Ahora
bien, para comprender en qué consiste la muerte eterna de forma completa, es
necesario analizar los siguientes conceptos bíblicos:
II. ¿A dónde va
el pecador no arrepentido cuando muere?
La
Biblia habla de la segunda muerte y consiste es ser lanzado al lago de fuego;
éste se define como la muerte segunda. En este lago de fuego, los impenitentes,
ya resucitados en un cuerpo inmortal pero sin admisión a la gloria de Dios,
serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos. Es por ello que
Cristo habla de “sufrir daño de la
segunda muerte” (Ap. 2:11). Además, dice: “El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será
mi hijo. Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los
fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte
en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda” (Ap.
21:7, 8).
Ahora
bien, cuando un pecador no arrepentido muere, no va al lago de fuego de
inmediato, sino que va al infierno primero, en espera del juicio de Dios al
final de los tiempos y después de la resurrección de los muertos; a
continuación se va a ampliar este tema:
LA MUERTE Y EL
INFIERNO
- La existencia
del infierno y del castigo eterno fue parte de las enseñanzas de Jesucristo y
sus palabras confirman las afirmaciones de los profetas del A.T., pero no
constituyen una doctrina exclusivamente cristiana, sino que es una creencia
presente en casi todas las civilizaciones de la historia.
-
En cuanto a la muerte física, ésta es descrita por Cristo como el momento en
que el alma es reclamada (Lc. 12:20); para entender este lenguaje es necesario
que leamos la historia del rico y Lázaro (Lc. 16:23-25); esta narración no es
una parábola porque las parábolas no incluyen nombres personales… esto es un
evento real y por eso, Cristo explica cómo Lázaro fue llevado por los ángeles a
un lugar de reposo y consuelo, pero Cristo no describe el mismo destino para el
rico (Lc. 16:22, 23). Como el rico fue al infierno después de morir,
precisamente no fueron los ángeles de Dios quienes lo llevaron a este lugar;
aunque Cristo no lo afirma, sería lógico pensar que su alma fuera reclamada y
llevada por los demonios, quienes fueron los que guiaron a este hombre pecador
no arrepentido por el camino de la desobediencia a Dios y esta decisión de no
respetar a Dios fue lo que lo llevó a la perdición. De igual forma, existen
testimonios de personas que han visto morir a otros y notan en su rostro y en
su expresión un terror inexplicable al morir… y algunos han dicho que ven
demonios que vienen por ellos al momento de morir. Así pues, no sería
descabellado ni antibíblico pensar que una persona que muere físicamente y que
en su vida no mostró un verdadero arrepentimiento ante Dios, sino que anduvo en
el pecado, sin reconocer a Cristo de forma sincera como Salvador, los demonios
vendrán a reclamar su alma para llevarla a un lugar de condenación que la
Biblia llama el infierno; allí tendrá que esperar la resurrección de los
muertos para luego presentarse ante el juicio final de Dios y dará cuenta de
sus obras y de sus pecados (Heb. 9:27). En este mismo lugar, el que muere en
sus pecados se encontrará con los espíritus encarcelados que también están a la
espera del justo juicio de Dios (1 Ped. 3:18-20).
-
Según la historia del rico y Lázaro, desde el mismo instante de la muerte,
quien parte de este mundo en sus pecados entra a un lugar de tormentos, y está
en plena posesión de su conciencia y de su memoria para ser responsable de
quién fue y por qué ha sido llevado al infierno, según el nivel de su
conciencia y el conocimiento de la Palabra de Dios (Rom. 1:18-32). Allí estará
separado de toda comunicación con el cielo y con la tierra. En el caso del
rico, es un caso especial que Dios permitió (y que Cristo relató para darnos
claridad sobre el infierno) ya que el rico pudo hablar con Abraham, y Cristo
nombra el lugar de descanso de los justos como el seno de Abraham y por la
descripción que hace Cristo, había una gran sima que separaba el seno de
Abraham y el infierno (Lc. 16:26); la palabra sima significa abismo y por
tanto, no era posible pasar de un lugar a otro, pero en este relato Cristo
habla de un diálogo (que es único en la Biblia) en el cual un pecador en el
infierno tiene contacto con un creyente salvo en la gracia de Dios (en este caso
fue Abraham, el padre de la fe).
-
Lc. 16:27-31 dice: “Entonces le dijo: Te
ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco
hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este
lugar de tormento. Y Abraham le dijo: A Moisés y a los profetas tienen;
óiganlos. El entonces dijo: No, padre Abraham; pero si alguno fuere a ellos de
entre los muertos, se arrepentirán. Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y
a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los
muertos”. Jesús relató que el rico perdido en el infierno pidió misericordia
y solicitó que alguien se levantara de los muertos para testificar a sus 5
hermanos en la tierra a fin de convencerlos de no venir a este lugar, pero
Abraham respondió: “A Moisés y a los
profetas tienen; óiganlos”. El rico insistió en que la gente se
arrepentiría si alguno de los muertos va a testificar acerca del infierno pero
la respuesta fue contundente de parte de Abraham, quien dijo: “Si no oyen a Moisés y a los Profetas,
tampoco se persuadirán aunque alguno se levante de los muertos”. Oír a Moisés
y a los Profetas hace referencia a recibir la Palabra de Dios (que es la
Biblia), la cual ha sido dada para que el hombre aprenda y camine en la
perfecta voluntad de Dios, apartándose del pecado definitivamente con la gracia
de Dios.
-
Hay personas que dicen: ¿quién ha muerto y ha venido a contar qué hay después
de la muerte? La tendencia del corazón humano al pecado es tan fuerte que ni
escuchando un testimonio de este tipo se compromete a obedecer a Dios de
verdad. El mayor ejemplo lo dio Cristo, quien se levantó de los muertos y
presentó pruebas irrefutables de su divinidad, y la gran mayoría de los que
escucharon el mensaje de la Palabra de Dios no creyeron y no fueron salvos por
la dureza de su corazón.
-
Describiendo el infierno, nuestro Señor Jesucristo habló acerca del gusano que
no muere y del fuego que nunca se apaga (Mr. 9:43-48). Así pues, el infierno es
un lugar de sufrimiento consciente y es un lugar de fuego que atormenta pero el
mayor sufrimiento será la conciencia culpable y el remordimiento de saber que
se pudo haber tomado la decisión de hacer la voluntad de Dios pero se escogió
el camino de la desobediencia, rechazando a Cristo el Salvador. Algunos
interpretan que el gusano que nunca muere es la conciencia culpable y el remordimiento
eterno que atormenta el alma del pecador no arrepentido.
-
La palabra infierno es la traducción de la palabra Gehenna (Ge-hinón o Valle de
Hinom); éste era el nombre de un valle al sur de Jerusalén donde, en una época de la historia de Israel, se
hicieron sacrificios de niños a dioses paganos, pasándolos por fuego (2 Crón.
28:3; Jer. 32:35) y este lugar se convirtió
en estercolero y basurero de Jerusalén; además, allí era donde se quemaban las
inmundicias de la ciudad, los desechos y los animales muertos, por lo cual
salía de él humo día y noche. Por ende, los escritores judíos emplearon este
término de forma figurativa para aludir a la realidad del castigo eterno y al
lugar de condenación; por eso, Jesús y los apóstoles adoptaron este uso en el
N.T. (Mt. 5:22, 29, 30; Lc. 12:5; Stg. 3:6). Gehenna aparece unas doce veces en el N.T.
-
Por otro lado, el profeta Jeremías anunció por revelación de Dios que en este
valle serían enterrados los cadáveres de los israelitas que Dios juzgaría
debido a sus malos caminos y que las aves de los cielos vendrían a comer sus
cadáveres, y que nadie podría espantarlas (Jer. 7:32). En este sentido, el profeta Isaías es inspirado por el
Espíritu Santo para hablar del juicio de Dios sobre los que se rebelan contra
sus leyes y usa la misma ilustración de cadáveres y asimismo, emplea las
expresiones que Cristo uso para referirse al tormento eterno: “su gusano nunca morirá, ni su fuego se
apagará” (Is. 66:24).
-
De igual forma, Juan el Bautista habló del fuego de condenación y dijo acerca
de Cristo: “Su aventador está en su mano,
y limpiará su era; y recogerá su trigo en el granero, y quemará la paja en
fuego que nunca se apagará” (Mt. 3:12).
-
Jesús dijo: “Y si tu ojo te
fuere ocasión de caer, sácalo; mejor te es entrar en el reino de Dios con un
ojo, que teniendo dos ojos ser echado al infierno, donde el gusano de ellos no
muere, y el fuego nunca se apaga” (Mr. 9:47, 48).
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