miércoles, 30 de noviembre de 2016

Creación vs. Evolución Parte II

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b. Teorías de la evolución

Cuando se trata de teorías de la evolución, Richard Dawkins dice: "Es completamente seguro decir que si usted encuentra a alguien que afirma no creer en la evolución, esa persona es ignorante, estúpida o loca".

Lo que una persona cree acerca de las teorías de la evolución depende del significado que ella asocie con el término “evolución”. La mayoría de las personas, incluyendo a creyentes religiosos, aceptan alguna forma de la teoría.

Existen "variadas" teorías de la evolución que cubren un espectro muy amplio. En un extremo del espectro de las teorías de la evolución está la MACRO-EVOLUCIÓN —el mecanismo no-inteligente y no-teleológico de variación aleatoria, adaptación, y selección natural, por el cual surgen gradualmente nuevos y cada vez más complejos organismos a partir una antigua forma de vida simple—la cual se apega a la teoría de la evolución darwiniana.

En el extremo opuesto está la MICRO-EVOLUCIÓN—el proceso incorporado de variación genética y herencia que le permite a las especies adaptarse, dentro de limitaciones predefinidas, a presiones ambientales cambiantes. La micro-evolución explica, por ejemplo, por qué hay perros de todos los tamaños, formas, colores, y habilidades, pero aún así, son siempre distinguibles de otras formas de vida por su singular banco genético. Incluso tras miles de años de intervención inteligente (cría de perros), los perros siempre han continuado siendo perros, con las “mejoras de raza” más que contrarrestadas por el aumento de la susceptibilidad a las enfermedades y una longevidad acortada que ha tendido a hacerlos, desde un punto de vista darwiniano, no más, sino menos "aptos". La larga historia de la cría de animales sugiere decididamente un punto terminal del progreso evolutivo, delimitado por limitaciones genéticas intrínsecas.

El extremo del continuo de la evolución hacia el que se inclina una persona será determinado por sus presuposiciones filosóficas. Para aquellos comprometidos con la causalidad no inteligente, la "evolución" significará por siempre el mecanismo material no dirigido de la macro-evolución comenzando desde el caldo pre-biótico de sustancias químicas. Para aquellos comprometidos con la propagación "según su especie" bíblica, solo los cambios en pequeña escala de la micro-evolución son admitidos. Aún así, otros adoptan un término medio y es la "evolución teísta", mediante la cual se logra la macro-evolución con un poco de ayuda divina. En esta evolución teísta, la complejidad y la diversidad de la vida no son ni el resultado de un acto creador único, ni de un proceso inconsciente y natural, sino de pequeños cambios graduales acumulados con el tiempo, que son dirigidos, o comenzados, por Dios.

Hace más de 50 años, el Papa Pío XII le dio una aprobación a esta teoría híbrida cuando, en Humani Generis, reconoció que aunque la dádiva del alma proviene directa e instantáneamente de Dios, el cuerpo humano quizás provenga de "materia viva pre-existente".

Las conclusiones de la evolución teísta gustan a dos tipos de personas: los que desean una manera intelectualmente satisfactoria de reconciliar sus creencias religiosas con las afirmaciones de la ciencia, y los que quieren exonerar al Creador de la existencia del mal, haciéndolo un Dios que, después de su trabajo creador, se ha tomado unas muy merecidas vacaciones.

En esta teoría, Dios opera en una de dos maneras: Como un Reparador cósmico que creó el universo físico y las leyes que lo gobiernan (incluyendo la evolución), permitiendo después que la naturaleza siguiera su curso, con pequeños ajustes aquí y allá; o, como un Creador no intervencionista que se retiró de su obra para darle la libertad de encontrar su propio camino, un camino con el cual no quiere o no puede interferir.

Estas novedades teológicas están cargadas de su propio conjunto de problemas, aparte de los que se supone deben resolver.

Aquellos que corren a la evolución teísta con esperanzas de hacer las paces con las teorías de la evolución de la ciencia, encontrarán los términos del tratado tentativos, en el mejor de los casos (recuerde que la ciencia ha tenido muchos cambios y alguna vez consideró que los objetos pesados caían más rápido que los ligeros, que el sol giraba alrededor de la tierra, y que los sangrados eran curativos).

Aquellos que se inclinan a la idea del Reparador cósmico le niegan a Dios el poder o la voluntad de hacer bien la creación desde el principio, pero confían que él la dirige, seguramente, continuamente y posiblemente mediante acciones ocultas en el mundo cuántico. Pero, si Dios carecía de la inclinación o de la capacidad de diseñar la creación desde el principio, entonces ¿cuáles son sus atributos infinitos y eternos? Aquí podrían algunos decir: “Dios mismo evoluciona junto con el universo que creó”.

Según esta corriente de pensamiento, en un proceso divino de ensayo y error, Dios prueba lo que funciona y lo que no funciona, adaptando sus técnicas como corresponda. A medida que dirige el orden creado hacia una creciente perfección, Dios mismo madura y evoluciona a una deidad más capaz. Por supuesto, esto es una contradicción espantosa, ya que no existe motivo para creer que Dios posea estas características; mas bien, la Biblia lo describe como el único ser Omnipotente que declaró: “yo Jehová no cambio” (Mal. 3:6).

Aquellos que prefieren a un Creador "no intervencionista" no les va mejor. Para absolver a Dios de culpa por el mal, optan por una deidad no-intervencionista, con la esperanza de que los problemas del mundo puedan ser achacados a un proceso inconsciente, en lugar de a un mal diseño. Es una defensa “noble” pero ineficaz. Si el mal es el resultado de un mal diseño o de un proceso diseñado, Dios, como Diseñador, seguiría siendo culpable.

En contraste, la Biblia muestra la historia de aquel que creó en la expansión a un pequeño planeta azul, lleno de flora y fauna en esplendor multicolor (Gn. 1). Su logro supremo fue una pareja especial, hecha a su imagen, colocada en un ambiente glorioso, y dotada de todos los recursos necesarios para el éxito al hacer la voluntad soberana de Dios, pero un momento de prueba (el mandato de no comer del árbol de la ciencia del bien y del mal) terminó en fracaso, y con éste, la introducción de una fuerza corruptora comenzó el imparable descenso de la maldad y la mortalidad (Gn. 2 y 3).

Contrariamente a nuestras fantasías modernas, el mal proviene de decisiones equivocadas. Lo que significa que la culpabilidad por la historia de miserias de este mundo torcido por el pecado, recae directamente en nosotros y no es culpa de Dios (Rom. 3:9-20).

Siete etapas en la evolución
En la teoría de la evolución hay siete estados fundamentales de evolución; de hecho, cada estado es esencial para el próximo en la teoría en conjunto.

- El primero es la "Evolución Cósmica" y es la idea de que el espacio, el tiempo, la materia y la energía, de alguna manera explotaron (o se expandieron) desde, esencialmente, la nada en el súbito "Big Bang" que fue el supuesto nacimiento de nuestro universo. Mientras que la Teoría original del "Big Bang" es ahora una teoría muerta, de sus cenizas han emergido las "Teorías Inflacionarias del Universo" (TIU). Comenzando con Alan Guth a finales de los 90 (El Universo Inflacionario: La Búsqueda de una nueva Teoría de Orígenes Cósmicos), la comunidad científica ha propuesto aproximadamente 50 variantes de TIU. La idea general continúa siendo la misma: al principio no existía nada. Luego, una "singularidad" apareció súbitamente, explotó, y el resto viene a continuación.
- El segundo estado es la "Evolución Estelar". Después del supuesto primordial del Big Bang, las estrellas y los planetas evolucionaron lentamente. Se piensa que el Big Bang produjo solo hidrógeno, helio, y una variedad de partículas sub-atómicas, y que estos elementos debieron de alguna manera condensarse en estrellas a través de algún tipo de proceso de evolución.
- El tercer estado es la "Evolución Química". De acuerdo al pensamiento general, los únicos elementos químicos producidos por el Big Bang fueron hidrógeno y helio (y posiblemente litio). Como resultado del increíble calor y de la presión entre las estrellas, estos elementos originales de alguna manera evolucionaron en los otros 118 elementos existentes en la naturaleza que observamos hoy: desde el hidrógeno (H) hasta el Ununoctio (Uuo). 90 de los primeros 92, listados en nuestra Tabla Periódica de Elementos Químicos se piensa que ocurrieron naturalmente, a excepción de dos, el número 43 (Tecnecio o "Tc") y el número 61 (Prometio o "Pm"). ¿Cómo llegaron aquí los otros 88? Aparentemente, fueron producidos dentro de las estrellas. Cuando esas estrellas murieron, estos elementos químicos fueron liberados en el espacio. Estos elementos químicos eventualmente se juntaron por medio de fuerzas naturales, se condensaron y formaron planetas, más estrellas, y sistemas solares como el nuestro.
- El cuarto estado es la "Evolución Planetaria". Los complejos elementos químicos que se piensa que evolucionaron dentro de las estrellas antiguas fueron de alguna manera expulsados, posiblemente durante la muerte violenta de los ciclos de vida estelares, liberando grandes nubes espirales de compuestos. Estas nubes de elementos químicos de alguna manera formaron los tan exactos sistemas solares, incluyendo el nuestro.
- La quinta fase es la "Evolución Orgánica" (también conocida como "generación espontánea"). La teoría es que el planeta Tierra comenzó como una masa de materia fundida hace unos cuantos billones de años. Se enfrió en sólida roca seca. Luego, llovió sobre las rocas por millones de años, formándose los grandes océanos. Eventualmente, esta "sopa de roca pre-biótica" (agua + roca) se volvió viva y generó el primer sistema orgánico auto-repetitivo.
- La sexta fase de la teoría general de evolución es la "Macro-Evolución." Se piensa que todas las criaturas vivas comparten un mismo ancestro: Un organismo unicelular relativamente "simple", el cual evolucionó de materia inorgánica (la llamada: "sopa de roca"). Esencialmente, los pájaros y las bananas, los peces y las flores, están relacionados genéticamente. Esta es la etapa de la evolución que Charles Darwin popularizó en su clásico El Origen de las Especies, publicado en 1859. Darwin no inventó esta teoría, pero le dio credibilidad al plantear un mecanismo conocido como la selección natural.
- La séptima y última etapa de la teoría es la "Micro-Evolución", que es la variación y variedad de características expresadas en "especies" de organismos sexualmente compatibles. Como ejemplos se incluyen las diferencias entre varios tipos de caballos, perros, gatos, etc. Esta "variación dentro de una especie" es lo que Darwin observó a mitad de los años 1800, y que todavía observamos hoy. Esta fase evolucionista es única, debido a que algunos creacionistas y los evolucionistas en general concuerdan con ella. Esta es la idea de que pueden existir variaciones dentro de diferentes especies de animales. Pueden existir personas altas, personas bajas, personas negras, y personas blancas. Existen muchos matices diferentes de piel y muchos colores diferentes de ojos, pero la gente sigue siendo la gente. Solo porque el color de su piel es diferente al de otra persona, no significa que usted es menos humano que otros. No, todos somos humanos, solamente presentamos diferentes rasgos. El ADN humano permite la existencia de estos rasgos, pero se piensa que las variaciones están restringidas por el código genético. El código mismo permite las variaciones, pero existen límites genéticos dispuestos para limitarlas (la gente no se convierte en no-gente, y los cerdos nunca volarán).

Nota: Los libros de ciencia y los documentales de televisión declaran que solamente la séptima fase (la Micro-Evolución) ha sido observada y documentada. Las primeras seis fases de la evolución son meramente asumidas (de forma especulativa).

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