domingo, 18 de septiembre de 2016

¿Cuál es la Verdad? Parte IX

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III. Teoría de la Relatividad
La Teoría de la Relatividad, propuesta por el físico judío Albert Einstein (1879-1955) en la primera parte del siglo XX, es uno de los avances científicos más significativos de nuestro tiempo. Aunque el concepto de la relatividad no fue introducido por Einstein, su mayor contribución fue el reconocimiento de que la velocidad de la luz en un vacío es constante y es un límite físico absoluto para el movimiento. Esto no tiene un gran impacto sobre la vida cotidiana de una persona, ya que viajamos a velocidades mucho menores que la velocidad de la luz. Para objetos viajando casi a la velocidad de la luz, sin embargo, la teoría de la relatividad establece que los objetos se moverán más despacio y se acortarán en longitud desde el punto de vista de un observador en la Tierra. Einstein también infirió su famosa ecuación: E = mc2, la cual revela la equivalencia de la masa y la energía.

Cuando Einstein aplicó su teoría a los campos gravitacionales, infirió el "continuum de la curvatura de espacio-tiempo" el cual describe las dimensiones de espacio y tiempo como una superficie de dos dimensiones donde objetos sólidos crean valles y descensos en la superficie. Este aspecto de la relatividad explicó el fenómeno de curvatura de la luz alrededor del sol, predijo agujeros negros, así como también la Radiación de Fondo de Microondas Cósmica (CMB, Cosmic Microwave Background Radiation); éste es un descubrimiento que le deja anomalías fundamentales a la hipótesis clásica de Estado Estacionario. Por su trabajo sobre la relatividad, el efecto fotoeléctrico, y la radiación de los cuerpos negros, Einstein recibió el Premio Nobel en 1921.

Los físicos usualmente dividen la Teoría de la Relatividad en dos partes:
- La primera es la Teoría Especial de la Relatividad, la cual esencialmente trata la pregunta de si la inercia y el movimiento son relativos o absolutos, y las consecuencias de la conjetura de Einstein de que son relativos.
- La segunda es la Teoría General de la Relatividad, la cual principalmente aplica a las partículas a medida que se aceleran, debido particularmente a la gravitación, y actúa como una revisión radical de la teoría de Newton, prediciendo nuevos resultados importantes para cuerpos a gran velocidad y/o muy voluminosos. La Teoría General de la Relatividad reproduce correctamente todas las predicciones validadas en la teoría de Newton, pero amplía nuestro entendimiento de algunos de los principios claves. La física newtoniana había teorizado previamente que la gravedad operaba a través de espacio vacío, pero la teoría carecía de poder explicativo en lo referente a cómo la distancia y la masa de un objeto dado podrían ser transmitidas a través del espacio. La relatividad general resuelve esta paradoja porque muestra que los objetos continúan moviéndose en una línea recta en el espacio-tiempo, pero nosotros observamos el movimiento como aceleración debido a la naturaleza curva del espacio-tiempo.

En años recientes, las teorías de Einstein, de la relatividad especial y de la general, han sido confirmadas como acertadas a un muy alto grado, y los datos demuestran que corroboran muchas predicciones claves. Siendo la más famosa el eclipse solar de 1919, el cual dio testimonio de que la luz de las estrellas es ciertamente desviada por el sol cuando la luz pasa cerca del sol en su camino a la tierra. El eclipse total del sol permitió a los astrónomos (por primera vez) analizar la luz de las estrellas cerca del borde del sol, lo que previamente había sido inaccesible para los observadores, debido al intenso brillo del sol. También predijo la velocidad a la que dos estrellas neutrones, orbitándose una a la otra, se moverán una hacia la otra. Cuando este fenómeno fue documentado por primera vez, la relatividad general comprobó ser exacta con una precisión mayor a una billonésima de 1%, convirtiéndola así en uno de los principios mejor verificados de toda la física.

Al aplicar el principio de la relatividad general a nuestro cosmos, revela que no es estático. En este sentido, Edwin Hubble (1889-1953) demostró en 1928 que el universo se está expandiendo, señalando más allá de la duda razonable que el universo comenzó a existir en un tiempo finito. La interpretación contemporánea más común de esta explicación es que el universo empezó a existir a partir del Big Bang, hace unos 13.7 billones de años. Sin embargo, éste no es el único modelo cosmológico plausible que existe en los ámbitos académicos, y muchos físicos creacionistas, tales como Russell Humphreys y John Hartnett, han ideado modelos que operan en un marco bíblico, los cuales (hasta la fecha) han soportado el examen crítico de los oponentes más vehementes.

Utilizando la expansión cósmica observada conjuntamente con la teoría general de la relatividad, podemos inferir de los datos que mientras más se retrocede en el tiempo, el universo debería disminuir en tamaño de una manera correspondiente. Sin embargo, esto no puede ser extrapolado indefinidamente. La expansión del universo nos ayuda a apreciar la dirección en la cual el tiempo fluye. A esto se le llama la flecha cosmológica del tiempo, e implica que el futuro es (por definición) la dirección hacia la cual el universo aumenta de tamaño. La expansión del universo también da lugar a la segunda ley de la termodinámica, la cual establece que la entropía total (o desorden) en el universo, solo puede aumentar con el tiempo, porque la cantidad de energía disponible para funcionar se deteriora con el tiempo. Por lo tanto, si el universo fuera eterno, la cantidad de energía disponible utilizable para funcionar ya se habría agotado. De allí se concluye que en un punto el valor de la entropía fue de 0 absoluto (el estado más ordenado) y la entropía ha ido en aumento desde entonces (esto es, en un punto el universo estaba completamente "cargado" y ha estado descargándose desde entonces). Esto tiene implicaciones teológicas profundas, porque demuestra que el tiempo mismo es necesariamente finito. Si el universo fuese eterno, la energía termal en el universo habría sido distribuida uniformemente en todo el cosmos, dejando cada región del cosmos a una temperatura uniforme (a muy cerca del 0 absoluto), haciendo imposible todo funcionamiento (y por ende, la vida sería absolutamente imposible).

La Teoría General de la Relatividad demuestra que el tiempo está ligado, o relacionado, a la materia y al espacio, y por esto las dimensiones del tiempo, del espacio, y de la materia, constituyen lo que podríamos llamar un continuum. En otras palabras, ellos deben haber empezado a existir en el mismo instante preciso. El tiempo por sí mismo no puede existir en la ausencia de la materia y del espacio. De esto podemos inferir que la primera causa no-causada debe existir fuera de las cuatro dimensiones del espacio y tiempo, y poseer cualidades inteligentes, personales y eternas, para poder crear intencionalmente el espacio, la materia, y ciertamente, hasta el tiempo mismo.

Adicionalmente, la misma naturaleza física del tiempo y del espacio sugiere un Creador, porque el infinito y la eternidad deben necesariamente existir desde una perspectiva lógica. La existencia del tiempo implica eternidad (aunque el tiempo tiene un principio y un fin), y la existencia del espacio implica infinito (aunque el espacio tiene un principio y un fin). Los seres humanos no conocemos ni el principio ni el fin del tiempo y del espacio, pero los conceptos mismos de infinito y eternidad apuntan a un Creador infinito y eterno, debido a que encuentran su propio estado de existencia en Dios, quien trasciende a ambos y simplemente es.

IV. Argumentos Cosmológicos
La lógica central de los argumentos cosmológicos es resumida por Alan Sandage, ganador del premio Crawford en astronomía y él dice: "Encuentro bastante improbable que tal orden se originara del caos. Tiene que existir algún principio organizador. Para mí, Dios es un misterio, pero es la explicación para el milagro de la existencia, del por qué existe algo en vez de nada"

Los argumentos cosmológicos son una serie de sencillas deducciones que nos ponen a pensar acerca de los orígenes. Si no existiera un Dios, ¿por qué acaso existiría algo? No existe ninguna necesidad. Usted puede imaginarse que nada de nada existió alguna vez. Los filósofos han luchado con el enigma del por qué siquiera existe algo desde el principio de la historia registrada.

Las deducciones alcanzadas por los más importantes filósofos modernos sobre esta pregunta pueden ser formuladas de la siguiente manera:

- Todo lo que existe tiene una explicación de su existencia (en la necesidad de su propia naturaleza o en una causa externa).
- Si el universo existe, entonces tiene una explicación de su existencia, y esa explicación es un ser eterno, personal e inmaterial de inmenso poder (William Lane Craig, Reasonable Faith, tercera edición/Crossway, p. 106).

Esto es denominado "El Argumento de Contingencia", el cual presenta un poderoso argumento preliminar a favor de una Causa trascendente.

Aquí, la mente escéptica quizás debata en contra del fundamento de los argumentos cosmológicos, preguntando: ¿Qué tal si el universo estuvo siempre aquí, auto-existiendo eternamente, de la misma manera en que la mayoría de las personas ven a Dios como auto-existente? Esta es una pregunta justa. Observemos lo que se requeriría si éste fuese el caso, y la evidencia a favor y en contra de esta noción.

Si el universo nunca comenzó a existir, entonces eso significa que el número de acontecimientos en la historia pasada del universo es infinito pero el infinito es solo una idea en la mente, no algo que existe en la realidad. David Hilbert, tal vez el más grande matemático del siglo XX dice: "El infinito no existe en la realidad. Tampoco existe en la naturaleza, ni proporciona una base legítima para el pensamiento racional. El papel que le resta al infinito es únicamente el de una idea" (Sobre el Infinito," en Filosofía de las Matemáticas, ed. Paul Benacerraf y Hilary Putnam/Englewood Cliffs, NJ: Prentice-Hall, 1964, pág. 151).

Pero eso implica que, ya que los acontecimientos pasados no son solo ideas, sino que son reales, el número de acontecimientos pasados debe ser finito. Por lo tanto, la serie de acontecimientos pasados dentro del universo no puede remontarse eternamente, sino que el universo debe haber comenzado a existir.

Esta conclusión ha sido confirmada por descubrimientos extraordinarios en la astronomía y la astrofísica. Desde tiempos antiguos, muchos grandes pensadores, como Platón y Aristóteles, asumieron que el universo había existido eternamente en el pasado. Por supuesto, las culturas hebrea y cristiana creían en el relato de la creación presentado en la Biblia, y también existían numerosos relatos de la creación no judío-cristianos, pero siempre hubo individuos y grupos que pensaban que el universo era eterno. Posteriormente al llamado "Siglo de las Luces" en Europa, en el siglo XVIII (cuando muchos en la civilización occidental comenzaron a apartarse del pensamiento bíblico) y mucho más aún, después de la propuesta de la Teoría de la Evolución de Charles Darwin, en 1859, llegó a ser muy común entre los científicos y profesores universitarios en el Oeste, suponer que el universo había existido eternamente en el pasado.

Este punto de vista fue sacudido fuertemente a comienzos de 1913, cuando los científicos Vesto Slipher, Albert Einstein, y Edwin Hubble descubrieron evidencias convincentes de que el universo se estaba expandiendo. Descubrimiento tras descubrimiento en el siglo XX afirmaban, no solo que el universo se estaba expandiendo, sino que el tiempo, el espacio, la materia y la energía parecían haber tenido un principio en el pasado finito. En 1968 y 1970, Stephen Hawking, George Ellis y Roger Penrose, publicaron trabajos que ampliaron la Teoría de Einstein de la Relatividad General para incluir mediciones de tiempo y espacio, demostrando que ambos tuvieron un principio finito que correspondía con los orígenes de la materia y la energía. Extraordinariamente, su conclusión fue que (causalmente) antes de ese momento, ¡el espacio y el tiempo no existían!

El planteamiento astrofísico “supuestamente científico” declara que el universo comenzó a existir en una gran explosión llamada “el Big Bang”. Según este pensamiento, el espacio y tiempo físicos fueron creados durante ese acontecimiento, así como toda la materia y la energía en el universo. Aproximadamente 11 años de trabajo de los cosmologistas Arvind Borde, Alan H. Guth, y Alexander Vilenkin culminando en el 2003, establecieron que esta conclusión aplica para todas las teorías de origen cósmico para las que exista evidencia observable. Esta es la conclusión de la ciencia moderna. Por lo tanto, como el astrónomo de la universidad de Cambridge, Fred Hoyle, señala, ¡la Teoría del Big Bang requiere la creación del universo a partir de la nada! Esto es porque, a medida que usted retrocede en el tiempo, llega a un punto en el tiempo en que, en palabras de Hoyle, el universo estuvo "encogido hasta la nada" (Fred Hoyle, From Stonehenge to Modern Cosmology/San Francisco: W.H. Freeman, 1972, pág. 36). Por esto, lo que el modelo del Big Bang requiere es que el universo comenzó a existir y fue creado a partir de la nada.

Ahora, esto tiende a ser muy incómodo para el ateo, porque como Anthony Kenny, de la Universidad de Oxford, exhorta: "Un defensor de la teoría del Big Bang, al menos si es ateo, tiene que creer que el universo se originó de la nada y por la nada" (Anthony Kenny, The Five Ways: St. Thomas Aquinas' Proofs of God's Existence/New York: Schocken Books, 1969, pág. 66).

Ciertamente eso no tiene sentido y es absolutamente absurdo y contradictorio. De la nada, nada se origina. Entonces ¿por qué existe el universo en vez de la nada? ¿De dónde vino? Debe existir una causa que originó al universo. Y por la misma naturaleza del caso, esta causa tiene que ser un ser no creado, invariable, eterno e inmaterial, el cual creó el universo. Debe ser no creado porque no puede haber un retroceso infinito de causas, es decir, no puede haber una serie de causas retrocediendo en el tiempo al pasado infinito. Debe ser eterno, y por lo tanto invariable, al menos sin el universo, porque creó el tiempo. Debido a que también creó el espacio, también debe trascender el espacio y por lo tanto, ser inmaterial, no físico.

Esto nos lleva a otro ejercicio lógico del linaje de los argumentos cosmológicos y es "El Argumento Kalam". Este argumento cosmológico es sencillo pero en su forma moderna (como fue desarrollado por el filósofo William Lane Craig), nunca ha sido refutado exitosamente:

Premisa 1: Todo lo que comienza a existir tiene una causa.
Premisa 2: El universo comenzó a existir.
Conclusión 1: Por lo tanto, el universo debe tener una causa (The Kalam Cosmological Argument/New York: Harper & Row, 1979, pág. 63).

En relación a la Premisa 1, note que la noción clásica de Dios no estaría incluida en esta categoría, ya que él nunca comenzó a existir dentro de esa comprensión. Desde ese punto de vista, él es la necesaria "Causa No Causada" del universo que creó el tiempo mismo, y siempre ha existido fuera del tiempo ("eternamente"). El universo, por otra parte, se cree que comenzó a existir en un punto finito en el pasado y esto lo afirma la mayoría de los científicos, tanto seculares como cristianos, ateos y creyentes. Entonces, si el universo comenzó a existir, debe tener una causa.

¿No es increíble que la teoría del Big Bang y los argumentos cosmológicos encajen con lo que los teístas siempre han creído?... que en el principio Dios creó el universo, es decir, los cielos y la tierra (Gn. 1:1). Desde que comenzaron a surgir indicaciones, a comienzos del siglo XX, de que el universo tuvo un principio, se ha hecho intento tras intento para crear una hipótesis de un modelo eterno para evitar las implicaciones metafísicas (sobrenaturales o espirituales) de ello. Algunos de estos intentos incluyen el Modelo Oscilante, el Modelo de Estado Estacionario, y el Modelo de Fluctuación Cuántica del Vacío, todos los cuales han fracasado. Los modelos del "Big Bang", todos los cuales tienen un comienzo en el espacio y tiempo, han llegado a ser aceptados a regañadientes por más del 90% de los científicos, a pesar de sus implicaciones metafísicas inherentes, debido al abrumador respaldo de las evidencias.

En una serie de trabajos que culminaron en el 2003, Arvind Borde, Alan Guth, y Alexander Vilenkin pudieron demostrar que cualquier universo que esté, en promedio, en un estado de expansión cósmica no puede ser eterno en el pasado, sino que debe tener un principio absoluto. Esto incluye todos los modelos del universo que evalúan honestamente los datos disponibles. A este respecto Vilenkin afirma: "Se dice que un argumento es lo que convence a los hombres razonables, y una prueba es lo que se requiere para convencer hasta a un hombre irrazonable. Con la prueba ahora en su sitio, los cosmologistas ya no pueden ocultarse detrás de la posibilidad de un universo de pasado eterno. No existe escapatoria, tienen que enfrentar el problema de un principio cósmico" (Many Worlds in One /New York: Hill and Wang, 2006, pág.176).

El Argumento Cosmológico o argumento de la Primera Causa es un argumento filosófico a favor de la existencia de Dios, el cual explica que todo tiene una causa, que debe haber existido una primera causa, y que esta primera causa no se ocasionó a sí misma (porque es la Causa no causada). Así pues, el Argumento Cosmológico del Kalam es una de las variantes del argumento que ha resultado especialmente útil al defender la posición filosófica de la visión del mundo teísta (que reconoce a un ser supremo).

Los ´argumentos de primera causa´ fueron introducidos por Platón y Aristóteles en los siglos III y IV a.C. Estos argumentos sostienen que todo lo que existe u ocurre debe haber tenido una causa. Así que, si se retrocede lo suficiente en el tiempo, se puede descubrir una primera causa. Aristóteles, un deísta, propuso que esta primera causa fue el creador del universo. Tomás Aquino, un cristiano, luego amplió las ideas de Aristóteles en el siglo XIII d.C. y moldeó el concepto de la primera causa dentro de un marco en el cual la primera causa del universo mismo no fue ocasionada (la Primera Causa es Dios). Basado en un razonamiento similar, el Argumento Cosmológico del Kalam fue desarrollado por filósofos musulmanes en la Edad Media, pero no ha perdido nada de su poder filosófico a través de los siglos. En los últimos años, el filósofo cristiano William Lane Craig ha puesto el argumento Kalam de nuevo en el centro de atención (http://www.leaderu.com/truth/3truth11.html).

Dos argumentos filosóficos distintos son usados en este enfoque:
- El primer argumento afirma que un infinito real no puede existir. Una parte de un conjunto infinito es igual al todo del conjunto infinito, porque ambas, la parte y el todo son infinitas. Imagínese, por ejemplo, una colección infinita de pelotas rojas y negras. El número de pelotas rojas en esta colección es igual al número total de todas las pelotas de la colección, porque ambas son infinitas. Lo mismo aplica para el número de pelotas negras de la colección. De esta manera, el número de pelotas rojas es igual al número de pelotas negras, que es igual a la suma de todas las pelotas rojas y negras. Obviamente, la idea de una colección infinita real conlleva a absurdos. Esto también es verdad para un conjunto de eventos históricos: puede concluirse que la ocurrencia de un verdadero conjunto infinito de eventos teniendo lugar antes de un determinado momento en el tiempo es imposible.

- El segundo argumento afirma que un infinito real no puede ser formado. La historia, o la colección de todos los eventos en el tiempo, es conformada al añadir secuencialmente un evento tras otro. Siempre es posible añadir otro evento a la historia, lo que significa que la historia del universo es un infinito potencial, pero nunca puede ser un infinito real.

Resulta interesante que Craig también alega que la causa del universo tiene que ser un Creador personal porque él dijo: "La única manera de tener una causa eterna pero un efecto temporal parecería ser si la causa es una agente personal quien libremente elige crear un efecto en el tiempo".

La Biblia nos muestra que Dios creó el universo (Heb. 11:3) y que Dios mismo no es una parte física del universo (2 Crón. 2:6) porque es eterno e infinito (Gn. 21:33). La Biblia nos enseña muy claramente que Dios es la Primera Causa no ocasionada, el cual creó el universo por su propia voluntad ya que tiene el poder exclusivo para hacerlo (Sal. 66:7).

El Argumento Cosmológico del Kalam es consistente con el relato bíblico del principio del universo y de la ´Primera Causa´. Sin embargo, es solo uno de muchos indicadores y evidencias que apuntan a la existencia de un Dios Creador, como lo revela la Biblia, y esto lo seguiré demostrando con más argumentos.

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