sábado, 27 de agosto de 2016

¿Cuál es la Verdad? Parte III


b. El bien y el mal

Con respecto a la interpretación del bien y del mal, existe una corriente muy popular llamada deontología, la cual es una teoría de moralidad basada en una visión "sin consecuencias" con respecto a las personas y a la toma de decisiones morales. La palabra deontología viene de dos términos griegos: deon - lo conveniente, lo debido, y logía - conocimiento, estudio. Por esto, la deontología sostiene que las acciones no son justificadas por sus consecuencias, sino que otros factores, distintos a los buenos resultados, determinan lo "correcto" de las acciones. A diferencia del utilitarismo, en el que "los fines justifican los medios," la deontología alega que lo "importante son los medios".

La deontología está basada en el "Imperativo Categórico" que fue desarrollado por primera vez por el filósofo alemán, Emanuel Kant, en su trabajo "Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres" (1785). El Imperativo Categórico simplemente declara: "Obra de manera que la máxima de tu acción por tu sola voluntad se convierta en una ley universal". ¿Está dispuesto a permitir que todo el mundo adopte la acción? Si es así, su acción es moral. Si no es así, su acción es inmoral. En pocas palabras, nuestras respuestas internas son más reveladoras que lo que profesamos externamente cuando volcamos las acciones morales sobre nosotros mismos.

El Imperativo Categórico es muy semejante a la Regla de Oro del Cristianismo: “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas” (Mt. 7:12). No obstante, la deontología generalmente rechaza cualquier teoría moral basada en Dios o en una verdad absoluta más elevada. En esencia, la deontología es una teoría naturalista, basada en el deber, de moralidad objetiva y cultural que de algún modo trasciende y conecta las realidades subjetivas de cada individuo en la cultura.

El Dr. Joel Marks, uno de los más recientes eruditos de la deontología, declaró públicamente que no existe ninguna diferencia entre el bien y el mal. De hecho, como erudito "moralista" en el Centro Interdisciplinario para la Bioética de la Universidad de Yale, el Profesor Marks ahora sinceramente cree que no existe la moral porque él cree que no existe un Dios.

Como naturalista/ateo, Marks se atiene a la visión deontológica de la moralidad, la cual no requiere que Dios (un estándar trascendente) distinga entre el bien y el mal. Sin embargo, Marks ahora sostiene que la teoría de la deontología es tan irracional como el creer en el Ser Divino.

A través de una serie de artículos en la revista Philosophy Now (Filosofía Ahora), el Dr. Marks desarrolló enteramente su "Manifiesto Amoral" (Philosophy Now, “An Amoral Manifesto (Part I),” Joel Marks -July/August 2011). En esta publicación, él plantea que la moral no es más que un confuso sentimiento subjetivo. Por otra parte, él afirma lo siguiente: "Mantengo mi fuerte preferencia a favor de un trato honesto de la dialéctica en un contexto de respeto mutuo. Es solo que ya no doy premisas en discusiones de moralidad; más bien ofrezco consideraciones que nos ayuden a determinar qué hacer. No intento justificar nada; trato de motivar elecciones informadas y sopesadas... Pero esto no será porque un dios, una ley sobrenatural o incluso mi conciencia, me digan que debo, o que tengo una obligación. Sino que decidiré de acuerdo con mi cabeza y mi corazón. La moralidad no tiene nada que ver" (“Confessions of an Ex-Moralist,” Joel Marks).

LEY NATURAL

La expresión “Ley Natural” es un término amplio y a menudo mal empleado, utilizado alrededor de varias escuelas de filosofía, ciencia, historia, teología, y de la ley.

Ciertamente, la pregunta “¿qué es ley?” puede decirse que es tan embarazosa para el jurista como la conocida pregunta de “¿qué es verdad?” lo es para el experto en lógica.

La Ley, en su sentido genérico, es un conjunto de reglas de acción o conducta prescritas por la autoridad en control, y posee poder legal vinculante. Una ley es aquello que debe ser obedecido y observado por ciudadanos sujetos a sanciones o a consecuencias legales (Diccionario Legal Black, sexta edición, pág. 884). Ahora bien, la jurisprudencia es la filosofía de la ley y cómo se desarrolló.

Ley Natural es una teoría moral de jurisprudencia que mantiene que la ley debe estar basada en la moral y la ética. La Ley Natural sostiene que la ley está basada en lo que es "correcto". La Ley Natural es "descubierta" por los humanos mediante el uso de la razón y el escoger entre lo bueno y lo malo. Por lo tanto, el poder de la Ley Natural reside en descubrir ciertos estándares universales de la moralidad y de la ética.

Los griegos Sócrates, Platón, y Aristóteles, enfatizaron la distinción entre "naturaleza" (fusis) y "ley, costumbre, o convención" (nomos). Lo que la ley ordenaba variaba de acuerdo al lugar, pero lo que era “por naturaleza” debía ser lo mismo en todas partes.

Aristóteles (384-322 a.C.) es considerado por muchos el padre de la "ley natural". Este filósofo plantea que aparte de las leyes "particulares" que cada persona ha establecido para sí misma, existe una "ley superior" acorde con la naturaleza (Retórica 1373b2–8).

El desarrollo de la teoría de la ley natural continuó en la escuela helenista de la filosofía, especialmente con los estoicos, quienes señalaron la existencia de un orden racional y determinado del universo. El medio por el que un ser racional vivía de acuerdo con este orden cósmico era considerado “ley natural”.

Agustín (354-430 d.C.) equipara la ley natural al estado del hombre anterior a la caída en pecado (en el tiempo de Adán y Eva). Por lo tanto, ya no es posible la vida según la naturaleza y en su lugar, la humanidad debe buscar la salvación a través de la ley divina y de la gracia de Cristo.

Graciano (siglo XII) conectó de nuevo el concepto de ley natural y de ley divina, afirmando que la raza humana está gobernada por dos cosas: la ley natural y los usos naturales (moral, carácter). La ley natural es lo que está contenido en la ley y en el Evangelio. A través de ella, a cada persona se le ordena hacer a otros lo que desea que hagan consigo mismo, y se le prohíbe infligir a otros lo que no desea que le hagan a él (Decretum, D. 1 d.a.c.1; alrededor del 1140 d.C.). Esta es la misma regla de oro establecida por Cristo.

Finalmente, ¿de dónde proviene la ley? El concepto de Ley Natural sostiene que ciertas leyes morales trascienden el tiempo, la cultura, y el gobierno porque existen estándares universales que aplican a toda la humanidad a través de todos los tiempos. Estos estándares morales universales son inherentes y reconocibles por todos nosotros, y forman la base de una sociedad justa.

En la Biblia, podemos equiparar la ley natural a la conciencia que Dios nos dio a todos los seres humanos y por la cual seremos juzgados con justicia.

“Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos,  mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos” (Rom. 2:14, 15).

Aunque alguien no conozca la Ley de Dios, revelada en la Biblia, la obra de la ley está escrita en su corazón y su conciencia le da testimonio del bien y del mal, por lo cual ningún ser humano tendrá excusa para hacerse responsable de sus malas acciones ante Dios en el día del juicio.
  
ÉTICA MORAL

La ética moral estuvo en el corazón de un estudio nacional conducido en el año 2001 por el Grupo de Estudios Barna. Este estudio reveló que solo uno de cuatro adultos “descansa en principios o enseñanzas religiosas o en contenido bíblico cuando toma decisiones morales”. Además, casi el 50% de los adultos entrevistados dijeron que la base moral de sus decisiones descansa en “lo que les produzca los resultados más placenteros o satisfactorios”. George Barna, quien dirigió el proyecto de estudio concluyó: “la mayor parte de la gente no cree que existe una verdad moral absoluta... gente ocupada, sin importar su afiliación religiosa, toma decisiones rápidas cuando se trata de decisiones morales”.

La ética moral es ahora considerada relativa a la cultura, relativa a las circunstancias y relativa a las necesidades específicas del individuo pero esta posición incorrecta y acomodada siempre trae efectos negativos y destructivos para cualquier comunidad, sociedad o nación.

Un ejemplo: la historia de Estados Unidos

“Parecería que en nuestro mundo hoy día lo bueno es considerado malo y lo malo bueno. El resultado es que la fundación de nuestra cultura y de nuestra sociedad se está desmoronando debajo de nuestros pies. Esto es, porque nosotros, como nación, hemos perdido nuestro camino. Ya no estamos construidos sobre una fundación sólida que conoce la diferencia entre el bien y el mal. La fundación moral de nuestra nación vino de nuestra fe en Dios y obediencia a Su Palabra” (Greg Laurie, Harvest Ministries)

La ética moral fue la base principal de los Estados Unidos de América. A pesar de que recientes torceduras a la historia declaran que América fue fundada en un principio básico de “libertad de la religión”, la realidad histórica es que América fue fundada en la fe bíblica. Los Padres Fundadores citaron miles de escrituras bíblicas, comenzaban y cerraban sesiones orando a Dios, y declararon abiertamente que usaron los Diez Mandamientos como base al escribir las leyes de esta gran nación. De hecho, estaban parados en tierras propiedad del gobierno cuando leyeron directamente de la Biblia, mientras citaban escrituras en sus discursos y mientras oraban juntos.

Si esta nación fue fundada en un principio de “libertad de la religión”, los Padres Fundadores no habrían practicado su fe cristiana tan abiertamente en tierras que pertenecían al gobierno. Además, existen más de 4500 citas públicas de los Padres Fundadores acerca de la Biblia, Dios y la importancia de la ética moral basada en principios cristianos (todas estas declaraciones fueron hechas mientras los líderes gubernamentales estaban en propiedades del gobierno).

Existe absoluta prueba histórica acerca de que los fundadores de esta nación y los autores de la Constitución nunca creyeron en una “libertad de la religión”, ni en silenciar la libre expresión cuando se trata de temas de naturaleza religiosa. Esto es un concepto reciente y es un reflejo de la manipulación de la historia que corresponde al amplio declive de la ética moral.

La ética moral es la fundación de esta gran nación. Sin embargo, la moralidad no es relativa sino que está basada en la autoridad absoluta de la verdad bíblica. Para muchos es muy difícil aceptar en esta tecno-cultura del siglo 21 que esta nación y su espina dorsal moral fueron fundadas en principios cristianos.

Miremos algunas citas de personajes influyentes en la historia de los Estados Unidos:

“Finalmente, no olvidemos el carácter religioso de nuestro origen. Nuestros padres fueron traídos aquí por su veneración a la religión cristiana. Se guiaron con su luz, y trabajaron en su esperanza. Ellos buscaron incorporar esos principios con los elementos de su sociedad y difundir su influencia a través de todas sus instituciones, civiles, políticas o literarias” (Daniel Webster).

“Los principios y preceptos morales contenidos en las Escrituras deben formar las bases de todas nuestras constituciones civiles y leyes... Todas las miserias y males que el hombre sufre por el vicio, crimen, ambición, injusticia, opresión, esclavitud y guerra proceden de su desprecio y negligencia a los preceptos contenidos en la Biblia” (Noah Webster).

“Para gobernar bien, debes gobernar para Dios, y para hacer eso, debes ser gobernado por él. Aquellos que no permiten ser gobernados por Dios serán gobernados por tiranos” (William Penn).

“No se puede hacer suficiente énfasis ni mencionarse más, que esta gran nación fue fundada, no por religiosos, sino por cristianos, no sobre religiones, sino en el Evangelio de Jesucristo. Por esta precisa razón, hemos dado asilo, prosperidad y libertad de adoración aquí a personas de otras creencias” (Patrick Henry).

“Si la verdad no es difundida, el error lo será; si Dios y su Palabra no son conocidos y recibidos, el diablo y sus obras ganarán ascendencia… si el poder del Evangelio no se siente a través de lo largo y ancho de la tierra, la anarquía y mal gobierno, la degradación y la miseria, la corrupción y la oscuridad reinarán sin mitigación o final” (Daniel Webster).

“La causa de América es en gran medida la causa de toda la humanidad. ¿Quién, dicen algunos, es el rey de América? Te digo, amigo, él reina arriba” (Thomas Paine).

“Hemos enclavado el futuro total de la civilización americana, no en el poder del gobierno, sino lejos de éste. Hemos enclavado el futuro de todas nuestras instituciones políticas en la capacidad que tenemos cada uno de nosotros de gobernarnos a nosotros mismos, de controlarnos a nosotros mismos, de sostenernos a nosotros mismos de acuerdo con los Diez Mandamientos de Dios” (James Madison).

“El patriota que se siente a sí mismo al servicio de Dios, que le reconoce en todos sus caminos, tiene la promesa de la dirección del Todopodersoso y encontrará en Su Palabra en su más grande oscuridad una lámpara a sus pies y lumbrera a su camino. El entonces buscará establecer en esta nación ante los ojos del mundo tal carácter que no será indigna de ser llamada una nación cristiana” (Francis Scott Key, 1812).

“Un patriota sin religión, en mi opinión, es tan grande paradoja como un hombre honesto sin temor a Dios. ¿Será posible que aquel a quien no le ata ninguna obligación moral pueda tener alguna real buena voluntad para con los hombres? ¿Podría ser un patriota aquel, quien con una abierta conducta viciosa, debilita los mismos vínculos de la sociedad?... Las Escrituras nos dicen “la justicia exalta una nación” (Abigail Adams).

“La Palabra de Dios, contenida en la Biblia, ha proporcionado todas las reglas necesarias para dirigir nuestra conducta… la educación es inservible sin la Biblia… La Biblia fue el libro de texto básico en América en todos sus campos” (Noah Webster).

“Y ahora diré que entonces creeré, y ahora creo, que esos principios generales de Cristiandad, son tan eternos e inmutables, como la Existencia y los Atributos de Dios” (John Adams).

“La más grande gloria de la Revolución Americana es ésta: conecta con un vínculo indisoluble los principios del gobierno civil con los principios del cristianismo” (John Adams).

Mientras la Declaración de Independencia era firmada, 1776, Samuel Adams declaró: “Hemos restaurado este día al Soberano a quien todo hombre debe obediencia. El reina en los cielos y desde el nacer al caer del sol, vénganos Su reino”.

“El por lo tanto es el más verdadero amigo de la libertad de este país quien trata de promover su virtud, y quién, hasta ahora su poder e influencia ha extendido... en fin, si debemos disfrutar realmente este regalo de los Cielos, seamos gente virtuosa” (Samuel Adams).

“Si nos dejamos llevar por los principios enseñados en la Biblia, nuestro país continuará prosperando y para prosperar, mas si nosotros y nuestra posteridad abandonamos su instrucción y autoridad, ningún hombre puede decir cuán pronto una catástrofe puede sobrecogernos y enterrar toda nuestra gloria en profunda oscuridad” (Daniel Webster).

“Por tanto es el deber de todas las naciones reconocer la providencia del Dios Todopoderoso, obedecer sus deseos, estar agradecidos de sus beneficios, y humildemente implorar por Su protección y favor...” (George Washington, 3 de octubre de 1789 - Día Nacional de Acción de Gracias).

En 1832, Noah Webster publicó su Historia de los Estados Unidos, en la cual escribió: “La corta exposición a la Constitución de los Estados Unidos, desdoblará a los jóvenes los principios del gobierno republicano; y es el sincero deseo del escritor que nuestros ciudadanos comiencen a entender desde temprano que la fuente genuina de principios republicanos correctos es la Biblia, particularmente el Nuevo Testamento o la religión Cristiana”.

Aquí vemos un ejemplo de cómo una nación puede establecer su sistema de gobierno, sus leyes y todos sus programas a favor de la gente, con base en la Biblia que es la Palabra de Dios. Lamentablemente, esta nación ha estado traicionando estos principios y está viendo las terribles consecuencias de darle a espalda al Dios de los cielos.

“La justicia engrandece a la nación; mas el pecado es afrenta de las naciones” (Pr. 14:34) 

Este mismo suceso le pasó al pueblo de Israel en varias ocasiones y Dios le había advertido que si dejaba su palabra y sus mandamientos, entonces vendrían terribles consecuencias para ellos, para sus hijos y para toda su descendencia (Dt. 28).

El pecado esencialmente es toda acción que se comete contra las leyes de Dios y siempre trae efectos nocivos y dañinos en el corazón, en la conducta y en todas las áreas de la vida humana. Procuremos pues conocer las leyes de Dios, guardarlas en el corazón y ponerlas en práctica porque entonces veremos la honra que da Dios a quienes de verdad obedecen sus mandamientos (1 Sam. 2:30).

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