martes, 15 de septiembre de 2015

Dios el Hijo Parte V


- Su Resurrección

I. La resurrección en el A.T.
La doctrina de la resurrección de todos los hombres, así como la resurrección de Cristo, se enseña en el A.T. La doctrina aparece tan tempranamente como en el tiempo de Job, probablemente un contemporáneo de Abraham, y se expresa en su declaración de fe en Job 19:25-27: “Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo; y después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios; al cual veré por mí mismo, y mis ojos lo verán, y no otro, aunque mi corazón desfallece dentro de mí”. Aquí Job afirma no solamente su propia resurrección personal, sino la verdad de que su Redentor vive y que se manifestará en su vida. Además, en el N.T. se revela cómo todos los hombres serán al fin resucitados (Jn. 5:28, 29; Ap. 20:4-6, 12, 13).

Por otra parte, hay muchas referencias específicas en el A.T. que anticipan la resurrección del cuerpo humano; por ejemplo, en Job 14:13-15; 17:15; 49:15; Is. 26:19; Dn. 12:2; Os. 13:14. Otra mención interesante la hallamos en el Sal. 16:9, 10, donde el salmista David declara: “Se alegró, por tanto, mi corazón, y se gozó mi alma; mi carne también reposará confiadamente; porque no dejarás mi alma en el Seol, ni permitirás que tu santo vea corrupción”.  Aquí David no solo muestra que él espera personalmente la resurrección, sino que sus palabras también aplican a Jesucristo, porque él no estaría en la tumba el tiempo suficiente para que su cuerpo se corrompiera. Este pasaje es citado por Pedro en Hch. 2:24-31 y por Pablo en Hch. 13:34-37 señalando la resurrección de Cristo.

Asimismo, la resurrección de Cristo se menciona también en el Salmo 22, donde Cristo declara de forma profética que él anunciará su nombre a sus hermanos (Sal. 22:22). En el Sal. 118:22-24 la exaltación de Cristo de convertirse en la piedra angular se define en Hch. 4:10, 11, resaltando la resurrección de Cristo como prueba de su divinidad. Además, la resurrección de Cristo se encuentra anticipada en la tipología del A.T. en el sacerdocio de Melquisedec (Gn. 14:18; Heb. 7:15-17, 23-25).

En síntesis, la doctrina de la resurrección de todos los hombres, tanto como la resurrección de Cristo, se establece así desde el A.T.

II. Las predicciones de Cristo de su propia resurrección
Frecuentemente, en los evangelios, Cristo predice ambas cosas, su propia muerte y su resurrección (Mt. 16:21; 17:22, 23; 20:17-19; 26:12, 28-32; Mr. 9:30-32; 14:28; Lc. 9:22; 18:31-34; Jn. 2:19-22; 10:17, 18). Las predicciones son tan frecuentes, tan explícitas y dadas en tan numerosos y diferentes contextos que no puede haber duda alguna de que Cristo predijo su propia muerte y resurrección, y el cumplimiento de estas predicciones verifica la exactitud de la profecía. Si no fuese real y preciso que Cristo resucitó, entonces tendríamos que concluir que el cristianismo sería una farsa y que Cristo sería un personaje falso y mentiroso; sin embargo, en el punto que sigue veremos que Cristo ciertamente cumplió sus promesas y se levantó entre los muertos, y hay múltiples pruebas de ello.

III. Pruebas de la resurrección de Cristo
El N.T. presenta pruebas históricas auténticas de la resurrección de Cristo; a continuación, revisemos las apariciones y las revelaciones de Cristo que ocurrieron después de su resurrección:

1. Aparición a María Magdalena (Jn. 20:11-17; Mr. 16:9-11).
2. Aparición a María Magdalena y a la otra María (Mt. 28:9, 10).
3. Aparición a Pedro (Lc. 24:34; 1 Cor. 15:5).
4. Aparición de Cristo a los diez discípulos, que se refiere colectivamente como «los once», estando Tomás ausente (Jn. 20:19-24).
5. Aparición a los once discípulos una semana después de su resurrección, estando presente Tomás (Jn. 20:24-29).
6. Aparición a siete de los discípulos en el Mar de Galilea (Jn. 21:1-23).
7. Aparición a los quinientos creyentes (1 Cor. 15:6).
8. Aparición a Santiago el hermano del Señor (1 Cor. 15:7).
9. Aparición a los once discípulos en la montaña en Galilea (Mt. 28:16-20; 1 Cor. 15:7).
10. Aparición a sus discípulos con ocasión de su ascensión desde el Monte de los Olivos (Mr. 16:14; Lc. 24:36-53; Hch. 1:1-9).
11. Revelación a Esteban del Cristo resucitado y sentado a la diestra de Dios, momentos antes de su martirio (Hch. 7:55, 56).
12. Aparición a Pablo en el camino a Damasco (Hch. 9:3-6, 27; 22:6-11; 26:12-18; 1 Cor. 15:8).
13. Aparición de Cristo a Pablo en el templo (Hch. 22:17-21).
14. Aparición de Cristo a Pablo cuando estaba en prisión (Hch. 23:11).
15. Aparición de Cristo al apóstol Juan (Ap. 1:9-20).

El número de estas apariciones, la gran variedad de circunstancias y las evidencias que confirman todo lo que rodea a estas apariciones, constituyen la más poderosa evidencia histórica de que Cristo se levantó de los muertos.

Además de las pruebas que nos dan sus apariciones, puede aún citarse más evidencia que sostiene este hecho:

*La tumba estaba vacía después de su resurrección (Mt. 28:6; Mr. 16:6; Lc. 24:1-12; Jn. 20:1-8).
*Los testigos de la resurrección de Cristo no eran gente tonta ni fácil de engañar. De hecho, ellos eran lentos para comprender la evidencia (Jn. 20:9-29) pero una vez convencidos de la realidad de su resurrección, deseaban morir por su fe en Cristo y así lo hicieron según los registros de la historia universal.
* Es también evidente que hubo un gran cambio en los discípulos después de la resurrección y su pena fue reemplazada con gozo y fe debido a las apariciones del Cristo resucitado.
* Más adelante, el libro de los Hechos testifica del poder divino del Espíritu Santo en los discípulos después de la resurrección de Cristo, el poder del evangelio el cual ellos proclamaron, y las evidencias de los milagros que Dios hizo a través de ellos de forma reiterativa.
* El día de Pentecostés en Jerusalén es otra prueba importante, ya que el Espíritu Santo descendió sobre 120 discípulos de Cristo y hablaron en lenguas diversas que nunca habían estudiado, proclamando las maravillas de Dios; luego, el apóstol Pedro predica del Cristo resucitado y tres mil judíos creen en Cristo, en su muerte y en su resurrección, y son bautizados en Cristo.
* Por otro lado, la costumbre de la Iglesia primitiva de observar el primer día de la semana para reunirse (el domingo), el momento de celebrar la Cena del Señor y traer sus ofrendas, es otra evidencia histórica (Hch. 20:7; 1 Cor. 16:2).
- El mismo hecho de que la Iglesia primitiva nació y se desarrolló a pesar de la persecución y muerte de los apóstoles, es una evidencia de que los discípulos y los nuevos creyentes tenían la completa certeza de la resurrección de Cristo.
- El evangelio ha sido predicado durante aproximadamente dos mil años, millones de personas han creído en Cristo y experimentan que él está vivo; todo aquel que ha invocado el nombre de Cristo y ha puesto su confianza en él de verdad, ha tenido la bendición de recibir una nueva vida, sus pecados han sido perdonados, su forma de pensar, hablar y vivir ha sido renovada, y la presencia de Cristo se ha hecho real en su corazón. Todo esto y más evidencia claramente que Cristo no se quedó en la tumba como muchos pensadores, líderes y religiosos de la historia (Buda, Mahoma, Confucio, etc.). Él está vivo; la promesa de la Biblia y de Dios es que todo aquel que invoca su nombre y cree en él, tendrá una experiencia personal y genuina con su amor, su gracia y su perdón. Si todavía no lo has experimentado, te invito a que invoques su nombre y reconozcas que él es el único y suficiente Salvador, que perdona tus pecados y cambia tu vida para que seas una nueva criatura y realmente puedas agradar a Dios en toda tu manera de vivir. Ya no tengas más culpas ni temor si confías en su sangre y en su obra en la cruz, porque llevó todos tus pecados y te dará vida eterna.

IV. Razones para la resurrección de Cristo

Por lo menos pueden citarse siete razones importantes para la resurrección de Cristo:

1. Cristo resucitó debido a quien es él: el Autor de la vida (Hch. 2:24; 3:15).
2. Cristo resucitó para cumplir con el pacto de Dios con David (2 Sam. 7:12-16; Sal. 89:20-37; Is. 9:6, 7; Lc. 1:31-33; Hch. 2:25-32).
3. Cristo resucitó para ser el dador de la vida resucitada a los creyentes en la gloria eterna de Dios (Jn. 10:10, 11; 11:25, 26; Ef. 2:6; Col. 3:1-4; 1 Jn. 5:11, 12).
4. Cristo resucitó de modo que él sea la fuente del poder de la resurrección (Mt. 28:18; Ef. 1:19-21).
5. Cristo resucitó para ser la Cabeza sobre la Iglesia (Ef. 1:22, 23).
6. Cristo resucitó para que nuestra justificación sea cumplida (Rom. 4:25).
7. Cristo resucitó para ser las primicias (el comienzo, el primer fruto) de la resurrección (1 Cor. 15:20-23).

V. El significado de la resurrección de Cristo


La resurrección de Cristo, a causa de su carácter histórico, constituye la prueba más importante de la deidad de Jesucristo. Esta fue una gran victoria sobre el pecado y la muerte, y es también una prueba de la validez del poder divino, como está declarado en Ef. 1:19-21. Dado que la resurrección es una doctrina tan sobresaliente, el primer día de la semana en esta dispensación ha sido apartado para la conmemoración de la resurrección de Jesucristo, y, de acuerdo a ello, toma un lugar primordial en el cristianismo. La resurrección es, por lo tanto, la piedra angular de nuestra fe cristiana, y como Pablo lo expresa en 1 Cor. 15:17: “Y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados”. Por haber resucitado Cristo, nuestra fe cristiana es segura y eficaz, la victoria final de Cristo es cierta y nuestra vida está completamente justificada ante Dios.

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