viernes, 12 de febrero de 2016

El ayuno bíblico Parte VI


- Jesús enseñó algunos principios esenciales sobre el ayuno; por ejemplo:

“Cuando ayunéis, no seáis austeros, como los hipócritas; porque ellos demudan sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público” (Mt. 6:16-18).

La palabra austeros viene del griego skudsropós que habla de un semblante iracundo, alicaído o demostrando una apariencia lamentable y triste. Otra traducción hace referencia a tener el rostro desfigurado o afeado; de hecho, los judíos del tiempo de Jesús solían andar desaliñados y con cenizas en la cabeza cuando ayunaban para denotar una actitud más piadosa, pero el Señor nos enseña que el ayuno es para Dios y no para mostrarnos ante los hombres como personas espirituales o justas. Además, Jesús demuestra que el Padre se agrada del ayuno que se hace de corazón para él y promete que habrá una recompensa en público para quienes buscan el rostro de Dios con oración y ayuno.

“Entonces vinieron a él los discípulos de Juan, diciendo: ¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos muchas veces, y tus discípulos no ayunan? Jesús les dijo: ¿Acaso pueden los que están de bodas tener luto entre tanto que el esposo está con ellos? Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces ayunarán. Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo; porque tal remiendo tira del vestido, y se hace peor la rotura. Ni echan vino nuevo en odres viejos; de otra manera los odres se rompen, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero echan el vino nuevo en odres nuevos, y lo uno y lo otro se conservan juntamente” (Mt. 9:14-17).

Los discípulos de Juan el Bautista y los fariseos ayunaban muchas veces pero no tenían la claridad de la enseñanza de Jesús con respecto al ayuno; además, muchos de ellos todavía no conocían a Jesús como Salvador ni entendían el valor de su encarnación, mientras que los discípulos de Jesús tenían mayor contacto con él, escuchaban sus enseñanzas y eran testigos de primera mano de sus obras extraordinarias; por este motivo, no era necesario ayunar mientras estaban con Jesús; sin embargo, cuando Jesús partiera al cielo necesitarían ayunar y el Espíritu Santo confirma en el N.T. que la práctica del ayuno siguió en la Iglesia del Señor y en los que predicaron el evangelio.

El ayuno debe hacerse en el Espíritu y en la Gracia de Cristo, no bajo una mentalidad religiosa. El vestido viejo y los odres viejos aplican a la Ley de Moisés (y a la vida en la carne) y el paño nuevo y los odres nuevos aplican a la Gracia de Cristo (y a la nueva vida en Cristo). Jesús mostró que el ayuno (practicado correctamente y bajo la Gracia) es para la nueva criatura, para personas convertidas de corazón a él. El ayuno bíblico no es para los no convertidos ni para gente que vive según la carne o según los hombres porque tienden a confiar en sus obras para ser justificados ante Dios y para sentirse superiores a otros.

 - Jesús explicó a los discípulos que ciertos actos espirituales requieren una preparación más específica. El contexto de esta enseñanza fue el intento fallido de los discípulos para echar fuera un demonio de un muchacho (Mr. 9:14-29). El reproche del Señor hacia los discípulos estuvo más enfocado en su incredulidad (v. 19) pero al final les muestra la necesidad de la oración y el ayuno para enfrentar este tipo de situaciones espirituales (Mr. 9:29); por este motivo también es que el Señor dijo que sus discípulos ayunarían después de su partida (Mt. 9:15), ya que necesitarían fortalecer su fe y depender más de Dios en oración y ayuno para cumplir la gran comisión de ir y hacer discípulos a todas las naciones.

Mientras Cristo estuvo con los discípulos en la tierra, Cristo era Dios manifestado en carne. Él estaba aquí mismo. Sus discípulos habían tenido contacto cercano, todos los días con él. Podían hacerle preguntas en cualquier momento, y Cristo estaba allí, enseñándoles, ayudándoles y exhortándolos. Los discípulos podían tocar e incluso abrazar a Cristo. ¿Cuánto más cerca podrían haber estado? Además, Jesús les otorgó autoridad hasta el punto que tuvieron poder para predicar, sanar a los enfermos, y echar fuera demonios. Por lo tanto, no había necesidad de que ayunaran, pero cuando Cristo regresó a la diestra del Padre en el cielo, el ayuno se volvió necesario. No fue tan fácil para los discípulos mantenerse sintonizados en el pensamiento de Cristo o ver su voluntad en sus vidas. Se acordaron de la advertencia de Cristo sobre ayunar, y al hacerlo, pudieron mantener y hacer crecer más allá el nivel de comprensión espiritual que habían logrado mientras Jesús estaba en la tierra.

El nuevo pacto está basado en la verdad de que lo hemos recibido todo en Cristo: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo” (Ef. 1:3). No obstante, nosotros cooperamos con el Espíritu, ejercitando nuestra vida espiritual con oración, meditación y estudio de la Palabra de Dios. Adicionalmente a todas estas prácticas espirituales, los cristianos también emplean la disciplina del ayuno, lo cual ha sido una actividad conocida en el A.T y que Dios aprueba en el N.T.

- Pablo ayunó 3 días después de ser visitado por el mismo Jesús en el camino a Damasco.

“Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos, no veía a nadie; así que, llevándole por la mano, le metieron en Damasco, donde estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió” (Hch. 9:8, 9).

En medio de este ayuno, el Señor le dio una palabra que marcó su vida para siempre; miremos lo que dice la Biblia: “El Señor le dijo: Vé, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel; porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre” (Hch. 9:15, 16). 

- El ayuno hizo parte de la vida espiritual de la iglesia del N.T.; por ejemplo, vemos que en la iglesia de Antioquía se manifestó el Espíritu Santo en medio de la oración y el ayuno; en este ambiente espiritual ellos fueron guiados a enviar a dos mensajeros a cumplir la obra que Dios les encomendó.

“Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros: Bernabé, Simón el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén el que se había criado junto con Herodes el tetrarca, y Saulo. Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado. Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron” (Hch. 13:1-3).

- Asimismo, vemos que la oración y el ayuno fueron un elemento clave en el desarrollo de las iglesias que se iban levantando y en la constitución de personas idóneas para administrar cada congregación.

“Y después de anunciar el evangelio a aquella ciudad y de hacer muchos discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios. Y constituyeron ancianos en cada iglesia, y habiendo orado con ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían creído” (Hch. 14:21-23).

- Pablo relata en sus cartas gran parte de sus vivencias como cristiano y como predicador del evangelio; entre lo que cuenta, él habla de ayunos, lo cual revela que la vida de oración de Pablo estuvo acompañada frecuentemente del ayuno como una disciplina espiritual que le ayudó en su relación con Dios y en el ministerio.

“en azotes, en cárceles, en tumultos, en trabajos, en desvelos, en ayunos” (2 Cor. 6:5).

“en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez” (2 Cor. 11:27).

Nota: Aparte del N.T., la historia relata que el ayuno era una práctica de la iglesia cristiana del siglo II d.C. Además, en los siglos posteriores y hasta el día de hoy, muchos cristianos y ministros de Dios piadosos han conocido y conocen el poder y el beneficio maravilloso del ayuno bíblico: Martín Lutero, Carlos y Juan Wesley, Carlos Finney, Juan Calvino, Jonatan Edwards, Pastor Hsi, Juan Knox, David Brainerd, Hudson Taylor, entre otros. De hecho, al leer sus biografías nos daremos cuenta los frutos que cosecharon por la gracia de Dios debido a su fe, su fidelidad, su consagración, su entrega y su vida de oración.

Conclusiones
- En el N.T. encontramos a Cristo, a sus discípulos y a las iglesias que Dios levantó, ayunando o siendo llamados a ayunar para comenzar un ministerio, afrontar pruebas, echar fuera demonios, enviar misioneros y evangelistas, establecer obreros en diferentes lugares, constituir nuevas iglesias, etc. En otras ocasiones, los creyentes ayunaban y oraban para discernir la voluntad de Dios en una situación particular porque es una herramienta eficaz para ver la mano de Dios a favor de sus hijos.

- En estos diferentes ejemplos, vemos que el ayuno representa renunciar a la comida y/o la bebida por el bien de un mayor beneficio. Lamentablemente, para muchos el ayuno es una oportunidad de mostrarse más santos o más espirituales pero Cristo enseña cuál es la actitud correcta que Dios demanda y en esto profundizaremos más adelante con otras citas bíblicas.

- El ayuno no es acto obsoleto o una práctica exclusiva del A.T., ya que el mismo Jesús ayunó y nos dio ejemplo de devoción, consagración y oración constante. Entonces, realmente es un arma poderosa para el crecimiento del creyente en su comunión con Dios y en el propósito de ser un instrumento más útil en sus manos.

- Muchos cristianos han olvidado la base y el fundamento del evangelio de Cristo que se encuentra en la lectura de la Biblia, la oración y el ayuno, tal como lo enseñó Jesús con su ejemplo de devoción y consagración al Padre; sin embargo, en la iglesia del Señor, para los cristianos el ayuno debe ser un asunto estrictamente voluntario y debe surgir de un sentimiento de necesidad intensa y no debe hacerse para agradar a los hombres o por imposición de otros. La responsabilidad es con Dios y los que predican el evangelio son llamados a dar ejemplo pero deben ser sabios al motivar a los creyentes en la práctica del ayuno.

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