martes, 2 de febrero de 2016

El ayuno bíblico Parte III


- El libro de Jueces contiene una historia dramática de cuando Israel se enfrenta en batalla contra la tribu de Benjamín por una serie de actos perversos que ellos cometieron en oposición a la Ley de Dios (Jue. 20:1-17). Por este motivo, las tribus de Israel consultaron a Dios para esta batalla y él aprobó su causa (v. 18).

En dos de las batallas, Israel perdió a cerca de 40000 hombres y Dios así lo permitió (v. 19-25); sin embargo, fue cuando se unieron todos, vinieron a la casa de Dios, lloraron, se sentaron allí en presencia de Dios, ayunaron y ofrecieron sacrificios para Dios, que él les dio la victoria (v. 26-48).

En los primeros dos intentos, los israelitas trataron de ganar la batalla por sí mismos y perdieron pero después ayunaron y Dios ganó la batalla por ellos (v. 35).

- El ayuno de Acab. Este era un gobernante malvado y perverso, del cual Dios dijo: “A la verdad ninguno fue como Acab, que se vendió para hacer lo malo ante los ojos de Jehová; porque Jezabel su mujer lo incitaba” (1 Rey. 21:25). El profeta Elías había pasado muchos años testificándole al rey Acab y reprochando su rebelión contra Dios pero luego le dio una última advertencia sobre lo que le sucedería a él y a su familia (v. 20-24). Esta advertencia produjo resultados y la Biblia dice: “Y sucedió que cuando Acab oyó estas palabras, rasgó sus vestidos y puso cilicio sobre su carne, ayunó, y durmió en cilicio, y anduvo humillado” (v. 27). ¿Cuál fue la reacción de Dios? “¿No has visto cómo Acab se ha humillado delante de mí? Pues por cuanto se ha humillado delante de mí, no traeré el mal en sus días; en los días de su hijo traeré el mal sobre su casa” (v. 29).

¿Qué significa cilicio y ceniza?
En algunos pasajes de la Biblia se asocia el ayuno, la humillación y el clamor a Dios con la expresión “se vestían de cilicio y ceniza”. Miremos lo siguiente:

*El cilicio: era una ropa toscamente tejida y de tela oscura, generalmente de pelo de cabra o de camello. Era una vestidura áspera que se ponían los que estaban de duelo o en una actitud de arrepentimiento por causa del pecado. Era totalmente incomoda, picaba el cuerpo y representaba una humillación llevarla.
* La ceniza: sabemos que las cenizas son los residuos de las cosas quemadas que ya no sirven para nada. En términos simbólicos las cenizas representan la vanidad (Is. 44:20),  
la humillación (Job 30:19), la desgracia (Sal.102:9; Job.42:6) y el arrepentimiento (Dn. 9:3). Así pues, sentarse sobre ceniza era decirle a Dios: “polvo soy y no puedo más con esta situación”. En el N.T. ya no se usan estos accesorios y en nuestros días tampoco es costumbre, pero en el A.T. tenían un significado profundo; no obstante, en la Gracia todavía somos llamados a humillar y rendir nuestro corazón ante Dios. Cuando ayunes, arrepiéntete de corazón y confiésale todos tus pecados a Dios, entrega toda tu vida y clama de verdad a él porque somos pequeños, insuficientes y dependemos de Dios en cada aspecto.

-  El rey Josafat llama a Israel a ayunar cuando enfrenta un combate militar inminente.

“Pasadas estas cosas, aconteció que los hijos de Moab y de Amón, y con ellos otros de los amonitas, vinieron contra Josafat a la guerra. Y acudieron algunos y dieron aviso a Josafat, diciendo: Contra ti viene una gran multitud del otro lado del mar, y de Siria; y he aquí están en Hazezon-tamar, que es En-gadi. Entonces él tuvo temor; y Josafat humilló su rostro para consultar a Jehová, e hizo pregonar ayuno a todo Judá. Y se reunieron los de Judá para pedir socorro a Jehová; y también de todas las ciudades de Judá vinieron a pedir ayuda a Jehová” (2 Crón. 20:1-4).

El rey Josafat de Judá se enfrentó a una prueba enorme: un gran ejército, formado por soldados de muchas naciones, invadió su reino. Su reacción fue correcta porque movió al pueblo a ayunar y él mismo ayunó para buscar el favor de Dios en medio de esta crisis. La nación entera ayunó, buscando la intervención de Dios y cuando Dios vio su actitud humilde y dependiente de su gracia, él respondió… les dijo que no temieran, que salieran al encuentro del ejército invasor y confiaran en que Dios iba a resolver las cosas. Al día siguiente, Josafat y el pueblo descubrieron que Dios de hecho había intervenido porque todo el ejército enemigo fue muerto. Dios en realidad volvió al ejército contra sí mismo, y ninguno quedó vivo; Dios les dio la victoria de forma milagrosa, extraordinaria y como menos ellos pensaban que iba a suceder.

Cuando enfrentemos tribulaciones y pruebas o luchas que sobrevienen, cuando veamos a Satanás y a sus ejércitos a las puertas… la necesidad de ayunar es grande. Así como Dios ayudó a Josafat, él también nos ayudará si buscamos su rostro en oración y ayuno.

- El pueblo de Israel ayunó en varias ocasiones durante su estadía en la tierra prometida pero Dios no aceptó su oración y su ayuno porque no estaban acompañadas del amor, la fidelidad y la obediencia a sus mandamientos (Is. 58:1-12).

El pueblo de Israel se encontraba en una condición lamentable ante los ojos de Dios:
* Eran rebeldes a Dios y preferían el pecado que la justicia de Dios (v. 1).
* Buscaban a Dios y querían saber sus caminos pero eran hipócritas pues habían dejado la ley de Dios y aparentaban justicia; pedían justos juicios y querían acercarse a Dios pero sus obras eran malas y eran desaprobadas por el Señor (v. 2).
* Ayunaban pero no veían la respuesta de Dios; se humillaban supuestamente ante Dios y sentían que no eran escuchados (v. 3).
* En el día del ayuno buscaban su propio gusto, hacían lo que les parecía y como les parecía. Asimismo, oprimían a sus trabajadores (v. 3).
* Entraban en contiendas y debates para agredir a otros (v. 4).
* Dios les manda a no ayunar con estos conflictos y más bien, les enseña cómo se debe ayunar para que la oración sea oída y respondida (v. 4).
* Dios recrimina que el ayuno que Israel hacía se limitaba a una humillación externa pero que no había una aprobación divina debido a que la realidad del corazón se reflejaba en frutos malos y desagradables al Señor (v. 5).
* Dios les instruye que el ayuno debe estar acompañado de una vida justa, piadosa y llena de amor y misericordia para con el prójimo (v. 6). En medio de todo, Dios les promete que si ellos obedecen sus mandamientos y sus instrucciones, entonces ellos serán un pueblo de ejemplo y buen testimonio, honrado por el Señor ante los ojos de los demás; también será librado de la opresión y la derrota ante sus enemigos y tendrá la victoria y la defensa del Señor (v. 8). Además, su oración será oída y respondida porque habrá una comunicación más profunda con Dios (v. 9).
* Dios les amonesta a quitar el dedo amenazador y a dejar de hablar vanidad (v. 9), a ser generosos con el necesitado, a dar ayuda a quien está afligido; si el pueblo de Israel hacía estas cosas el Señor traería bendición y honra (v. 10). De igual manera, él sería su pastor para siempre, saciaría su alma, daría fuerzas nuevas, haría fructificar a sus hijos en abundancia (v. 11), restauraría a la nación, prosperaría a cada generación y habría una descendencia poderosa bajo la mano de Dios (v. 12).

-  El profeta Joel llama a Israel a ayunar como señal de confesión y arrepentimiento por sus pecados, pero también les guía a gemir de verdad ante Dios por causa de su rebelión. Joel llama a los ministros del altar y de Dios; les invita a proclamar ayuno a toda la comunidad de creyentes en una reunión o asamblea; les dice que se congreguen los ancianos y todos los moradores de la tierra para que clamen al Señor.

“Ceñíos y lamentad, sacerdotes; gemid, ministros del altar; venid, dormid en cilicio, ministros de mi Dios; porque quitada es de la casa de vuestro Dios la ofrenda y la libación. Proclamad ayuno, convocad a asamblea; congregad a los ancianos y a todos los moradores de la tierra en la casa de Jehová vuestro Dios, y clamad a Jehová” (Jl. 1:13, 14).

“Por eso pues, ahora, dice Jehová, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento” (Jl. 2:12).

“Tocad trompeta en Sion, proclamad ayuno, convocad asamblea” (Jl. 2:15).

Aquí hay un principio espiritual digno de imitar: qué bueno sería que todas las iglesias cristianas practicaran este tipo de ayuno para acercarse más a Dios: toda la congregación en unidad, desde el pastor y su familia, hasta el último creyente de la iglesia, quebrantando el corazón y clamando rostro en tierra, como un solo hombre, igual que el pueblo de Israel clamaba a una voz, buscando su rostro, pidiendo su dirección, su intervención y su perdón para reconciliarse con Dios. 

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