- La palabra infierno es de origen latino (infernus significa “la parte de
abajo”). Se usa en distintas versiones de la Biblia para traducir la voz hebrea
Seol en el A.T. y las voces griegas Hades, Gehenna y Tártaro en el N.T. Seol
aparece en el texto hebreo del A.T. sesenta y cinco veces. Se traduce en la Reina
Valera de 1960 por sepulcro, sepultura, infierno, profundo, sima y otras
palabras.
- “Porque si Dios no perdonó a los ángeles que
pecaron, sino que arrojándolos al infierno los entregó a prisiones de
oscuridad, para ser reservados al juicio” (2 Ped. 2:4). Solamente en este
versículo encontramos el verbo tártaro,
traducido en Reina Valera 1960 como “infierno”, y en la Peshitta (versión
siriaca) “regiones inferiores”. Tártaro es la palabra clásica para el lugar de
castigo eterno, pero aquí se aplica al castigo para los ángeles caídos (Satánas
y sus demonios). Tártaro es el nombre usado
en la mitología greco-romana para designar el abismo infernal donde dioses y
seres humanos fueron castigados. De acuerdo a la mitología griega, el
Tártaro es un profundo abismo usado como una mazmorra de sufrimiento y una
prisión para los titanes (una raza de poderosos dioses griegos). Este lugar se
encontraba bajo el inframundo y allí las almas eran juzgadas después de la
muerte y los malvados eran castigados. En la mitología griega, el Tártaro es
tanto una deidad como un lugar del Inframundo, más profundo incluso que el
Hades.
-
Al traducir el A.T. al griego (en la versión llamada la Septuaginta) fue
necesario buscar una palabra que fuera equivalente al hebreo Seol. Así pues, se
escogió Hades porque en la cultura griega ese nombre se aplicaba primero al rey del mundo invisible y posteriormente al lugar
de los espíritus. Para
los griegos la morada de los muertos era subterránea, era un sitio oscuro,
triste y sombrío, donde reinaba Plutón. Consecuentemente, donde el A.T. pone el
término Seol, los traductores pusieron “Hades”. Los autores del N.T. heredan
ese uso y por eso, Hades aparece once veces en
el N.T.
- Para los
griegos, al Hades lo gobernaba un dios independiente de los dioses del cielo y
de la tierra; pero los hebreos creían que aún en el Seol, el reino y el dominio
de Dios sigue vigente (Sal. 139:8; Pr. 15:11). Los griegos pensaban que no
existía salida del Hades, pero los piadosos hebreos, si bien contemplaban el
Seol con cierto temor, esperaban salir de allí pues creían en la resurrección
del cuerpo (Dn. 12:2; Hch. 26:6-8). Sin embargo, la revelación bíblica en el
A.T. sobre el estado futuro del creyente después de la muerte física ha sido
parcial; pero en el N.T. la revelación divina trajo mayor luz al respecto y
Pablo afirma que fue Cristo el que sacó a luz la vida y la inmortalidad (2 Tim.
1:10). Además, Cristo dice que las puertas del Hades no prevalecerán contra su
Iglesia, lo cual significa que la obra de Satanás no podrá destruir a los
creyentes fieles (Mt. 16:18).
- En el A.T., la
palabra Seol, hacía referencia a un lugar en el fondo de la tierra, donde
bajaban todos los muertos, buenos y malos, sin distinción alguna, del que no
podían subir. Ya en el N.T. Cristo nos da mayor entendimiento para aclarar que
había dos compartimentos que separaban a los justos de los injustos según Lc.
16:19-31.
-
Para los hebreos, el Seol era el mundo de los muertos (Gn. 37:35). Asimismo, se
utilizan muchas otras expresiones y palabras para aludir al destino de los
muertos: debajo de la tierra (1 Sam. 28:13; Jon. 2:6), las tinieblas y la
tierra del olvido (Sal. 88:12), el polvo (Gn. 3:19; Ecl. 12:7), el sepulcro
(Pr. 28:17), el silencio (Sal. 94:17; 115:17), lo profundo de la tierra y la
fosa (Ez. 31:14), tierra de tinieblas y de sombra de muerte (Job 10:21, 22).
Además, el Seol se describe como un lugar a los lados del abismo (Is. 14:15).
-
En la Biblia, descender al Seol es morir (Gn. 42:38). Job dice que “el que desciende al Seol no subirá”
(Job 7:9), pero Ana expresó que Dios “hace
descender al Seol y hace subir” (1 Sam. 2:6).
-
El Seol es un sitio ubicado abajo, en la profundidad de la tierra (Job 11:8);
es descrito como un sitio de tinieblas (Job 17:13); está descubierto delante de
Dios (Job 26:6; Pr. 15:11); allí van los malos (Sal. 9:17); pero el Mesías no
sería dejado allí (Sal. 16:10); nadie puede evitar el poder del Seol (Sal.
89:48); pero ni aún el Seol está fuera del alcance de Dios (Sal. 139:8). Debe
notarse que el Seol, presentado como morada de los muertos, es una manera en
que el A.T. se refiere a algún tipo de existencia posterior a la muerte.
-
Abadón es sinónimo de Seol y significa “lugar de destrucción o perdición”; este
término viene de una raíz que significa “corromper”. Señala el oscuro lugar de
los muertos. Job lo menciona junto con la muerte (Job 28:22) y el Seol (Job
26:6); también Proverbios hace lo mismo (Pr. 27:20), señalando que es un lugar
a donde van continuamente los pecadores (Job 31:9-12). Allí no se proclama la
verdad de Dios ni se cuenta su misericordia (Sal. 88:11), pero aún así el
conocimiento ilimitado de Dios alcanza hasta allí (Pr. 15:11). En el N.T. solo
hay una mención de Abadón, en Ap. 9:11, donde se nos presenta al “ángel del abismo”,
rey de unos seres que salen del “pozo del abismo”. Su nombre es Abadón, y en
griego, se llama Apolión.
-
El abismo es otro término usado para referirse a las profundidades de la
tierra. En el A.T. hace referencia a la profundidad de los océanos (Gn. 1:1;
7:11; 8:2; Job 36:30; 38:16; Sal. 69:15; 104:6; Pr. 8:27-29; Is. 51:10; Jon.
2:6) y en otro caso, se denomina de forma figurativa a la morada de los muertos
(Sal. 71:20). En el N.T. se describe como un lugar que sirve de prisión a los
espíritus malignos y a donde ellos no quieren ir porque son encerrados allí
según la soberanía de Dios (Lc. 8:31; Ap. 9:1-5; 2 Ped. 2:4); es más, la Biblia
señala que de allí subirá la bestia, es decir, el espíritu inmundo que poseerá
al anticristo (Ap. 11:7; 17:8); por otro lado, Satanás mismo será encadenado y
echado al abismo por mil años (Ap. 20:1-3). Este lugar es descrito también como
un pozo (Ap. 9:1, 2).
- Cristo, al bajar al Hades (Hch. 2:27-31) o a
las partes más bajas de la tierra (Ef. 4:9), proclamó allí las buenas nuevas de
la redención efectuada en la cruz a las almas de los que habían muerto para
testimonio de su obra de salvación (1 Ped. 3:18-20). Habiendo preparado un
lugar en la casa de su Padre, llevó cautiva la cautividad (Ef. 4:8), es decir,
llevó al mismo cielo los creyentes que se hallaban en el seno de Abraham. Estos
no habían ido antes al cielo pero habían sido redimidos mediante el sacrificio
de animales según la Ley del A.T. o habían alcanzado la justicia de Dios
mediante una vida que se rigió por su conciencia, aunque no conocieran la Ley
de Dios o el evangelio de Cristo (Rom. 2:14-16). Por tanto, no hubo salvación
completa sino hasta que Cristo derramó su sangre en la cruz y proclamó aún a
los muertos no condenados su obra perfecta. Desde entonces no hay redimidos en
el lugar de los muertos (en las partes más bajas de la tierra), sino solamente
injustos en el infierno.
- Jesús nombra
la condenación eterna como las tinieblas de afuera (Mt. 8:12; 22:13; 25:30)
porque el alma es excluida de la luz eterna de la gloria de Dios; además,
describe el tormento de los pecadores no arrepentidos como el lloro y el crujir
de dientes (Mt. 8:12) puesto que en esa condición, el alma estará en angustia,
desesperación y amargura por los siglos de los siglos.
- Jesús menciona
el castigo de los pecadores no arrepentidos como ser echado en el fuego eterno
(Mt. 18:8; 25:41), ser echado al infierno (Mt. 5:29), ser echado en el horno de
fuego (Mt. 13:42, 50); además, Jesús habló sobre el infierno de fuego (Mt.
5:22).
- Jesús describe
que los pecadores no arrepentidos verán a los creyentes que fueron salvos en el
reino de Dios y que ellos serán conscientes de que fueron excluidos de ese
reino celestial por causa de su desobediencia a Dios (Lc. 13:28). Esto sucederá
en el día del Juicio Final (lo cual estudiaremos luego más a fondo).
- Jesús describe
que los pecadores no arrepentidos serán castigados duramente y que Dios pondrá
su parte con los hipócritas (Mt. 24:51), los cuales estarán juntos confinados
en un lugar de tormentos (el infierno y posteriormente, el lago de fuego).
- La Biblia
describe a los pecadores no arrepentidos como aquellos que pierden su alma y su
herencia en el reino de Dios (1 Cor. 1:18; 2 Cor. 4:3); esto sucede porque no
reciben la palabra de la predicación del evangelio de Cristo. Estas almas no
heredarán el reino de Dios porque se complacieron en toda clase de pecados; por
ejemplo, miremos lo que dice la Biblia: “¿No
sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los
fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que
se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los
maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios” (1 Cor.
6:10).
-
En Stg. 3:6 se describe cómo desde el infierno (desde la influencia de Satanás
y los demonios) existe una intervención en la tierra para promover el pecado y
la maldad; en este caso, se menciona el mal uso de la lengua pero aplica en
cualquier aspecto de la vida del hombre que da lugar al pecado, en todas sus
manifestaciones. En este sentido, Jesús habló de los hijos del infierno (y por
tanto, del diablo) cuando mencionó a quienes seguían el camino del mal, la
hipocresía y la desobediencia a la palabra de Dios: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque recorréis
mar y tierra para hacer un prosélito y, cuando lo conseguís, lo hacéis dos
veces más hijo del infierno que vosotros” (Mt. 23:15).
-
La Biblia muestra que es imposible huir de la ira venidera (Mt. 3:7-9); por
tanto, quien no crea en el infierno o quien trate de justificar sus pecados,
diciendo que Dios es todo amor y que no castigará con un infierno de fuego, no
podrá evadir su responsabilidad ni detener la justicia de Dios, porque ella no
se basa en nuestras opiniones sino en la verdad bíblica; solo en Cristo hay
perdón, reconciliación y justificación ante Dios por medio de su muerte en la
cruz para llevar todas nuestras culpas.
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