viernes, 17 de julio de 2015

La Biblia


Un libro que llega a la lista de superventas suele contener suspenso, aventura, amor y una amplia gama de emociones humanas, toscas y sutiles. La Biblia —el best seller mundial de todos los tiempos— contiene cada uno de esos ingredientes. En la Biblia leemos sobre hombres y mujeres que no son creaciones ficticias o idealizadas, sino gente de carne y hueso. Sus sentimientos, sus faltas, sus fracasos y triunfos suenan reales hoy. Sin embargo, la razón principal de la enorme popularidad de la Biblia no son sus historias sino que fascina y atrae lectores porque trata de cuestiones profundas, sobre las cuales todos queremos respuestas; por ejemplo:

- ¿Por qué estamos en esta tierra?
- ¿Cuál es el sentido de la vida y qué pasa cuando se acaba?
- ¿Cómo enfrentar el peso de la culpa y de la ansiedad?
- ¿Hay un Dios?

De hecho, la Biblia nunca discute en favor de la existencia de Dios. Comienza simplemente dando por sentado a Dios: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Gn. 1:1). Además, nos cuenta cómo es él, sus cualidades, sus virtudes, su poder y cómo reacciona hacia hombres y mujeres y cuál es la respuesta que espera de nosotros.

Una rápida mirada a las páginas de la Biblia pone en evidencia que nos sumergimos en un mundo en gran parte extraño a nosotros. La cultura pertenece al pasado y, para la mayoría de los lectores, se refiere a un pueblo muy remoto. Sin embargo, millones de personas encuentran hoy que la Biblia es altamente relevante. Los vestidos y las costumbres pueden variar, pero la gente, en lo más hondo, es igual. Siempre han experimentado los mismos sentimientos humanos de amor, odio, celos, compasión y codicia. Todos comparten el misterio de la vida: todos nacen y avanzan hacia una muerte segura. Lo confiesen o no, todos tienen hambre de algo más que comida, admiración o comodidades terrenales. Todos comparten la profunda urgencia humana de comprender el significado de la vida y de satisfacer sus necesidades más hondas.

Hay otra dificultad que hemos de vencer cuando leemos la Biblia. Se trata de un libro escrito en un lenguaje diferente al nuestro. El Antiguo Testamento, en su mayor parte, fue escrito en hebreo y el Nuevo Testamento en griego. Por muy calificados que estemos para acceder al original, necesitamos profundizar poco a poco en términos y palabras de estos idiomas, para que entendamos mejor su sentido en esencia.

En síntesis, tres son las lenguas originales de la Biblia: HEBREO, ARAMEO Y GRIEGO.

Si bien hablamos de la Biblia como un libro, está compuesta de 66 libros diferentes. Estos varían en extensión, en contenido y en la forma en que están escritos. Por ejemplo, algunos son poesía, algunos narrativa, otros máximas sabias, otros cartas. Entre sus autores hay reyes, nobles, sacerdotes, pastores y pescadores, así como muchos cuya identidad solo podemos imaginar.

El proceso de escribir estos libros independientes cubre un lapso de muchos siglos. Sin embargo, la Biblia es una unidad… no solo una colección de partes separadas. El conjunto de libros constituye un todo. Los muy diversos autores muestran, cada uno a su manera, lo que Dios tiene para decir sobre su mundo y sobre las personas que ha creado. Nos muestran cómo es Dios por el modo en que actúa hacia hombres y mujeres, y porque dejan en claro que él quiere establecer con todos la relación más íntima posible: “El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él” (Jn. 14:23).

Muchos comienzan a leer la Biblia porque desean encontrar a Dios, pero pronto descubren en la Biblia que Dios estuvo buscándoles y ha provisto un camino para llevarles a una relación más cercana consigo mismo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Jn. 14:6).

Los 66 libros de la Biblia están divididos en dos grupos principales: el Antiguo Testamento, compuesto de 39 libros, y el Nuevo Testamento, de 27. La palabra «Testamento» viene del latín y significa pacto o acuerdo. El tema predominante del Antiguo Testamento es la antigua alianza de Dios con el pueblo de Israel. El Nuevo Testamento se ocupa del acuerdo que Dios hizo más tarde, por medio de Jesús, con personas de cualquier nacionalidad que ponen su confianza en Dios.

La Biblia tiene algo más que decir sobre sí misma. Ella misma declara que quienes la escribieron estaban inspirados por el Espíritu Santo: “ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 Ped. 1:20, 21). De esta manera, sus palabras son más que pensamientos e invenciones de hombres y mujeres. La Biblia es la palabra de Dios para el mundo.  

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