jueves, 10 de septiembre de 2015

Dios el Hijo Parte III


III. Su Muerte Vicaria

En la Escritura se revela la muerte de Cristo como un sacrificio por los pecados de todo el mundo. De acuerdo a ello, Juan el Bautista presentó a Jesús con las palabras: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Jn. 1:29). Jesús, en su muerte, fue el sustituto muriendo en el lugar de todos los hombres y esta verdad se confirma constantemente en las Escrituras. Por medio de la muerte vicaria (como representante del hombre) los juicios justos de Dios contra el pecador fueron llevados por Cristo. El resultado de esta sustitución es tan simple y definitivo como una transacción porque el Salvador ya ha cargado con los juicios divinos contra el pecador a total satisfacción de Dios. Para recibir la salvación que Dios ofrece, se les pide a los hombres que crean en esta obra de Cristo, reconociendo que él murió por sus pecados y por este medio reclamar a Jesucristo como su Salvador personal.
 
La palabra «sustitución» expresa solo parcialmente todo lo que se llevó a cabo en la muerte de Cristo. En realidad, no hay un término que pudiéramos decir que incluye el todo de esa obra incomparable. El uso popular ha tratado de introducir para este propósito la palabra expiación; pero este vocablo no aparece ni una sola vez en el N.T.; no obstante, en Heb. 2:17 aparece este vocablo referido a Cristo y, de acuerdo a su uso en el A.T., significa solamente cubrir el pecado. Esto proveía una base para un perdón temporal “a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados” (Rom. 3:25). Aunque en los tiempos del A.T. se requería nada más que el sacrificio de un animal para remitir los pecados («tolerar», «pasar por alto» sin castigo, Hch. 17:30), Dios estaba actuando en perfecta justicia al hacer este requerimiento, puesto que él miraba hacia la manifestación de su Cordero, el cual vendría no solamente a pasar por alto o cubrir el pecado, sino a quitarlo de una vez y para siempre (Jn. 1:29).
 
LO QUE IMPLICA LA MUERTE DEL HIJO
 
Al considerar el valor total de la muerte de Cristo deben distinguirse los siguientes hechos:
 
- La muerte de Cristo nos da seguridad del amor de Dios hacia el pecador (Jn. 3:16; Rom. 5:8; 1 Jn. 3:16; 4:9); sin embargo, Dios espera de los creyentes salvos una vida digna de su llamamiento y demanda un cambio en cada área para ser luz en medio de una sociedad que vive lejos de la voluntad perfecta de Dios (2 Cor. 5:14-17; 1 Ped. 2:11-25).

- La muerte de Cristo es una redención o rescate pagando las demandas santas de Dios para el pecador y para liberar al pecador de la justa condenación. Es significativo que la palabra «por» significa «en lugar de» o «en favor de», y es usada en cada pasaje en el N.T. donde se menciona la muerte de Cristo como un rescate (Mt. 20:28; 1 Tim. 2:6). La muerte de Cristo fue un castigo necesario, el cual él cargó por el pecador (Rom. 4:25; 2 Cor. 5:21; Gál. 1:4; Heb. 9:28). Al pagar el precio de nuestro rescate Cristo nos redimió y en el N.T. se usan tres importantes palabras griegas para expresar esta idea:

a) Agorazo: quiere decir «comprar en un mercado» (agora significa «mercado»). El hombre, en su pecado, es considerado bajo la sentencia de muerte (Jn. 3:18, 19; Rom. 6:23), un esclavo «vendido bajo pecado» (Rom. 7:14), pero en el acto de la redención es comprado por Cristo a través del derramamiento de su sangre (1 Cor. 6:20; 7:23; 2 Ped. 2:1; Ap. 5:9; 14:3, 4).
b) Exagorazo: significa «comprar y sacar del mercado de la venta», lo que agrega el pensamiento no solo de la compra, sino también de que nunca más estará expuesto a la venta (Gál. 3:13; 4:5), indicando que la redención es una vez y para siempre.
c) Lutroo: «dejar libre» (Lc. 24:21; Tito 2:14; 1 Ped. 1:18). La misma idea se encuentra en el vocablo lutrosis (Lc. 2:38; Heb. 9:12), y otra expresión similar, epoiesen lutrosin (Lc. 1:68), y otra forma usada frecuentemente, apolutrosis, indicando que se libera a un esclavo (Lc. 21:28; Rom. 3:24; 8:23; 1 Cor. 1:30; Ef. 1:7, 14; 4:30; Col. 1:14; Heb. 11:35). El concepto de la redención incluye la compra, el quitar de la venta, y la completa libertad del rescate individual a través de la muerte de Cristo y la aplicación de la redención por medio del Espíritu Santo.
Así, también, la muerte de Cristo fue una ofrenda por el pecado, no semejante a las ofrendas de animales presentadas en tiempos del A.T., las cuales podían solamente cubrir el pecado, en el sentido de dilatar el tiempo del justo y merecido juicio contra el pecador. En su sacrificio Cristo llevó sobre «su cuerpo en el madero» nuestros pecados, quitándolos de una vez y para siempre (Is. 53:7-12; Jn. 1:29; 1 Cor. 5:7; Ef. 5:2; Heb. 9:22, 26; 10:14). 

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