martes, 16 de febrero de 2016

El ayuno bíblico Parte VII


e. ¿Qué propósitos debe tener el ayuno?

Ya hemos revisado en la Biblia qué tipo de ayunos se realizaron y los motivos que llevaron a los creyentes a orar en la presencia de Dios; asimismo, cuando tenemos el deseo de ayunar para Dios, debemos establecer propósitos que guíen nuestra oración; por ejemplo:

- Buscar una comunicación más directa con Dios y una vida de oración, devoción, consagración, entrega y humillación sincera.
- Procurar una relación personal más significativa con el Señor, en la cual él nos hable al corazón.
- Recibir de Dios instrucciones y mandamientos precisos a través de su Palabra, conforme a nuestra necesidad.
- Tener un tiempo de reflexión y examinar nuestro corazón y nuestra vida en comunión con Dios.
- Buscar dirección, respuesta y palabra de parte del Señor.
- Reconciliarse con Dios con un corazón arrepentido para cambiar el rumbo de nuestra vida.
- Aprender a desarrollar más el dominio propio y alcanzar mayor sensibilidad espiritual.
- Obtener una visión más clara y profunda de la perfecta voluntad de Dios.
- Someter nuestra naturaleza humana (la carne) a la naturaleza divina (el Espíritu), rindiendo nuestra voluntad y nuestro ego a los pies de Cristo, en oración y dominio propio.
- Afrontar una crisis personal, familiar o en un lugar (sector, ciudad o país).
- Interceder a favor de una nación o un pueblo, suplicando a Dios su perdón y su misericordia.
- Recibir poder espiritual para enfrentar las tinieblas y echar fuera demonios en el nombre de Jesús.
- Recibir gracia, poder y sabiduría para ser testigos de Cristo y hacer discípulos en donde Dios nos abra puertas para llevar el evangelio.
- Recibir poder de Dios para orar por las personas que necesitan de su favor (los afligidos, los desanimados, los enfermos, etc.)

Para que todos estos propósitos se cumplan, el ayuno debe de ir acompañando de oración, adoración, lectura, meditación y estudio de la Biblia, ya que todo esto promueve un proceso integral de comunión con Dios. Por tanto, cuando tomemos un tiempo para orar, ayunar y buscar el rostro de Dios, siempre su guía estará en armonía con la Biblia; de lo contrario, no debemos dejarnos llevar por visiones, sueños, supuestas revelaciones, suposiciones, ilusiones o deducciones personales que puedan parecer como de parte de Dios porque el Señor no se contradice sino que es un Dios de orden.

f. ¿Cuáles son las claves para hacer un ayuno eficaz?

Ya hemos leído diversas referencias de la Biblia sobre el ayuno y hemos analizado cómo debe realizarse y cómo no debe realizarse; sin embargo, a continuación se establecerán cuáles son las condiciones bíblicas para un ayuno que realmente nos permita ver respuestas y resultados de parte de Dios:

- Sea consciente del precio que debemos pagar
Cuando usted ayuna, está afligiendo su cuerpo; puede sentirse lento o con falta de energía, su estómago le puede doler y siente sed. Si usted es un bebedor regular de café o gaseosa, a veces podría experimentar dolor de cabeza a causa de la cafeína. Incluso podría sentir como que se va a morir, pero no esto no sucederá. Es más, su cuerpo estará aún “comiendo”, incluso si usted no lo está haciendo porque éste usará sus reservas. Usted puede sobrevivir sin comida y sin agua por unas horas (o por un 1 día) y nuestro Creador conoce mejor que cualquiera cómo funciona su cuerpo; él no le diría a usted que haga algo que es imposible.

- Separe bien el tiempo
En pocas ocasiones, el ayuno es conveniente, placentero o agradable (humanamente hablando); por tanto, no es una cuestión de hacerlo espontáneamente o cuando nos sintamos a gusto ayunando porque siempre habrá una excusa para no hacerlo o para postergar el ayuno. Usted debe sacar el tiempo para hacerlo; revise su agenda y programe un día que tenga la disponibilidad y no permita que nada ni nadie estorbe su propósito con Dios. Por ejemplo, un día en el cual puede hacer un retiro personal con Dios o en la iglesia local, es un día festivo, un domingo o un día en semana que no tenga tantos compromisos en el hogar o en el trabajo. Obviamente, hay casos en los cuales, debido al trabajo o las ocupaciones, se hace difícil sacar un día de oración y ayuno en el secreto porque es necesario llevar a cabo tareas diarias (cada uno debe evaluar si estaría en condiciones de ayunar en su trabajo, en el hogar o en otras actividades). Definitivamente, el ayuno es mejor que se produzca en un tiempo libre pero Dios te guiará a hacer todo con orden y para agradarle a él. Por otra parte, debemos tomar tiempo para estar en familia, descansar, salir a pasear, recrearnos sanamente, hacer deporte, etc. El Señor nos de entendimiento en todo (2 Tim. 2:7) para que seamos sabios y equilibrados en cada área de nuestra vida.

- Tenga una actitud correcta
Las personas en el mundo ayunan por muchas razones, pero la mayoría no lo hace con la actitud correcta. Muchos ayunan para obtener beneficios personales solamente o para imponer su voluntad sobre Dios, pero durante un ayuno debemos buscar la voluntad de Dios (no la nuestra).
  
- Ayune con frecuencia
Mientras más ayune, más fácil será desarrollar una vida de oración fructífera y eficaz; además, su cuerpo se irá acostumbrando a esta disciplina espiritual, pero tenga presente que es la actitud (y no la frecuencia) lo que verdaderamente cuenta ante Dios.

- Ayune un día a la vez
El ayuno efectivo debe comenzar al menos por un día, haciendo que usted pierda dos comidas (desayuno y almuerzo) o tres comidas (desayuno, almuerzo y comida). Sería ideal empezar el ayuno con oración y estudio bíblico desde temprano en la mañana (7 a 8am) y terminar en la tarde o en la noche, a la hora que estime conveniente (dependiendo de la situación personal y el tiempo disponible). En otro caso, no deberíamos hacer un ayuno tan corto que solo perdamos el desayuno porque el tiempo destinado a la oración y al estudio bíblico sería demasiado corto.

Nota: posteriormente, se explicará cómo debería hacerse un ayuno de varios días en caso de que el Señor nos guíe a realizarlo.

- Tenga en cuenta para antes del ayuno
Prepárese adecuadamente. Un día o dos antes de comenzar el ayuno, reduzca la cantidad de alimentos que come. Hartarse antes del ayuno no es prudente. También podrá experimentar mareos y mal aliento; tenga en cuenta que su cuerpo va a estar eliminando toxinas; por eso, es recomendable beber mucha agua un día antes del ayuno.

- Tenga en cuenta para después del ayuno
Al reanudar la comida, comience con alimentos ligeros; no coma pesado de inmediato.

- Use herramientas espirituales para enriquecer el ayuno
Como tenemos propósitos claros para ayunar, el tiempo del ayuno debe ser bien empleado en la búsqueda de Dios (especialmente en la oración); sin embargo, podemos complementar la oración con lectura y estudio bíblico, adoración espontánea, cánticos espirituales… en fin, todo lo que sea edificante y útil para el alma. Todo esto debe hacerse en su justa medida (sin restar valor a la oración personal o como iglesia). Pidamos al Espíritu Santo que nos guíe a toda verdad  y según su voluntad.

- Tenga una apariencia física adecuada
Recuerde lo que Cristo dijo en Mt. 6:16-18. Báñese como usted lo haría normalmente; peine su cabello y utilice loción para tener un olor agradable; vístase y actúe con naturalidad; lávese los dientes bien. Que nadie note que estamos ayunando debido a una apariencia desaliñada y desordenada.

- Ayune en secreto y con humildad
El ayuno no debe ser una muestra de piedad ante los demás porque no es una prueba de espiritualidad. Determine no decir a nadie cuánto tiempo y con qué frecuencia usted ayuna; sin embargo, en ciertas ocasiones puede ser necesario comunicarlo para no recibir comida en la casa o para unirse varios creyentes en ayuno sobre el mismo asunto; en estos casos, no mantener el ayuno en secreto es comprensible.

- Procure andar rectamente para con Dios y en armonía con el prójimo
El ayuno requiere respeto y seriedad ante Dios y debe estar acompañado de una vida piadosa delante de él. Con esto no se quiere decir que el creyente sea perfecto, pero antes de ofrecer un ayuno a Dios debemos examinarnos, considerar nuestra conducta ante Dios y ante los hombres, reconciliarnos con el prójimo, estar libres de rencillas, pleitos, amargura, iras y enojos en el corazón. Además, nuestra vida cristiana debe estar a la altura de las demandas de Dios, dando frutos dignos de Cristo: amor, paz, bondad, fe, esperanza, santidad, obediencia, paciencia, humildad, excelencia, etc.

“Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo” (Ef. 4:26, 27).

- Ayune con ruegos y súplicas ante Dios
La oración y el ayuno deberían estar acompañados de llanto, clamor profundo y súplicas ante el Señor (2 Sam. 12:16; Neh. 1:4). 

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