lunes, 27 de julio de 2015

La Existencia de Dios Parte II


A continuación, revisemos otras evidencias a favor de la existencia de Dios:

- El hombre es un ser inteligente y moral; su Creador debe ser superior en su inteligencia y en su carácter moral para tener la capacidad de crearlo y gobernar sobre él.

La complejidad del cerebro humano muestra una inteligencia superior tras él.

• El cerebro humano procesa simultáneamente una asombrosa cantidad de información. Tu cerebro capta todos los colores y objetos que ves, la temperatura a tu alrededor, la presión de tus pies sobre el piso, los sonidos a tu alrededor, lo seco de tu boca, hasta la textura de tu teclado. Tu cerebro registra y procesa todas tus emociones, pensamientos y memorias. Al mismo tiempo monitorea continuamente las funciones de tu cuerpo como la respiración, el parpadeo, el hambre y el movimiento de los músculos en tus manos.
• El cerebro humano procesa más de un millón de mensajes por segundo. Tu cerebro evalúa la importancia de todos estos datos, filtrando lo que relativamente no tiene importancia. Esta función de filtrado es lo que te permite enfocar y funcionar efectivamente en tu mundo. Un cerebro que procesa más de un millón de datos por segundo, mientras evalúa la importancia de ellos y te permite actuar de acuerdo a la información más relevante... ¿surgió como producto de la mera casualidad?
• ¿Fueron simplemente causas biológicas, las que formaron perfectamente el tejido adecuado, el flujo sanguíneo, las neuronas, y la estructura perfecta de tu cuerpo? El cerebro funciona de manera muy distinta que otros órganos. Hay inteligencia en él, la habilidad de razonar, generar sentimientos, soñar, planear, actuar y relacionarse con otras personas. ¿Cómo podríamos explicar el cerebro humano, ignorando a Dios, quien tiene la inteligencia infinita?

- La humanidad siempre ha creído en un ser universal.

Para afirmar con seguridad que no hay Dios, la persona tiene que ignorar la realidad de que existe un número de millones de individuos que han creído durante muchos siglos y otros millones que creen actualmente en la existencia de Dios. Sin embargo, el hecho de que muchos crean no es suficiente para que algo sea cierto; esta idea es válida pero miremos algunos argumentos más sólidos:

La Ciencia, por ejemplo, ha descubierto nuevas verdades acerca del universo que prevalecen sobre conclusiones previas que han tenido millones de seguidores. No obstante, mientras la ciencia ha progresado, no hay descubrimiento científico que contradiga la probabilidad numérica de un Ser Inteligente existente detrás de todo el universo. De hecho, mientras más la ciencia descubre acerca de la vida humana y el universo, más nos sorprendemos de la complejidad de todo. En vez de apuntar a otras fuentes (aparte de Dios), la evidencia se acumula y nos orienta hacia una fuente Inteligente.

Por otro lado, hay un argumento contundente y mucho más grande: a través de la historia, billones de personas en el mundo han atestiguado sus convicciones esenciales y firmes acerca de la existencia de Dios -alcanzadas desde su subjetiva y personal relación con Dios obviamente. Hoy por hoy, millones de personas podrían dar cuenta detallada de su experiencia con Dios. Ellos nos hablarían de sus oraciones atendidas y las asombrosas maneras en que Dios obró en sus necesidades, y los guió a través de importantes decisiones personales. Ellos ofrecerían, no solo una descripción de sus creencias, sino reportes detallados de las acciones de Dios en sus vidas. Muchos están seguros de que un Dios amoroso existe y les ha mostrado ser fiel.

Si tú eres escéptico, agnóstico, ateo o dudas de la existencia de Dios, puedes decir con seguridad: “Yo estoy absolutamente en lo cierto y todos ellos están equivocados acerca de Dios”. No hay problema… pero sigamos revisando otras evidencias para corroborar la existencia de Dios.

- El bien y el mal existen por todo el mundo; entonces, debemos asumir que hay una ley moral que divide el bien y el mal.

El hombre es un ser moral que busca la perfección moral; por lo tanto, debe existir un ser superior que dio origen a esta aspiración humana. Además, muchas veces en el hombre existe un sentido de justicia para sancionar el mal comportamiento humano y para premiar el buen comportamiento. Por lo tanto, debe existir un "Gran Árbitro” que ejerce justicia.

Dado que hay una ley moral, debe haber un dador de esa ley. Este dador de la ley nos busca constantemente porque nos ama y quiere que disfrutemos de sus propósitos, cumpliendo con sus leyes.

Dios quiere ser conocido y nos ha creado con la intención de que lo conozcamos. Nos ha rodeado de evidencias acerca de él, y mantiene el tema de su existencia directamente ante nosotros. Aún los ateos no pueden dejar de pensar acerca de la posibilidad de la existencia de Dios.

Malcolm Muggeridge, autor socialista y filosófico, escribió: “Tenía la noción que de alguna manera, además de estar buscando, yo estaba siendo buscado”.

A diferencia de cualquier otra revelación de Dios, Jesucristo es la imagen más clara y más específica de un Dios que nos busca.

¿Por qué Jesús? Mira a través de las principales religiones del mundo y encontrarás que Buda, Mahoma, Confucio, etc... todos ellos, se autoidentifican como maestros o profetas pero ninguno de ellos jamás dijo ser igual a Dios. Sorprendentemente, Jesús lo hizo. Eso es lo que separa a Jesús de todos los demás. Aunque él habló de su Padre en el cielo, no fue desde la posición de separación, sino de estrecha unión. Jesús enseñó que cualquiera que lo viese, había visto al Padre… cualquiera que creyese en él, creía en el Padre (Jn. 14:7-10).

Él dijo: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Jn. 8:12). El habló sobre tener atributos que solo pertenecen a Dios: poder perdonar los pecados de la gente, liberarlos de los malos hábitos, dar una vida más abundante y darles vida eterna.

A diferencia de otros maestros que solo hacían enfocar a la gente en sus palabras, Jesús dirigía la gente a sí mismo. Él dijo: “Yo soy el camino, y la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por de mí” (Jn. 14:6).

¿Qué pruebas dio Jesús de su divinidad? El hizo lo que la gente no puede hacer; Jesús hizo milagros, sanó ciegos, paralíticos, sordos… incluso resucitó a un par de personas de la muerte. El tenía poder sobre los objetos... sacó comida de la nada cuando multiplicó los panes y los peces; y fue suficiente para alimentar a miles de personas. El hizo milagros en la naturaleza: caminó sobre las aguas, ordenó detenerse a una fuerte tormenta para ayudar a sus discípulos, etc. Gente por todas partes seguía a Jesús porque él constantemente satisfacía sus necesidades, haciendo milagros.

El dijo: “Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras” (Jn. 14:11).

Jesucristo nos mostró a un Dios tierno, amoroso, consciente de nuestro egoísmo y limitaciones, aún así deseando profundamente una relación personal con nosotros. Jesús revela que aunque Dios nos ve como pecadores, y merecedores de su castigo, su amor por nosotros prevaleció, y trazó un plan para restaurarnos.

Jesucristo –siendo Dios- tomó la forma de un hombre y aceptó el castigo por nuestros pecados, en nuestra representación. ¿Suena absurdo? Quizás sí… pero ¿sería viable que un padre amoroso cambiara de lugar con su hijo enfermo de cáncer si pudiese?

La Biblia dice que la razón para que amemos a Dios es porque él nos amó primero. Jesús nos amó y murió en nuestro lugar para que nosotros seamos perdonados. En todas las religiones conocidas por la humanidad no existe un paralelo con el amor de Jesús porque solo a través de él verás a Dios acercándose hacia la humanidad, brindándonos un camino para tener una relación con él.

Jesús nos prueba un corazón divino de amor. Debido a su muerte y resurrección, él nos ofrece una nueva vida hoy. Nosotros podemos ser perdonados, completamente aceptados por Dios y genuinamente transformados por Dios.

Dios dice: “Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia” (Jer. 31:3). Ese es Dios en acción.

¿Dios existe? Si tú quieres saber, investiga a Jesucristo. La Biblia dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Jn. 3:16).

Recuerda…

Dios no nos fuerza a creer en él, aunque pudiera. En vez de eso, él nos ha provisto de suficientes pruebas de su existencia para que nosotros voluntariamente le respondamos: la perfecta distancia de la Tierra al Sol, las propiedades químicas del agua, el cerebro humano, el ADN, el número de personas que atestiguan conocer a Dios, el ansia en nuestros corazones y mentes por determinar si Dios está allí, la ley moral que separa el bien y el mal, el enorme deseo de Dios de ser conocido a través de Jesucristo.

Si quieres saber más acerca de Jesús y quieres tener razones para creer en él, ve más allá y búscale. Si quieres iniciar una relación con Dios ahora, tú puedes hacerlo. Esa es tu decisión.

Si tú quieres ser perdonado por Dios y alcanzar una relación con él, puedes empezar ya mismo pidiéndole que te perdone y venga a tu vida.

Jesús dijo:

“El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él” (Jn. 14:21).

“El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él” (Jn. 14:23).

Todo depende de aceptar su palabra que es la ley moral que determina el bien y el mal, la verdad y el error.

Si tú quieres hacerlo, pero no encuentras palabras para decirlo, considera la siguiente guía de oración: “Jesús, gracias por morir por mis pecados. Tú conoces todo lo que soy y que necesito de ti. Te pido perdón por todo lo malo que he hecho; te entrego mi corazón. Ven a mi vida; quiero conocerte realmente y tener una relación personal contigo”.

Jesús dijo: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre” (Jn. 10:27-29).

Lee la Biblia y aprende a conocer la voluntad de Dios; ora todos los días y pídele al Señor que te ayude a obedecer su palabra.

domingo, 26 de julio de 2015

La Existencia de Dios Parte I

 

Si una persona se opone aún a la posibilidad de que haya un Dios, podría cuestionar o descartar cualquier evidencia; sin embargo, en este estudio se presentarán evidencias razonables.

Cuando se refiere a la existencia de Dios, la Biblia dice que hay personas que han visto suficiente evidencia, pero que ellos han suprimido la verdad acerca de Dios: “porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios” (Rom. 1:19-22).

En cambio, para aquellos que quieren saber si Dios está allí, él dice: “y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón” (Jer. 29:13).

Antes de ver los hechos y las evidencias que manifiestan la existencia de Dios, pregúntate: “¿Si Dios existe, quisiera conocerlo?” Si la respuesta es NO, no importa cuáles evidencias veas… tu corazón no podrá encontrarse con Dios; pero si tu respuesta es SI, entonces sigue leyendo.

La pregunta de si hay un argumento concluyente o una prueba siquiera para demostrar la existencia de Dios, ha sido debatida a través de la historia por gente de todo tipo (intelectuales, científicos, filósofos, escritores, agnósticos, ateos, etc.). En tiempos recientes, los argumentos contra de la posibilidad de la existencia de Dios han asumido un espíritu militante que acusa a cualquiera que se atreva a creer en Dios, como alguien delirante, irracional, fanático y religioso. Por ejemplo: Karl Marx aseguraba que cualquiera que creyera en Dios debía tener un desorden mental que causaba la invalidación del intelecto. El psiquiatra Sigmund Freud escribió que una persona que creyera en un Dios Creador, era una persona delirante, y que solo sostenía esas creencias debido a un factor de “cumplimiento de un deseo”, lo que causó que Freud lo considerara como una posición injustificable. El filósofo Frederick Nietzsche dijo abiertamente que la fe equivalía a negarse a conocer lo que es verdadero. Las voces de estas tres figuras de la historia (junto con otras), ahora son simplemente repetidas por una nueva generación de ateos quienes claman que la creencia en Dios está intelectualmente injustificada.

¿Realmente es éste el caso? ¿El creer en Dios es mantener una posición racionalmente inaceptable? Fuera de lo referente a la Biblia, ¿puede establecerse un caso de la existencia de Dios que refute la posición tanto de los viejos como de los nuevos ateos, y ofrecer suficiente garantía para creer en un Creador? La respuesta es que sí se puede. Por otra parte, al demostrar la validez de un argumento a favor de la existencia de Dios, la posición del ateísmo resulta ser intelectualmente débil.

A continuación, revisemos la máxima evidencia de la existencia de Dios:

- La realidad del universo demanda que haya un Creador

Para formar un argumento para la existencia de Dios, debemos comenzar por hacer las preguntas correctas. Comenzamos con la pregunta más básica: ¿Por qué tenemos algo, en vez de nada en absoluto? Esta es la pregunta básica de la existencia: ¿Por qué estamos aquí… por qué está la Tierra aquí… por qué está aquí el universo en vez de la nada? Comentando sobre este punto, un teólogo ha dicho: “En un sentido, el hombre no hace las preguntas acerca de Dios; su existencia misma levanta la pregunta acerca de Dios”.

Al formular esta pregunta, hay cuatro posibles respuestas del por qué tenemos algo, en vez de nada en absoluto:

1. La realidad es una ilusión.
2. La realidad es/fue auto-creada.
3. La realidad es auto-existente (eterna)
4. La realidad fue creada por algo que es auto-existente.

Así que, ¿cuál es la respuesta más lógica?
Comencemos con la realidad siendo simplemente una ilusión, lo cual es la creencia de varias religiones orientales (hinduismo, budismo, entre otras). Esta opción fue excluida hace siglos por el filósofo Rene Descartes quien es famoso por su declaración, “Pienso, luego existo”. Descartes argumentó que si él estaba pensando, entonces él debía existir. En otras palabras, “Pienso, por lo tanto, no soy una ilusión”. Las ilusiones requieren de algo o alguien que experimente la ilusión, y por otra parte, tú no puedes dudar de la existencia de ti mismo sin probar tu existencia; es un argumento auto-excluyente. Así que la posibilidad de que la realidad sea una ilusión queda eliminada y toda creencia que la promueva es contraria a la razón, absurda y falsa.

La siguiente es la opción de que la realidad sea auto-creada. Cuando estudiamos filosofía, aprendemos sobre las declaraciones “analíticamente falsas”, lo que significa que son falsas por definición. La posibilidad de que la realidad sea auto-creada es uno de esos tipos de declaraciones por la simple razón de que algo no puede ser anterior a sí mismo. Si tú te creaste a ti mismo, entonces tú debes haber existido antes para que te crearas a ti mismo, pero eso simplemente no puede ser (es ilógico). En la evolución, a veces se refieren a esto como la “generación espontánea” (algo que procede de la nada); esta posición es absolutamente irracional simplemente porque no puedes obtener algo de la nada. Aún el ateo David Hume dijo: “Yo nunca juzgué tan absurda una proposición como la de que cualquier cosa puede surgir sin una causa”. Puesto que algo no puede proceder de nada, la alternativa de la realidad como algo auto-creado es excluida. En este caso, las teorías (falsamente llamadas científicas) sobre el Big Bang y la evolución también entran en la categoría de irracionales, contrarias a la lógica y absurdas.

Ahora quedan solo dos elecciones: la realidad es auto-existente (eterna) o la realidad fue creada por algo que es auto-existente.

Así se podría resumir esta encrucijada:

• Algo existe.
• La nada no puede crear algo.
• Por tanto, existe un “algo” necesario y eterno.

Tenemos que regresar a un “algo” eterno. El ateo que se burla del creyente en Dios por creer en un Creador eterno, debe recapacitar y aceptar la existencia de un universo eterno; es la única otra puerta que puede elegir. Pero ahora la pregunta es, ¿a dónde conduce la evidencia? ¿acaso la evidencia apunta a la existencia de la materia antes que la mente, o a la mente antes que la materia?

Hasta ahora, todos los puntos clave de la evidencia científica y filosófica apuntan lejos de un universo eterno y se acercan más a la creencia en un Creador eterno. Desde el punto de vista científico, los científicos honestos admiten que el universo tuvo un principio, y todo lo que tiene un principio no es eterno. En otras palabras, todo lo que tiene un principio tiene una causa, y si el universo tuvo un principio, tuvo una causa.

Las leyes que rodean la causalidad hablan en contra de que el universo sea la causa última de todo lo que conocemos por este simple hecho: un efecto debe asemejarse a su causa. Siendo esto así, ningún ateo puede explicar cómo un universo impersonal, sin propósito, sin significado y amoral, accidentalmente produjo seres (por ejemplo, los seres humanos) que tienen personalidad y están buscando el propósito, el significado y los códigos que deberían regir la conducta ideal para una convivencia armoniosa en la sociedad. Tal cosa, desde el punto de vista causal, refuta por completo la idea de un universo natural dando origen a todo lo que existe. Así que al final, el concepto de un universo eterno es eliminado porque es completamente absurdo e incoherente.

El filósofo J. S. Mill (que no es cristiano) resumió en una frase la idea principal de esta discusión: “Es evidente en sí, que solo la Mente puede crear mente”. La única conclusión racional y razonable es que un Creador eterno es el responsable por la realidad tal como la conocemos.

Ahora bien, si ponemos todo sobre la mesa, analicemos esta síntesis:

• Existe algo.
• Tú no obtienes algo de nada.
• Por tanto, necesariamente existe “algo” eterno.
• Las únicas dos opciones son un universo eterno y un Creador eterno.
• La ciencia y la filosofía han descartado el concepto de un universo eterno.
• Por tanto, existe un Creador eterno.

El alguna vez ateo, Lee Strobel, quien llegó a esta conclusión final hace muchos años, ha comentado: “esencialmente, me di cuenta de que siendo ateo, tendría que creer que la nada produce todo; que la no-vida produce vida; la aleatoriedad produce sincronización; que el caos produce información; que la inconsciencia produce consciencia; y la no-razón produce razón. Estos saltos de fe simplemente fueron demasiado grandes para que los aceptara, especialmente a la luz del caso afirmativo para la existencia de Dios… En otras palabras, en mi evaluación, la cosmovisión cristiana justificó la totalidad de la evidencia mucho mejor que la cosmovisión atea”.

Pero la próxima pregunta que debemos abordar es la siguiente: si existe un Creador eterno (y ya hemos demostrado que así es), ¿qué clase de Creador es él? ¿Podemos inferir opiniones acerca de él con base en las cosas que ha creado? En otras palabras ¿podremos entender la causa por sus efectos? La respuesta a esto es sí, podemos hacerlo, deduciendo las siguientes características:

• Él debe ser de naturaleza sobrenatural (puesto que él creó el tiempo y el espacio).
• Él debe ser omnipotente (excesivamente poderoso).
• Él debe ser eterno (auto-existente).
• Él debe ser omnipresente (él creó el espacio y no está limitado por él).
• Él debe ser eterno e inmutable (él creó el tiempo).
• Él debe ser inmaterial porque trasciende el espacio y lo físico.
• Él debe ser personal (lo impersonal no puede crear la personalidad).
• Él debe ser infinito y único ya que no puedes tener dos infinitos.
• Él debe ser plural y sin embargo tener unidad puesto que la unidad y la diversidad existen en la naturaleza.
• Él debe ser omnisciente (supremamente inteligente). Solo un ser cognoscitivo puede producir seres cognoscitivos.
• Él debe tener propósito puesto que creó todo deliberadamente y sus criaturas (por ejemplo, los seres humanos) tienen la capacidad de tomar decisiones.
• Él debe ser moral (ninguna ley moral puede obtenerse sin un dador).
• Él debe ser protector (o no habrían sido dadas leyes morales).

Siendo ciertas estas cosas por la evidencia presentada, ahora preguntamos si existe alguna filosofía, literatura,  sistema de creencias, religión (o como quieran llamarla) en el mundo que describa las características antes mencionadas de tal Creador. La respuesta a esto es sí: solo la Biblia describe al Dios que se ajusta perfectamente a este perfil.

Según este libro, Dios es sobrenatural (Gn. 1:1), todopoderoso (Jer. 32:17), eterno (Sal. 90:2), omnipresente (Sal. 139:7), eterno e inmutable (Mal. 3:6), inmaterial (Jn. 4:24), personal (Gn. 3:9), necesario (Col. 1:17), infinito y único (Jer. 23:24; Dt. 6:4), plural pero con unidad (Mt. 28:19), inteligente (Sal. 147:4, 5), con propósito (Jer. 29:11), moral (Dn. 9:14), y protector (1 Ped. 5:6, 7).

Otro punto por abordar sobre el tema de la existencia de Dios, es el asunto de cuán justificable es en realidad la posición del ateísmo. Puesto que el ateo afirma que la posición del creyente no es convincente, solo es razonable voltear la pregunta y dirigirla de regreso a él. Por ejemplo, alguien puede asegurar que las águilas rojas existen y alguien más puede asegurar que las águilas rojas no existen: el primero solo necesita encontrar una sola águila para probar su afirmación, pero el segundo debe revisar el universo entero y literalmente estar en todo lugar al mismo tiempo para asegurarse que él no ha pasado inadvertida ninguna águila roja en alguna parte y en algún momento, lo cual es imposible de hacer. Esto es por lo que los ateos intelectualmente honestos, admitirán que ellos no pueden probar que Dios no existe.

Así que ¿el creer en Dios tiene una garantía intelectual? ¿Existe un argumento racional, lógico y razonable para la existencia de Dios? Absolutamente. Mientras que los ateos tales como Freud aseguran que aquellos que creen en Dios simplemente quieren el cumplimiento de un deseo, tal vez es Freud y sus seguidores quienes realmente sufren del cumplimiento de un deseo: la esperanza y el deseo de que no haya un Dios, ni a quién entregar cuentas, y por lo tanto, tampoco un juicio. Pero refutando a Freud está el Dios de la Biblia, quien afirma su existencia y el hecho de que verdaderamente vendrá un juicio para aquellos que sabían dentro de ellos mismos la verdad de que él existe, pero que suprimieron esa verdad (Rom. 1:20). Pero para aquellos que responden a la evidencia de que realmente existe un Creador, él ofrece el camino de salvación que ha sido logrado a través de su Hijo Jesucristo: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios, los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios” (Jn. 1:12, 13).

Volviendo al tema de la existencia del universo, tenemos que afirmar que todo lo que existe tiene una causa; por tanto, el universo tiene una causa infinita y no pudo originarse a sí mismo. El magnífico diseño que podemos ver en el universo demanda un diseñador omnipotente, un ser infinitamente inteligente que creó todo con un propósito.

La explicación alternativa a un Dios Creador es que todo lo que existe alrededor de nosotros apareció por causa natural y al azar; éstas son especulaciones sin argumentos objetivos.

Lo que Pasteur intentó probar siglos atrás, y la ciencia confirma, es que la vida no puede surgir de la no-vida. ¿De dónde vienen la vida humana, animal y vegetal?

Asimismo, las “causas naturales” son una explicación inadecuada para la cantidad de precisa información contenida en un ADN humano. Una persona que descarta a Dios queda con la conclusión de que todo esto apareció sin causa, sin diseño, producto simplemente del azar; está observando un diseño complejo, detallado y perfecto, pero lo atribuye a la suerte.

La complejidad de todo lo que existe apunta a un Diseñador, quien deliberadamente no solo creó nuestro Universo sino que lo sustenta hoy en día.

Hay un sinfín de ejemplos que podríamos analizar para considerar el diseño maravilloso del universo:

La Tierra... su tamaño es perfecto. El tamaño de la Tierra y su respectiva gravedad contienen una capa delgada compuesta en mayoría de nitrógeno y oxígeno que se extiende a 80 kilómetros sobre la superficie de la Tierra. Si la Tierra fuese más pequeña, sería imposible que tuviese atmósfera, como es el caso del planeta Mercurio. Si la Tierra fuera más grande, su atmósfera contendría hidrógeno libre, como Júpiter. En estos dos casos, no puede haber un ambiente favorable para la vida.

La Tierra es el único planeta conocido equipado con una atmósfera compuesta por una mezcla adecuada de gases que dan sustento a las plantas, animales y seres humanos.

La Tierra está ubicada a la distancia adecuada del sol. Considere que las temperaturas que tenemos, aproximadamente varían desde -35º C a 50º C. Si la Tierra estuviese un poco más lejos del sol, todos nos congelaríamos. Si estuviese un poco más cerca, nos quemaríamos. Incluso una pequeña variación -una fracción- en la posición de la Tierra con respeto al sol haría imposible la vida sobre la Tierra. La Tierra permanece a una distancia perfecta del sol mientras rota alrededor de él a una velocidad cerca de 107.000 kilómetros por hora. Además, está rotando sobre su eje, permitiendo que la superficie entera de la Tierra sea perfectamente calentada y enfriada cada día.

La Luna tiene el tamaño y la distancia de la Tierra perfectos para su atracción gravitacional. La Luna crea las mareas y los movimientos de los océanos de tal manera que sus aguas no se estanquen, y al mismo tiempo evita que estas mismas inunden los continentes.

El Agua es incolora, inodora y sin sabor… aun así, ningún ser viviente puede sobrevivir sin ella. Las plantas, los animales y los seres humanos están compuestos en su mayoría por agua (alrededor de dos tercios del cuerpo humano está compuesto por agua). Ahora veamos por qué las características del agua son únicas y especiales para la vida:

• El agua tiene los puntos de ebullición y de congelamiento inusualmente altos. El agua nos permite vivir en un ambiente de temperaturas cambiantes, mientras mantiene a nuestros cuerpos a una temperatura de 37º C.
• El agua es un disolvente universal. Esta propiedad del agua permite que miles de químicos, minerales y nutrientes sean transportados a través de nuestros cuerpos y hacia los conductos sanguíneos más pequeños.
• El agua es también químicamente neutra. Sin afectar la composición de las substancias, el agua hace posible que la comida, medicinas y minerales sean absorbidos y usados por el cuerpo.
• El agua tiene una única tensión superficial que permite que en las plantas pueda fluir hacia arriba a pesar de la gravedad, lo que lleva agua y nutrientes vitales hasta la copa de los árboles más altos.
• El agua se congela de arriba hacia abajo, y flota de tal manera que los peces pueden sobrevivir en el invierno.
• El 97% del agua de la Tierra está en los océanos, pero en nuestra Tierra hay un sistema diseñado que remueve la sal del agua y luego la distribuye por todo el globo. La evaporación toma el agua de los océanos, deja la sal, y forma nubes que son fácilmente movidas por el viento para que dispersen agua sobre la tierra, para la vegetación, los animales y las personas. Es un sistema de purificación y abastecimiento que sustenta la vida del planeta, es un sistema de reciclar y reutilizar agua.

No hay ninguna duda de que la naturaleza posee un diseño inteligente que jamás podría ser el producto del azar o de la casualidad. Solo un corazón necio podría descartar la existencia de Dios e ignorar las pruebas tangibles que hay en su creación.

sábado, 25 de julio de 2015

Un conocimiento extraordinario


Las Sagradas Escrituras son totalmente extraordinarias porque son una revelación divina. “Toda la Escritura es inspirada por Dios” (2 Tim. 3:16). Esto no significa que Dios elevó la mente de los hombres, sino que dirigió sus pensamientos. No es simplemente que él les comunicó los conceptos sino que él guió las mismas palabras que usaron. “Porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 Ped. 1:21). Cualquier «teoría» humana que niega la inspiración verbal de las Escrituras es un ataque a la verdad de Dios. La imagen divina está estampada en cada página. Así pues, debido a las evidencias espirituales, históricas, arqueológicas, geográficas y científicas que hay en la Biblia, es imposible que haya sido creada por el hombre.

Las Escrituras nos hacen conocer a un Dios vivo, personal, verdadero y real. La imagen que la gente se ha hecho de Dios se aleja, en muchos sentidos, del concepto bíblico sobre Dios. Miremos los siguientes síntomas que hay en el ser humano que supuestamente tiene a Dios en su boca y en su mente:

- La idolatría frecuente hacia otros seres humanos: en la música, en la TV, en el cine, en los deportes, en la religión, en la política, etc.
- El excesivo amor al placer pecaminoso.
- El desorden social.
- La aprobación de leyes que van en contra de las leyes de Dios.
- El elogio al mal y a todo tipo de conductas perversas.
- La falta de pudor en hombres y mujeres (de todas las edades).
- La promiscuidad sexual.
- El desprecio al modelo divino para la familia.

Estos síntomas han estado presentes en todas las civilizaciones durante toda la historia de la humanidad y revelan una enfermedad gravísima que se llama EL PECADO. Esta enfermedad trajo la caída y la desaparición de grandes imperios como Egipto, Asiria, Babilonia, Persia, Grecia y Roma, entre otros.

La verdad bíblica acerca de Dios está completamente desdibujada y el hombre ha tenido y tiene una mentalidad errónea al respecto. El Dios revelado en las Sagradas Escrituras está vestido de tales perfecciones y atributos que el mero intelecto humano no podría haberlos inventado.

Dios solo puede ser conocido por medio de su propia revelación natural (en la creación) y por medio de su propia revelación especial (en la Biblia).

Si hacemos un examen juicioso y serio sobre la historia de la humanidad y sobre las religiones, comprenderemos que aparte de la Biblia, incluso una idea teórica de Dios sería imposible. Todavía es verdad que el “mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría” (1 Cor. 1:21). Donde no hay conocimiento de las Escrituras, no hay conocimiento de Dios. Él es un Dios desconocido para aquellos que desconocen (por ignorancia voluntaria o involuntaria) su revelación especial en la Biblia (Hch. 17:23).

Sin embargo, se requiere algo más que leer las Escrituras para que el alma conozca a Dios de modo real, personal y vital. Esto parece ser reconocido por pocos hoy.

Las prácticas prevalecientes consideran que se puede obtener un conocimiento de Dios estudiando la Palabra, de la misma manera que se obtiene un conocimiento de cualquier tema, estudiando libros de texto. Puede conseguirse un conocimiento intelectual… pero no espiritual.

Un Dios sobrenatural solo puede ser conocido de modo sobrenatural (es decir, conocido de una manera por encima de lo que puede conseguir la mera naturaleza), por medio de una revelación sobrenatural de él mismo en el corazón del ser humano.

“Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo” (2 Cor. 4:6). El que ha sido favorecido con esta experiencia ha aprendido que solo en su luz veremos la luz (Sal. 36:9).

Dios puede ser conocido solo por medio de una facultad sobrenatural. Cristo dejó este punto bien claro cuando dijo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Jn. 3:3). En otras palabras, además de leer la Biblia, se requiere creer en la veracidad de las Escrituras para reconocer a Jesús como Salvador y como único camino y verdad, el único mediador entre Dios y los hombres (1 Tim. 2:5). Por otra parte, debemos morir a nosotros mismos y vivir para Cristo, obedeciendo su voluntad, la cual encontramos en las Escrituras. Esta nueva vida es el nuevo nacimiento que viene de Dios y se recibe por fe y por gracia para salvación eterna. Este nuevo nacimiento nos permite ver y experimentar el reino de Dios en nosotros hoy y en la eternidad.

La persona que no ha experimentado esta nueva vida no tiene conocimiento espiritual de Dios; la Biblia dice: “pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (1 Cor. 2:14).

“Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Jn. 17:3).

La vida eterna debe ser impartida antes que pueda ser conocido el «verdadero Dios». Esto se afirma claramente en 1 Jn. 5:20: “Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna”.

En síntesis, primero debe haber una nueva vida en Cristo y luego habrá un conocimiento espiritual y sobrenatural acerca de Dios. No se trata solo de adquirir información sino de lograr una nueva visión acerca de Dios y de nosotros mismos a la luz de la Biblia. Mientras estamos sin este conocimiento espiritual, justificamos nuestros pecados y vemos a Dios de una forma distorsionada y a la conveniencia nuestra; sin embargo, cuando decidimos creer a Dios y a su Palabra, vemos en el espejo de la ley de Dios toda nuestra rebelión porque no hemos obedecido ni siquiera los 10 mandamientos. Esta percepción clara de nuestro fracaso para agradar a Dios nos lleva a mirar a Jesús como el único hombre perfecto y como el puente para volvernos a Dios de todo corazón y no solo de labios. Así pues, el deseo de ser más como Jesús se convierte en el modelo de vida que Dios demanda de nosotros y el Espíritu Santo viene a morar en nosotros para formar a Cristo en todas las áreas de nuestra vida.

Este conocimiento sobrenatural de Dios produce una experiencia sobrenatural, y esto es algo que desconoce la inmensa mayoría de la gente y aún muchos cristianos que no han tenido un nuevo nacimiento.

La mayor parte de la gente tiene una fe religiosa pero sin una experiencia real con el Cristo de la Biblia. Podemos tener conceptos bíblicos en nuestra doctrina pero no conocer a Dios de verdad.

Los judíos eran muy religiosos pero Cristo les dijo:

“El que me envió es verdadero, al cual vosotros no conocéis, pero yo le conozco, porque de él procedo, y él me envió” (Jn. 7:28, 29).

“Ni a mí me conocéis, ni a mi Padre; si a mí me conocieseis, también a mi Padre conoceríais” (Jn. 8:19).

“Si yo me glorifico a mí mismo, mi gloria nada es; mi Padre es el que me glorifica, el que vosotros decís que es vuestro Dios. Pero vosotros no le conocéis; mas yo le conozco, y si dijere que no le conozco, sería mentiroso como vosotros; pero le conozco, y guardo su palabra” (Jn. 8:54, 55).

Note que los judíos tenían las Escrituras, las estudiaban y las reconocían como la Palabra de Dios. Conocían a Dios teóricamente, pero no tenían de él un conocimiento espiritual que lograra transformar su corazón y su vida, porque sus frutos mostraban el carácter que había en ellos.

¿De qué sirve creen en Dios y en la Biblia, si nuestros frutos son malos?

El carácter del fruto revela el carácter del árbol que lo da; la naturaleza del agua nos hace conocer la fuente de la cual mana. Un conocimiento sobrenatural de Dios produce una experiencia sobrenatural, y una experiencia sobrenatural produce un fruto sobrenatural. Es decir, cuando Dios vive en el corazón, revoluciona y transforma la vida. Se produce lo que la mera naturaleza no puede producir; más aún, lo que es directamente contrario a ella.

El Hijo de Dios mostró un fruto perfecto y aquellos que dicen ser hijos de Dios y seguidores de Cristo, deben mostrar un fruto de santidad, obediencia, amor, fe, humildad, etc. Humanamente, es imposible ser como Jesús pero cuando morimos a nosotros mismos por la obra del Espíritu Santo a través de la Biblia, entonces tenemos la facultad sobrenatural de dar frutos como Cristo para glorificar a Dios en medio de una generación corrompida, perversa, incrédula y pecadora, que se complace en la maldad y rechaza la justicia de Dios; así fue la vida del Hijo de Dios sobre la tierra. Por tanto, la Biblia dice: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Cor. 5:17). Estar en Cristo es vivir en Cristo, es tener comunión con Cristo; pero si estamos lejos de Cristo, nuestros frutos serán de pecado y desobediencia.

La experiencia sobrenatural del cristiano se ve en su relación con Dios y con el prójimo, porque ha sido partícipe de la naturaleza santa y gloriosa de Dios a través de Cristo (2 Ped. 1:4). Esta naturaleza le lleva a amar lo que Dios ama (lo santo, lo justo) y a aborrecer lo que Dios aborrece (lo malo, lo injusto).

Todo aquel que ama lo que Dios aborrece y aborrece lo que Dios ama, no ha nacido de nuevo, no ha visto el reino de Dios y no será salvo cuando la muerte le sorprendiere. Es así de sencillo. No importa cuánto conocimiento tenga de la Biblia, no importa qué buenas obras realice ante los ojos de los hombres… el fruto debe ser coherente con las demandas de la Biblia en aquellos que dicen seguir a Cristo.

La experiencia sobrenatural que sucede en el creyente que viene a la Biblia con un corazón sincero, es obrada en él por el Espíritu de Dios. La Palabra de Dios convence de pecado, santifica, da seguridad eterna y guía a toda verdad.

viernes, 24 de julio de 2015

El Verbo de Dios


En la Biblia, el término LOGOS o VERBO es usado 200 veces para indicar Palabra de Dios escrita y 7 veces para mostrar el carácter del Hijo de Dios (Jn. 1:1, 14; 1 Jn. 1:1, 5:7; Ap. 19:13)

CRISTO ES EL VERBO HECHO CARNE….

Cristo es el varón aprobado por Dios - Hch. 2:22
Cristo es el fundamento precioso y eterno de su pueblo - 1 Ped. 2:6, 7; 2 Ped. 1:3, 4
Cristo es la palabra divina que permanece para siempre - Sal. 119:89; 1 Ped. 1:23-25
Cristo es el Salvador - Heb. 7:25
Cristo es la verdad - Jn. 1:14; 14:6; Sal. 119:151
Cristo es la vida - Jn. 11:25; 14:6
Cristo es la luz - Jn. 1:4; 8:12; Pr. 6:23; Sal. 119:105
Cristo es admirable - Is. 9:6

ASÍ COMO LAS PALABRAS REVELAN EL PENSAMIENTO DE LOS HOMBRES, EL VERBO DIVINO ES LA EXPRESIÓN PERFECTA DE LA MENTE DE DIOS; POR TANTO…

Cristo es la palabra viva - Heb. 1:3
Cristo es la palabra escrita - Os. 8:12
Cristo es mensajero de Dios para bendecir - Hch. 3:26; Lc. 11:28
Cristo es la palabra fiel que nunca ha fallado ni fallará - 1 Jn. 3:5
El hombre que recibe la palabra de Cristo alcanza salvación - Jn. 1:12
El hombre que rechaza la palabra de Cristo será castigado por Dios - Jn. 3:18-21

LA BIBLIA ES…

Luz para nuestro entendimiento - Sal. 119:105
Espejo para nuestro conocimiento propio - Stg. 1:23
Espada para nuestro conflicto espiritual - Ef. 6:17
Miel para nuestro deleite - Sal. 19:10
Leche para nuestra nutrición - 1 Ped. 2:2
Alimento para nuestro fortalecimiento - Heb. 5:14
Martillo para nuestra obstinación - Jer. 23:29
Fuego para nuestra purificación - Jer. 23:29
Oro para nuestro enriquecimiento espiritual - Sal. 119:72
Semilla para nuestra siembra - Lc. 8:11

jueves, 23 de julio de 2015

El mensaje de la Biblia - Parte II


La historia de la salvación
A pesar de que los libros de la Biblia fueron escritos por distintos hombres, en distintos sitios y en distintas épocas, sin embargo, todos los libros, ya sea en profecía, y en tipos o narraciones, unos en verso y otros en prosa, todos presentan un solo mensaje para el hombre: la salvación del hombre en la persona de Jesucristo.

La primera promesa del Salvador está en Gn. 3:15, donde se le llama "la simiente de la mujer". En el mismo capítulo se verifica el primer sacrificio, al sacrificar Dios animales para vestir con sus pieles a la primera pareja que había pecado. De ahí en adelante corre por toda la Biblia una vena de sangre… de sangre redentora. Los sacerdotes la anuncian con sus sacrificios, los profetas la proclaman con su mensaje y los salmistas la cantan con sus Salmos. Ese mensaje de redención que la Biblia proclama es anunciado en el A.T. por medio de las profecías y los tipos y en el N.T., por el relato del cumplimiento de esas profecías y tipos de la persona de nuestro Señor Jesucristo; es narrado en los Evangelios, predicado en los Hechos, explicado y analizado en las Epístolas y consumado en Apocalipsis.

CRISTO EN LA BIBLIA
Para que usted pueda tener una idea más clara en cuanto al lugar simbólico y profético que Cristo ocupa en cada libro de la Biblia, le damos a continuación la lista respectiva:

Génesis - La simiente de la mujer
Éxodo - El cordero pascual
Levítico - El sumo sacerdote
Números - La estrella de Jacob
Deuteronomio - Un profeta como Moisés
Josué - Un gran capitán
Jueces - Mensajero de Jehová
Ruth - El pariente más cercano
1 y 2 Samuel - Simiente de David
1 y 2 Reyes - Rey de Reyes
1 y 2 Crónicas - El verdadero Rey
Esdras - Libertador
Nehemías - Restaurador
Esther - Nuestro Mardoqueo
Job - Redentor resucitado
Salmos - El Ungido de Dios
Proverbios - La Sabiduría
Eclesiastés - El que está por encima del sol
Cantares - El Amado
Isaías - El profeta sufriente pero glorificado
Jeremías - Señor de justicia
Lamentaciones - Varón de dolores
Ezequiel - El sumo sacerdote
Daniel - El Rey eterno
Oseas - El esposo divino
Joel - El suministrador del Espíritu Santo
Amós - El Dios de Israel
Abdías - El Señor en Su Reino
Jonás - El profeta resucitado
Miqueas - El Mesías de Belén
Nahúm - Portador de buenas nuevas
Habacuc - El Señor en Su Santo Templo
Sofonías - El Señor en medio de Israel
Hageo - El deseado de las naciones
Zacarías - Profeta, Sacerdote y Rey
Malaquías - El sol de Justicia
Mateo - El Rey de los Judíos
Marcos - El Siervo
Lucas - El Hijo del Hombre
Juan - El Hijo de Dios
Hechos - Cristo en el cielo
Romanos - El Señor de Justicia
1 Corintios - El resucitado
2 Corintios - El todo suficiente
Gálatas - Nuestra libertad
Efesios - La Cabeza de la Iglesia
Filipenses - El Señor en el cielo
Colosenses - La plenitud de Dios
1 y 2 Tesalonicenses - El Rey que viene
1 y 2 Timoteo - El Poderoso
Tito - Dios nuestro Salvador
Filemón - El que paga nuestra deuda
Hebreos - Nuestro Sumo Sacerdote
Santiago - El Médico Divino
1 Pedro - El Cordero suficiente
2 Pedro - El Señor de la Gloria
1 Juan - El Hijo de Dios que viene
2 Juan - Hijo de Dios e Hijo del Hombre
3 Juan - La verdad divina
Judas - El Juez que viene
Apocalipsis - El que está sentado en el Trono

Se puede ver claramente que la Biblia es un libro Cristocéntrico porque Cristo es su plenitud, su eje principal, su interés y su finalidad.

De la Biblia puede decirse: "Porque la gloria de Dios la ilumina y la lumbrera de ella es el Cordero"

miércoles, 22 de julio de 2015

El mensaje de la Biblia - Parte I


La Biblia ha representado, y sigue representando hoy, un papel notable en la historia de la civilización. Muchas lenguas tienen forma escrita gracias al hecho de que se les ha ideado un alfabeto a fin de que la Biblia, en su totalidad o en parte, pudiese ser traducida a dichas lenguas y publicada en forma escrita. Y esto no es más que una pequeña muestra de la misión civilizadora de la Biblia en el mundo. Esta labor es resultado directo del mensaje central de la Biblia. Aunque parece sorprendente que se pueda hablar de un mensaje central en una colección de escritos que refleja la historia de la civilización en el Cercano Oriente a lo largo de varios milenios, pero tiene una idea central en efecto, y es el reconocimiento de este hecho lo que ha llevado a considerar a la Biblia como un libro, y no simplemente una colección de libros, así como el plural griego biblia (“libros”) se convirtió en el singular latino biblia (“el libro”).

El mensaje central de la Biblia es la historia de la salvación, y a través de ambos testamentos tres hilos pueden distinguirse en el desenvolvimiento de dicha historia: el portador de la salvación, el camino de salvación, y los herederos de la salvación. Esto podría expresarse en función del concepto del pacto, diciendo que el mensaje central de la Biblia es el pacto de Dios con los hombres, y que los hilos lo constituyen el mediador del pacto, la base del pacto, y el pueblo del pacto. Dios mismo es el Salvador de su pueblo; es él quien confirma su misericordia para con ellos de conformidad con el pacto. El portador de la salvación, el mediador del pacto, es Jesucristo, el Hijo de Dios, el Verbo hecho carne. El camino de salvación, la base del pacto, es la gracia de Dios, que provoca en su pueblo una respuesta de fe y obediencia. Los herederos de la salvación, el pueblo del pacto, están constituidos por el Israel de Dios o la iglesia de Dios; en otras palabras, todos aquellos que creen en Jesucristo como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo y le reciben como su Salvador, entregando sus vidas para seguirle y obedecerle.

La continuidad del pueblo del pacto (el pueblo de Dios) entre el A.T. y el N.T. no parece muy clara al leer la Biblia traducida a nuestro idioma actual porque “iglesia” es una palabra exclusivamente neotestamentaria y, naturalmente, el lector piensa que se trata de algo que comenzó en el período del N.T. pero el lector de la Biblia griega no se encontraba con ninguna palabra nueva cuando leía ekklēsia en el NT; ya la había visto en la Versión Septuaginta LXX como una de las palabras utilizadas para denotar a Israel como la “asamblea” de Jehová. Por cierto que en el N.T. tiene un significado nuevo y más completo. Además, Jesús dijo: “edificaré mi iglesia” (Mt. 16:18), porque el pueblo del pacto anterior tenía que morir (a sus propias ideas y conceptos personales) con él a fin de resucitar con él a nueva vida, en la que desaparecían las restricciones nacionales (como un pensamiento netamente judío) y venia el evangelio para formar su carácter en Cristo. Así pues, Cristo mismo provee la continuidad vital entre la vieja Israel y la nueva (que es la Iglesia de Cristo), y sus fieles seguidores eran tanto el remanente justo de la antigua como el núcleo de la nueva.

El mensaje de la Biblia es el mensaje de Dios al hombre, comunicado “muchas veces y de muchas maneras” (Heb. 1:1), y finalmente encarnado en Cristo. Así, “la autoridad de la Sagrada Escritura, por la que debe ser aceptada y obedecida, no depende del testimonio de ningún hombre o iglesia, sino enteramente de Cristo (quien es la verdad misma y el autor de ella); y por lo tanto ha de ser recibida, porque es la palabra de Dios” (Confesión de fe de Westminster, 1. 4).

El Dios que se revela en la Biblia ha intervenido en la historia humana para hacer de ella una historia santa. Los acontecimientos del A.T. anunciaban, prefiguraban y realizaban parcialmente lo que en el N.T. llegaría a su pleno cumplimiento. Si la Pascua de Cristo trae al mundo la plenitud de la salvación, la pascua de Moisés fue la aurora (el anuncio inicial) de nuestra salvación. La liberación del pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto preanunciaba asimismo la liberación de toda la humanidad de la esclavitud del pecado y de la muerte. Este mismo movimiento de la historia continúa, se prolonga y se expande en la vida de la Iglesia, que escucha, vive y anuncia la Palabra hasta los confines de la tierra (Hch 1:8).