b. El bien y el mal
Con respecto
a la interpretación del bien y del mal, existe una corriente muy popular
llamada deontología, la cual es una teoría de moralidad basada en una visión
"sin consecuencias" con respecto a las personas y a la toma de decisiones
morales. La palabra deontología viene de dos términos griegos: deon - lo
conveniente, lo debido, y logía - conocimiento, estudio. Por esto, la
deontología sostiene que las acciones no son justificadas por sus
consecuencias, sino que otros factores, distintos a los buenos resultados,
determinan lo "correcto" de las acciones. A diferencia del
utilitarismo, en el que "los fines justifican los medios," la
deontología alega que lo "importante son los medios".
La
deontología está basada en el "Imperativo Categórico" que fue
desarrollado por primera vez por el filósofo alemán, Emanuel Kant, en su
trabajo "Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres" (1785).
El Imperativo Categórico simplemente declara: "Obra de manera que la máxima
de tu acción por tu sola voluntad se convierta en una ley universal".
¿Está dispuesto a permitir que todo el mundo adopte la acción? Si es así, su
acción es moral. Si no es así, su acción es inmoral. En pocas palabras,
nuestras respuestas internas son más reveladoras que lo que profesamos
externamente cuando volcamos las acciones morales sobre nosotros mismos.
El
Imperativo Categórico es muy semejante a la Regla de Oro del Cristianismo: “Así
que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así
también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas” (Mt.
7:12). No obstante, la deontología generalmente rechaza cualquier teoría moral
basada en Dios o en una verdad absoluta más elevada. En esencia, la deontología
es una teoría naturalista, basada en el deber, de moralidad objetiva y cultural
que de algún modo trasciende y conecta las realidades subjetivas de cada
individuo en la cultura.
El Dr. Joel
Marks, uno de los más recientes eruditos de la deontología, declaró
públicamente que no existe ninguna diferencia entre el bien y el mal. De hecho,
como erudito "moralista" en el Centro Interdisciplinario para la
Bioética de la Universidad de Yale, el Profesor Marks ahora sinceramente cree
que no existe la moral porque él cree que no existe un Dios.
Como
naturalista/ateo, Marks se atiene a la visión deontológica de la moralidad, la
cual no requiere que Dios (un estándar trascendente) distinga entre el bien y
el mal. Sin embargo, Marks ahora sostiene que la teoría de la deontología es
tan irracional como el creer en el Ser Divino.
A través de
una serie de artículos en la revista Philosophy Now (Filosofía Ahora), el Dr.
Marks desarrolló enteramente su "Manifiesto Amoral" (Philosophy Now,
“An Amoral Manifesto (Part I),” Joel Marks -July/August 2011). En esta
publicación, él plantea que la moral no es más que un confuso sentimiento
subjetivo. Por otra parte, él afirma lo siguiente: "Mantengo mi fuerte
preferencia a favor de un trato honesto de la dialéctica en un contexto de
respeto mutuo. Es solo que ya no doy premisas en discusiones de moralidad; más
bien ofrezco consideraciones que nos ayuden a determinar qué hacer. No intento
justificar nada; trato de motivar elecciones informadas y sopesadas... Pero
esto no será porque un dios, una ley sobrenatural o incluso mi conciencia, me
digan que debo, o que tengo una obligación. Sino que decidiré de acuerdo con mi
cabeza y mi corazón. La moralidad no tiene nada que ver" (“Confessions of
an Ex-Moralist,” Joel Marks).
LEY NATURAL
La expresión
“Ley Natural” es un término amplio y a menudo mal empleado, utilizado alrededor
de varias escuelas de filosofía, ciencia, historia, teología, y de la ley.
Ciertamente,
la pregunta “¿qué es ley?” puede decirse que es tan embarazosa para el jurista
como la conocida pregunta de “¿qué es verdad?” lo es para el experto en lógica.
La Ley, en
su sentido genérico, es un conjunto de reglas de acción o conducta prescritas
por la autoridad en control, y posee poder legal vinculante. Una ley es aquello
que debe ser obedecido y observado por ciudadanos sujetos a sanciones o a
consecuencias legales (Diccionario Legal Black, sexta edición, pág. 884). Ahora
bien, la jurisprudencia es la filosofía de la ley y cómo se desarrolló.
Ley Natural
es una teoría moral de jurisprudencia que mantiene que la ley debe estar basada
en la moral y la ética. La Ley Natural sostiene que la ley está basada en lo
que es "correcto". La Ley Natural es "descubierta" por los
humanos mediante el uso de la razón y el escoger entre lo bueno y lo malo. Por
lo tanto, el poder de la Ley Natural reside en descubrir ciertos estándares
universales de la moralidad y de la ética.
Los griegos
Sócrates, Platón, y Aristóteles, enfatizaron la distinción entre
"naturaleza" (fusis) y "ley, costumbre, o convención"
(nomos). Lo que la ley ordenaba variaba de acuerdo al lugar, pero lo que era
“por naturaleza” debía ser lo mismo en todas partes.
Aristóteles
(384-322 a.C.) es considerado por muchos el padre de la "ley
natural". Este filósofo plantea que aparte de las leyes
"particulares" que cada persona ha establecido para sí misma, existe
una "ley superior" acorde con la naturaleza (Retórica 1373b2–8).
El
desarrollo de la teoría de la ley natural continuó en la escuela helenista de
la filosofía, especialmente con los estoicos, quienes señalaron la existencia
de un orden racional y determinado del universo. El medio por el que un ser
racional vivía de acuerdo con este orden cósmico era considerado “ley natural”.
Agustín
(354-430 d.C.) equipara la ley natural al estado del hombre anterior a la caída
en pecado (en el tiempo de Adán y Eva). Por lo tanto, ya no es posible la vida
según la naturaleza y en su lugar, la humanidad debe buscar la salvación a
través de la ley divina y de la gracia de Cristo.
Graciano
(siglo XII) conectó de nuevo el concepto de ley natural y de ley divina,
afirmando que la raza humana está gobernada por dos cosas: la ley natural y los
usos naturales (moral, carácter). La ley natural es lo que está contenido en la
ley y en el Evangelio. A través de ella, a cada persona se le ordena hacer a
otros lo que desea que hagan consigo mismo, y se le prohíbe infligir a otros lo
que no desea que le hagan a él (Decretum, D. 1 d.a.c.1; alrededor del 1140
d.C.). Esta es la misma regla de oro establecida por Cristo.
Finalmente,
¿de dónde proviene la ley? El concepto de Ley Natural sostiene que ciertas
leyes morales trascienden el tiempo, la cultura, y el gobierno porque existen
estándares universales que aplican a toda la humanidad a través de todos los
tiempos. Estos estándares morales universales son inherentes y reconocibles por
todos nosotros, y forman la base de una sociedad justa.
En la
Biblia, podemos equiparar la ley natural a la conciencia que Dios nos dio a
todos los seres humanos y por la cual seremos juzgados con justicia.
“Porque
cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la
ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus
corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus
razonamientos” (Rom. 2:14, 15).
Aunque
alguien no conozca la Ley de Dios, revelada en la Biblia, la obra de la ley
está escrita en su corazón y su conciencia le da testimonio del bien y del mal,
por lo cual ningún ser humano tendrá excusa para hacerse responsable de sus
malas acciones ante Dios en el día del juicio.
ÉTICA MORAL
La ética
moral estuvo en el corazón de un estudio nacional conducido en el año 2001 por
el Grupo de Estudios Barna. Este estudio reveló que solo uno de cuatro adultos
“descansa en principios o enseñanzas religiosas o en contenido bíblico cuando
toma decisiones morales”. Además, casi el 50% de los adultos entrevistados
dijeron que la base moral de sus decisiones descansa en “lo que les produzca
los resultados más placenteros o satisfactorios”. George Barna, quien dirigió
el proyecto de estudio concluyó: “la mayor parte de la gente no cree que existe
una verdad moral absoluta... gente ocupada, sin importar su afiliación religiosa,
toma decisiones rápidas cuando se trata de decisiones morales”.
La ética
moral es ahora considerada relativa a la cultura, relativa a las circunstancias
y relativa a las necesidades específicas del individuo pero esta posición
incorrecta y acomodada siempre trae efectos negativos y destructivos para
cualquier comunidad, sociedad o nación.
Un ejemplo:
la historia de Estados Unidos
“Parecería
que en nuestro mundo hoy día lo bueno es considerado malo y lo malo bueno. El
resultado es que la fundación de nuestra cultura y de nuestra sociedad se está
desmoronando debajo de nuestros pies. Esto es, porque nosotros, como nación,
hemos perdido nuestro camino. Ya no estamos construidos sobre una fundación
sólida que conoce la diferencia entre el bien y el mal. La fundación moral de
nuestra nación vino de nuestra fe en Dios y obediencia a Su Palabra” (Greg
Laurie, Harvest Ministries)
La ética
moral fue la base principal de los Estados Unidos de América. A pesar de que
recientes torceduras a la historia declaran que América fue fundada en un
principio básico de “libertad de la religión”, la realidad histórica es que
América fue fundada en la fe bíblica. Los Padres Fundadores citaron miles de
escrituras bíblicas, comenzaban y cerraban sesiones orando a Dios, y declararon
abiertamente que usaron los Diez Mandamientos como base al escribir las leyes
de esta gran nación. De hecho, estaban parados en tierras propiedad del
gobierno cuando leyeron directamente de la Biblia, mientras citaban escrituras
en sus discursos y mientras oraban juntos.
Si esta
nación fue fundada en un principio de “libertad de la religión”, los Padres
Fundadores no habrían practicado su fe cristiana tan abiertamente en tierras
que pertenecían al gobierno. Además, existen más de 4500 citas públicas de los
Padres Fundadores acerca de la Biblia, Dios y la importancia de la ética moral
basada en principios cristianos (todas estas declaraciones fueron hechas
mientras los líderes gubernamentales estaban en propiedades del gobierno).
Existe
absoluta prueba histórica acerca de que los fundadores de esta nación y los
autores de la Constitución nunca creyeron en una “libertad de la religión”, ni
en silenciar la libre expresión cuando se trata de temas de naturaleza
religiosa. Esto es un concepto reciente y es un reflejo de la manipulación de
la historia que corresponde al amplio declive de la ética moral.
La ética
moral es la fundación de esta gran nación. Sin embargo, la moralidad no es
relativa sino que está basada en la autoridad absoluta de la verdad bíblica.
Para muchos es muy difícil aceptar en esta tecno-cultura del siglo 21 que esta
nación y su espina dorsal moral fueron fundadas en principios cristianos.
Miremos
algunas citas de personajes influyentes en la historia de los Estados Unidos:
“Finalmente,
no olvidemos el carácter religioso de nuestro origen. Nuestros padres fueron
traídos aquí por su veneración a la religión cristiana. Se guiaron con su luz,
y trabajaron en su esperanza. Ellos buscaron incorporar esos principios con los
elementos de su sociedad y difundir su influencia a través de todas sus
instituciones, civiles, políticas o literarias” (Daniel Webster).
“Los
principios y preceptos morales contenidos en las Escrituras deben formar las
bases de todas nuestras constituciones civiles y leyes... Todas las miserias y
males que el hombre sufre por el vicio, crimen, ambición, injusticia, opresión,
esclavitud y guerra proceden de su desprecio y negligencia a los preceptos
contenidos en la Biblia” (Noah Webster).
“Para
gobernar bien, debes gobernar para Dios, y para hacer eso, debes ser gobernado
por él. Aquellos que no permiten ser gobernados por Dios serán gobernados por
tiranos” (William Penn).
“No se puede
hacer suficiente énfasis ni mencionarse más, que esta gran nación fue fundada,
no por religiosos, sino por cristianos, no sobre religiones, sino en el
Evangelio de Jesucristo. Por esta precisa razón, hemos dado asilo, prosperidad
y libertad de adoración aquí a personas de otras creencias” (Patrick Henry).
“Si la
verdad no es difundida, el error lo será; si Dios y su Palabra no son conocidos
y recibidos, el diablo y sus obras ganarán ascendencia… si el poder del
Evangelio no se siente a través de lo largo y ancho de la tierra, la anarquía y
mal gobierno, la degradación y la miseria, la corrupción y la oscuridad
reinarán sin mitigación o final” (Daniel Webster).
“La causa de
América es en gran medida la causa de toda la humanidad. ¿Quién, dicen algunos,
es el rey de América? Te digo, amigo, él reina arriba” (Thomas Paine).
“Hemos
enclavado el futuro total de la civilización americana, no en el poder del
gobierno, sino lejos de éste. Hemos enclavado el futuro de todas nuestras
instituciones políticas en la capacidad que tenemos cada uno de nosotros de
gobernarnos a nosotros mismos, de controlarnos a nosotros mismos, de
sostenernos a nosotros mismos de acuerdo con los Diez Mandamientos de Dios”
(James Madison).
“El patriota
que se siente a sí mismo al servicio de Dios, que le reconoce en todos sus
caminos, tiene la promesa de la dirección del Todopodersoso y encontrará en Su
Palabra en su más grande oscuridad una lámpara a sus pies y lumbrera a su
camino. El entonces buscará establecer en esta nación ante los ojos del mundo
tal carácter que no será indigna de ser llamada una nación cristiana” (Francis
Scott Key, 1812).
“Un patriota
sin religión, en mi opinión, es tan grande paradoja como un hombre honesto sin
temor a Dios. ¿Será posible que aquel a quien no le ata ninguna obligación
moral pueda tener alguna real buena voluntad para con los hombres? ¿Podría ser
un patriota aquel, quien con una abierta conducta viciosa, debilita los mismos
vínculos de la sociedad?... Las Escrituras nos dicen “la justicia exalta una
nación” (Abigail Adams).
“La Palabra
de Dios, contenida en la Biblia, ha proporcionado todas las reglas necesarias
para dirigir nuestra conducta… la educación es inservible sin la Biblia… La
Biblia fue el libro de texto básico en América en todos sus campos” (Noah
Webster).
“Y ahora
diré que entonces creeré, y ahora creo, que esos principios generales de
Cristiandad, son tan eternos e inmutables, como la Existencia y los Atributos
de Dios” (John Adams).
“La más
grande gloria de la Revolución Americana es ésta: conecta con un vínculo
indisoluble los principios del gobierno civil con los principios del
cristianismo” (John Adams).
Mientras la
Declaración de Independencia era firmada, 1776, Samuel Adams declaró: “Hemos
restaurado este día al Soberano a quien todo hombre debe obediencia. El reina
en los cielos y desde el nacer al caer del sol, vénganos Su reino”.
“El por lo
tanto es el más verdadero amigo de la libertad de este país quien trata de
promover su virtud, y quién, hasta ahora su poder e influencia ha extendido...
en fin, si debemos disfrutar realmente este regalo de los Cielos, seamos gente
virtuosa” (Samuel Adams).
“Si nos
dejamos llevar por los principios enseñados en la Biblia, nuestro país
continuará prosperando y para prosperar, mas si nosotros y nuestra posteridad
abandonamos su instrucción y autoridad, ningún hombre puede decir cuán pronto
una catástrofe puede sobrecogernos y enterrar toda nuestra gloria en profunda
oscuridad” (Daniel Webster).
“Por tanto
es el deber de todas las naciones reconocer la providencia del Dios
Todopoderoso, obedecer sus deseos, estar agradecidos de sus beneficios, y
humildemente implorar por Su protección y favor...” (George Washington, 3 de
octubre de 1789 - Día Nacional de Acción de Gracias).
En 1832,
Noah Webster publicó su Historia de los Estados Unidos, en la cual escribió:
“La corta exposición a la Constitución de los Estados Unidos, desdoblará a los
jóvenes los principios del gobierno republicano; y es el sincero deseo del
escritor que nuestros ciudadanos comiencen a entender desde temprano que la
fuente genuina de principios republicanos correctos es la Biblia,
particularmente el Nuevo Testamento o la religión Cristiana”.
Aquí vemos
un ejemplo de cómo una nación puede establecer su sistema de gobierno, sus
leyes y todos sus programas a favor de la gente, con base en la Biblia que es
la Palabra de Dios. Lamentablemente, esta nación ha estado traicionando estos
principios y está viendo las terribles consecuencias de darle a espalda al Dios
de los cielos.
“La justicia
engrandece a la nación; mas el pecado es afrenta de las naciones” (Pr.
14:34)
Este mismo
suceso le pasó al pueblo de Israel en varias ocasiones y Dios le había
advertido que si dejaba su palabra y sus mandamientos, entonces vendrían
terribles consecuencias para ellos, para sus hijos y para toda su descendencia
(Dt. 28).
El pecado
esencialmente es toda acción que se comete contra las leyes de Dios y siempre
trae efectos nocivos y dañinos en el corazón, en la conducta y en todas las
áreas de la vida humana. Procuremos pues conocer las leyes de Dios, guardarlas
en el corazón y ponerlas en práctica porque entonces veremos la honra que da
Dios a quienes de verdad obedecen sus mandamientos (1 Sam. 2:30).
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