a. ¿Quién soy?
En nuestra sociedad existe una
crisis de identidad generalizada y muchas personas no saben quiénes son; la
realidad es que diariamente todos somos bombardeados con mentiras, conceptos
irracionales y argumentos negativos a través de los medios de comunicación y en
la relación con los demás (en la familia, en el colegio, en la universidad, en
el trabajo, en la calle, etc.). Es frecuente escuchar lo siguiente: "Eres
lo que reflejas" "Eres lo que compras" "Eres solamente un
animal con conciencia" "Eres lo que decidas ser" "No eres
nada" "Eres un dios; todo el poder está en ti" (no es de
extrañar que haya personas confundidas y sin una identidad clara).
¿Qué hay detrás de esta lucha de
identidad? Se reduce a la cosmovisión de cada uno (la forma como cada persona
ve el mundo, su vida y su entorno).
Nota: En este estudio me propongo
exponer que la Biblia tiene la respuesta a muchos interrogantes que la gente se
hace y tiene la competencia para hacerlo (2 Tim. 3:16, 17). Te recomiendo leer
todos los temas para que saques tus propias conclusiones. Si no crees en Dios o
no aceptas la Biblia como una herramienta idónea para guiar tu vida, abre tu
corazón y sigue revisando este material. Te aseguro que tendrás muchos
elementos de juicio que te ayudarán a tomar las mejores decisiones en materia
de fe, propósito y conciencia.
En cuanto a la pregunta “¿quién soy
yo?” la Biblia señala que estamos hechos a la imagen de Dios (Gn. 1:26) y él
debe ser el punto de referencia en el que está establecido nuestro diseño,
propósito y valor como seres humanos. Si queremos saber quiénes somos, debemos
comenzar mirando hacia arriba (hacia Dios), no alrededor (hacia otros) ni
internamente (a nosotros mismos).
Para aquellos que no creen en Dios,
que lo rechazan, que lo tienen en poco o que se olvidan de él, los humanos
simplemente están allí por casualidad o por suerte. ¿Qué hace valiosos a los
humanos entonces? La tendencia es buscar al mejor, al más brillante, o al más
popular. Por supuesto, aquellos que no entran en este perfil idealista son
dejados fuera. La historia, así como las noticias diarias, nos muestran las
terribles consecuencias de esta manera de pensar: el egoísmo y la
superficialidad son el estímulo de todos los males.
Los panteístas, por otro lado, dicen
que “dios” es un principio abstracto en todos nosotros y que “dios” está
formando parte en todo y en todos. Por lo tanto, solo necesitamos mirar en
nuestro interior para encontrar nuestro valor. Por supuesto, algunos encuentran
en sí mismos un deseo de ayudar a otros, mientras que otros encuentran en sí
mismos un deseo de herir a otros. Si todos son dioses o tienen una parte de
dios, ¿cuál es la visión correcta?
Sin excepción, las culturas que no
reconocen a Dios, inevitablemente deshumanizan a las personas. La cosmovisión
bíblica, en contraste, enseña que fuimos maravillosamente creados por Dios, y
diseñados para Su noble propósito. Aunque pecadores, podemos reconciliarnos con
Dios en Cristo (quien se hizo hombre, nos dio ejemplo de cómo agradar a Dios y
murió por nuestros pecados para acercarnos a Dios), y así llegar a una
comprensión apropiada de nosotros mismos.
b. ¿Por qué estoy aquí?
¿Por qué estoy aquí en la tierra?
¿De dónde vengo? ¿Para qué sirvo? ¿Tengo algún valor intrínseco? ¿Tengo un
propósito? Estas son las grandes preguntas de la vida. Cómo usted responda a
estas preguntas determinará cómo ve usted el mundo (cosmovisión) y cómo trata
al mundo. Debido a que usted es parte del mundo, cómo usted ve al mundo también
determina cómo usted se ve y se trata a sí mismo. Entonces, es trascendental
que contestemos estas preguntas esenciales y que descubramos toda la verdad
porque respuestas equivocadas a preguntas importantes nos llevarán siempre al
fracaso y a la decepción.
¿Por dónde empezamos nuestra
búsqueda de la verdad? Comencemos por el principio. Tal vez la pregunta
primordial es: ¿existe Dios? Nuestras respuestas a las otras "grandes
preguntas" dependen realmente de cómo contestamos esta primera
pregunta.
SI DIOS NO EXISTE, eso significa que
la vida debe haber comenzado mediante algunos procesos naturales impersonales,
no inteligentes, y finalmente sin propósito. Eso significa que, en última
instancia, estamos desprovistos de propósito, así como el proceso que nos hizo
existir. Si la vida es solo un accidente, usted también lo es. Usted puede
encontrar razones a corto plazo para la vida, como que usted está aquí porque
sus padres querían tener niños, etc., pero realmente usted es solo un accidente
y sus padres también. La vida es solo una casualidad. Usted no tiene ningún
propósito, no tendrá ningún efecto duradero, y en el plano superior de las
cosas, su vida carece completamente de sentido. Sin un Creador en el principio,
no había nadie para ponerle aquí con un propósito, lo que significa que usted
no está aquí por una razón. Es así de simple.
En lo referente a preguntarnos
"¿qué valor tengo?", sin Dios Creador no tenemos en realidad ningún
valor intrínseco, al menos no uno objetivo. Nuestro valor es, en última
instancia, subjetivo. Usted podrá pensar que vale algo, pero alguien más puede
pensar que usted no tiene ningún valor (y hasta quitarle la vida), y mientras
no exista ningún Evaluador trascendente para decir la última palabra,
definitivamente nadie está en lo correcto ni está equivocado. De hecho, sin
Dios realmente no existe ni lo correcto ni lo incorrecto.
John Dewey (1859-1952), el famoso
ateo del siglo XX dijo: "Dios no existe y el alma no existe. Por lo tanto,
los accesorios de la religión tradicional no son necesarios. Con la exclusión
del dogma y del credo, la verdad inmutable también está muerta y enterrada. No hay lugar
para leyes naturales fijas ni absolutos morales" (Clifton Fadiman, ed.,
Living Philosophies: The Reflections of Some Eminent Men and Women of Our Time,
New York: Simon Schuster, 1931).
Los filósofos generalmente
concuerdan: sin un Dios absoluto para que haga las leyes, no existe ningún
absoluto moral; existen solo preferencias. Usted en realidad no tiene un
derecho a vivir; solo prefiere no morir. Por otro lado, otra persona podría
intentar matarle sin importar lo que usted piense, ¿y quién podría decirle que
está equivocada? En ausencia de la moralidad absoluta, el fuerte sobrevive y el
débil es explotado y muere.
Afortunadamente la mayoría de los
gobiernos ven como su obligación el mantener lo que consideran como nuestro
derecho a vivir y casualmente, los gobiernos constituyen la más poderosa
institución entre los hombres (lo que significa que pueden hacer cumplir la
moralidad en aquellos que no necesariamente concuerden con nuestro derecho a la
vida).
SI DIOS EXISTE, eso significa que él
es la suprema realidad. Si él le creó a usted con un propósito, esa es, en
última instancia, la razón por la cual usted está aquí (Col. 1:16). Si usted es
valioso para él, ese es, en última instancia, su valor. Lo que él dice que es
bueno es completamente bueno y lo que él dice que es malo es completamente
malo. Nosotros podemos ser individuos moralmente libres, con libertad para tomar
decisiones morales, pero eso no significa que podemos elegir qué es lo que en
realidad es bueno o malo; eso solo significa que somos capaces de elegir ser
buenos o malos. Dios hace las reglas. La pregunta es: ¿Las hará cumplir?
¿Alguna vez Dios nos responsabilizará por nuestras decisiones morales? El
instinto prevaleciente entre la mayoría indica que sí, que Dios nos
responsabilizará. Es como si la mayoría de la gente instintivamente sabe que un
día va a tener que explicar todas las cosas malas que ha hecho (lo que por
supuesto significa que también instintivamente sabe que existen absolutos
morales).
El punto es, que si Dios en realidad
existe, términos como "justicia," "propósito" y
"moralidad" no son ideas abstractas; Dios tiene un propósito para usted
(por eso le creó). Él fue quien instituyó la moralidad, y al final hará que la
justicia prevalezca. Este es un pensamiento reconfortante para unos pero
aterrador para otros.
A través de las enseñanzas de la
ciencia evolucionista, el materialismo y el relativismo moral en nuestros
medios de comunicación y en el sistema escolar, se ha tratado de eliminar a
Dios (o cualquier idea o concepto asociado a un ser superior) de las
potenciales respuestas a las preguntas fundamentales que se relacionan con el significado
de la vida.
Sin Dios, perdemos cualquier
propósito trascendente del universo en el cual vivimos.
Sin Dios, perdemos cualquier
propósito trascendente para dar significado a nuestras vidas.
Solo somos seres vivos luchando por
sobrevivir hasta que muramos. Todos los logros, los sacrificios, los buenos y
bellos actos de las personas, los feos y oscuros actos de otras, son en última
instancia, esfuerzos insignificantes de la vida.
Sin Dios, también perdemos cualquier
posibilidad de vida después de la muerte.
Cuando usted elimina la esperanza
del cielo (o la eternidad), elimina el propósito y el valor final de la vida.
¿Qué diferencia habría entre todas las personas? (nobles o perversas,
respetuosas de la vida o asesinas, respetuosas de las leyes de Dios o
rebeldes). De todas formas, el destino de todo el mundo sería el mismo: MORIR.
Esta es la oscura perspectiva de aquellos que basan sus creencias en el
materialismo, el naturalismo, y la suposición de que la vida en la tierra (y en
el universo conocido) es todo lo que existe.
Precisamente, debido a nuestras
limitaciones en el conocimiento y en la comprensión de la verdad, la respuesta
a la pregunta del significado de la vida no puede provenir de la inteligencia o
el razonamiento humano, sino solo del Creador mismo, el cual trasciende nuestro
mundo material. Como vemos en la sociedad naturalista de hoy, una vez que
eliminamos a Dios de la ecuación, comenzamos a perder todo sentido del
propósito de la humanidad. Pero, si existe Dios, de veras tenemos un propósito
trascendente, y nuestras vidas tienen verdadero sentido. No solo encontramos
significado diario para nuestras vidas, sino un significado mayor a través de
nuestra esperanza de la vida eterna. Si Dios existe, eliminamos el relativismo
moral que domina la sociedad actual, y lo reemplazamos con un estándar absoluto
del bien y del mal, el cual reside en el carácter de Dios y en su Palabra (la
Biblia). Esto también le da significado a nuestras decisiones diarias. Dios nos
dio la habilidad de decidir entre vivir de acuerdo a Sus leyes morales, o de
acuerdo a aquellos valores que designemos a través de nuestro propio
razonamiento. Como vemos, no somos simples robots puestos en esta tierra por
Dios; más bien, gozamos de libre albedrío para obedecer o no lo que él dice.
Podemos reconocer a Dios como el Creador del universo, o negar que exista.
Podemos elegir llevar una vida con un propósito eterno y absoluto o una vida
sin significado.
¿Quién tiene tiempo ya de
preguntarse por el significado de la vida? Una vez que hemos terminado el
estudio en la secundaria, o en la universidad, esa pregunta es reemplazada por
el ajetreo cotidiano del trabajo, la familia, los gastos, los compromisos
sociales, los proyectos, las metas, los negocios, las deudas, etc. Sin embargo,
si la última vez que realmente nos hicimos esa pregunta, la contestamos
imaginándonos que somos la forma superior de vida en el proceso evolucionista,
nos hemos privado de cualquier oportunidad verdadera de significado, propósito,
y esperanza eterna. Nuestra existencia y futuro son devaluados de ser la imagen
de Dios sobre la tierra, a ser solo una de muchas especies de animales sobre la
tierra. Si observa los últimos 150 años de la historia, es triste que la
humanidad haya sentido la necesidad de vivir de acuerdo a la presunta
inteligencia y razonamiento como fruto de la evolución, en lugar de vivir de
acuerdo a las leyes de Dios.
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