A
continuación, revisemos otras evidencias a favor de la existencia de Dios:
- El hombre es un ser inteligente y
moral; su Creador debe ser superior en su inteligencia y en su carácter moral
para tener la capacidad de crearlo y gobernar sobre él.
La
complejidad del cerebro humano muestra una inteligencia superior tras él.
• El cerebro
humano procesa simultáneamente una asombrosa cantidad de información. Tu
cerebro capta todos los colores y objetos que ves, la temperatura a tu
alrededor, la presión de tus pies sobre el piso, los sonidos a tu alrededor, lo
seco de tu boca, hasta la textura de tu teclado. Tu cerebro registra y procesa
todas tus emociones, pensamientos y memorias. Al mismo tiempo monitorea
continuamente las funciones de tu cuerpo como la respiración, el parpadeo, el hambre
y el movimiento de los músculos en tus manos.
• El cerebro
humano procesa más de un millón de mensajes por segundo. Tu cerebro evalúa la
importancia de todos estos datos, filtrando lo que relativamente no tiene
importancia. Esta función de filtrado es lo que te permite enfocar y funcionar
efectivamente en tu mundo. Un cerebro que procesa más de un millón de datos por
segundo, mientras evalúa la importancia de ellos y te permite actuar de acuerdo
a la información más relevante... ¿surgió como producto de la mera casualidad?
• ¿Fueron
simplemente causas biológicas, las que formaron perfectamente el tejido
adecuado, el flujo sanguíneo, las neuronas, y la estructura perfecta de tu
cuerpo? El cerebro funciona de manera muy distinta que otros órganos. Hay inteligencia
en él, la habilidad de razonar, generar sentimientos, soñar, planear, actuar y
relacionarse con otras personas. ¿Cómo podríamos explicar el cerebro humano,
ignorando a Dios, quien tiene la inteligencia infinita?
- La humanidad siempre ha creído en
un ser universal.
Para afirmar
con seguridad que no hay Dios, la persona tiene que ignorar la realidad de que
existe un número de millones de individuos que han creído durante muchos siglos
y otros millones que creen actualmente en la existencia de Dios. Sin embargo,
el hecho de que muchos crean no es suficiente para que algo sea cierto; esta
idea es válida pero miremos algunos argumentos más sólidos:
La Ciencia,
por ejemplo, ha descubierto nuevas verdades acerca del universo que prevalecen
sobre conclusiones previas que han tenido millones de seguidores. No obstante,
mientras la ciencia ha progresado, no hay descubrimiento científico que
contradiga la probabilidad numérica de un Ser Inteligente existente detrás de
todo el universo. De hecho, mientras más la ciencia descubre acerca de la vida
humana y el universo, más nos sorprendemos de la complejidad de todo. En vez de
apuntar a otras fuentes (aparte de Dios), la evidencia se acumula y nos orienta
hacia una fuente Inteligente.
Por otro
lado, hay un argumento contundente y mucho más grande: a través de la historia,
billones de personas en el mundo han atestiguado sus convicciones esenciales y
firmes acerca de la existencia de Dios -alcanzadas desde su subjetiva y
personal relación con Dios obviamente. Hoy por hoy, millones de personas
podrían dar cuenta detallada de su experiencia con Dios. Ellos nos hablarían de
sus oraciones atendidas y las asombrosas maneras en que Dios obró en sus
necesidades, y los guió a través de importantes decisiones personales. Ellos
ofrecerían, no solo una descripción de sus creencias, sino reportes detallados
de las acciones de Dios en sus vidas. Muchos están seguros de que un Dios
amoroso existe y les ha mostrado ser fiel.
Si tú eres
escéptico, agnóstico, ateo o dudas de la existencia de Dios, puedes decir con
seguridad: “Yo estoy absolutamente en lo cierto y todos ellos están equivocados
acerca de Dios”. No hay problema… pero sigamos revisando otras evidencias para
corroborar la existencia de Dios.
- El bien y el mal existen por todo
el mundo; entonces, debemos asumir que hay una ley moral que divide el bien y
el mal.
El hombre es
un ser moral que busca la perfección moral; por lo tanto, debe existir un ser
superior que dio origen a esta aspiración humana. Además, muchas veces en el
hombre existe un sentido de justicia para sancionar el mal comportamiento
humano y para premiar el buen comportamiento. Por lo tanto, debe existir un
"Gran Árbitro” que ejerce justicia.
Dado que hay
una ley moral, debe haber un dador de esa ley. Este dador de la ley nos busca
constantemente porque nos ama y quiere que disfrutemos de sus propósitos,
cumpliendo con sus leyes.
Dios quiere
ser conocido y nos ha creado con la intención de que lo conozcamos. Nos ha
rodeado de evidencias acerca de él, y mantiene el tema de su existencia
directamente ante nosotros. Aún los ateos no pueden dejar de pensar acerca de
la posibilidad de la existencia de Dios.
Malcolm
Muggeridge, autor socialista y filosófico, escribió: “Tenía la noción que de
alguna manera, además de estar buscando, yo estaba siendo buscado”.
A diferencia
de cualquier otra revelación de Dios, Jesucristo es la imagen más clara y más
específica de un Dios que nos busca.
¿Por qué
Jesús? Mira a través de las principales religiones del mundo y encontrarás que
Buda, Mahoma, Confucio, etc... todos ellos, se autoidentifican como maestros o
profetas pero ninguno de ellos jamás dijo ser igual a Dios. Sorprendentemente,
Jesús lo hizo. Eso es lo que separa a Jesús de todos los demás. Aunque él habló
de su Padre en el cielo, no fue desde la posición de separación, sino de
estrecha unión. Jesús enseñó que cualquiera que lo viese, había visto al Padre…
cualquiera que creyese en él, creía en el Padre (Jn. 14:7-10).
Él dijo: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no
andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Jn. 8:12). El
habló sobre tener atributos que solo pertenecen a Dios: poder perdonar los
pecados de la gente, liberarlos de los malos hábitos, dar una vida más abundante
y darles vida eterna.
A diferencia
de otros maestros que solo hacían enfocar a la gente en sus palabras, Jesús
dirigía la gente a sí mismo. Él dijo: “Yo
soy el camino, y la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por de mí”
(Jn. 14:6).
¿Qué pruebas
dio Jesús de su divinidad? El hizo lo que la gente no puede hacer; Jesús hizo
milagros, sanó ciegos, paralíticos, sordos… incluso resucitó a un par de
personas de la muerte. El tenía poder sobre los objetos... sacó comida de la
nada cuando multiplicó los panes y los peces; y fue suficiente para alimentar a
miles de personas. El hizo milagros en la naturaleza: caminó sobre las aguas,
ordenó detenerse a una fuerte tormenta para ayudar a sus discípulos, etc. Gente
por todas partes seguía a Jesús porque él constantemente satisfacía sus
necesidades, haciendo milagros.
El dijo: “Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre
en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras” (Jn. 14:11).
Jesucristo
nos mostró a un Dios tierno, amoroso, consciente de nuestro egoísmo y
limitaciones, aún así deseando profundamente una relación personal con
nosotros. Jesús revela que aunque Dios nos ve como pecadores, y merecedores de
su castigo, su amor por nosotros prevaleció, y trazó un plan para restaurarnos.
Jesucristo
–siendo Dios- tomó la forma de un hombre y aceptó el castigo por nuestros
pecados, en nuestra representación. ¿Suena absurdo? Quizás sí… pero ¿sería viable
que un padre amoroso cambiara de lugar con su hijo enfermo de cáncer si pudiese?
La Biblia
dice que la razón para que amemos a Dios es porque él nos amó primero. Jesús nos
amó y murió en nuestro lugar para que nosotros seamos perdonados. En todas las
religiones conocidas por la humanidad no existe un paralelo con el amor de
Jesús porque solo a través de él verás a Dios acercándose hacia la humanidad,
brindándonos un camino para tener una relación con él.
Jesús nos
prueba un corazón divino de amor. Debido a su muerte y resurrección, él nos
ofrece una nueva vida hoy. Nosotros podemos ser perdonados, completamente
aceptados por Dios y genuinamente transformados por Dios.
Dios dice: “Con amor eterno te he amado; por tanto, te
prolongué mi misericordia” (Jer. 31:3). Ese es Dios en acción.
¿Dios
existe? Si tú quieres saber, investiga a Jesucristo. La Biblia dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que
ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda,
mas tenga vida eterna” (Jn. 3:16).
Recuerda…
Dios no nos
fuerza a creer en él, aunque pudiera. En vez de eso, él nos ha provisto de
suficientes pruebas de su existencia para que nosotros voluntariamente le
respondamos: la perfecta distancia de la Tierra al Sol, las propiedades
químicas del agua, el cerebro humano, el ADN, el número de personas que
atestiguan conocer a Dios, el ansia en nuestros corazones y mentes por
determinar si Dios está allí, la ley moral que separa el bien y el mal, el
enorme deseo de Dios de ser conocido a través de Jesucristo.
Si quieres
saber más acerca de Jesús y quieres tener razones para creer en él, ve más allá
y búscale. Si quieres iniciar una relación con Dios ahora, tú puedes hacerlo.
Esa es tu decisión.
Si tú
quieres ser perdonado por Dios y alcanzar una relación con él, puedes empezar
ya mismo pidiéndole que te perdone y venga a tu vida.
Jesús dijo:
“El que tiene mis mandamientos, y
los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y
yo le amaré, y me manifestaré a él” (Jn. 14:21).
“El que me ama, mi palabra guardará;
y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él” (Jn. 14:23).
Todo depende
de aceptar su palabra que es la ley moral que determina el bien y el mal, la
verdad y el error.
Si tú
quieres hacerlo, pero no encuentras palabras para decirlo, considera la
siguiente guía de oración: “Jesús, gracias por morir por mis pecados. Tú
conoces todo lo que soy y que necesito de ti. Te pido perdón por todo lo malo
que he hecho; te entrego mi corazón. Ven a mi vida; quiero conocerte realmente
y tener una relación personal contigo”.
Jesús dijo: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y
me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las
arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las
puede arrebatar de la mano de mi Padre” (Jn. 10:27-29).
Lee la
Biblia y aprende a conocer la voluntad de Dios; ora todos los días y pídele al
Señor que te ayude a obedecer su palabra.