PRUEBAS TÉCNICAS DE LA EXISTENCIA
DE DIOS
Profundizando
en las evidencias a favor de la existencia de Dios, tengamos en mente varios
elementos con los cuales se puede probar su existencia: causalidad, orden,
diseño, instrucciones codificadas, complejidad irreducible, dualidad y
moralidad.
A
continuación desarrollemos cada uno de ellos:
a. Causalidad
Dios provee
la mejor explicación sobre la existencia del universo y de todo lo que hay en
él (Heb. 11:3).
* La teoría
alternativa es que de la nada se produjo todo por un proceso evolutivo al azar.
* El ateo o
el agnóstico podrían decir: ¿Por qué todo tiene una causa?… esto es una
justificación inaceptable para la existencia de Dios.
La ciencia
debe ser “la búsqueda no influenciada de la verdad” sin preconcepciones
filosóficas y debe basarse en hechos; sin embargo, la Teoría de la Evolución
(promovida por Charles Darwin) ha ido en contra de la investigación imparcial,
estableciendo argumentos sin pruebas contundentes como “verdades irrefutables”
y el método científico ha sido desvirtuado por esta corriente de pensamiento.
¿Puede la
vida evolucionar al azar a partir de materia inorgánica? De acuerdo con los
matemáticos, no.
I.
Abiogénesis
El concepto
del surgimiento de los componentes de la vida a partir de la no-vida por
casualidad aleatoria (por azar) es llamado "abiogénesis." Este
concepto es la "historia de la vida" de la evolución darwiniana. Pero
¿cuáles son las probabilidades de que los componentes de la vida se junten por
casualidad aleatoria de manera que proporcionen siquiera la posibilidad de la
vida?
En los
últimos años, científicos han intentado calcular las probabilidades de que un
organismo independiente, unicelular, tal como una bacteria, pueda resultar al
azar combinando las bases químicas preexistentes.
Harold
Marowitz, un físico ateo de la Universidad de Yale, creó modelos matemáticos
imaginándose caldos de bacteria viva que fueron sobrecalentados hasta que todos
los químicos complejos fueron reducidos a materia prima básica. Después de
enfriar las mezclas, Morowitz utilizó cálculos físicos para concluir que las
probabilidades de que una sola bacteria se reensamblara al azar son de 1 en
10.100.000.000.000 (Eastman y Missler, The Creator Beyond Time and Space,
76-77).
En respuesta
a las probabilidades calculadas por Morowitz, Robert Shapiro escribió: "La
improbabilidad involucrada en generar siquiera una bacteria es tan grande, que
reduce todas las consideraciones de tiempo y espacio a la nada. Dadas tales
probabilidades, el tiempo hasta que los agujeros negros se evaporen y el
espacio hasta el fin del universo, no harían ninguna diferencia. Si tuviésemos
que esperar, estaríamos verdaderamente esperando un milagro" (Robert
Shapiro, Origins - A Skeptic's Guide to the Creation of Life on Earth, 1986,
128).
¿Cómo
podemos comprender una estadística tan grande? Bueno, ¡es más probable que
usted se gane la lotería cada semana por un millón de años comprando solo un
boleto semanal!
La
probabilidad de una generación espontánea es aproximadamente la misma que la de
un tornado, arrasando a través de un depósito de chatarra, pudiera ensamblar un
Boeing 747 utilizando lo contenido allí. Los matemáticos nos dicen que
cualquier evento con una improbabilidad mayor de 1 en 1050 se encuentra en el
dominio de la metafísica, es decir, es un milagro (Mark Eastman, MD, Creation
by Design, T.W.F.T. Publishers, 1996, 21-22.).
En lo
referente al origen de la vida, Francis Crick, ganador del Premio Nobel de
biología por su trabajo con la molécula de ADN, afirmó en 1982: “Un hombre
honesto, armado con todo el conocimiento disponible para nosotros hoy, solo
podría decir que de cierta forma, el origen de la vida parece en este momento
ser casi un milagro… tantas son las condiciones que han debido de haberse
satisfecho para comenzarla” (Francis Crick, Life Itself -- Its Origin and
Nature, Futura, 1982).
"Las
probabilidades de producir accidentalmente el código correcto de ADN en una
especie o cambiarlo a otra especie viable son matemáticamente imposibles"
(J Leslie, "Cosmology, Probability, and the Need to Explain Life," in
Scientific American and Understanding, págs. 53, 64-65;
E. Ambrose, Nature and Origin of the Biological World, 1982, pág. 135).
Aunque
Darwin mismo se enfocó en el origen de las especies, algunos científicos han
tratado de aplicar el concepto de la evolución a la primera vida para formar el
concepto de la abiogénesis. En 1924, el bioquímico ruso, Alexander Oparin,
propuso que células vivas surgieron gradualmente de materia no-viva mediante
una sucesión de reacciones químicas. Según Oparin, los gases presentes en la
atmósfera de la tierra primitiva, al ser inducidos por rayos u otras fuentes de
energía, pudieron reaccionar para formar compuestos orgánicos simples. Estos
compuestos pudieron posteriormente autoensamblarse en moléculas cada vez más
complejas, como las proteínas. Estas, a su vez, pudieron organizarse en células
vivas.
En 1953,
Stanley Miller y Harold Urey probaron la hipótesis de Oparin, realizando un
experimento que procuró simular las condiciones atmosféricas de la tierra
primitiva. En su experimento, se hirvió agua hasta convertirse en vapor en el
fondo de un frasco y luego fue pasada por un aparato, combinándola con
amoniaco, metano, e hidrógeno. Luego sometieron la mezcla resultante a una
chispa de 50.000 voltios antes de enfriarla y recolectarla en el fondo del
aparato. Cuando Miller y Urey examinaron la sustancia resultante, parecida al
alquitrán, encontraron una colección de aminoácidos que son los componentes de
la vida.
Desafortunadamente,
el intento de Miller y Urey para demostrar la posibilidad de la abiogénesis (que
la vida puede surgir de la no-vida) no simuló honestamente las condiciones de
la tierra primitiva. Por ejemplo, el oxígeno estaba evidentemente presente en
la tierra primitiva pero la presencia de oxígeno prohíbe el desarrollo de
compuestos orgánicos. Aunque requerimos de abundante oxígeno para sobrevivir,
nuestros cuerpos también necesitan muchas adaptaciones especiales para
manejarlo sin peligro. En los años 1950, investigadores del origen de vida
asumieron que la tierra primitiva tenía muy poco oxígeno. Sin embargo, la
evidencia geológica ahora sugiere que cantidades sustanciales de oxígeno
estuvieron presentes en la atmósfera más primitiva de la tierra. Si los gases
que los científicos creen ahora que estuvieron presentes en la tierra primitiva
fueran utilizados en la proporción correcta, ninguno de estos aminoácidos sería
producido.
Pero
supongamos que el experimento de Miller recreó fielmente las condiciones de la
tierra primitiva, ¿podría ser validado el experimento? Una importante
dificultad adicional es que tales experimentos no pueden producir las clases
correctas de aminoácidos. Las conformaciones de aminoácidos existen como
isómeros especulares. En otras palabras, hay aminoácidos zurdos (Forma L), así
como aminoácidos diestros (Forma D). Los aminoácidos que comprenden las
proteínas vivas son de la forma zurda, aunque en simulaciones como la de
Miller, se produce una mezcla igual de aminoácidos zurdos y diestros. Todos los
mecanismos naturales conocidos, por medio de los cuales son producidos los
aminoácidos, producen aminoácidos en aproximadamente la misma proporción de
formas diestras y zurdas. Pero supongamos que fuera descubierto algún mecanismo
naturalista que pudiera verdaderamente segregar las formas zurdas necesarias
para la vida. Todavía permanecería sin explicación cómo los aminoácidos de
forma L llegaron a ordenarse correctamente con los enlaces apropiados (enlaces
peptídicos) para formar las proteínas. Las probabilidades en contra de obtener
siquiera una sola proteína a partir de una sopa primordial, hecha
exclusivamente de aminoácidos de forma L, todavía serían sumamente altas.
Pero
supongamos que no solo se descubrió un mecanismo naturalista que podría
segregar las formas zurdas necesarias para la vida, sino que también se
descubrió una sopa que posee una capacidad especial para formar proteínas. Para
formar una célula viva se requiere de cientos de proteínas especializadas que
necesitan ser coordinadas de manera precisa. También necesitaríamos producir
ADN, ARN, una membrana de célula, y una cantidad de otros compuestos químicos
(sin mencionar arreglarlos en sus lugares correctos para realizar sus
respectivas funciones).
Claramente,
para conseguir una célula viva del experimento de Miller-Urey por procesos
materialistas no guiados se requiere que improbabilidades se amontonen sobre
improbabilidades. Por esta razón, Dean Kenyon concluye correctamente: "Es
un problema enorme, cómo podría usted juntar en un volumen diminuto y
sub-microscópico del océano primitivo todos los cientos de diferentes
componentes moleculares que usted necesitaría para establecer un ciclo de
autoréplica".
II. Las
Leyes de la Termodinámica
El término
"termodinámica" viene de dos palabras: "termo," que
significa calor, y "dinámica," que significa poder. Por esto, las
Leyes de la Termodinámica son las leyes del "Poder del Calor" y son
leyes absolutas; por ende, todas las cosas en el universo observable son
afectadas y obedecen las Leyes de la Termodinámica.
La Primera
Ley de la Termodinámica, comúnmente conocida como la Ley de la Conservación de
la Materia/Energía, establece que la materia/energía no puede ser creada, ni
tampoco puede ser destruida. La cantidad de materia/energía permanece igual.
Puede cambiar de sólido a líquido, a gas, a plasma, y comenzar de nuevo, pero
la cantidad total de materia/energía en el universo permanece constante.
La Segunda
Ley de la Termodinámica es comúnmente conocida como la Ley de la Entropía en
Aumento. Mientras que la cantidad permanece igual (Primera Ley), la calidad de
la materia/energía se deteriora gradualmente con el tiempo. ¿Por qué? La
energía utilizable es inevitablemente usada para la productividad, crecimiento
y reparaciones. En el proceso, la energía utilizable es convertida a energía
inutilizable. Por esto, la energía utilizable es irrecuperablemente perdida en
forma de energía inutilizable.
La
"Entropía" es definida como una medida de energía inutilizable dentro
de un sistema cerrado o aislado (el universo, por ejemplo). A medida que la
energía utilizable decrece y la energía inutilizable aumenta, la
"entropía" aumenta. La entropía es también un indicador de
aleatoriedad o caos dentro de un sistema cerrado. A medida que la energía
utilizable es irrecuperablemente perdida, el desorden, la aleatoriedad y el
caos aumentan.
Las
implicaciones de la Segunda Ley de la Termodinámica son considerables. El
universo está perdiendo constantemente energía utilizable y nunca ganándola.
Debido a esto, se concluye lógicamente que el universo no es eterno y que tuvo
un comienzo, por lo cual es finito; la
razón es que el universo tuvo una "entropía cero" (su estado más
ordenado posible). Como a un reloj al que se le ha dado toda la cuerda, al
universo se le ha estado gastando la cuerda, porque en un punto estuvo
completamente cargado y desde entonces se ha ido descargando. La pregunta es:
¿quién le dio cuerda a este reloj?
Las
implicaciones teológicas son obvias. El astrónomo de la NASA, Robert Jastrow,
comentó sobre estas implicaciones cuando dijo: "Los teólogos,
generalmente, están encantados con la prueba de que el universo tuvo un
comienzo, pero curiosamente, los astrónomos están disgustados" (Robert
Jastrow, Dios y los Astrónomos, 1978, pág. 16).
Entonces,
estas evidencias apuntan a que el Huevo Cósmico (el nacimiento de nuestro
universo) lógicamente requiere de una Gallina Cósmica (un Diseñador) con la
capacidad suficiente para producir todo lo que existe.
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