- El libro de Jueces contiene una historia dramática de cuando Israel se
enfrenta en batalla contra la tribu de Benjamín por una serie de actos perversos
que ellos cometieron en oposición a la Ley de Dios (Jue. 20:1-17). Por este
motivo, las tribus de Israel consultaron a Dios para esta batalla y él aprobó
su causa (v. 18).
En dos de las batallas, Israel perdió a cerca de 40000 hombres y Dios
así lo permitió (v. 19-25); sin embargo, fue cuando se unieron todos, vinieron
a la casa de Dios, lloraron, se sentaron allí en presencia de Dios, ayunaron y
ofrecieron sacrificios para Dios, que él les dio la victoria (v. 26-48).
En los primeros dos intentos, los israelitas trataron de ganar la
batalla por sí mismos y perdieron pero después ayunaron y Dios ganó la batalla
por ellos (v. 35).
- El ayuno de Acab. Este era un gobernante malvado y perverso, del cual
Dios dijo: “A la verdad ninguno fue como
Acab, que se vendió para hacer lo malo ante los ojos de Jehová; porque Jezabel
su mujer lo incitaba” (1 Rey. 21:25). El profeta Elías había pasado muchos
años testificándole al rey Acab y reprochando su rebelión contra Dios pero
luego le dio una última advertencia sobre lo que le sucedería a él y a su
familia (v. 20-24). Esta advertencia produjo resultados y la Biblia dice: “Y sucedió que cuando Acab oyó estas
palabras, rasgó sus vestidos y puso cilicio sobre su carne, ayunó, y durmió en
cilicio, y anduvo humillado” (v. 27). ¿Cuál fue la reacción de Dios? “¿No has visto cómo Acab se ha humillado
delante de mí? Pues por cuanto se ha humillado delante de mí, no traeré el mal
en sus días; en los días de su hijo traeré el mal sobre su casa” (v. 29).
¿Qué significa cilicio y ceniza?
En algunos pasajes de la Biblia se asocia el ayuno, la humillación y el
clamor a Dios con la expresión “se vestían de cilicio y ceniza”. Miremos lo
siguiente:
*El cilicio: era una ropa toscamente tejida y de tela oscura,
generalmente de pelo de cabra o de camello. Era una vestidura áspera que se
ponían los que estaban de duelo o en una actitud de arrepentimiento por causa
del pecado. Era totalmente incomoda, picaba el cuerpo y representaba una
humillación llevarla.
* La ceniza: sabemos que las cenizas son los residuos de las cosas
quemadas que ya no sirven para nada. En términos simbólicos las cenizas
representan la vanidad (Is. 44:20),
la humillación (Job 30:19), la desgracia (Sal.102:9; Job.42:6) y el arrepentimiento
(Dn. 9:3). Así pues, sentarse sobre ceniza era decirle a Dios: “polvo soy y no puedo
más con esta situación”. En el N.T. ya no se usan estos accesorios y en
nuestros días tampoco es costumbre, pero en el A.T. tenían un significado
profundo; no obstante, en la Gracia todavía somos llamados a humillar y rendir nuestro
corazón ante Dios. Cuando ayunes, arrepiéntete de corazón y confiésale todos
tus pecados a Dios, entrega toda tu vida y clama de verdad a él porque somos pequeños,
insuficientes y dependemos de Dios en cada aspecto.
- El rey Josafat llama a Israel a
ayunar cuando enfrenta un combate militar inminente.
“Pasadas estas cosas, aconteció que los hijos de Moab
y de Amón, y con ellos otros de los amonitas, vinieron contra Josafat a la
guerra. Y acudieron algunos y dieron aviso a Josafat, diciendo: Contra ti viene
una gran multitud del otro lado del mar, y de Siria; y he aquí están en
Hazezon-tamar, que es En-gadi. Entonces él tuvo temor; y Josafat humilló su
rostro para consultar a Jehová, e hizo pregonar ayuno a todo Judá. Y se
reunieron los de Judá para pedir socorro a Jehová; y también de todas las
ciudades de Judá vinieron a pedir ayuda a Jehová” (2 Crón. 20:1-4).
El rey Josafat de Judá se enfrentó a una prueba enorme: un gran
ejército, formado por soldados de muchas naciones, invadió su reino. Su
reacción fue correcta porque movió al pueblo a ayunar y él mismo ayunó para
buscar el favor de Dios en medio de esta crisis. La nación entera ayunó,
buscando la intervención de Dios y cuando Dios vio su actitud humilde y
dependiente de su gracia, él respondió… les dijo que no temieran, que salieran
al encuentro del ejército invasor y confiaran en que Dios iba a resolver las
cosas. Al día siguiente, Josafat y el pueblo descubrieron que Dios de hecho
había intervenido porque todo el ejército enemigo fue muerto. Dios en realidad
volvió al ejército contra sí mismo, y ninguno quedó vivo; Dios les dio la
victoria de forma milagrosa, extraordinaria y como menos ellos pensaban que iba
a suceder.
Cuando enfrentemos tribulaciones y pruebas o luchas que sobrevienen,
cuando veamos a Satanás y a sus ejércitos a las puertas… la necesidad de ayunar
es grande. Así como Dios ayudó a Josafat, él también nos ayudará si buscamos su
rostro en oración y ayuno.
- El pueblo de Israel ayunó en varias ocasiones durante su estadía en la
tierra prometida pero Dios no aceptó su oración y su ayuno porque no estaban
acompañadas del amor, la fidelidad y la obediencia a sus mandamientos (Is.
58:1-12).
El pueblo de Israel se encontraba en una condición lamentable ante los
ojos de Dios:
* Eran rebeldes a Dios y preferían el pecado que la justicia de Dios (v.
1).
* Buscaban a Dios y querían saber sus caminos pero eran hipócritas pues
habían dejado la ley de Dios y aparentaban justicia; pedían justos juicios y
querían acercarse a Dios pero sus obras eran malas y eran desaprobadas por el
Señor (v. 2).
* Ayunaban pero no veían la respuesta de Dios; se humillaban
supuestamente ante Dios y sentían que no eran escuchados (v. 3).
* En el día del ayuno buscaban su propio gusto, hacían lo que les
parecía y como les parecía. Asimismo, oprimían a sus trabajadores (v. 3).
* Entraban en contiendas y debates para agredir a otros (v. 4).
* Dios les manda a no ayunar con estos conflictos y más bien, les enseña
cómo se debe ayunar para que la oración sea oída y respondida (v. 4).
* Dios recrimina que el ayuno que Israel hacía se limitaba a una
humillación externa pero que no había una aprobación divina debido a que la realidad
del corazón se reflejaba en frutos malos y desagradables al Señor (v. 5).
* Dios les instruye que el ayuno debe estar acompañado de una vida justa,
piadosa y llena de amor y misericordia para con el prójimo (v. 6). En medio de
todo, Dios les promete que si ellos obedecen sus mandamientos y sus
instrucciones, entonces ellos serán un pueblo de ejemplo y buen testimonio,
honrado por el Señor ante los ojos de los demás; también será librado de la
opresión y la derrota ante sus enemigos y tendrá la victoria y la defensa del
Señor (v. 8). Además, su oración será oída y respondida porque habrá una
comunicación más profunda con Dios (v. 9).
* Dios les amonesta a quitar el dedo amenazador y a dejar de hablar
vanidad (v. 9), a ser generosos con el necesitado, a dar ayuda a quien está
afligido; si el pueblo de Israel hacía estas cosas el Señor traería bendición y
honra (v. 10). De igual manera, él sería su pastor para siempre, saciaría su
alma, daría fuerzas nuevas, haría fructificar a sus hijos en abundancia (v. 11),
restauraría a la nación, prosperaría a cada generación y habría una
descendencia poderosa bajo la mano de Dios (v. 12).
- El profeta Joel llama a Israel
a ayunar como señal de confesión y arrepentimiento por sus pecados, pero
también les guía a gemir de verdad ante Dios por causa de su rebelión. Joel llama
a los ministros del altar y de Dios; les invita a proclamar ayuno a toda la
comunidad de creyentes en una reunión o asamblea; les dice que se congreguen
los ancianos y todos los moradores de la tierra para que clamen al Señor.
“Ceñíos y lamentad, sacerdotes; gemid, ministros del
altar; venid, dormid en cilicio, ministros de mi Dios; porque quitada es de la
casa de vuestro Dios la ofrenda y la libación. Proclamad ayuno, convocad a
asamblea; congregad a los ancianos y a todos los moradores de la tierra en la
casa de Jehová vuestro Dios, y clamad a Jehová” (Jl. 1:13, 14).
“Por
eso pues, ahora, dice Jehová, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con
ayuno y lloro y lamento” (Jl. 2:12).
“Tocad
trompeta en Sion, proclamad ayuno, convocad asamblea” (Jl. 2:15).
Aquí hay un principio espiritual digno
de imitar: qué bueno sería que todas las iglesias cristianas practicaran este
tipo de ayuno para acercarse más a Dios: toda la congregación en unidad, desde
el pastor y su familia, hasta el último creyente de la iglesia, quebrantando el
corazón y clamando rostro en tierra, como un solo hombre, igual que el pueblo
de Israel clamaba a una voz, buscando su rostro, pidiendo su dirección, su
intervención y su perdón para reconciliarse con Dios.
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