- El ayuno de la ciudad de Nínive. Dios había decretado juicio sobre la
ciudad de Nínive a través del profeta Jonás debido a la maldad de sus
habitantes y mandó Dios a Jonás a decir a la ciudad que se arrepintiera. Los habitantes
de Nínive ayunaron y se arrepintieron ante el anuncio del profeta Jonás del
juicio de Dios y él se arrepintió del juicio que había decretado, otorgándoles
la vida.
“Y comenzó Jonás a entrar por la ciudad, camino de un
día, y predicaba diciendo: De aquí a cuarenta días Nínive será destruida. Y los
hombres de Nínive creyeron a Dios, y proclamaron ayuno, y se vistieron de
cilicio desde el mayor hasta el menor de ellos. Y llegó la noticia hasta el rey
de Nínive, y se levantó de su silla, se despojó de su vestido, y se cubrió de
cilicio y se sentó sobre ceniza. E hizo proclamar y anunciar en Nínive, por
mandato del rey y de sus grandes, diciendo: Hombres y animales, bueyes y
ovejas, no gusten cosa alguna; no se les dé alimento, ni beban agua” (Jon. 3:4-7).
“Y vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su
mal camino; y se arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo” (Jon. 3:10).
- El ayuno de Daniel. En el libro de Daniel vemos cómo él buscó a Dios en
oración y ayuno en 2 ocasiones: un primer ayuno que no sabemos cuánto tiempo
duró durante el reinado de Darío (Dn. 9:1-19) y un segundo ayuno de 3 semanas o
21 días durante el reinado de Ciro (Dn. 10:1-3). Tengamos en cuenta que Daniel
era un hombre de oración porque oraba 3 veces al día y tenía este hábito
establecido en sus actividades diarias (Dn. 6:10).
Este segundo ayuno fue parcial porque la Biblia dice que Daniel no ingirió
manjar delicado ni carne ni vino, lo cual muestra que sí tomó otros alimentos y
bebidas que le permitieron hacer este ayuno tan prolongado. Lo más seguro es
que haya tomado frutas, verduras y otro tipo de alimentos. Recordemos que
cuando la Biblia habla de un ayuno completo claramente se dice que no se toma
alimento (Lc. 4:1, 2; Hch. 9:8, 9) pero en este caso, el mismo Daniel
especifica qué tipo de alimentos y bebidas no toma.
Ante tal iniciativa de Daniel, en el primer ayuno y mientras todavía
Daniel oraba, Dios le respondió enviando al arcángel Gabriel para darle entendimiento,
sabiduría y luz en los misterios de Dios (Dn. 9:20-23) y luego del segundo
ayuno vino un varón (que claramente es una manifestación de Cristo preencarnado)
para dar a Daniel más visiones y entendimiento de las revelaciones de Dios y del
mundo espiritual (Dn. 10:4-21). Aquí podemos darnos cuenta que cuando buscamos
a Dios en oración y ayuno él trae claridad, respuestas, visión, sabiduría y
entendimiento para orientarnos, consolarnos y enseñar a otros las verdades
divinas.
Para las personas que tienen dificultad
de poder ayunar completamente, ya sea por razones de trabajo o por salud, con
este tipo de ayuno parcial tienen la capacidad para clamar a Dios y estar en su
presencia con este propósito. Cabe aclarar que este tipo de ayuno no debe convertirse
en una excusa para substituir el ayuno completo, en el cual el creyente se
abstiene de comida y/o bebida (en tanto que tengamos la capacidad física y el
tiempo para realizarlo). Pidamos a Dios su dirección y él nos guiará a hacer lo
que es más conveniente.
- Esdras hizo 2 ayunos registrados en la Biblia:
* El primer ayuno lo hizo él con el pueblo que fue convocado; en este
ayuno, el propósito era pedir a Dios dirección, protección y ayuda.
“Y publiqué ayuno allí junto al río Ahava, para afligirnos
delante de nuestro Dios, para solicitar de él camino derecho para nosotros, y
para nuestros niños, y para todos nuestros bienes. Porque tuve vergüenza de
pedir al rey tropa y gente de a caballo que nos defendiesen del enemigo en el
camino; porque habíamos hablado al rey, diciendo: La mano de nuestro Dios es
para bien sobre todos los que le buscan; mas su poder y su furor contra todos
los que le abandonan. Ayunamos, pues, y pedimos a nuestro Dios sobre esto, y él
nos fue propicio” (Esd. 8:21-23).
* El segundo ayuno, Esdras lo hizo para interceder por su pueblo que se
había desviado de los mandamientos del Señor y luego les instruyó para que se
volviesen a Dios y se convirtieran de sus malos caminos (Esd. 10:1-19).
“Se levantó luego Esdras de delante de la casa de
Dios, y se fue a la cámara de Johanán hijo de Eliasib; e ido allá, no comió pan
ni bebió agua, porque se entristeció a causa del pecado de los del cautiverio” (Esd. 10:6).
- El ayuno de Nehemías. Cuando Nehemías escucha en Babilonia que los
muros de Jerusalén están en ruinas, se lamenta, ayuna y ora.
“Y me dijeron: El remanente, los que quedaron de la
cautividad, allí en la provincia, están en gran mal y afrenta, y el muro de
Jerusalén derribado, y sus puertas quemadas a fuego. Cuando oí estas palabras
me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios
de los cielos” (Neh. 1:3, 4).
Si usted lee el libro de Nehemías se dará cuenta que Dios lo bendijo y
restauró las puertas y los muros de Jerusalén, y también instituyó de nuevo el
servicio en el templo del Señor. Estas son las respuestas de Dios para quienes
buscan su favor en oración y ayuno.
- Mardoqueo y muchos judíos del tiempo de Ester hicieron ayuno debido a la
inminente masacre que se había anunciado contra el pueblo hebreo de parte de
los enemigos de Israel en el reino de Asuero y bajo su edicto.
“Luego
que supo Mardoqueo todo lo que se había hecho, rasgó sus vestidos, se vistió de
cilicio y de ceniza, y se fue por la ciudad clamando con grande y amargo
clamor. Y vino hasta delante de la puerta del rey; pues no era lícito pasar
adentro de la puerta del rey con vestido de cilicio. Y en cada provincia y
lugar donde el mandamiento del rey y su decreto llegaba, tenían los judíos gran
luto, ayuno, lloro y lamentación; cilicio y ceniza era la cama de muchos” (Est. 4:1-3).
La Reina Ester se dio cuenta que Amán había conspirado en contra del
pueblo judío porque los odiaba. Amán había tramado sacar un edicto irrevocable
para matar a todos los judíos mediante la acción del rey Asuero. Entonces la
Reina Ester convocó a tres días de ayuno para los judíos y pidió a todos los
judíos que estaban con ella en Susa que se unieran en este propósito y ella
misma ayunó para buscar el favor de Dios.
“Y Ester dijo que respondiesen a Mardoqueo: Vé y reúne
a todos los judíos que se hallan en Susa, y ayunad por mí, y no comáis ni
bebáis en tres días, noche y día; yo también con mis doncellas ayunaré
igualmente, y entonces entraré a ver al rey, aunque no sea conforme a la ley; y
si perezco, que perezca. Entonces Mardoqueo fue, e hizo conforme a todo lo que
le mandó Ester” (Est. 4:15-17).
Dios les dio la victoria porque trajo una liberación completa para el
pueblo judío; Amán fue colgado y todos los enemigos de Israel destruidos.
Conclusiones
- En todas estas referencias bíblicas se vincula el ayuno con el fuerte
deseo de ver a Dios intervenir, dirigir, proteger y restaurar a Israel, y cómo
él mueve su mano para bendecir a su pueblo. El ayuno enfatiza la gran
importancia de la situación asociada a su realización porque su necesidad y su
dificultad estaban por encima de la comida o la comodidad; la vida no podía
continuar igual y era urgente buscar el favor de Dios. Aún las necesidades
básicas de comer y beber se dejaban de lado como señal ante Dios de que Israel (o
algún personaje bíblico) estaba en un gran peligro y solo podía ser salvado si
Dios actuaba a su favor.
- En el A.T., el ayuno era para
humillarse ante Dios, pidiéndole ayuda, protección y perdón cuando se cometía
pecado delante de él (en beneficio propio o intercediendo por otros); con esta
actitud de arrepentimiento y ayuno, el juicio y la ira de Dios eran aplacados
cuando su paciencia llegaba al límite. No importaba el pecado cuán grande fuera…
Dios lo perdonaba cuando se humillaban y se arrepentían de corazón, y el ayuno
lo acompañaban rasgando sus vestidos, rapándose la cabeza, postrados en tierra
y echándose cenizas y polvo sobre su cuerpo; sin embargo, cuando Dios
perdonaba, simplemente les perdonaba la vida pero las consecuencias del pecado
venían sobre ellos.
“Pero
yo, cuando ellos enfermaron, me vestí de cilicio; afligí con ayuno mi alma, y
mi oración se volvía a mi seno” (Sal. 35:13).
“Lloré
afligiendo con ayuno mi alma, y esto me ha sido por afrenta. Puse además
cilicio por mi vestido, y vine a serles por proverbio” (Sal. 69:10,
11).
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