miércoles, 31 de agosto de 2016

¿Cuál es la Verdad? Parte IV

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c. ¿Qué cosmovisión es la correcta?

«Cosmovisión» es lo que una persona cree acerca de cómo funciona el mundo y de cómo se debe vivir en él. En otras palabras, son los pensamientos fundamentales que guían a la gente cuando hacen elecciones significativas para su vida. Para algunas personas, determinar una cosmovisión se parece mucho a ir a comprar ropa. Salen a buscar la mejor ropa que pueden comprar pero que también cause una buena impresión en sus amigos. Parecen creer que como el gusto en la ropa difiere de persona a persona, así también difiere el gusto en cosmovisiones (lo importante es si te gusta o no). Sin embargo, las cosmovisiones son como lentes a través de los cuales se ve la realidad de una forma específica. Si yo tengo una cosmovisión definida actuaré siempre con base en cómo veo y entiendo las cosas. Toda explicación fuera de mi cosmovisión la trataré de ajustar a mi modo de ver el mundo.

Imagínese ahora que usted posee unos lentes defectuosos (una cosmovisión incorrecta e incongruente con la realidad); esto traerá como consecuencia que usted vea la realidad y el mundo de forma errada o no podrá tan siquiera ver la realidad. Esta es la condición en la que se encuentra el individuo que posee una cosmovisión errada y obviamente, el resultado de esta visión que ha adoptado será una conducta incorrecta y defectuosa.

Ahora bien, no es posible que todas las personas tengan una cosmovisión correcta porque existen un sinnúmero de creencias y prácticas incompatibles. En este sentido, se ha probado claramente que existen verdades absolutas en cuanto a la fe y la moral; solo la Biblia provee una cosmovisión coherente con la realidad y puede responder a las preguntas fundamentales de la vida, la existencia de Dios, el origen del universo, la forma y las leyes que lo rigen, la superioridad intrínseca del ser humano con respecto a otras criaturas, el fracaso del hombre para ser bueno, su depravación, su inclinación al mal y el problema del sufrimiento. Si una cosmovisión no puede responder coherentemente estos cuestionamientos, entonces no es una cosmovisión correcta.

La mejor cosmovisión, la correcta y la que da la mayor satisfacción, surge de una vida que está alineada con la verdad y que describe de forma auténtica y objetiva la realidad. El hecho es que si tu cosmovisión no cuadra con la verdad, tu vida va camino al desastre (aunque no lo veas o lo reconozcas así).

El mundo está lleno de personas cuya vida ha quedado decepcionada debido a que mantienen una cosmovisión errada. Por otra parte, es posible tener una cosmovisión correcta pero llevar una vida contraria a la verdad. Por ejemplo, muchos cristianos dicen creer en la verdad que es la Biblia pero su vida es un desastre porque no siguen a Jesús y no reflejan su carácter. Debido a esto, mucha gente no le presta atención al cristianismo porque ven a pocos cristianos viviendo de acuerdo a lo que dice la Biblia. Al final, una vida frustrante y vacía será el resultado, ya sea por elegir una cosmovisión errada, o por elegir la cosmovisión correcta y no querer vivir de acuerdo a ella.

LA BIBLIA Y EL CRISTIANISMO

Como se ha planteado antes, la cosmovisión cristiana (con base en la Biblia) es la cosmovisión más acertada (más acorde con la realidad) y no posee evidencia en contra a la hora de ser evaluada. Esta cosmovisión tiene la capacidad de explicar el origen del universo y posee la mejor definición de la moral, pues somos creados a la imagen de Dios y él nos dio la facultad para diferenciar el bien y el mal. De igual forma, la cosmovisión cristiana posee la mejor explicación para la razón y la lógica, las cuales el ser humano ha recibido de parte de Dios para cumplir su propósito aquí en la tierra, ya que no somos el producto del azar o la suerte (como lo sugiere la evolución y el ateísmo).

En resumen, la cosmovisión cristiana son los mejores lentes que alguien puede tener para ver de forma correcta la realidad, el mundo y la vida humana.

Para muchos, la cosmovisión cristiana es “una opción más” entre tantas otras formas de ver la realidad pero en este material se están presentando evidencias objetivas y lógicas para comprender por qué el cristianismo bíblico es la cosmovisión correcta; solo tómate tu tiempo para leer y evaluar la información completa, leyendo todos los temas aquí tratados. Tal vez ya estás en desacuerdo con muchos argumentos ya mencionados pero te invito a que sigas leyendo y encontrarás un material más amplio para sacar conclusiones objetivas.

A continuación, revisemos algunas corrientes de pensamiento que han tenido gran influencia en la sociedad moderna pero que han partido de una cosmovisión incorrecta y absurda porque no han tenido la facultad de explicar las realidades de la vida, causando estragos en la mente y en la conducta de la gente.

Recordemos las sabias palabras de Jesús: “Así que, por sus frutos los conoceréis” (Mt. 7:20). Definitivamente, son los resultados los que valen…

MATERIALISMO

Esta corriente de pensamiento parece estar prevaleciendo en la sociedad de hoy y puede definirse en dos aspectos:

- La mentalidad de que que el éxito material y el progreso son los valores más altos en la vida (en contraposición a conceptos espirituales, intelectuales o de conciencia).
- La teoría que plantea que todo lo que existe en el universo es la materia física, sin ninguna verdadera existencia espiritual o intelectual.

Los individuos que sostienen esta creencia ven al universo como un dispositivo inmenso, unido por pedazos de materia y funcionando en sujeción a leyes naturales. Ya que el materialismo niega todo concepto de Creación Especial o Diseño Inteligente, se apoya en la Teoría de la Evolución para dar una explicación de todo.

La primera pregunta que deberíamos hacernos es: Si todo lo que existe es materia, ¿de dónde vinieron las leyes naturales que la gobiernan? Nuevos descubrimientos científicos en las áreas de complejidad biológica, diseño cosmológico, física cuántica, y la teoría de la información, ponen en duda estos planteamientos materialistas. Una cantidad masiva de evidencia demuestra que el universo y sus aspectos materiales están conectados por una red de energía, diseño e información. Con estas evidencias, ahora vemos mucho más que materia… vemos el resultado de un Diseño Inteligente.

El materialismo, en su nivel más simple, involucra el enfocarse en "cosas" materiales, opuestamente a aquello de naturaleza espiritual o intelectual. Vivimos en un mundo rodeado y compuesto de materia. Es natural, por lo tanto, que las posesiones materiales puedan ser tomadas como una distracción de la búsqueda espiritual o intelectual, pero es aquí donde frecuentemente ocurren dos problemas: 1) podemos obsesionarnos por el deseo de obtenerlas, o 2) simplemente podemos frustrarnos por la necesidad de mantenerlas.

El materialismo nos lleva a preguntarnos: ¿son las cosas materiales más importantes que todo lo demás? ¿Es el éxito material la meta final? Si lo material es todo lo que hay, ¿de qué trata la vida? ¿Por qué estoy aquí? Si la vida solo consiste en materialismo, ¿por qué debo siquiera tratar de llevar una vida recta? ¿Qué importa cómo trato a los demás, o cómo vivo, mientras tenga lo que quiero? ¿Por qué es importante lo que crea acerca del origen de la vida?

HUMANISMO

El humanismo fue "codificado" en 1933 por 34 humanistas americanos (entre ellos el filósofo John Dewey). Aunque anteriormente y desde entonces han aparecido muchas otras versiones de humanismo, he aquí algunos extractos del Manifiesto Humanista I original (http://www.filosofia.org/cod/c1933hum.htm):

PRIMERO: Los humanistas religiosos entienden el universo como auto-existente y no creado.
SEGUNDO: El humanismo cree que el hombre es una parte de la naturaleza y que ha surgido como resultado de un proceso continuo.
TERCERO: Al adoptar una visión orgánica de la vida, los humanistas encuentran que el dualismo tradicional entre mente y cuerpo debe ser desestimado.
CUARTO: El humanismo reconoce que la cultura religiosa y la civilización del hombre, tan claramente descrita por la antropología y la historia, son el producto de un desarrollo gradual debido a su interacción con el entorno natural y con su herencia social. El individuo nacido en una cultura particular en gran medida es moldeado por esa cultura.
QUINTO: El humanismo afirma que la naturaleza del universo representada por la ciencia moderna hace inaceptable cualquier garantía sobrenatural o cósmica de los valores humanos. Obviamente el humanismo no niega la posibilidad de realidades aún por descubrir, pero insiste en que la manera de determinar la existencia y el valor de cualquiera y de todas las realidades es a través de la investigación inteligente y la evaluación de sus relaciones con las necesidades humanas. La religión debe formular sus esperanzas y planes a la luz del método y del espíritu científico.
OCTAVO: El Humanismo religioso considera que la realización completa de la personalidad humana es el fin de la vida del hombre y busca su desarrollo y cumplimiento aquí y ahora. Esta es la explicación de la pasión social del humanista.
NOVENO: En el lugar de las viejas actitudes que intervienen en la adoración y la oración, el humanismo encuentra sus emociones religiosas expresadas en un mayor sentido de la vida personal y en un esfuerzo de cooperación para promover el bienestar social.
DÉCIMO: De ello se sigue que no habrá únicamente emociones y actitudes religiosas del tipo de las asociadas hasta ahora con la creencia en lo sobrenatural.
PÁRRAFO FINAL: Estas son las tesis del humanismo religioso. Aunque consideramos que las formas y las ideas religiosas de nuestros padres ya no son adecuadas, la búsqueda de una vida buena sigue siendo la tarea central de la humanidad. El hombre ha tomado conciencia por fin de que es el único responsable de la realización del mundo de sus sueños, que tiene dentro de sí el poder para lograrlo. Debe disponer su inteligencia y voluntad para la tarea.

Según esta posición del humanismo, la existencia del universo no tiene ningún propósito en sí mismo sino que somos el resultado de un proceso aleatorio que no necesita de ningún tipo de significado; más bien, la vida puede tener un significado “si nosotros le adjudicamos un significado”. La vida solo vale la pena vivirla si nosotros mismos hacemos que valga la pena, y que sea agradable. De igual forma, el humanismo sostiene que no existen valores objetivos ni universales. Una persona puede ser moral si crea un sistema de valores y vive de acuerdo con ellos. Un humanista sostendría que nadie está obligado a ser moral. Por lo tanto, el humanismo no consigue proveer objeciones morales para comportamientos inmorales. Obviamente, si no existen absolutos morales, usted no puede demostrar que algo es malo o equivocado. De esta manera, en una sociedad humanística, nadie puede en realidad juzgar moralmente las decisiones o acciones de otros.

El humanismo es promovido a través de la enseñanza de la ciencia evolucionista, del materialismo, y del relativismo moral en nuestros medios de comunicación populares y en el sistema público escolar.

Lamentablemente, se ha tratado de eliminar a Dios del sistema social pero sin Dios, perdemos cualquier propósito trascendente del universo en el cual vivimos… sin Dios, perdemos cualquier propósito trascendente para dar significado a nuestras vidas… solo somos seres luchando por sobrevivir hasta que muramos. Todos los logros, los sacrificios, los buenos y bellos actos de algunas personas, los feos y oscuros actos de otras, son en última instancia, esfuerzos intrascendentes de la vida. Sin Dios, perdemos cualquier posibilidad de vida después de la muerte.

Cuando usted elimina la esperanza del cielo, elimina el propósito y valor final de la vida. ¿Qué diferencia habría realmente si vivimos como personas respetuosas de la vida, de la libertad de otros y de los valores como el amor, el servicio y la educación o si somos asesinos, ladrones, destructores y perversos? De todas formas, el destino de todo el mundo sería el mismo: la muerte (dejar de existir). Esta es la perspectiva final de aquellos que basan su sistema de creencias en el humanismo.

El humanismo secular es un intento de funcionar como una sociedad civilizada con la exclusión de Dios y de Sus principios morales. Durante las últimas décadas, humanistas han tenido mucho éxito en propagar sus creencias. Su principal enfoque es concentrarse en la juventud a través del sistema escolar público.

John J. Dunphy, en su galardonado ensayo The Humanist (1983), ilustra este enfoque estratégico: “La batalla por el futuro de la humanidad debe ser peleada y ganada en los salones de clases de las escuelas públicas, por maestros que perciban su rol correctamente como proselitistas de una nueva fe. Una religión de la humanidad -- utilizando un salón de clases en lugar de un púlpito para llevar los valores humanistas a donde sea que enseñen. El salón de clases debe, y se convertirá, en un campo de batalla entre lo viejo y lo nuevo -- el cadáver descompuesto del cristianismo, junto con sus males y miserias adyacentes, y la nueva fe del humanismo”.

John Dewey, recordado por sus esfuerzos en establecer los actuales sistemas educacionales de América, fue uno de los principales firmantes del Manifiesto Humanista de 1933. Al parecer los humanistas han estado interesados en el sistema educacional americano por casi un siglo. Ellos han sido completamente exitosos al enseñar a muchos niños que Dios es imaginario y contrario a la "ciencia".

El humanismo secular está manifestado en la Teoría Evolucionista. Para contestar la pregunta fundamental de: "¿De dónde venimos?" a los niños se les enseña la doctrina de la Evolución. La primera sección del Manifiesto Humanista establece: "Los humanistas religiosos entienden el universo como auto-existente y no creado". La segunda sección afirma: "Los humanistas creen que el hombre es una parte de la naturaleza y que ha surgido como resultado de un proceso continuo". Ciertamente, el sistema público escolar propaga la doctrina humanista (claramente una "religión" atea), y de esta manera, condena el concepto de Dios. Esta es una ironía sorprendente. Por ejemplo, en Estados Unidos, la Ciencia de la Creación ha sido excluida exitosamente de muchas escuelas públicas por organizaciones tales como la Unión de Libertades Civiles Americana (A.C.L.U) sobre la base de que la Creación es religiosa, y el gobierno no debe apoyar la religión de ninguna forma". De hecho, la evolución se convirtió en cierto sentido en una religión científica; casi todos los científicos la han aceptado, y muchos están dispuestos a torcer sus observaciones para que concuerden con ella" (H. S. Lipson, FRS, Profesor de Física, Universidad de Manchester, Reino Unido, "A Physicist Looks at Evolution", Physics Bulletin, vol. 31, Mayo 1980, pg. 138).

Aún así la Evolución no ha sido comprobada. De hecho, la Teoría de la Evolución es contraria a la ciencia establecida. George Wald, otro prominente evolucionista (un bioquímico de la Universidad de Harvard y ganador del Premio Nobel), escribió: "En lo referente al origen de la vida existen solo dos posibilidades: Creación o generación espontánea. No hay un tercer camino. La generación espontánea fue refutada cien años atrás, pero ello nos lleva a solo otra conclusión, la de la creación sobrenatural. No podemos aceptar eso en terrenos filosóficos, por lo tanto, escogemos creer lo imposible: ¡Que la vida surgió espontáneamente al azar!" ("The Origin of Life", Scientific American, 191:48, Mayo 1954).

El objetivo principal del humanismo secular es el excluir a Dios de las respuestas potenciales de la vida. ¿Es esta doctrina una buena idea para una sociedad libre? Los Fundadores de los Estados Unidos de América parece que no lo creen así, y nos advertieron en contra de este tipo de filosofía.

En su discurso de despedida a la inexperta nación de los Estados Unidos de América (el 19 de septiembre de 1796), George Washington declaró: "De todas las disposiciones y hábitos que conllevan a la prosperidad política, nuestra religión y moralidad son los soportes indispensables... Y permitámonos con cautela la suposición de que la moralidad puede ser mantenida sin la religión... Ambas, la razón y la experiencia nos prohíben esperar que la moralidad nacional pueda prevalecer con la exclusión de los principios religiosos”.

Noah Webster, uno de los fundadores de la nación y educador, escribió: "Todas las miserias y males que los hombres sufren a consecuencia del vicio, crimen, ambición, injusticia, opresión, esclavitud, y guerra, provienen del menosprecio o negligencia de los preceptos contenidos en la Biblia".

Daniel Webster escribió: "Si nos regimos por los principios enseñados en la Biblia, nuestro país seguirá prosperando, pero si descuidamos sus enseñanzas y autoridad, ningún hombre puede decir cuando una catástrofe nos vencerá, y sepultará toda nuestra gloria en una oscuridad profunda".

Patrick Henry escribió: "No puede enfatizarse suficientemente, o demasiado, que esta gran nación fue fundada no por religiosos, sino por cristianos -- no sobre religiones, sino sobre el evangelio de Jesucristo".

COSMOVISIÓN POSTMODERNISTA

Aunque hay desacuerdos significativos entre las variadas expresiones de la cosmovisión postmodernista, existe una creencia clave que las caracteriza a todas: una aguda conciencia de nuestra "contextualización" como humanos. Los postmodernistas afirman que los seres humanos somos el resultado de una perspectiva, o predisposición, que es moldeada por la cultura en que vivimos. Debido a esta "contextualización" nadie puede afirmar tener objetividad en sus opiniones; el enfoque del postmodernismo es cómo percibimos y cómo describimos lo que es el mundo. Esta es la más clara diferencia entre el postmodernismo y la mayoría de las otras cosmovisiones, ya que la preocupación central de otras cosmovisiones es definir qué es el mundo real, mientras que en la cosmovisión postmodernista todo está condicionado y nada es seguro.

Hay varias implicaciones al confrontar la realidad de esta manera:

- PRIMERO, en última instancia, la realidad es incognoscible. Nuestra "contextualización" nos impide tener acceso directo al mundo real o tener un verdadero conocimiento de él. Esto no quiere decir que el mundo real no esté allí (aunque algunos sugerirían esto, por ejemplo, en el hinduismo), solo que nosotros nunca podemos deshacernos de nuestras perspectivas para tener acceso objetivo a él.

Stanley Fish describe este dilema de esta manera: “Además, no solamente no existe nadie que pueda detectar una verdad trascendente si llegara a pasar por el vecindario, sino que es difícil hasta decir cómo sería una. Por supuesto, sabríamos lo que no sería: no se dirigiría a ninguna condición en particular, no se identificaría con ninguna producción histórica, ni estaría formulada en los términos de alguna tradición nacional, étnica, racial, económica, ni de clases" (Stanley Fish, There’s No Such Thing as Free Speech: And It’s a Good Thing, Too -New York: Oxford, 1994-, p. 8).

Estamos atrapados en nuestra contextualización. No existen fundamentos que no estén condicionados también con los cuales construir un concertado cúmulo de conocimientos. El conocimiento realmente se reduce a la perspectiva de uno: en realidad nosotros nunca tenemos los hechos; solo existe interpretación.

- SEGUNDO, la verdad y el conocimiento son construcciones del lenguaje y reflejan la perspectiva del que afirma tenerlos, pero no deberían ser confundidos con una declaración de los hechos acerca de la verdadera realidad. Por supuesto, si la verdad solamente refleja la perspectiva de uno y no representa realmente nada acerca de la realidad objetiva, no puede ser absoluta. Esta es una conclusión ineludible de la cosmovisión postmodernista: la verdad absoluta no existe; solo hay "verdades".

Es importante anotar que el postmodernismo no alega necesariamente que cada persona tiene su propia verdad, sino que nuestras perspectivas de lo que es la verdad son moldeadas, mayormente, por las comunidades, o por las culturas en que nos encontramos. Cada comunidad construye, a través del lenguaje, su propia historia del mundo. Ninguna historia es más verdadera que otra (ya que todas las historias son válidas); entonces, la verdad es producida por la narrativa de una comunidad. Las "verdades," entonces, no son declaraciones hipotéticas acerca de la realidad, sino más bien realidades narrativas de un grupo en particular; y cada grupo se distingue por su uso particular del lenguaje. En otras palabras, ya que simplemente no podemos excluir el lenguaje de nuestras tentativas para describir la realidad, toda objetividad es desechada.

Esta visión del lenguaje está enraizada en la práctica de la "deconstrucción" en la literatura, que fue adoptada primeramente por Jacque Derrida. Él sugirió que no existe un significado fijo para ningún texto, ya que es solo la perspectiva del autor. Pero, cada lector también tiene su perspectiva. Por lo tanto, el lector impone significado en el texto. Este significado no es fijo, sino que cada texto puede tener una multitud de significados, a pesar de la intención original del autor.

- TERCERO, otra implicación del postmodernismo es que el progreso es una ilusión. El optimismo del proyecto modernista, el cual estaba basado en una falsa confianza en la objetividad y la certeza humana, ha sido castigado. El "adelanto" y los "logros" son conceptos construidos socialmente; por ende, sin el concepto del progreso, entonces, ¿qué significa avanzar para una sociedad?

Considerando estas implicaciones, surge la pregunta: ¿es acertada la cosmovisión postmodernista? Evaluemos estas ideas a la luz de CUATRO pruebas y veamos si puede resistir el escrutinio.

* La Prueba de la Razón.
El postmodernismo está lleno de auto-contradicciones. Niega que alguna metanarrativa pueda ofrecer una historia que abarque todo y que aplique a todas las personas y a todos los tiempos. La sugerencia básica aquí es que la única historia que aplica a todas las personas y a todos los tiempos es que “ninguna historia puede aplicarse a todas las personas y a todos los tiempos”. Es otras palabras, el postmodernismo ofrece la metanarrativa que no existen metanarrativas y esto lo plantea como una “verdad absoluta”.

Más aún, los postmodernistas sugieren que deberíamos rechazar las metanarrativas, porque estamos atrapados dentro de nuestras perspectivas culturales, y por lo tanto, solo somos capaces de expresar nuestras interpretaciones. Para el postmodernista, no existe nada sino la interpretación. Pero, ¿no sería la afirmación "hay solo interpretación" también una interpretación?

En la negación de las metanarrativas, el postmodernismo también niega la existencia de la verdad absoluta, y en su lugar, abraza la existencia de muchas verdades sostenidas por diferentes personas. Sin embargo, la afirmación de que "no existe la verdad absoluta, solo existen verdades" es una afirmación absoluta y objetiva.

Si toda verdad está socialmente condicionada, ¿no estaría esta “afirmación de la verdad” socialmente condicionada también? ¿Quién fue capaz de tener acceso a esta verdad acerca de la realidad?

Obviamente, a los postmodernistas no les preocupan estas contradicciones porque pretenden estar por encima de sus propias suposiciones y que nadie los ponga en entredicho; ellos evitan tener una opinión acerca de emitir opiniones. En la realidad, esto equivale a presentar un argumento que prueba que ningún argumento es sensato y una prueba de que no existen pruebas, lo cual es un absurdo" (C.S. Lewis, Miracles (London: Geoffrey Bles, 1959), p. 100).

Para este momento el lector perceptivo puede haberse dado cuenta que el postmodernismo es culpable a veces de cobardía intelectual, otras veces, de intimidación intelectual, y otras veces, de pereza intelectual.

* La Prueba del Mundo Exterior.
Aunque los prejuicios de una comunidad ciertamente moldean las perspectivas de los miembros de esa comunidad, no significa que la realidad misma esté socialmente construida y que nunca podemos tener acceso a la realidad objetiva, como afirman los postmodernistas. De hecho, nuestra perspectiva de la realidad es constantemente impuesta, desafiada, y hasta alterada por la realidad misma. Por ejemplo, grupos trascendentales cuya construcción social de la realidad es que el mundo físico es una ilusión, continúan encontrándose restringidos por la realidad física del tiempo y del espacio; en otras palabras, el mundo exterior desafía tal interpretación de los hechos y les obliga a vivir la realidad que no pueden negar.

* La Prueba del Mundo Interior.
Mientras que el modernismo colocó la presunción de autoridad en el yo autónomo, el postmodernismo intenta colocarla en la comunidad. Sin embargo, el postmodernismo tiende irónicamente a incrementar nuestro aislamiento de otros. Una razón para esto es que la mayoría de nosotros pertenecemos a muchas comunidades diferentes: crecemos en una, nos establecemos para vivir en otra, trabajamos en otra, rendimos culto en otra, y nos jubilamos en otra. Con tantas perspectivas de comunidad compitiendo por nuestra lealtad, finalmente, la tendencia es no pertenecer a ninguna. Es irónico que la generación actual, que se jacta de tener la mejor tecnología de comunicación que cualquier otra generación en la historia del mundo, es a menudo la más aislada.

Si la única realidad a la que podemos tener acceso es la que nosotros esencialmente construimos, eso significaría necesariamente que la vida está desprovista de cualquier moral o significado mayor. El postmodernismo es, en su forma más desesperanzada, una repetición del nihilismo clásico. En su forma más positiva, no puede elevarse más allá de un existencialismo más corporativo. En cualquier caso, todos los valores supremos son eliminados.

* La Prueba del Mundo Real.
Y la prueba final de que el postmodernismo no puede explicar adecuadamente la realidad es que, en última instancia, sus postulados no pueden ser aplicados a la vida diaria. El moralista postmodernista esencialmente afirma: "No existe nada bueno ni malo," y luego hace una pausa y agrega: "y eso es bueno". Sin embargo, hay un lugar intuitivo e implacable dentro de nosotros que insiste en que existe lo bueno y lo malo, aún cuando no coincidimos entre nosotros en lo que colocamos dentro de esas categorías.

Según la Biblia, las personas están hechas a la imagen de Dios, y ser conscientes de la moralidad y del significado es parte de lo que somos. En relación a esto, podríamos resumir el trabajo de un teólogo así: “pasar mucho tiempo pensando en razones muy complicadas y sofisticadas por las que hacemos cosas que todos sabemos perfectamente que son malas”.

Es importante observar que el posmodernismo solo existe como una cosmovisión viable en ciertos contextos. La cosmovisión que afirma que todas las cosmovisiones están histórica y culturalmente condicionadas resulta estar también histórica y culturalmente condicionada. De hecho, en toda su rebelión contra los males del modernismo y de las civilizaciones occidentales, irónicamente, el postmodernismo existe solo en el contexto del modernismo y de la civilización occidental y esto no es accidental porque la productividad de la civilización occidental ha creado una cultura que está definida mayormente por su consumismo. Nuestra cultura, es una cultura de elecciones ilimitadas, desde los cereales hasta las filosofías, y el único valor absoluto es valorar el derecho de todos de escoger su propia existencia, hasta de su propio significado.

En vez de subordinarse ante la cosmovisión postmodernista, el cristiano bíblico es sabio al reconocerla por lo que fundamentalmente es: un contexto cultural en el que el cristianismo existe, puede sobrevivir y hasta prosperar. La verdad no se rinde a la opinión general. A diferencia del postmodernismo, la cosmovisión bíblica puede soportar todos los desafíos y todavía hablarle a la cultura dominante porque la Biblia plantea las verdades absolutas más importantes para explicar el universo, la vida del hombre y su lugar en el mundo.

sábado, 27 de agosto de 2016

¿Cuál es la Verdad? Parte III


b. El bien y el mal

Con respecto a la interpretación del bien y del mal, existe una corriente muy popular llamada deontología, la cual es una teoría de moralidad basada en una visión "sin consecuencias" con respecto a las personas y a la toma de decisiones morales. La palabra deontología viene de dos términos griegos: deon - lo conveniente, lo debido, y logía - conocimiento, estudio. Por esto, la deontología sostiene que las acciones no son justificadas por sus consecuencias, sino que otros factores, distintos a los buenos resultados, determinan lo "correcto" de las acciones. A diferencia del utilitarismo, en el que "los fines justifican los medios," la deontología alega que lo "importante son los medios".

La deontología está basada en el "Imperativo Categórico" que fue desarrollado por primera vez por el filósofo alemán, Emanuel Kant, en su trabajo "Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres" (1785). El Imperativo Categórico simplemente declara: "Obra de manera que la máxima de tu acción por tu sola voluntad se convierta en una ley universal". ¿Está dispuesto a permitir que todo el mundo adopte la acción? Si es así, su acción es moral. Si no es así, su acción es inmoral. En pocas palabras, nuestras respuestas internas son más reveladoras que lo que profesamos externamente cuando volcamos las acciones morales sobre nosotros mismos.

El Imperativo Categórico es muy semejante a la Regla de Oro del Cristianismo: “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas” (Mt. 7:12). No obstante, la deontología generalmente rechaza cualquier teoría moral basada en Dios o en una verdad absoluta más elevada. En esencia, la deontología es una teoría naturalista, basada en el deber, de moralidad objetiva y cultural que de algún modo trasciende y conecta las realidades subjetivas de cada individuo en la cultura.

El Dr. Joel Marks, uno de los más recientes eruditos de la deontología, declaró públicamente que no existe ninguna diferencia entre el bien y el mal. De hecho, como erudito "moralista" en el Centro Interdisciplinario para la Bioética de la Universidad de Yale, el Profesor Marks ahora sinceramente cree que no existe la moral porque él cree que no existe un Dios.

Como naturalista/ateo, Marks se atiene a la visión deontológica de la moralidad, la cual no requiere que Dios (un estándar trascendente) distinga entre el bien y el mal. Sin embargo, Marks ahora sostiene que la teoría de la deontología es tan irracional como el creer en el Ser Divino.

A través de una serie de artículos en la revista Philosophy Now (Filosofía Ahora), el Dr. Marks desarrolló enteramente su "Manifiesto Amoral" (Philosophy Now, “An Amoral Manifesto (Part I),” Joel Marks -July/August 2011). En esta publicación, él plantea que la moral no es más que un confuso sentimiento subjetivo. Por otra parte, él afirma lo siguiente: "Mantengo mi fuerte preferencia a favor de un trato honesto de la dialéctica en un contexto de respeto mutuo. Es solo que ya no doy premisas en discusiones de moralidad; más bien ofrezco consideraciones que nos ayuden a determinar qué hacer. No intento justificar nada; trato de motivar elecciones informadas y sopesadas... Pero esto no será porque un dios, una ley sobrenatural o incluso mi conciencia, me digan que debo, o que tengo una obligación. Sino que decidiré de acuerdo con mi cabeza y mi corazón. La moralidad no tiene nada que ver" (“Confessions of an Ex-Moralist,” Joel Marks).

LEY NATURAL

La expresión “Ley Natural” es un término amplio y a menudo mal empleado, utilizado alrededor de varias escuelas de filosofía, ciencia, historia, teología, y de la ley.

Ciertamente, la pregunta “¿qué es ley?” puede decirse que es tan embarazosa para el jurista como la conocida pregunta de “¿qué es verdad?” lo es para el experto en lógica.

La Ley, en su sentido genérico, es un conjunto de reglas de acción o conducta prescritas por la autoridad en control, y posee poder legal vinculante. Una ley es aquello que debe ser obedecido y observado por ciudadanos sujetos a sanciones o a consecuencias legales (Diccionario Legal Black, sexta edición, pág. 884). Ahora bien, la jurisprudencia es la filosofía de la ley y cómo se desarrolló.

Ley Natural es una teoría moral de jurisprudencia que mantiene que la ley debe estar basada en la moral y la ética. La Ley Natural sostiene que la ley está basada en lo que es "correcto". La Ley Natural es "descubierta" por los humanos mediante el uso de la razón y el escoger entre lo bueno y lo malo. Por lo tanto, el poder de la Ley Natural reside en descubrir ciertos estándares universales de la moralidad y de la ética.

Los griegos Sócrates, Platón, y Aristóteles, enfatizaron la distinción entre "naturaleza" (fusis) y "ley, costumbre, o convención" (nomos). Lo que la ley ordenaba variaba de acuerdo al lugar, pero lo que era “por naturaleza” debía ser lo mismo en todas partes.

Aristóteles (384-322 a.C.) es considerado por muchos el padre de la "ley natural". Este filósofo plantea que aparte de las leyes "particulares" que cada persona ha establecido para sí misma, existe una "ley superior" acorde con la naturaleza (Retórica 1373b2–8).

El desarrollo de la teoría de la ley natural continuó en la escuela helenista de la filosofía, especialmente con los estoicos, quienes señalaron la existencia de un orden racional y determinado del universo. El medio por el que un ser racional vivía de acuerdo con este orden cósmico era considerado “ley natural”.

Agustín (354-430 d.C.) equipara la ley natural al estado del hombre anterior a la caída en pecado (en el tiempo de Adán y Eva). Por lo tanto, ya no es posible la vida según la naturaleza y en su lugar, la humanidad debe buscar la salvación a través de la ley divina y de la gracia de Cristo.

Graciano (siglo XII) conectó de nuevo el concepto de ley natural y de ley divina, afirmando que la raza humana está gobernada por dos cosas: la ley natural y los usos naturales (moral, carácter). La ley natural es lo que está contenido en la ley y en el Evangelio. A través de ella, a cada persona se le ordena hacer a otros lo que desea que hagan consigo mismo, y se le prohíbe infligir a otros lo que no desea que le hagan a él (Decretum, D. 1 d.a.c.1; alrededor del 1140 d.C.). Esta es la misma regla de oro establecida por Cristo.

Finalmente, ¿de dónde proviene la ley? El concepto de Ley Natural sostiene que ciertas leyes morales trascienden el tiempo, la cultura, y el gobierno porque existen estándares universales que aplican a toda la humanidad a través de todos los tiempos. Estos estándares morales universales son inherentes y reconocibles por todos nosotros, y forman la base de una sociedad justa.

En la Biblia, podemos equiparar la ley natural a la conciencia que Dios nos dio a todos los seres humanos y por la cual seremos juzgados con justicia.

“Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos,  mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos” (Rom. 2:14, 15).

Aunque alguien no conozca la Ley de Dios, revelada en la Biblia, la obra de la ley está escrita en su corazón y su conciencia le da testimonio del bien y del mal, por lo cual ningún ser humano tendrá excusa para hacerse responsable de sus malas acciones ante Dios en el día del juicio.
  
ÉTICA MORAL

La ética moral estuvo en el corazón de un estudio nacional conducido en el año 2001 por el Grupo de Estudios Barna. Este estudio reveló que solo uno de cuatro adultos “descansa en principios o enseñanzas religiosas o en contenido bíblico cuando toma decisiones morales”. Además, casi el 50% de los adultos entrevistados dijeron que la base moral de sus decisiones descansa en “lo que les produzca los resultados más placenteros o satisfactorios”. George Barna, quien dirigió el proyecto de estudio concluyó: “la mayor parte de la gente no cree que existe una verdad moral absoluta... gente ocupada, sin importar su afiliación religiosa, toma decisiones rápidas cuando se trata de decisiones morales”.

La ética moral es ahora considerada relativa a la cultura, relativa a las circunstancias y relativa a las necesidades específicas del individuo pero esta posición incorrecta y acomodada siempre trae efectos negativos y destructivos para cualquier comunidad, sociedad o nación.

Un ejemplo: la historia de Estados Unidos

“Parecería que en nuestro mundo hoy día lo bueno es considerado malo y lo malo bueno. El resultado es que la fundación de nuestra cultura y de nuestra sociedad se está desmoronando debajo de nuestros pies. Esto es, porque nosotros, como nación, hemos perdido nuestro camino. Ya no estamos construidos sobre una fundación sólida que conoce la diferencia entre el bien y el mal. La fundación moral de nuestra nación vino de nuestra fe en Dios y obediencia a Su Palabra” (Greg Laurie, Harvest Ministries)

La ética moral fue la base principal de los Estados Unidos de América. A pesar de que recientes torceduras a la historia declaran que América fue fundada en un principio básico de “libertad de la religión”, la realidad histórica es que América fue fundada en la fe bíblica. Los Padres Fundadores citaron miles de escrituras bíblicas, comenzaban y cerraban sesiones orando a Dios, y declararon abiertamente que usaron los Diez Mandamientos como base al escribir las leyes de esta gran nación. De hecho, estaban parados en tierras propiedad del gobierno cuando leyeron directamente de la Biblia, mientras citaban escrituras en sus discursos y mientras oraban juntos.

Si esta nación fue fundada en un principio de “libertad de la religión”, los Padres Fundadores no habrían practicado su fe cristiana tan abiertamente en tierras que pertenecían al gobierno. Además, existen más de 4500 citas públicas de los Padres Fundadores acerca de la Biblia, Dios y la importancia de la ética moral basada en principios cristianos (todas estas declaraciones fueron hechas mientras los líderes gubernamentales estaban en propiedades del gobierno).

Existe absoluta prueba histórica acerca de que los fundadores de esta nación y los autores de la Constitución nunca creyeron en una “libertad de la religión”, ni en silenciar la libre expresión cuando se trata de temas de naturaleza religiosa. Esto es un concepto reciente y es un reflejo de la manipulación de la historia que corresponde al amplio declive de la ética moral.

La ética moral es la fundación de esta gran nación. Sin embargo, la moralidad no es relativa sino que está basada en la autoridad absoluta de la verdad bíblica. Para muchos es muy difícil aceptar en esta tecno-cultura del siglo 21 que esta nación y su espina dorsal moral fueron fundadas en principios cristianos.

Miremos algunas citas de personajes influyentes en la historia de los Estados Unidos:

“Finalmente, no olvidemos el carácter religioso de nuestro origen. Nuestros padres fueron traídos aquí por su veneración a la religión cristiana. Se guiaron con su luz, y trabajaron en su esperanza. Ellos buscaron incorporar esos principios con los elementos de su sociedad y difundir su influencia a través de todas sus instituciones, civiles, políticas o literarias” (Daniel Webster).

“Los principios y preceptos morales contenidos en las Escrituras deben formar las bases de todas nuestras constituciones civiles y leyes... Todas las miserias y males que el hombre sufre por el vicio, crimen, ambición, injusticia, opresión, esclavitud y guerra proceden de su desprecio y negligencia a los preceptos contenidos en la Biblia” (Noah Webster).

“Para gobernar bien, debes gobernar para Dios, y para hacer eso, debes ser gobernado por él. Aquellos que no permiten ser gobernados por Dios serán gobernados por tiranos” (William Penn).

“No se puede hacer suficiente énfasis ni mencionarse más, que esta gran nación fue fundada, no por religiosos, sino por cristianos, no sobre religiones, sino en el Evangelio de Jesucristo. Por esta precisa razón, hemos dado asilo, prosperidad y libertad de adoración aquí a personas de otras creencias” (Patrick Henry).

“Si la verdad no es difundida, el error lo será; si Dios y su Palabra no son conocidos y recibidos, el diablo y sus obras ganarán ascendencia… si el poder del Evangelio no se siente a través de lo largo y ancho de la tierra, la anarquía y mal gobierno, la degradación y la miseria, la corrupción y la oscuridad reinarán sin mitigación o final” (Daniel Webster).

“La causa de América es en gran medida la causa de toda la humanidad. ¿Quién, dicen algunos, es el rey de América? Te digo, amigo, él reina arriba” (Thomas Paine).

“Hemos enclavado el futuro total de la civilización americana, no en el poder del gobierno, sino lejos de éste. Hemos enclavado el futuro de todas nuestras instituciones políticas en la capacidad que tenemos cada uno de nosotros de gobernarnos a nosotros mismos, de controlarnos a nosotros mismos, de sostenernos a nosotros mismos de acuerdo con los Diez Mandamientos de Dios” (James Madison).

“El patriota que se siente a sí mismo al servicio de Dios, que le reconoce en todos sus caminos, tiene la promesa de la dirección del Todopodersoso y encontrará en Su Palabra en su más grande oscuridad una lámpara a sus pies y lumbrera a su camino. El entonces buscará establecer en esta nación ante los ojos del mundo tal carácter que no será indigna de ser llamada una nación cristiana” (Francis Scott Key, 1812).

“Un patriota sin religión, en mi opinión, es tan grande paradoja como un hombre honesto sin temor a Dios. ¿Será posible que aquel a quien no le ata ninguna obligación moral pueda tener alguna real buena voluntad para con los hombres? ¿Podría ser un patriota aquel, quien con una abierta conducta viciosa, debilita los mismos vínculos de la sociedad?... Las Escrituras nos dicen “la justicia exalta una nación” (Abigail Adams).

“La Palabra de Dios, contenida en la Biblia, ha proporcionado todas las reglas necesarias para dirigir nuestra conducta… la educación es inservible sin la Biblia… La Biblia fue el libro de texto básico en América en todos sus campos” (Noah Webster).

“Y ahora diré que entonces creeré, y ahora creo, que esos principios generales de Cristiandad, son tan eternos e inmutables, como la Existencia y los Atributos de Dios” (John Adams).

“La más grande gloria de la Revolución Americana es ésta: conecta con un vínculo indisoluble los principios del gobierno civil con los principios del cristianismo” (John Adams).

Mientras la Declaración de Independencia era firmada, 1776, Samuel Adams declaró: “Hemos restaurado este día al Soberano a quien todo hombre debe obediencia. El reina en los cielos y desde el nacer al caer del sol, vénganos Su reino”.

“El por lo tanto es el más verdadero amigo de la libertad de este país quien trata de promover su virtud, y quién, hasta ahora su poder e influencia ha extendido... en fin, si debemos disfrutar realmente este regalo de los Cielos, seamos gente virtuosa” (Samuel Adams).

“Si nos dejamos llevar por los principios enseñados en la Biblia, nuestro país continuará prosperando y para prosperar, mas si nosotros y nuestra posteridad abandonamos su instrucción y autoridad, ningún hombre puede decir cuán pronto una catástrofe puede sobrecogernos y enterrar toda nuestra gloria en profunda oscuridad” (Daniel Webster).

“Por tanto es el deber de todas las naciones reconocer la providencia del Dios Todopoderoso, obedecer sus deseos, estar agradecidos de sus beneficios, y humildemente implorar por Su protección y favor...” (George Washington, 3 de octubre de 1789 - Día Nacional de Acción de Gracias).

En 1832, Noah Webster publicó su Historia de los Estados Unidos, en la cual escribió: “La corta exposición a la Constitución de los Estados Unidos, desdoblará a los jóvenes los principios del gobierno republicano; y es el sincero deseo del escritor que nuestros ciudadanos comiencen a entender desde temprano que la fuente genuina de principios republicanos correctos es la Biblia, particularmente el Nuevo Testamento o la religión Cristiana”.

Aquí vemos un ejemplo de cómo una nación puede establecer su sistema de gobierno, sus leyes y todos sus programas a favor de la gente, con base en la Biblia que es la Palabra de Dios. Lamentablemente, esta nación ha estado traicionando estos principios y está viendo las terribles consecuencias de darle a espalda al Dios de los cielos.

“La justicia engrandece a la nación; mas el pecado es afrenta de las naciones” (Pr. 14:34) 

Este mismo suceso le pasó al pueblo de Israel en varias ocasiones y Dios le había advertido que si dejaba su palabra y sus mandamientos, entonces vendrían terribles consecuencias para ellos, para sus hijos y para toda su descendencia (Dt. 28).

El pecado esencialmente es toda acción que se comete contra las leyes de Dios y siempre trae efectos nocivos y dañinos en el corazón, en la conducta y en todas las áreas de la vida humana. Procuremos pues conocer las leyes de Dios, guardarlas en el corazón y ponerlas en práctica porque entonces veremos la honra que da Dios a quienes de verdad obedecen sus mandamientos (1 Sam. 2:30).

jueves, 25 de agosto de 2016

¿Cuál es la Verdad? Parte II

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LA VERDAD ABSOLUTA

La pregunta trascendental que deberíamos hacer cuando consideramos si realmente existe o no la verdad absoluta, es: ¿hay alguna evidencia de la existencia de la verdad absoluta?

La PRIMERA EVIDENCIA para la existencia de la verdad absoluta es apreciada en nuestra conciencia, la cual tiene un sentido del bien y del mal; además, hay valores universales que reconocemos y procuramos: el amor, la generosidad, la compasión, la paz, etc. De igual forma, la Biblia manifiesta que el papel de la conciencia es guiarnos a diferenciar el bien y el mal en relación con nuestras propias acciones (Rom. 2:14-16).

La moralidad es innata en el ser humano porque hace parte de su naturaleza. La moralidad es un sistema de conciencia y comportamiento en relación con el bien y el mal. Se puede hablar de estándares o principios morales que parten de una identidad y que implican la capacidad y la responsabilidad de realizar buenas y malas acciones.

La moralidad describe los principios que gobiernan nuestro comportamiento. Sin estos principios vigentes, las sociedades no sobrevivirían por mucho tiempo. En el mundo de hoy, la moralidad es frecuentemente asociada a tener un particular punto de vista religioso, pero por definición, vemos que éste no es el caso porque toda la gente se adhiere a algún tipo de identidad moral (sea una persona religiosa o no).

Se podría afirmar que la moralidad tiene 3 funciones esenciales en la vida humana: (1) ayudarnos a ser personas de bien, (2) asegurar justicia y armonía entre los individuos, para construir una sociedad más equitativa, y (3) mantenernos en una buena relación con Dios, nuestro Creador.

La gente más razonable concuerda con el Punto 2. Con el punto 1, sin embargo, ocurren muchos problemas. Considere la popular filosofía usada para excusar malas decisiones personales: "No estoy haciéndole daño a nadie, solo a mí mismo" ¿Cómo podemos ser personas de bien si persistimos en tomar malas decisiones? ¿Cómo no afectará esto al resto de nuestra sociedad? Definitivamente, las malas decisiones personales sí influyen de forma negativa en otros. No obstante, en el punto 3 es donde surgen los mayores desacuerdos porque cuando la gente no tiene un enfoque definido en su moralidad y adopta un relativismo moral donde Dios y sus mandamientos no son su prioridad, es más propensa a ser flexible ante las malas acciones (especialmente las propias) y entonces tiende a justificarse en diversos comportamientos incorrectos (decir una mentira, aparentar lo que no es, tener relaciones sexuales por fuera del matrimonio, hacer trampas en sus cuentas de gastos, no pagar sus impuestos, robar, consumir bebidas alcohólicas, usar drogas, parquear su vehículo en zonas prohibidas, transgredir las normas de tránsito, etc.).

La SEGUNDA EVIDENCIA para la existencia de la verdad absoluta es apreciada en la ciencia que es simplemente la búsqueda continua del conocimiento. Por lo tanto, todo estudio científico por necesidad debe estar fundamentado sobre la creencia de que hay realidades objetivas que existen en el mundo. Sin los absolutos, ¿qué sería del estudio científico? ¿Cómo se podría saber si los descubrimientos de la ciencia son reales y objetivos? De hecho, las mismas leyes de la ciencia deben estar fundadas en la certeza de la verdad absoluta.

La TERCERA EVIDENCIA para la existencia de la verdad absoluta es la inclinación del hombre hacia algo superior en busca de dar significado y definición a la vida. A partir de esta característica exclusiva del ser humano, han surgido muchas religiones en un intento de explicar el origen de todo, el propósito de la vida, el por qué del sufrimiento, la vida más allá de la muerte, etc. Este hecho expresa que el ser humano desea y busca algo más que la simple existencia porque detrás de todas las religiones hay una creencia fundamental de que debe haber algo más en la vida que la simple existencia física que ahora conocemos. A través de las religiones, la gente está buscando la seguridad y la esperanza para el futuro, el perdón de sus pecados, la paz en medio de las luchas, y las respuestas a nuestros más profundos cuestionamientos. Esto es una evidencia real de que el ser humano es mucho más que una especie animal altamente evolucionada porque en él hay un propósito más alto. En relación a esto, la Biblia señala a un Creador, con un propósito personal y determinado, quien implantó en el hombre el deseo de conocerlo a él. Y si de verdad hay un Creador, entonces él se convierte en la representación de la verdad absoluta, y es su autoridad la que establece esta verdad. Es más, el hecho de que la verdad absoluta existe, nos guía a la realidad de que hay un Dios todopoderoso, inteligente, soberano y creativo.

Ya que el relativismo carece de sentido (y esto ya se ha explicado de forma detallada), deben existir algunos absolutos fundamentales del bien y del mal, a pesar de las opiniones de una sociedad dada. Ya que existen desacuerdos entre las diferentes culturas, no podemos asumir que estas verdades son desarrolladas por un grupo particular de gente. De hecho, el único lugar lógico de origen de estos conceptos es algo más universal y al menos más fundamental que una cultura (tiene que provenir de una inteligencia superior y coherente y es Dios mismo).

Afortunadamente sí hay un Creador y él nos ha revelado su naturaleza y su verdad a través de su misma palabra que es la Biblia. Si queremos conocer la verdad absoluta y universal, la única manera de hacerlo es a través de una relación personal con Aquel que clamó ser la Verdad, Jesucristo (Jn. 14:6).

LA PERSPECTIVA DE LA BIBLIA

Lo que creemos acerca de Dios, la Biblia, el bien y el mal, la Creación, entre otros temas similares, tiene un marcado efecto sobre nuestro pensamiento moral y nuestro comportamiento. Sin la creencia en un Creador y en una ley moral que aplique a todos los seres humanos, la única opción que parece quedar es el adherirse a los estándares morales que establezcamos por nosotros mismos. A menos que vivamos en una sociedad dictatorial, somos libres de elegir nuestro propio código moral. Pero, ¿de dónde proviene esa libertad? Para quienes escogen el relativismo, la moralidad es una creación de la humanidad, diseñada para satisfacer las necesidades de las sociedades estables. Todas las especies vivientes están en un proceso de decisión entre la vida o la muerte, elegir qué hacer con el poder y/o la autoridad. Esto finalmente conlleva a un sistema de virtudes y valores. La pregunta es: ¿Qué pasa cuando nuestras decisiones entran en conflicto entre sí? ¿Qué pasa si algo que yo creo que necesito a fin de que mi vida continúe, tiene como consecuencia la muerte de otro o la mía? Si no tenemos un estándar absoluto de la verdad, el caos y el conflicto serán el resultado, si se nos deja por nuestra propia cuenta.

La moralidad afecta nuestras decisiones diarias, y esas decisiones están dictadas por nuestra conciencia. De hecho, la capacidad de diferenciar el bien y el mal es inherente a todo ser humano. Esto es lo que la Biblia enseña: “Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos” (Rom. 2:14, 15).

Por otro lado, el relativismo niega la existencia de un Dios de verdad absoluta que diseñó un estándar para diferenciar el bien y el mal. Además, con el relativismo finalmente no hay una autoridad humana o divina que decida si una acción es positiva o negativa, buena o mala, correcta o incorrecta. Sin embargo, la Biblia dice: “¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!” (Is. 5:20). Así pues, las consecuencias de la tolerancia con el mal y del rechazo a las leyes de Dios siempre vendrán como un recordatorio divino de su desaprobación.

Definitivamente, la Biblia tiene la razón cuando dice:

“Hay camino que parece derecho al hombre, pero su fin es camino de muerte” (Pr. 16:25). 

“Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras” (Jer 17:9, 10).

Con el rechazo de Dios, la verdad absoluta está siendo abandonada. Nuestra sociedad pluralista quiere evitar la idea de que realmente existe un bien y un mal definidos. Esto se evidencia en nuestro sistema judicial deteriorado que tiene más y más problemas para castigar a los criminales de forma efectiva… en nuestros medios de entretenimiento que hacen una exaltación del mal y una burla del bien… en nuestros colegios que enseñan la tolerancia social hacia ciertas conductas que durante siglos han sido catalogadas como negativas, perjudiciales y destructivas. Además, el relativismo moral está fomentando en las personas el aceptar y adoptar el materialismo, la incredulidad, el ateísmo, la vanidad, la falsedad, la mentira, la deshonestidad, la hipocresía, la inmoralidad sexual, la pornografía, la homosexualidad, la infidelidad conyugal, la promiscuidad, el adulterio, la fornicación, la prostitución, el divorcio y el recasamiento, el consumo de drogas, el tabaquismo, el alcoholismo, el aborto, y una serie de pecados que antes fueron considerados como antivalores y que ahora están siendo aceptados como algo “normal” pero claramente están en contra de las leyes de Dios reveladas en la Biblia (Rom. 7:12).

Si alguien habla en contra de los relativismos morales y su filosofía de que “todo vale”, es señalado como un fanático intolerante; sin embargo, esto es hipocresía por parte de aquellos que profesan que todos los puntos de vista son válidos, rechazando aún a aquellos que profesan los absolutos en la moralidad. Para los relativistas morales parece ser que lo único válido es su posición pero quien enseñe absolutos morales, un Dios absoluto, o lo absoluto de lo correcto y de lo equivocado, está condenado a la ignorancia, a la represión, al escarnio público y al aislamiento social.

El pararse al borde de un precipicio nos da una buena perspectiva del terreno abajo pero dar un paso hacia el precipicio, como lo hace el relativismo moral y cultural, es simplemente desastroso y estamos viendo las fatales consecuencias en la sociedad de hoy porque los antivalores han tomado cada vez más fuerza en las nuevas generaciones (los niños y jóvenes que se están levantando).

Contrario al relativismo, la Biblia dice: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Rom. 12:2).

El principio divino establece que no debemos tratar de imitar al mundo en sus pensamientos o modos de entender la vida; antes bien, debemos transformarnos a la medida de la voluntad de Dios, revelada en la Biblia y comprobada en la experiencia diaria del creyente que camina con Dios, para luego promover una transformación en otros y en el mundo.

“para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo” (Fil. 2:15).

Tristemente, la tendencia del mundo y de muchos llamados creyentes es tratar de darle gusto a la gente y la estrategia más usada es el relativismo moral pero quien usa la Biblia como guía moral es tildado de anticuado, fanático, legalista, poco evolucionado, tradicionalista, obsoleto y cerrado.

Dios no quiere personas que acomodan la Palabra y sus enseñanzas de acuerdo a los tiempos que viven o a la cultura corrupta de este mundo; por el contrario, Dios quiere que vivamos de acuerdo a sus verdades absolutas.

“Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Jn. 8:31, 32).

“Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta” (Heb. 4:12, 13).

Dios es absoluto y sus enseñanzas también lo son; él no cambia y permanece fiel en la verdad (Mal. 3:6; Heb. 13:8).

PARA REFLEXIONAR

- Resulta fácil ver que las bases de la civilización moderna no fueron construidas sobre una filosofía de relativismo moral. El mismo acto de aprobar una ley y de hacerla cumplir sugiere un estándar fijo al que todo el mundo debe adherirse. Además, todas las leyes humanas involucran algunos principios que se hacen cumplir por sanciones y consecuencias. Los límites de velocidad se hacen cumplir en la mayoría de las carreteras, debido a una convicción moral de que arriesgar las vidas de otras personas es incorrecto. Lo mismo es cierto para los asesinatos, robos, falsos testimonios, fraudes, y toda clase de delitos. Sin embargo, cuando el relativismo moral se vuelve dominante, los principios morales legítimos no son ya las bases de esas leyes. Ya que todo es relativo, entonces estas leyes son solo una cuestión de opinión, y la única razón universal para seguirlas es evadir las consecuencias. Esto estimula a las personas a buscar formas de "salirse con la suya"; después de todo, es solo la opinión de uno en contra de alguien más.
- Hasta en una sociedad que opera bajo las leyes, cortar la conexión entre esas leyes y un estándar objetivo de la verdad lleva a la ruina moral. Por ende, el relativismo moral hace a la sociedad inestable, ya que los conceptos del bien y del mal de pronto se convierten en una cuestión de cambiar la opinión popular. El peor resultado posible de tal condición es el dictador: un gobernante que abusa de un cambio temporal en la opinión popular para obtener el control, pero no reconoce ninguna autoridad superior a la suya, y ninguna ley más válida que la suya. Otro ejemplo es el siguiente: durante los juicios de Nuremberg, después de la Segunda Guerra Mundial, el problema lógico del relativismo se hizo aparente. Los defensores de los nazis continuamente pedían su exoneración, alegando que solo estaban cumpliendo las leyes de su país. Finalmente, un juez preguntó frustrado: "pero, ¿no hay una ley superior a nuestra ley?" Un relativista moral estaría obligado a contestar que "no".
- El relativismo moral en sí es autodestructivo. Lógicamente, debe existir algún estándar con el cual comparar dos afirmaciones morales diferentes para determinar cuál es la "correcta". Elementalmente, los relativistas morales niegan la existencia de tal estándar, y por ello alegan que tales comparaciones son imposibles. Esto ocasiona el problema práctico más grande del relativismo, como se mencionó antes: es difícil, si no imposible, sancionar cualquier acción desde una posición de relativismo moral.
- En el mejor de los casos, una vez que lo correcto y lo incorrecto son relegados a cuestiones de opinión, o son puramente subjetivos, cualquier conversación de moralidad se vuelve innecesaria e inútil.
- A pesar es todo esto, Dios ha dejado en la Biblia un estándar definido del bien y del mal y lo encontramos en sus leyes y mandamientos, los cuales fomentan el bienestar del corazón, de la familia y de la sociedad, teniendo como prioridad honrar a Dios por encima de todo (Sal. 119:1-16).