Un libro que llega
a la lista de superventas suele contener suspenso, aventura, amor y una amplia
gama de emociones humanas, toscas y sutiles. La Biblia —el best seller mundial
de todos los tiempos— contiene cada uno de esos ingredientes. En la Biblia
leemos sobre hombres y mujeres que no son creaciones ficticias o idealizadas,
sino gente de carne y hueso. Sus sentimientos, sus faltas, sus fracasos y
triunfos suenan reales hoy. Sin embargo, la razón principal de la enorme
popularidad de la Biblia no son sus historias sino que fascina y atrae lectores
porque trata de cuestiones profundas, sobre las cuales todos queremos
respuestas; por ejemplo:
- ¿Por qué estamos
en esta tierra?
- ¿Cuál es el
sentido de la vida y qué pasa cuando se acaba?
- ¿Cómo enfrentar
el peso de la culpa y de la ansiedad?
- ¿Hay un Dios?
De hecho, la
Biblia nunca discute en favor de la existencia de Dios. Comienza simplemente
dando por sentado a Dios: “En el
principio creó Dios los cielos y la tierra” (Gn. 1:1). Además, nos cuenta
cómo es él, sus cualidades, sus virtudes, su poder y cómo reacciona hacia
hombres y mujeres y cuál es la respuesta que espera de nosotros.
Una rápida mirada
a las páginas de la Biblia pone en evidencia que nos sumergimos en un mundo en
gran parte extraño a nosotros. La cultura pertenece al pasado y, para la
mayoría de los lectores, se refiere a un pueblo muy remoto. Sin embargo,
millones de personas encuentran hoy que la Biblia es altamente relevante. Los
vestidos y las costumbres pueden variar, pero la gente, en lo más hondo, es igual.
Siempre han experimentado los mismos sentimientos humanos de amor, odio, celos,
compasión y codicia. Todos comparten el misterio de la vida: todos nacen y
avanzan hacia una muerte segura. Lo confiesen o no, todos tienen hambre de algo
más que comida, admiración o comodidades terrenales. Todos comparten la
profunda urgencia humana de comprender el significado de la vida y de
satisfacer sus necesidades más hondas.
Hay otra
dificultad que hemos de vencer cuando leemos la Biblia. Se trata de un libro
escrito en un lenguaje diferente al nuestro. El Antiguo Testamento, en su mayor
parte, fue escrito en hebreo y el Nuevo Testamento en griego. Por muy
calificados que estemos para acceder al original, necesitamos profundizar poco
a poco en términos y palabras de estos idiomas, para que entendamos mejor su
sentido en esencia.
En síntesis, tres
son las lenguas originales de la Biblia: HEBREO, ARAMEO Y GRIEGO.
Si bien hablamos
de la Biblia como un libro, está compuesta de 66 libros diferentes. Estos
varían en extensión, en contenido y en la forma en que están escritos. Por
ejemplo, algunos son poesía, algunos narrativa, otros máximas sabias, otros
cartas. Entre sus autores hay reyes, nobles, sacerdotes, pastores y pescadores,
así como muchos cuya identidad solo podemos imaginar.
El proceso de
escribir estos libros independientes cubre un lapso de muchos siglos. Sin
embargo, la Biblia es una unidad… no solo una colección de partes separadas. El
conjunto de libros constituye un todo. Los muy diversos autores muestran, cada
uno a su manera, lo que Dios tiene para decir sobre su mundo y sobre las
personas que ha creado. Nos muestran cómo es Dios por el modo en que actúa
hacia hombres y mujeres, y porque dejan en claro que él quiere establecer con
todos la relación más íntima posible: “El
que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y
haremos morada con él” (Jn. 14:23).
Muchos comienzan a
leer la Biblia porque desean encontrar a Dios, pero pronto descubren en la
Biblia que Dios estuvo buscándoles y ha provisto un camino para llevarles a una
relación más cercana consigo mismo: “Yo
soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Jn.
14:6).
Los 66 libros de
la Biblia están divididos en dos grupos principales: el Antiguo Testamento,
compuesto de 39 libros, y el Nuevo Testamento, de 27. La palabra «Testamento»
viene del latín y significa pacto o acuerdo. El tema predominante del Antiguo
Testamento es la antigua alianza de Dios con el pueblo de Israel. El Nuevo
Testamento se ocupa del acuerdo que Dios hizo más tarde, por medio de Jesús,
con personas de cualquier nacionalidad que ponen su confianza en Dios.
La Biblia tiene
algo más que decir sobre sí misma. Ella misma declara que quienes la
escribieron estaban inspirados por el Espíritu Santo: “ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque
nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres
de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 Ped. 1:20, 21).
De esta manera, sus palabras son más que pensamientos e invenciones de hombres
y mujeres. La Biblia es la palabra de Dios para el mundo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario