la oración favorecen.

El ayuno le muestra a Dios que usted está dispuesto a confiar en su fuerza para liberarle (no en la suya propia), pero también le enseña a usted a depender de él para todo (ayuda para vencer el pecado, liberación en tiempos de angustia y oraciones respondidas).

- El ayuno sirve para crecer espiritualmente pero también es útil cuando haya una necesidad apremiante, cuando sintamos frialdad espiritual, cuando nuestra vida esté en peligro, cuando haya que ministrar a otros de parte de Dios, cuando necesitemos un milagro de Dios, cuando oremos por un endemoniado, cuando alguna atadura no nos deje avanzar, etc.

Una sincera actitud de arrepentimiento, humillarse ante Dios y ayunar, dan resultado. Si Dios tuvo piedad del malvado Acab y de la ciudad de Nínive cuando ayunaron y se arrepintieron, ¿cuánto más escuchará las oraciones de sus hijos y les va a ayudar cuando ayunen en tiempo de necesidad?

Los cristianos que oran y ayunan correctamente por cualquier problema o necesidad salen victoriosos porque ven la poderosa mano del Señor obrando.

- Dios escucha todas nuestras oraciones si le obedecemos, pero cuando la necesidad de una respuesta es grande, el ayuno, junto con la oración, es muy eficaz. Dios se da cuenta y responde cuando ve lo serio que es y qué tan importante es su Palabra para usted.

- Los ministerios y las iglesias que ayunan conforme a las Escrituras se convierten en canales de bendición a favor de los que necesitan de Dios porque estos creyentes tienen mayor potencial para ser más espirituales y más consagrados al servicio del Señor.
 
- Ayune para buscar la voluntad de Dios ¿Quiere saber cuál es la voluntad de Dios para usted en cualquier asunto? Entonces siga el ejemplo de Pablo. Cuando Cristo se manifestó a Pablo en el camino a Damasco, Pablo ayunó mientras esperaba para saber lo que Cristo quería que él hiciera, es decir, quería conocer su voluntad (Hch. 9:6-9). Asimismo, cuando enfrente decisiones importantes en su vida y necesite saber cuál es la voluntad de Dios sobre un tema en particular, ayune y acérquese a Dios, estudie su Palabra, lea y medite en todas las Escrituras que sean pertinentes a su asunto. Presente su petición a Dios mediante la oración; busque su orientación y su ayuda. Indague su voluntad y él le mostrará lo que debe hacer.

Conclusiones
- El ayuno bíblico y eficaz cosechará grandes frutos. Utilizado adecuadamente, el ayuno le llevará más cerca de Dios para conocer su voluntad, su guía, su dirección, su ayuda, su fuerza y su favor.

- El ayuno es un arma poderosa que Satanás no desea que usted conozca y la ponga en práctica.

Ahora usted puede ver por qué el ayuno es una herramienta tan esencial y tan especial en la vida cristiana.

martes, 16 de febrero de 2016

El ayuno bíblico Parte VII


e. ¿Qué propósitos debe tener el ayuno?

Ya hemos revisado en la Biblia qué tipo de ayunos se realizaron y los motivos que llevaron a los creyentes a orar en la presencia de Dios; asimismo, cuando tenemos el deseo de ayunar para Dios, debemos establecer propósitos que guíen nuestra oración; por ejemplo:

- Buscar una comunicación más directa con Dios y una vida de oración, devoción, consagración, entrega y humillación sincera.
- Procurar una relación personal más significativa con el Señor, en la cual él nos hable al corazón.
- Recibir de Dios instrucciones y mandamientos precisos a través de su Palabra, conforme a nuestra necesidad.
- Tener un tiempo de reflexión y examinar nuestro corazón y nuestra vida en comunión con Dios.
- Buscar dirección, respuesta y palabra de parte del Señor.
- Reconciliarse con Dios con un corazón arrepentido para cambiar el rumbo de nuestra vida.
- Aprender a desarrollar más el dominio propio y alcanzar mayor sensibilidad espiritual.
- Obtener una visión más clara y profunda de la perfecta voluntad de Dios.
- Someter nuestra naturaleza humana (la carne) a la naturaleza divina (el Espíritu), rindiendo nuestra voluntad y nuestro ego a los pies de Cristo, en oración y dominio propio.
- Afrontar una crisis personal, familiar o en un lugar (sector, ciudad o país).
- Interceder a favor de una nación o un pueblo, suplicando a Dios su perdón y su misericordia.
- Recibir poder espiritual para enfrentar las tinieblas y echar fuera demonios en el nombre de Jesús.
- Recibir gracia, poder y sabiduría para ser testigos de Cristo y hacer discípulos en donde Dios nos abra puertas para llevar el evangelio.
- Recibir poder de Dios para orar por las personas que necesitan de su favor (los afligidos, los desanimados, los enfermos, etc.)

Para que todos estos propósitos se cumplan, el ayuno debe de ir acompañando de oración, adoración, lectura, meditación y estudio de la Biblia, ya que todo esto promueve un proceso integral de comunión con Dios. Por tanto, cuando tomemos un tiempo para orar, ayunar y buscar el rostro de Dios, siempre su guía estará en armonía con la Biblia; de lo contrario, no debemos dejarnos llevar por visiones, sueños, supuestas revelaciones, suposiciones, ilusiones o deducciones personales que puedan parecer como de parte de Dios porque el Señor no se contradice sino que es un Dios de orden.

f. ¿Cuáles son las claves para hacer un ayuno eficaz?

Ya hemos leído diversas referencias de la Biblia sobre el ayuno y hemos analizado cómo debe realizarse y cómo no debe realizarse; sin embargo, a continuación se establecerán cuáles son las condiciones bíblicas para un ayuno que realmente nos permita ver respuestas y resultados de parte de Dios:

- Sea consciente del precio que debemos pagar
Cuando usted ayuna, está afligiendo su cuerpo; puede sentirse lento o con falta de energía, su estómago le puede doler y siente sed. Si usted es un bebedor regular de café o gaseosa, a veces podría experimentar dolor de cabeza a causa de la cafeína. Incluso podría sentir como que se va a morir, pero no esto no sucederá. Es más, su cuerpo estará aún “comiendo”, incluso si usted no lo está haciendo porque éste usará sus reservas. Usted puede sobrevivir sin comida y sin agua por unas horas (o por un 1 día) y nuestro Creador conoce mejor que cualquiera cómo funciona su cuerpo; él no le diría a usted que haga algo que es imposible.

- Separe bien el tiempo
En pocas ocasiones, el ayuno es conveniente, placentero o agradable (humanamente hablando); por tanto, no es una cuestión de hacerlo espontáneamente o cuando nos sintamos a gusto ayunando porque siempre habrá una excusa para no hacerlo o para postergar el ayuno. Usted debe sacar el tiempo para hacerlo; revise su agenda y programe un día que tenga la disponibilidad y no permita que nada ni nadie estorbe su propósito con Dios. Por ejemplo, un día en el cual puede hacer un retiro personal con Dios o en la iglesia local, es un día festivo, un domingo o un día en semana que no tenga tantos compromisos en el hogar o en el trabajo. Obviamente, hay casos en los cuales, debido al trabajo o las ocupaciones, se hace difícil sacar un día de oración y ayuno en el secreto porque es necesario llevar a cabo tareas diarias (cada uno debe evaluar si estaría en condiciones de ayunar en su trabajo, en el hogar o en otras actividades). Definitivamente, el ayuno es mejor que se produzca en un tiempo libre pero Dios te guiará a hacer todo con orden y para agradarle a él. Por otra parte, debemos tomar tiempo para estar en familia, descansar, salir a pasear, recrearnos sanamente, hacer deporte, etc. El Señor nos de entendimiento en todo (2 Tim. 2:7) para que seamos sabios y equilibrados en cada área de nuestra vida.

- Tenga una actitud correcta
Las personas en el mundo ayunan por muchas razones, pero la mayoría no lo hace con la actitud correcta. Muchos ayunan para obtener beneficios personales solamente o para imponer su voluntad sobre Dios, pero durante un ayuno debemos buscar la voluntad de Dios (no la nuestra).
  
- Ayune con frecuencia
Mientras más ayune, más fácil será desarrollar una vida de oración fructífera y eficaz; además, su cuerpo se irá acostumbrando a esta disciplina espiritual, pero tenga presente que es la actitud (y no la frecuencia) lo que verdaderamente cuenta ante Dios.

- Ayune un día a la vez
El ayuno efectivo debe comenzar al menos por un día, haciendo que usted pierda dos comidas (desayuno y almuerzo) o tres comidas (desayuno, almuerzo y comida). Sería ideal empezar el ayuno con oración y estudio bíblico desde temprano en la mañana (7 a 8am) y terminar en la tarde o en la noche, a la hora que estime conveniente (dependiendo de la situación personal y el tiempo disponible). En otro caso, no deberíamos hacer un ayuno tan corto que solo perdamos el desayuno porque el tiempo destinado a la oración y al estudio bíblico sería demasiado corto.

Nota: posteriormente, se explicará cómo debería hacerse un ayuno de varios días en caso de que el Señor nos guíe a realizarlo.

- Tenga en cuenta para antes del ayuno
Prepárese adecuadamente. Un día o dos antes de comenzar el ayuno, reduzca la cantidad de alimentos que come. Hartarse antes del ayuno no es prudente. También podrá experimentar mareos y mal aliento; tenga en cuenta que su cuerpo va a estar eliminando toxinas; por eso, es recomendable beber mucha agua un día antes del ayuno.

- Tenga en cuenta para después del ayuno
Al reanudar la comida, comience con alimentos ligeros; no coma pesado de inmediato.

- Use herramientas espirituales para enriquecer el ayuno
Como tenemos propósitos claros para ayunar, el tiempo del ayuno debe ser bien empleado en la búsqueda de Dios (especialmente en la oración); sin embargo, podemos complementar la oración con lectura y estudio bíblico, adoración espontánea, cánticos espirituales… en fin, todo lo que sea edificante y útil para el alma. Todo esto debe hacerse en su justa medida (sin restar valor a la oración personal o como iglesia). Pidamos al Espíritu Santo que nos guíe a toda verdad  y según su voluntad.

- Tenga una apariencia física adecuada
Recuerde lo que Cristo dijo en Mt. 6:16-18. Báñese como usted lo haría normalmente; peine su cabello y utilice loción para tener un olor agradable; vístase y actúe con naturalidad; lávese los dientes bien. Que nadie note que estamos ayunando debido a una apariencia desaliñada y desordenada.

- Ayune en secreto y con humildad
El ayuno no debe ser una muestra de piedad ante los demás porque no es una prueba de espiritualidad. Determine no decir a nadie cuánto tiempo y con qué frecuencia usted ayuna; sin embargo, en ciertas ocasiones puede ser necesario comunicarlo para no recibir comida en la casa o para unirse varios creyentes en ayuno sobre el mismo asunto; en estos casos, no mantener el ayuno en secreto es comprensible.

- Procure andar rectamente para con Dios y en armonía con el prójimo
El ayuno requiere respeto y seriedad ante Dios y debe estar acompañado de una vida piadosa delante de él. Con esto no se quiere decir que el creyente sea perfecto, pero antes de ofrecer un ayuno a Dios debemos examinarnos, considerar nuestra conducta ante Dios y ante los hombres, reconciliarnos con el prójimo, estar libres de rencillas, pleitos, amargura, iras y enojos en el corazón. Además, nuestra vida cristiana debe estar a la altura de las demandas de Dios, dando frutos dignos de Cristo: amor, paz, bondad, fe, esperanza, santidad, obediencia, paciencia, humildad, excelencia, etc.

“Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo” (Ef. 4:26, 27).

- Ayune con ruegos y súplicas ante Dios
La oración y el ayuno deberían estar acompañados de llanto, clamor profundo y súplicas ante el Señor (2 Sam. 12:16; Neh. 1:4). 

viernes, 12 de febrero de 2016

El ayuno bíblico Parte VI


- Jesús enseñó algunos principios esenciales sobre el ayuno; por ejemplo:

“Cuando ayunéis, no seáis austeros, como los hipócritas; porque ellos demudan sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público” (Mt. 6:16-18).

La palabra austeros viene del griego skudsropós que habla de un semblante iracundo, alicaído o demostrando una apariencia lamentable y triste. Otra traducción hace referencia a tener el rostro desfigurado o afeado; de hecho, los judíos del tiempo de Jesús solían andar desaliñados y con cenizas en la cabeza cuando ayunaban para denotar una actitud más piadosa, pero el Señor nos enseña que el ayuno es para Dios y no para mostrarnos ante los hombres como personas espirituales o justas. Además, Jesús demuestra que el Padre se agrada del ayuno que se hace de corazón para él y promete que habrá una recompensa en público para quienes buscan el rostro de Dios con oración y ayuno.

“Entonces vinieron a él los discípulos de Juan, diciendo: ¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos muchas veces, y tus discípulos no ayunan? Jesús les dijo: ¿Acaso pueden los que están de bodas tener luto entre tanto que el esposo está con ellos? Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces ayunarán. Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo; porque tal remiendo tira del vestido, y se hace peor la rotura. Ni echan vino nuevo en odres viejos; de otra manera los odres se rompen, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero echan el vino nuevo en odres nuevos, y lo uno y lo otro se conservan juntamente” (Mt. 9:14-17).

Los discípulos de Juan el Bautista y los fariseos ayunaban muchas veces pero no tenían la claridad de la enseñanza de Jesús con respecto al ayuno; además, muchos de ellos todavía no conocían a Jesús como Salvador ni entendían el valor de su encarnación, mientras que los discípulos de Jesús tenían mayor contacto con él, escuchaban sus enseñanzas y eran testigos de primera mano de sus obras extraordinarias; por este motivo, no era necesario ayunar mientras estaban con Jesús; sin embargo, cuando Jesús partiera al cielo necesitarían ayunar y el Espíritu Santo confirma en el N.T. que la práctica del ayuno siguió en la Iglesia del Señor y en los que predicaron el evangelio.

El ayuno debe hacerse en el Espíritu y en la Gracia de Cristo, no bajo una mentalidad religiosa. El vestido viejo y los odres viejos aplican a la Ley de Moisés (y a la vida en la carne) y el paño nuevo y los odres nuevos aplican a la Gracia de Cristo (y a la nueva vida en Cristo). Jesús mostró que el ayuno (practicado correctamente y bajo la Gracia) es para la nueva criatura, para personas convertidas de corazón a él. El ayuno bíblico no es para los no convertidos ni para gente que vive según la carne o según los hombres porque tienden a confiar en sus obras para ser justificados ante Dios y para sentirse superiores a otros.

 - Jesús explicó a los discípulos que ciertos actos espirituales requieren una preparación más específica. El contexto de esta enseñanza fue el intento fallido de los discípulos para echar fuera un demonio de un muchacho (Mr. 9:14-29). El reproche del Señor hacia los discípulos estuvo más enfocado en su incredulidad (v. 19) pero al final les muestra la necesidad de la oración y el ayuno para enfrentar este tipo de situaciones espirituales (Mr. 9:29); por este motivo también es que el Señor dijo que sus discípulos ayunarían después de su partida (Mt. 9:15), ya que necesitarían fortalecer su fe y depender más de Dios en oración y ayuno para cumplir la gran comisión de ir y hacer discípulos a todas las naciones.

Mientras Cristo estuvo con los discípulos en la tierra, Cristo era Dios manifestado en carne. Él estaba aquí mismo. Sus discípulos habían tenido contacto cercano, todos los días con él. Podían hacerle preguntas en cualquier momento, y Cristo estaba allí, enseñándoles, ayudándoles y exhortándolos. Los discípulos podían tocar e incluso abrazar a Cristo. ¿Cuánto más cerca podrían haber estado? Además, Jesús les otorgó autoridad hasta el punto que tuvieron poder para predicar, sanar a los enfermos, y echar fuera demonios. Por lo tanto, no había necesidad de que ayunaran, pero cuando Cristo regresó a la diestra del Padre en el cielo, el ayuno se volvió necesario. No fue tan fácil para los discípulos mantenerse sintonizados en el pensamiento de Cristo o ver su voluntad en sus vidas. Se acordaron de la advertencia de Cristo sobre ayunar, y al hacerlo, pudieron mantener y hacer crecer más allá el nivel de comprensión espiritual que habían logrado mientras Jesús estaba en la tierra.

El nuevo pacto está basado en la verdad de que lo hemos recibido todo en Cristo: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo” (Ef. 1:3). No obstante, nosotros cooperamos con el Espíritu, ejercitando nuestra vida espiritual con oración, meditación y estudio de la Palabra de Dios. Adicionalmente a todas estas prácticas espirituales, los cristianos también emplean la disciplina del ayuno, lo cual ha sido una actividad conocida en el A.T y que Dios aprueba en el N.T.

- Pablo ayunó 3 días después de ser visitado por el mismo Jesús en el camino a Damasco.

“Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos, no veía a nadie; así que, llevándole por la mano, le metieron en Damasco, donde estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió” (Hch. 9:8, 9).

En medio de este ayuno, el Señor le dio una palabra que marcó su vida para siempre; miremos lo que dice la Biblia: “El Señor le dijo: Vé, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel; porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre” (Hch. 9:15, 16). 

- El ayuno hizo parte de la vida espiritual de la iglesia del N.T.; por ejemplo, vemos que en la iglesia de Antioquía se manifestó el Espíritu Santo en medio de la oración y el ayuno; en este ambiente espiritual ellos fueron guiados a enviar a dos mensajeros a cumplir la obra que Dios les encomendó.

“Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros: Bernabé, Simón el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén el que se había criado junto con Herodes el tetrarca, y Saulo. Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado. Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron” (Hch. 13:1-3).

- Asimismo, vemos que la oración y el ayuno fueron un elemento clave en el desarrollo de las iglesias que se iban levantando y en la constitución de personas idóneas para administrar cada congregación.

“Y después de anunciar el evangelio a aquella ciudad y de hacer muchos discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios. Y constituyeron ancianos en cada iglesia, y habiendo orado con ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían creído” (Hch. 14:21-23).

- Pablo relata en sus cartas gran parte de sus vivencias como cristiano y como predicador del evangelio; entre lo que cuenta, él habla de ayunos, lo cual revela que la vida de oración de Pablo estuvo acompañada frecuentemente del ayuno como una disciplina espiritual que le ayudó en su relación con Dios y en el ministerio.

“en azotes, en cárceles, en tumultos, en trabajos, en desvelos, en ayunos” (2 Cor. 6:5).

“en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez” (2 Cor. 11:27).

Nota: Aparte del N.T., la historia relata que el ayuno era una práctica de la iglesia cristiana del siglo II d.C. Además, en los siglos posteriores y hasta el día de hoy, muchos cristianos y ministros de Dios piadosos han conocido y conocen el poder y el beneficio maravilloso del ayuno bíblico: Martín Lutero, Carlos y Juan Wesley, Carlos Finney, Juan Calvino, Jonatan Edwards, Pastor Hsi, Juan Knox, David Brainerd, Hudson Taylor, entre otros. De hecho, al leer sus biografías nos daremos cuenta los frutos que cosecharon por la gracia de Dios debido a su fe, su fidelidad, su consagración, su entrega y su vida de oración.

Conclusiones
- En el N.T. encontramos a Cristo, a sus discípulos y a las iglesias que Dios levantó, ayunando o siendo llamados a ayunar para comenzar un ministerio, afrontar pruebas, echar fuera demonios, enviar misioneros y evangelistas, establecer obreros en diferentes lugares, constituir nuevas iglesias, etc. En otras ocasiones, los creyentes ayunaban y oraban para discernir la voluntad de Dios en una situación particular porque es una herramienta eficaz para ver la mano de Dios a favor de sus hijos.

- En estos diferentes ejemplos, vemos que el ayuno representa renunciar a la comida y/o la bebida por el bien de un mayor beneficio. Lamentablemente, para muchos el ayuno es una oportunidad de mostrarse más santos o más espirituales pero Cristo enseña cuál es la actitud correcta que Dios demanda y en esto profundizaremos más adelante con otras citas bíblicas.

- El ayuno no es acto obsoleto o una práctica exclusiva del A.T., ya que el mismo Jesús ayunó y nos dio ejemplo de devoción, consagración y oración constante. Entonces, realmente es un arma poderosa para el crecimiento del creyente en su comunión con Dios y en el propósito de ser un instrumento más útil en sus manos.

- Muchos cristianos han olvidado la base y el fundamento del evangelio de Cristo que se encuentra en la lectura de la Biblia, la oración y el ayuno, tal como lo enseñó Jesús con su ejemplo de devoción y consagración al Padre; sin embargo, en la iglesia del Señor, para los cristianos el ayuno debe ser un asunto estrictamente voluntario y debe surgir de un sentimiento de necesidad intensa y no debe hacerse para agradar a los hombres o por imposición de otros. La responsabilidad es con Dios y los que predican el evangelio son llamados a dar ejemplo pero deben ser sabios al motivar a los creyentes en la práctica del ayuno.

lunes, 8 de febrero de 2016

El ayuno bíblico Parte V


d. El ayuno fue practicado en el N.T.

- Ana, una profetisa judía en el N.T., servía en el templo de Jerusalén con ayunos y oraciones de noche y de día, y fue una de las pocas personas en reconocer al Mesías cuando apareció todavía siendo un niño.

“Estaba también allí Ana, profetisa, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad muy avanzada, pues había vivido con su marido siete años desde su virginidad, y era viuda hacía ochenta y cuatro años; y no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones. Esta, presentándose en la misma hora, daba gracias a Dios, y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén” (Lc. 2:36-38).

- Antes de que Jesús enseñara sobre el ayuno, los discípulos de Juan el Bautista y los fariseos ayunaban muchas veces.

“Entonces vinieron a él los discípulos de Juan, diciendo: ¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos muchas veces, y tus discípulos no ayunan?” (Mt. 9:14).

Los discípulos de Jesús no ayunaron mientras estuvieron con Jesús pero luego veremos que sí ayunaron después de su resurrección (este punto se ampliará luego).

- El ayuno del Señor Jesús. Después de que Jesús fue bautizado en las aguas por Juan  fue al desierto movido por el Espíritu Santo y ayunó 40 días (esto fue antes de empezar su ministerio).

Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al desierto por cuarenta días, y era tentado por el diablo. Y no comió nada en aquellos días, pasados los cuales, tuvo hambre (Lc. 4:1, 2).

En el ayuno que realizó el Señor, el diablo lo tentó tres veces, pero Jesús le venció citándole la Escritura; él le dijo a Satanás mientras ayunaba: “Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mt. 4:4). Aquí hay un principio poderoso para aplicarlo al ayuno y es que nuestra prioridad no debe ser lo material sino lo espiritual (basado en la palabra de Dios). Es más, el ayuno despierta en el alma “hambre y sed de justicia” por lo cual somos bienaventurados (Mt. 5:6).

El ayuno es una prueba para ver lo que usted pondrá primero: hambre y sed por lo material (los deseos de la carne), o hambre y sed de justicia (los deseos del Espíritu); quien pone por encima lo espiritual tiene un deseo humilde de corazón para obedecer y someterse a sí mismo ante Dios y acercarse más a él en todos los sentidos.

Vemos pues que, a partir de este ayuno, el Señor Jesucristo empezó un ministerio poderoso de la predicación del reino de Dios, con sanidades, liberaciones y grandes milagros que nos relatan los evangelios.

En este mismo capítulo (Lc. 4) notamos las obras extraordinarias que fueron manifestadas después del ayuno de Jesús para dar respaldo a su predicación.

Si Jesús quiso ayunar para buscar el favor del Padre y recibió poder del Espíritu, nosotros sus discípulos también necesitamos tomar tiempo para orar, vigilar y ayunar para ver la gloria de Dios en nuestra vida, en el ministerio que Dios nos dio y en todo lo que emprendamos para hacer su voluntad en la tierra. En Cristo tenemos el mejor ejemplo de devoción a Dios.

Ahora bien, no tenemos que ayunar 40 días porque no es una regla para todo creyente pero sí debemos orar al Señor por dirección para hacer retiros de oración, vigilia y ayuno (a solas con Dios o juntos como hermanos); él nos mostrará qué necesitamos hacer.

Al igual que Moisés, Cristo ayunó 40 días y también tuvo que recibir hidratación de forma sobrenatural para poder resistir más de 4 días sin agua.

Notemos que el primer Adán perdió dominio y autoridad de parte de Dios al comer lo que estaba prohibido (Gn. 3 - el fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal), pero el segundo Adán (1 Cor. 15:45 - Jesucristo) obtuvo más dominio y autoridad de parte de Dios cuando no comió en este ayuno que hizo guiado por el Espíritu Santo. Obviamente, Jesucristo ya tenía autoridad y poder de Dios pero fue el plan divino que él pusiera su humanidad en ayuno y oración para mostrarnos su dependencia de Dios como hombre y así vemos que la Escritura señala que Jesús volvió de este periodo de ayuno en el poder que recibió de parte del Espíritu.

“Y Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea, y se difundió su fama por toda la tierra de alrededor. Y enseñaba en las sinagogas de ellos, y era glorificado por todos” (Lc. 4:14, 15). 

- El ayuno de un fariseo. Jesús habló de un judío fariseo que ayunaba 2 veces a la semana pero su actitud para con Dios y para con los hombres eran incorrecta ya que se vanagloriaba de su supuesta espiritualidad y se sentía mejor que otros por las obras que hacía.

“A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola: Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido” (Lc. 18:9-14).
  
Jesús no recrimina el acto de ayunar pero reprueba las motivaciones incorrectas al hacerlo; por tanto, debemos aprender a ser humildes y sabios; cuando ayunemos no tenemos que proclamarlo ni sentirnos más piadosos que otros; sencillamente, todo lo que hagamos sea para la gloria de Dios y no para ser reconocidos o admirados por los hombres.

jueves, 4 de febrero de 2016

El ayuno bíblico Parte IV


- El ayuno de la ciudad de Nínive. Dios había decretado juicio sobre la ciudad de Nínive a través del profeta Jonás debido a la maldad de sus habitantes y mandó Dios a Jonás a decir a la ciudad que se arrepintiera. Los habitantes de Nínive ayunaron y se arrepintieron ante el anuncio del profeta Jonás del juicio de Dios y él se arrepintió del juicio que había decretado, otorgándoles la vida.

“Y comenzó Jonás a entrar por la ciudad, camino de un día, y predicaba diciendo: De aquí a cuarenta días Nínive será destruida. Y los hombres de Nínive creyeron a Dios, y proclamaron ayuno, y se vistieron de cilicio desde el mayor hasta el menor de ellos. Y llegó la noticia hasta el rey de Nínive, y se levantó de su silla, se despojó de su vestido, y se cubrió de cilicio y se sentó sobre ceniza. E hizo proclamar y anunciar en Nínive, por mandato del rey y de sus grandes, diciendo: Hombres y animales, bueyes y ovejas, no gusten cosa alguna; no se les dé alimento, ni beban agua” (Jon. 3:4-7).

“Y vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino; y se arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo” (Jon. 3:10).

- El ayuno de Daniel. En el libro de Daniel vemos cómo él buscó a Dios en oración y ayuno en 2 ocasiones: un primer ayuno que no sabemos cuánto tiempo duró durante el reinado de Darío (Dn. 9:1-19) y un segundo ayuno de 3 semanas o 21 días durante el reinado de Ciro (Dn. 10:1-3). Tengamos en cuenta que Daniel era un hombre de oración porque oraba 3 veces al día y tenía este hábito establecido en sus actividades diarias (Dn. 6:10).

Este segundo ayuno fue parcial porque la Biblia dice que Daniel no ingirió manjar delicado ni carne ni vino, lo cual muestra que sí tomó otros alimentos y bebidas que le permitieron hacer este ayuno tan prolongado. Lo más seguro es que haya tomado frutas, verduras y otro tipo de alimentos. Recordemos que cuando la Biblia habla de un ayuno completo claramente se dice que no se toma alimento (Lc. 4:1, 2; Hch. 9:8, 9) pero en este caso, el mismo Daniel especifica qué tipo de alimentos y bebidas no toma.

Ante tal iniciativa de Daniel, en el primer ayuno y mientras todavía Daniel oraba, Dios le respondió enviando al arcángel Gabriel para darle entendimiento, sabiduría y luz en los misterios de Dios (Dn. 9:20-23) y luego del segundo ayuno vino un varón (que claramente es una manifestación de Cristo preencarnado) para dar a Daniel más visiones y entendimiento de las revelaciones de Dios y del mundo espiritual (Dn. 10:4-21). Aquí podemos darnos cuenta que cuando buscamos a Dios en oración y ayuno él trae claridad, respuestas, visión, sabiduría y entendimiento para orientarnos, consolarnos y enseñar a otros las verdades divinas.

Para las personas que tienen dificultad de poder ayunar completamente, ya sea por razones de trabajo o por salud, con este tipo de ayuno parcial tienen la capacidad para clamar a Dios y estar en su presencia con este propósito. Cabe aclarar que este tipo de ayuno no debe convertirse en una excusa para substituir el ayuno completo, en el cual el creyente se abstiene de comida y/o bebida (en tanto que tengamos la capacidad física y el tiempo para realizarlo). Pidamos a Dios su dirección y él nos guiará a hacer lo que es más conveniente.

- Esdras hizo 2 ayunos registrados en la Biblia:

* El primer ayuno lo hizo él con el pueblo que fue convocado; en este ayuno, el propósito era pedir a Dios dirección, protección y ayuda.

“Y publiqué ayuno allí junto al río Ahava, para afligirnos delante de nuestro Dios, para solicitar de él camino derecho para nosotros, y para nuestros niños, y para todos nuestros bienes. Porque tuve vergüenza de pedir al rey tropa y gente de a caballo que nos defendiesen del enemigo en el camino; porque habíamos hablado al rey, diciendo: La mano de nuestro Dios es para bien sobre todos los que le buscan; mas su poder y su furor contra todos los que le abandonan. Ayunamos, pues, y pedimos a nuestro Dios sobre esto, y él nos fue propicio” (Esd. 8:21-23).

* El segundo ayuno, Esdras lo hizo para interceder por su pueblo que se había desviado de los mandamientos del Señor y luego les instruyó para que se volviesen a Dios y se convirtieran de sus malos caminos (Esd. 10:1-19).

“Se levantó luego Esdras de delante de la casa de Dios, y se fue a la cámara de Johanán hijo de Eliasib; e ido allá, no comió pan ni bebió agua, porque se entristeció a causa del pecado de los del cautiverio” (Esd. 10:6).

- El ayuno de Nehemías. Cuando Nehemías escucha en Babilonia que los muros de Jerusalén están en ruinas, se lamenta, ayuna y ora.

“Y me dijeron: El remanente, los que quedaron de la cautividad, allí en la provincia, están en gran mal y afrenta, y el muro de Jerusalén derribado, y sus puertas quemadas a fuego. Cuando oí estas palabras me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos” (Neh. 1:3, 4).

Si usted lee el libro de Nehemías se dará cuenta que Dios lo bendijo y restauró las puertas y los muros de Jerusalén, y también instituyó de nuevo el servicio en el templo del Señor. Estas son las respuestas de Dios para quienes buscan su favor en oración y ayuno.
  
- Mardoqueo y muchos judíos del tiempo de Ester hicieron ayuno debido a la inminente masacre que se había anunciado contra el pueblo hebreo de parte de los enemigos de Israel en el reino de Asuero y bajo su edicto.

“Luego que supo Mardoqueo todo lo que se había hecho, rasgó sus vestidos, se vistió de cilicio y de ceniza, y se fue por la ciudad clamando con grande y amargo clamor. Y vino hasta delante de la puerta del rey; pues no era lícito pasar adentro de la puerta del rey con vestido de cilicio. Y en cada provincia y lugar donde el mandamiento del rey y su decreto llegaba, tenían los judíos gran luto, ayuno, lloro y lamentación; cilicio y ceniza era la cama de muchos” (Est. 4:1-3).

La Reina Ester se dio cuenta que Amán había conspirado en contra del pueblo judío porque los odiaba. Amán había tramado sacar un edicto irrevocable para matar a todos los judíos mediante la acción del rey Asuero. Entonces la Reina Ester convocó a tres días de ayuno para los judíos y pidió a todos los judíos que estaban con ella en Susa que se unieran en este propósito y ella misma ayunó para buscar el favor de Dios. 

“Y Ester dijo que respondiesen a Mardoqueo: Vé y reúne a todos los judíos que se hallan en Susa, y ayunad por mí, y no comáis ni bebáis en tres días, noche y día; yo también con mis doncellas ayunaré igualmente, y entonces entraré a ver al rey, aunque no sea conforme a la ley; y si perezco, que perezca. Entonces Mardoqueo fue, e hizo conforme a todo lo que le mandó Ester” (Est. 4:15-17).

Dios les dio la victoria porque trajo una liberación completa para el pueblo judío; Amán fue colgado y todos los enemigos de Israel destruidos.

Conclusiones
- En todas estas referencias bíblicas se vincula el ayuno con el fuerte deseo de ver a Dios intervenir, dirigir, proteger y restaurar a Israel, y cómo él mueve su mano para bendecir a su pueblo. El ayuno enfatiza la gran importancia de la situación asociada a su realización porque su necesidad y su dificultad estaban por encima de la comida o la comodidad; la vida no podía continuar igual y era urgente buscar el favor de Dios. Aún las necesidades básicas de comer y beber se dejaban de lado como señal ante Dios de que Israel (o algún personaje bíblico) estaba en un gran peligro y solo podía ser salvado si Dios actuaba a su favor. 

- En el A.T., el ayuno era para humillarse ante Dios, pidiéndole ayuda, protección y perdón cuando se cometía pecado delante de él (en beneficio propio o intercediendo por otros); con esta actitud de arrepentimiento y ayuno, el juicio y la ira de Dios eran aplacados cuando su paciencia llegaba al límite. No importaba el pecado cuán grande fuera… Dios lo perdonaba cuando se humillaban y se arrepentían de corazón, y el ayuno lo acompañaban rasgando sus vestidos, rapándose la cabeza, postrados en tierra y echándose cenizas y polvo sobre su cuerpo; sin embargo, cuando Dios perdonaba, simplemente les perdonaba la vida pero las consecuencias del pecado venían sobre ellos.

“Pero yo, cuando ellos enfermaron, me vestí de cilicio; afligí con ayuno mi alma, y mi oración se volvía a mi seno” (Sal. 35:13).

“Lloré afligiendo con ayuno mi alma, y esto me ha sido por afrenta. Puse además cilicio por mi vestido, y vine a serles por proverbio” (Sal. 69:10, 11).

- Otro propósito que vemos en el ayuno del A.T. estaba asociado con la pérdida de seres queridos o con momentos de crisis familiares o personales (1 Sam. 31:11-13; 2 Sam. 1:11, 12; ); cuando enterraban a un pariente o amigo que ellos amaran, como una muestra de dolor, tristeza, y respeto por aquel ser que se iba, se ayunaba por un periodo de tiempo (lo contrario a ciertas costumbres donde se sirve comida, se ingieren bebidas o se hace una fiesta).

martes, 2 de febrero de 2016

El ayuno bíblico Parte III


- El libro de Jueces contiene una historia dramática de cuando Israel se enfrenta en batalla contra la tribu de Benjamín por una serie de actos perversos que ellos cometieron en oposición a la Ley de Dios (Jue. 20:1-17). Por este motivo, las tribus de Israel consultaron a Dios para esta batalla y él aprobó su causa (v. 18).

En dos de las batallas, Israel perdió a cerca de 40000 hombres y Dios así lo permitió (v. 19-25); sin embargo, fue cuando se unieron todos, vinieron a la casa de Dios, lloraron, se sentaron allí en presencia de Dios, ayunaron y ofrecieron sacrificios para Dios, que él les dio la victoria (v. 26-48).

En los primeros dos intentos, los israelitas trataron de ganar la batalla por sí mismos y perdieron pero después ayunaron y Dios ganó la batalla por ellos (v. 35).

- El ayuno de Acab. Este era un gobernante malvado y perverso, del cual Dios dijo: “A la verdad ninguno fue como Acab, que se vendió para hacer lo malo ante los ojos de Jehová; porque Jezabel su mujer lo incitaba” (1 Rey. 21:25). El profeta Elías había pasado muchos años testificándole al rey Acab y reprochando su rebelión contra Dios pero luego le dio una última advertencia sobre lo que le sucedería a él y a su familia (v. 20-24). Esta advertencia produjo resultados y la Biblia dice: “Y sucedió que cuando Acab oyó estas palabras, rasgó sus vestidos y puso cilicio sobre su carne, ayunó, y durmió en cilicio, y anduvo humillado” (v. 27). ¿Cuál fue la reacción de Dios? “¿No has visto cómo Acab se ha humillado delante de mí? Pues por cuanto se ha humillado delante de mí, no traeré el mal en sus días; en los días de su hijo traeré el mal sobre su casa” (v. 29).

¿Qué significa cilicio y ceniza?
En algunos pasajes de la Biblia se asocia el ayuno, la humillación y el clamor a Dios con la expresión “se vestían de cilicio y ceniza”. Miremos lo siguiente:

*El cilicio: era una ropa toscamente tejida y de tela oscura, generalmente de pelo de cabra o de camello. Era una vestidura áspera que se ponían los que estaban de duelo o en una actitud de arrepentimiento por causa del pecado. Era totalmente incomoda, picaba el cuerpo y representaba una humillación llevarla.
* La ceniza: sabemos que las cenizas son los residuos de las cosas quemadas que ya no sirven para nada. En términos simbólicos las cenizas representan la vanidad (Is. 44:20),  
la humillación (Job 30:19), la desgracia (Sal.102:9; Job.42:6) y el arrepentimiento (Dn. 9:3). Así pues, sentarse sobre ceniza era decirle a Dios: “polvo soy y no puedo más con esta situación”. En el N.T. ya no se usan estos accesorios y en nuestros días tampoco es costumbre, pero en el A.T. tenían un significado profundo; no obstante, en la Gracia todavía somos llamados a humillar y rendir nuestro corazón ante Dios. Cuando ayunes, arrepiéntete de corazón y confiésale todos tus pecados a Dios, entrega toda tu vida y clama de verdad a él porque somos pequeños, insuficientes y dependemos de Dios en cada aspecto.

-  El rey Josafat llama a Israel a ayunar cuando enfrenta un combate militar inminente.

“Pasadas estas cosas, aconteció que los hijos de Moab y de Amón, y con ellos otros de los amonitas, vinieron contra Josafat a la guerra. Y acudieron algunos y dieron aviso a Josafat, diciendo: Contra ti viene una gran multitud del otro lado del mar, y de Siria; y he aquí están en Hazezon-tamar, que es En-gadi. Entonces él tuvo temor; y Josafat humilló su rostro para consultar a Jehová, e hizo pregonar ayuno a todo Judá. Y se reunieron los de Judá para pedir socorro a Jehová; y también de todas las ciudades de Judá vinieron a pedir ayuda a Jehová” (2 Crón. 20:1-4).

El rey Josafat de Judá se enfrentó a una prueba enorme: un gran ejército, formado por soldados de muchas naciones, invadió su reino. Su reacción fue correcta porque movió al pueblo a ayunar y él mismo ayunó para buscar el favor de Dios en medio de esta crisis. La nación entera ayunó, buscando la intervención de Dios y cuando Dios vio su actitud humilde y dependiente de su gracia, él respondió… les dijo que no temieran, que salieran al encuentro del ejército invasor y confiaran en que Dios iba a resolver las cosas. Al día siguiente, Josafat y el pueblo descubrieron que Dios de hecho había intervenido porque todo el ejército enemigo fue muerto. Dios en realidad volvió al ejército contra sí mismo, y ninguno quedó vivo; Dios les dio la victoria de forma milagrosa, extraordinaria y como menos ellos pensaban que iba a suceder.

Cuando enfrentemos tribulaciones y pruebas o luchas que sobrevienen, cuando veamos a Satanás y a sus ejércitos a las puertas… la necesidad de ayunar es grande. Así como Dios ayudó a Josafat, él también nos ayudará si buscamos su rostro en oración y ayuno.

- El pueblo de Israel ayunó en varias ocasiones durante su estadía en la tierra prometida pero Dios no aceptó su oración y su ayuno porque no estaban acompañadas del amor, la fidelidad y la obediencia a sus mandamientos (Is. 58:1-12).

El pueblo de Israel se encontraba en una condición lamentable ante los ojos de Dios:
* Eran rebeldes a Dios y preferían el pecado que la justicia de Dios (v. 1).
* Buscaban a Dios y querían saber sus caminos pero eran hipócritas pues habían dejado la ley de Dios y aparentaban justicia; pedían justos juicios y querían acercarse a Dios pero sus obras eran malas y eran desaprobadas por el Señor (v. 2).
* Ayunaban pero no veían la respuesta de Dios; se humillaban supuestamente ante Dios y sentían que no eran escuchados (v. 3).
* En el día del ayuno buscaban su propio gusto, hacían lo que les parecía y como les parecía. Asimismo, oprimían a sus trabajadores (v. 3).
* Entraban en contiendas y debates para agredir a otros (v. 4).
* Dios les manda a no ayunar con estos conflictos y más bien, les enseña cómo se debe ayunar para que la oración sea oída y respondida (v. 4).
* Dios recrimina que el ayuno que Israel hacía se limitaba a una humillación externa pero que no había una aprobación divina debido a que la realidad del corazón se reflejaba en frutos malos y desagradables al Señor (v. 5).
* Dios les instruye que el ayuno debe estar acompañado de una vida justa, piadosa y llena de amor y misericordia para con el prójimo (v. 6). En medio de todo, Dios les promete que si ellos obedecen sus mandamientos y sus instrucciones, entonces ellos serán un pueblo de ejemplo y buen testimonio, honrado por el Señor ante los ojos de los demás; también será librado de la opresión y la derrota ante sus enemigos y tendrá la victoria y la defensa del Señor (v. 8). Además, su oración será oída y respondida porque habrá una comunicación más profunda con Dios (v. 9).
* Dios les amonesta a quitar el dedo amenazador y a dejar de hablar vanidad (v. 9), a ser generosos con el necesitado, a dar ayuda a quien está afligido; si el pueblo de Israel hacía estas cosas el Señor traería bendición y honra (v. 10). De igual manera, él sería su pastor para siempre, saciaría su alma, daría fuerzas nuevas, haría fructificar a sus hijos en abundancia (v. 11), restauraría a la nación, prosperaría a cada generación y habría una descendencia poderosa bajo la mano de Dios (v. 12).

-  El profeta Joel llama a Israel a ayunar como señal de confesión y arrepentimiento por sus pecados, pero también les guía a gemir de verdad ante Dios por causa de su rebelión. Joel llama a los ministros del altar y de Dios; les invita a proclamar ayuno a toda la comunidad de creyentes en una reunión o asamblea; les dice que se congreguen los ancianos y todos los moradores de la tierra para que clamen al Señor.

“Ceñíos y lamentad, sacerdotes; gemid, ministros del altar; venid, dormid en cilicio, ministros de mi Dios; porque quitada es de la casa de vuestro Dios la ofrenda y la libación. Proclamad ayuno, convocad a asamblea; congregad a los ancianos y a todos los moradores de la tierra en la casa de Jehová vuestro Dios, y clamad a Jehová” (Jl. 1:13, 14).

“Por eso pues, ahora, dice Jehová, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento” (Jl. 2:12).

“Tocad trompeta en Sion, proclamad ayuno, convocad asamblea” (Jl. 2:15).

Aquí hay un principio espiritual digno de imitar: qué bueno sería que todas las iglesias cristianas practicaran este tipo de ayuno para acercarse más a Dios: toda la congregación en unidad, desde el pastor y su familia, hasta el último creyente de la iglesia, quebrantando el corazón y clamando rostro en tierra, como un solo hombre, igual que el pueblo de Israel clamaba a una voz, buscando su rostro, pidiendo su dirección, su intervención y su perdón para reconciliarse con Dios.